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Sobre la intervención del ejército ruso en la guerra de Siria

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El motivo de las líneas que siguen no es compartir información sino compartir dudas sobre un artículo de Thierry Meyssan que publicamos recientemente (Oficiales rusos llegan a Siria para dirigir la guerra contra el Califato Islámico) que, sin duda alguna, es una noticia de gran alcance. Sin embargo, los medios rusos y simpatizantes con Rusia la han puesto en duda.

Pero no es eso lo que nos plantea dudas. Para nosotros la noticia es cierta y la hemos contrastado por varias fuentes muy distintas. Nuestras dudas proceden de las reacciones o, mejor dicho, de la falta de reacciones ante esa noticia, que supone un giro estratégico en Oriente Medio. Si la noticia es cierta, sorprende que Estados Unidos e Israel no hayan puesto el grito en el cielo, por más que uno de los aspectos sorprendentes de la noticia es que la participación de Rusia en la guerra de Siria se anunció previamente a Washington y Meyssan llegó a decir que estaba “coordinada” con Estados Unidos.

¿Qué está pasando realmente en Siria? No lo sabemos. Desde luego que el papel de Rusia en Oriente Medio es cada vez más importante y que si Rusia no aplasta ahora al Califato Islámico en Siria se lo va a encontrar dentro de sus fronteras próximamente.

Pero, en definitiva, la intervención rusa en Siria consolida la situación del gobierno de Al-Assad, por lo que la política de Estados Unidos, Francia y otras potencias cosecha un fracaso estrepitoso. ¿Cómo es, pues, posible que los medios no nos hayan servido la correspondiente campaña de noticias sobre el “expansionismo ruso”? Lo tienen muy fácil: la intervención rusa se llevaría a cabo con el aval del gobierno de Siria (una dictadura), pero sin el de la ONU...

Hemos seguido el rastro de la noticia. Nosotros publicamos la fuente de la misma, Thierry Meyssan, que la publicó en Voltaire el 24 de agosto. Cuatro días después la confirma Guy Taylor en el Washington Times de una manera indirecta. Taylor dice que la Casa Blanca está presionando a Putin para lograr una cooperación que estabilice la zona. Con ese propósito, ese mismo día Michael Ratney, delegado especial de Estados Unidos para Siria, viajaba a Moscú. Aunque el artículo no hablaba para nada de tropas rusas en Siria, dejaba claro un intento de conciliación por parte de Estados Unidos hacia Rusia, al menos en el asunto de Siria. Es más: da la impresión de que es Obama quien quiere que Rusia vaya a combatir a Siria.

Lo mismo cabe decir de un medio israelí como Ynet (Yedioth Ahronot), que el 2 de setiembre no sólo admite la noticia como buena sino que añade algunos detalles, como que los rusos ya están en Siria o la intervención de Irán, para acabar de una manera complaciente con tal situación que, según nuestro punto de vista, puede llevar a un choque con la aviación israelí. Por lo tanto, tampoco Israel parece tomarse la noticia como un revés.

A partir de entonces, una serie de medios muy solventes (Infowars, Zero Hedge, Daily Beast) reproducen la información y otro medio israelí, DebkaFiles, sigue aportando nuevos datos que la confirman. Según DebkaFiles el tinglado puesto en pie por el imperialismo, el mando conjunto de Estados Unidos, Israel, Jordania y la “oposición siria moderada”, para mantener la guerra ha fracasado. La única manera de solventar la situación, según DebkaFiles, es la participación rusa. ¿Se ha convertido Rusia en la tabla de salvación de Oriente Medio?

Pero DebkaFiles pasa por alto que una estrategia, la del mando conjunto, tiene por objeto acabar con Al-Assad y Hezbolá, mientras que los rusos lo que pretenden es acabar con el Frente Al-Nosra y el Califato Islámico para respaldar la situación de los otros dos, es decir, que se trata de estrategias contrapuestas.

Por su parte, los medios más cercanos a Rusia manifiestan su escepticismo o niegan la intervención militar. El 1 de setiembre Russia Insider y Saker niegan que Putin vaya a arriesgar la vida de un solo aviador ruso en Siria, cuya guerra consideran como un “asunto interno”. Rusia tiene una mala experiencia con los islamistas en su propio suelo. En su apoyo, estos medios citan fuentes del ejército ruso que descartan tal intervención.

Russia Today da un paso más y pide explicaciones al periodista de Ynet, Alex Fishman, por las fuentes de la información, a lo que el israelí se niega. No obstante, afirma que la filtración procede de “diplomáticos occidentales”.

Por su parte, para corroborar la información, Sputnik se dirige a Mark Toner, un portavoz oficial del Departamento de Estado, quien confirma que la posición de la Casa Blanca es la de estimular una mayor implicación de Rusia en la guerra de Siria. Pero Toner no confirma la noticia. Dice que su país no sabe nada. ¿Los satélites de la NSA no son capaces de detectar a 3.000 soldados rusos en Siria? Lo sabe pero no quiere decirlo.

En una entrevista con Russia Today, Richard Spencer, de Alternative Right, lanza un ataque furibundo contra Ynet, calificando la noticia como propaganda de guerra: los rusos no están ni se les espera en Siria. Es el único que ha utilizado un tono agresivo, lo cual también es sorprendente. Por una vez, y sin que sirva de precedente, la falta de agresividad es característica en las informaciones de ambos bandos. ¿Se han opuesto de acuerdo estadounidenses y rusos sobre Siria?, ¿quieren que la intervención de los rusos se haga de manera discreta?

Aunque el asunto no está nada claro, la respuesta tiene que ser negativa. La explicación es que ambas partes están de acuerdo en hacer pasar un giro estratégico en Oriente Medio como algo banal e irrelevante.

Antes de Afganistán, la última vez que sucedió algo parecido fue en 1973, en tiempos de la URSS, cuando durante la guerra del Yom Kippur las fuerzas del general Sharon atacaron en el Sinaí al ejército egipcio, amenazando con aniquilar por completo al III Cuerpo. La URSS anunció que se disponía a intervenir para evitar dicha matanza, ante lo cual Estados Unidos se puso en DefCon-3, es decir, en disposición de lanzar misiles nucleares sobre el ejército soviético. Como en Cuba diez años antes, la situación se solucionó cuando Sharon sacó a su tropas del Sinaí y los soviéticos metieron a sus fuerzas aerotransportadas en sus cuarteles.

Desde nuestro punto de vista, tenemos la impresión de que hay un principio de acuerdo sobre Oriente Medio, del que no sabemos los términos, aunque posiblemente alcanza también a Irán. El motivo del secreto es ese disimulo tan frecuente en los medios: jamás puede parecer que Estados Unidos, Francia e Israel han fracasado en algo, ni tampoco que los rusos sean nunca salvadores de nada sino sólo agresores.

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