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La lucha por el reparto del Mar de China Meridional

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"Es indudable, por consiguiente, el hecho de que el paso del capitalismo a la fase de capitalismo monopolista, al capital financiero, se halla relacionado con la exacerbación de la lucha por el reparto del mundo" (Lenin)

 
En 1990 China se benefició del vacío estratégico creado en el Mar de China Meridional por el abandono por parte de Rusia de sus bases militares en Vietnam, así como como por el cierre de las bases estadounidenses en Filipinas. El Mar de China Meridional forma parte del Océano Pacífico, abarcando un área del Estrecho de Malaca y Singapur hasta el Estrecho de Taiwan de alrededor de 3,5 millones de km2. Contiene más de 250 pequeñas islas, atolones, cayos, bancos, arrecifes y bancos de arena, la mayoría de los cuales están deshabitados, incluso se inundan durante la marea alta o están sumergidos permanentemente.

La ley china de 25 de febrero de 1992 sobre el Mar Territorial aprovechó la Convención aprobada por la ONU en 1982 sobre el Derecho del Mar para concretar las regiones que China reclama como propias, que suponen el 80 por ciento de la superficie total del Mar de China Meridional. Son las nuevas fronteras de la Gran China, el viejo Imperio Central.

En aquel Mar a la gran frontera los chinos la llaman la "línea de nueve puntos" o "lengua de vaca", en referencia a su silueta sobre el mapa. Su trazado parte del norte de Filipinas y, bordeando la antigua colonia española, desciende hasta la isla de Borneo y vuelve a subir por las costas vietnamitas.

No se trata sólo de un poco de tierra firme. La Convención sobre el Derecho del Mar otorga 200 millas marinas (370,4 kilómetros) a partir de la costa del país que resulte titular del territorio. Por ejemplo, las Islas Spratly, que están a unos 230 kilómetros de Filipinas y a más de 1.200 kilómetros de China, forman un centenar de islotes y arrecifes que apenas suman 5 km2 pero reconocen derechos soberanos sobre una plataforma marina con una extensión superior a los 400.000 km2.

Por la zona transcurre un tercio del tráfico mundial marítimo y el Ministerio de Recursos Geológicos y Minería de China estima, además, que puede contener 17.700 millones de toneladas de petróleo (superiores a los 13.000 millones de toneladas de Kuwait). Sin embargo, científicos estadounidenses han estimado que la cantidad de crudo en 28.000 millones de barriles. Según la Agencia Internacional de Energía la verdadera riqueza de la zona podrían ser reservas de gas natural. Las estimaciones dicen que el área poseería alrededor de 25.000 billones de metros cúbicos de esta fuente de energía, la misma cantidad que las reservas probadas de Qatar.

Varios países de la región, además de China, reclaman las islas y archipiélagos de la región, lo que ha conducido a una guerra de nombres. Mientras Vietnam ha rebautizado a este mar como el “Mar Oriental”, Filipinas lo llama el “Mar de Filipinas Occidental”.

La escalada de tensión ha llegado a tal punto que la ASEAN aprobó en 1992 una declaración sobre la solución pacífica de las disputas en el Mar Meridional de China y en 2002 a un código de buena conducta.

Habitualmente China utiliza buques de sus líneas marítimas civiles para realizar incursiones en aguas en disputa, mostrando de ese modo la persistencia de su reclamación y poniendo a prueba la respuesta de los países afectados. Evita en general desplegar abiertamente sus buques de guerra, lo que le concede un amplio grado de maniobra para escalar o desactivar la tensión sin mayores consecuencias a corto plazo. Pero en ocasiones ha optado por esa vía, junto al sobrevuelo de sus aviones en las zonas conflictivas.

En el Arrecife Scarborough China y Filipinas entraron en un callejón sin salida. Han estacionado varios buques no militares, violando (según ambos países) la soberanía de sus aguas. También Filipinas en 2011 envió un buque de guerra al atolón, tras un enfrentamiento con navíos chinos.

La creciente tensión entre China y Filipinas por las reclamaciones territoriales se puso de manifiesto en 2012. La pugna alcanzó cotas preocupantes cuando China amenazó con represalias económicas, e incluso con menciones a la guerra. Suspendió el turismo hacia Filipinas, recomendando a sus ciudadanos no visitar el país vecino y reforzó la inspección de la fruta procedente de su territorio. China es el mayor comprador individual de plátanos de Filipinas.

Por su parte, en el Pacífico Washington se define a sí misma como una "potencia residente", un término acuñado en 2008 por el entonces Secretario de Defensa, Robert Gates, en una reunión sobre seguridad celebrada en Singapur. Su superioridad militar es indiscutible: 6 de los portaaviones que dispone se encuentran ya en el Pacífico, a donde sigue trasladando el grueso de sus fuerza estratégica para tener allí el 60 por ciento de su fuerza naval desplegada permanentemente hacia 2020.

En el Pacífico la VII Flota ha relevado al portaviones Kitty Hawk por el más avanzado George Washington y el grupo de destructores ya está dotado con el sistema Aegis. Con la misma idea de golpear más allá del alcance de sus sistemas aeronavales, planea la entrada en servicio de 260 cazas F-35C (invisibles al radar), la ampliación del radio de acción de los F-18 (con depósitos adicionales) y dotarse de más aviones de guerra electrónica EA-18G, todo ello tras haber probado con éxito el aterrizaje autónomo en un portaviones del dron X-47B.

De esta manera Estados Unidos reconoce la creciente importancia de este mares, no solo desde el punto de vista comercial. En la misma medida otras regiones (como Europa) pierden relevancia estratégica.

Un planeta sin límites

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 Juan Manuel Olarieta

En Rebelión Gustavo Duch publica un artículo titulado "Los límites del planeta" que, por sí mismo, constituye el núcleo central de las ideologías ecologistas, un cúmulo de tópicos modernos que nada tienen que ver con la ciencia de la ecología. Es otro ejemplo de la manera íntima en que la ideología está entreverada con la ciencia. ¿Cómo separar a una de otra?

Las ideologías ecologistas son una proyección religiosa y, en la medida en que las corrientes dominantes actuales son británicas y estadunidenses, su raíz está en el cristianismo y son esencialmente lineales, basadas en un relato bíblico según el cual todo tiene un principio, que está en la creación, y tendrá un final, indudablemente desastroso, el Armagedón.

Para el cristianismo en la Tierra las cosas siempre acaban mal, o al menos peor de lo que empezaron. La evolución sobre la Tierra no sólo es lineal sino que empeora o degenera continuamente, consecuencia del pecado original que convierte en malvado al ser humano, frente a la naturaleza que, como obra de dios, es perfecta: el paraíso terrenal. La relación de los seres humanos con la naturaleza es, pues, destructiva y perversa. El ser humano debería conservar intactas las maravillas que la creación divina puso a su disposición, lo que se traduce en el deseo de preservar el medio ambiente o el "equilibro" ecológico.

Las ideologías ecologistas tienen este fundamento pesimista y agónico de raigambre religiosa. Por el contrario, la ciencia de la ecología nació en la URSS articulada en torno al concepto de ciclo biogeoquímico de Vernadski, que es el opuesto al anterior. La naturaleza cambia por sí misma, sin necesidad de que nadie impulse sus transformaciones, de manera que todo intento de conservarla tal y como la vemos ahora es absurdo. Como cualquier otro proceso, esos cambios se producen siguiendo leyes regulares, las cuales a su vez son oscilantes, se suceden unas a otras inexorablemente, como la rotación de la Tierra cada 24 horas, las estaciones anuales, los vientos o las mareas.

Un movimiento cíclico es esencialmente infinito y no se agota nunca, es decir, que no tiene límites. Los ciclos naturales no tienen un origen y no se pueden detener; sólo cambia la forma del ciclo, tanto si se trata de un ciclo orgánico como si es inerte. Por ejemplo, la biodiversidad ni se ha reducido ni se puede reducir. Unas especies se extinguen y aparecen otras.

Lo mismo sucede con la materia inorgánica. El cobre, por ejemplo, se conoce desde los tiempos más antiguos de la humanidad, lo mismo que el oro y otros elementos químicos. Desde hace miles de años, la humanidad ha extraído grandes cantidades de cobre del suelo sin que se haya observado no ya su agotamiento sino ni siquiera su escasez. Por cuantiosas que sean hoy las extracciones de cobre o de cualquier otro metal, no hay ningún indicio de que se vayan a agotar, por más que su consumo se multiplique aún más.

El planeta es, pues, infinito. La historia de la humanidad no conoce ningún caso en el que algún recurso se haya agotado; ni siquiera que esté en vías de agotarse, entre otras cosas porque no sabemos la cuantía de existencias de que disponemos para ninguno de ellos. En caso de que sucediera lo contrario, no existe ningún recurso que no sea sustituible. El carbón se puede sustituir por el petróleo, el petróleo se puede sustituir por el gas, el gas por el viento, y así sucesivamente.

La sustitución conduce a otro factor que las ideologías ecologistas dominantes no pueden tener en cuenta, el desarrollo de las fuerzas productivas, porque muestra un tipo de evolución opuesto al que tratan de sostener. Las fuerzas productivas no decaen sino que, como muestra la historia, su progreso nunca se ha detenido. Por lo tanto, no es posible hablar de recursos sin tener en cuenta el grado de desarrollo de las fuerzas productivas.

La consideración de las fuerzas productivas conduce, además, a otro aspecto que juega en contra de la ideología dominante: no es posible aludir a los recursos en términos físicos sin tener en cuenta simultáneamente el modo de producción, es decir, factores que son de tipo económico, político y social. Sin embargo, desde los años sesenta se están abriendo camino una colección de teorías económicas burguesas que camuflan los fenómenos económicos como si se tratara de fenómenos físicos. Argumentan en términos de toneladas, litros o metros cudrados, dejando al margen el valor, el mercado o el beneficio.

Los verdes y ecosocialistas, como todas las demás teorías económicas burguesas, orquestan sus argumentos en torno a una supuesta "escasez" que encubre la lucha de clases y oculta que sólo hay escasez para unos, en tanto que otros disfrutan de la mayor exuberancia, por lo que no es nada diferente de la propiedad privada y del reparto derivado de la producción capitalista.

Lo mismo sucede con los desiertos, que son ecosistemas como cualesquiera otros de los cuales, sin embargo, nadie pretende su conservación, sino todo lo contrario. El desierto tiene mala imagen porque forma parte de la ideología de la decadencia. Desde los tiempos de David Ricardo, hace 200 años, la economía burguesa sostiene la existencia de una supuesta "ley de los rendimientos decrecientes" que empezaron aplicando a la agricultura y luego han llevado a toda la economía. La producción no compensa la inversión, por lo que el planeta acabará convertido en un desierto, lo cual es sinónimo de yermo, estéril.

De la economía, el irremediable desplome pasó a la física. Así, en 1848 Mayer calculó que el Sol se apagaría dentro de 5.000 años. Por su parte, Kelvin planteó que, como consecuencia de ello, el planeta será cada vez más frío e inhabitable y Clausius fue mucho más allá al pronosticar la muerte térmica del universo en su conjunto: llegará un momento en el cual el universo se habrá quedado frío, ya no tendrá vida.

Las teorías del caos, la noción de "sostenibilidad" y muchas otras participan de esa agonía que va mucho más allá del modo de producción capitalista. No es que la burguesía esté en la etapa final y decadente de su historia. Ella cree representar a la humanidad, por lo que nos habla del final de su clase como si fuera el final de la humanidad y la muerte de la civilización.

La ciencia de la ecología no tiene nada que ver con ese tipo de teorías. El planeta no conoce ninguna clase de límites.

(*) Gustavo Duch: Los límites del Planeta, Rebelión, 15 de enero de 2014, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179449&titular=los-l%EDmites-del-planeta-

El reparto mundial de las materias primas estratégicas

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"Los monopolios adquieren la máxima solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con qué furor los grupos internacionales de capitalistas dirigen sus esfuerzos a arrebatar al adversario toda posibilidad de competencia, a acaparar, por ejemplo, las tierras que contienen mineral de hierro, los yacimientos de petróleo, etc." (Lenin)

Al alimón, en 2012 Estados Unidos, la Unión Europea y Japón denunciaron a China ante la Organización Mundial del Comercio por las restricciones que el país asiático impuso a la exportación de tierras raras, una materia prima estratégica en la producción de muchos dispositivos de alta tecnología civil y militar.

Las tierras raras han pasado de un rincón olvidado en la tabla periódica de Mendeleiev, a convertirse en protagonistas de la tecnología punta del siglo XXI. Se trata de minerales con propiedades magnéticas y conductivas inusuales que son la materia prima con la que se fabrican las televisiones de pantalla plana, las pantallas de los ordenadores, la fibra óptica, los aparatos de rayos X o los teléfonos inteligentes.

Cada batería del modelo de vehículo híbrido Prius de Toyota lleva 15 kilos de un metal raro, el lantano, y la multinacional fabrica un millón de unidades cada año. El tungsteno se utiliza en tecnologías electrónicas, automotrices, aeroespaciales y médicas; China produce el 91 por ciento del tungsteno del mundo. El molibdeno es un elemento metálico que se usa para los filamentos de las bombillas; China produce el 36 por ciento del molibdeno del mundo.

La demanda de estos minerales está creciendo en todo el mundo, debido al aumento vertiginoso de las técnicas que los utilizan. En 1955 la producción mundial de estos metales fue de 5.000 toneladas, en 1990 se fabricaron 40.000 toneladas y en 2011 la producción se ha triplicado: 120.000 toneladas.

Son, pues, materias primas estratégicas. Cinco de las tierras raras y el indio se encuentran entre los suministros más críticos de materias primas para los próximos años según el informe “Critical Material Strategy” aprobado en 2010 por el Departamento de Energía de Estados Unidos. Al año siguiente el subcomité de Asuntos Exteriores sobre Asia y el Pacífico de la Cámara de Representantes convocó una audiencia sobre la dependencia de Estados Unidos en el suministro de metales raros. Uno de los asuntos tratados fue su importancia vital en las armas de primer nivel, incluyendo sistemas de guía de misiles, aviones no tripulados y los nuevos aviones de combate F-35 Joint Strike Fighter, cuya producción se había visto interrumpida.

De promedio China monopoliza el 95 por ciento del mercado mundial de metales raros, para alguno de las cuales no hay sustituto alguno en la actualidad. Por ejemplo, China controla el 99,9 por ciento del mercado mundial del europio, una materia prima que entra en la fabricación de las pantallas de los ordenadores, teléfonos inteligentes y lámparas fluorescentes.

Además de su posición monopolista, China va muy por delante de las demás potencias en la técnica de extracción de estas materias primas y sus competidores se lamentan de que hayan vuelto las prácticas imperalistas contra quienes las inventaron. Pero los chinos no tienen una ventaja innata; se la han ganado. Empezaron a invertir en este mercado hace 40 ó 50 años y hoy son capaces de producir de forma masiva y a precios sin competencia posible, cuando en las minas de otros países la obtención, además de difícil, resulta extraordinariamente costosa, no porque los yacimientos no sean rentables sino porque no tienen la técnica necesaria para rentabilizarlos, debido al carácter disperso y a la baja concentración de los metales.

China les hace bailar al son de su música. Siempre gana, tanto si baja como si sube los precios. Si los baja arruina los yacimientos del resto del mundo y les obliga a cerrar las explotaciones, como ocurrió en 2002 en la del desierto de Mojave, entre California y Nevada. Diez años después una empresa minera estadounidense de metales raros, Molycorp, tuvo que hacer algo insólito en Estados Unidos: pedir una subvención al gobierno para evitar la bancarrota.

En los últimos siete años China ha optado por la política contraria: ha reducido en un 40 por ciento las exportaciones para subir los precios y en 2010 elevó los impuestos y redujo aún más las cuantías máximas de exportación. Incluso suspendieron temporalmente los envíos a Japón.

Los precios se dispararon. Los del disprosio, por ejemplo, se multiplicaron por siete desde 2003 y los del terbio se cuadruplicaron entre 2003 y 2008. En otros casos se han multiplicado por diez.

Pero esa no es la única fuente del negocio. Al mantener los precios para el mercado interior mientras suben en el exterior, China crea una ventaja significativa para los capitalistas locales, que producen mucho más barato. El manejo de los precios también es un medio de presión para obligar a los imperialistas a trasladar sus inversiones y su tecnología al interior de China.

La multiplicación de los precios ha convertido a los metales raros y a las empresas que los producen en valores característicos de la especulación bursátil. También ha aumentado el valor residual del reciclado de las mercancías y medios de producción cuyos componentes se fabricaron con tierras raras y que han quedado obsoletos con el tiempo. Se han constituido empresas que trabajan en desguaces, vertederos y basureros en busca de viejos móviles, televisores, neveras, ordenadores, baterías o relojes. Lo llaman "minería urbana". Según algunas estimaciones, en Japón los aparatos electrónicos obsoletos contienen aproximadamente 300.000 toneladas de tierras raras, por lo que el gobierno ha impuesto por ley el reciclado de metales raros, revestido de justificaciones seudoecológicas. Las empresas también invierten cada vez en el reciclado de sus propias mercancías. Toyota ha estado reciclando metales raros de viejas baterías eléctricas de su modelo Prius. Hitachi adquiere una parte del neodimio y disprosio del reciclaje de mercancías como discos duros y aparatos de aires acondicionado.

Los capitalistas han tenido que ponerse a excavar minas por todo el mundo, especialmente en California, Suráfrica, Canadá, Groenlandia y Suecia. En Australia han localizado dos grandes yacimientos y Toyota ha adquirido una mina en Vietnam de la que únicamente la multinacional puede extraer los metales raros para las baterías de sus coches híbridos.

Más del 50 por ciento de las exportaciones de tierras raras chinas tiene al Japón como destino. La industria electrónica y de instrumentos de alta precisión japoneses depende de estos suministros y sitúa al Japón en una situación de dependencia en relación con su gran rival asiático, por lo que está buscando yacimientos hasta en el lecho marino del océano Pacífico, cerca de Hawai y de Tahití.

Si quieres la paz, prepárate para la guerra

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Juan Manuel Olarieta

El 4 de noviembre el New York Times publicó un artículo de Jochen Bittner, redactor político de la revista Die Zeit, portavoz oficioso de la sociademocracia alemana, en el que se lamentaba de la falta de entusiasmo por la guerra entre los alemanes. Es sorprendente porque fuera de Alemania casi todos piensan lo contrario: que los alemanes manifestan un gusto excesisivo por las aventuras militares.

Es lo que ya oímos en España con la llegada de Aznar a La Moncloa, con un lenguaje un poco más sofisticado: por aquí hay poca "cultura de defensa", un déficit que también había que colmar mediante las adecuadas campañas del Ministerio del ramo, como la que expusieron este verano en el polideportivo de Quijorna (Madrid), repleta de cruces gamadas, banderas fascistas y libros sobre los buenos tiempos de Hitler, Mussolini y el Pacto Anti-Komintern. En eso consistía nuestro déficit.

También en Alemania el reportero Bittner quiere "Replantear el pacifismo alemán" (título del artículo) porque desde 1945 esta superpotencia europea "sin rival" (cito textualmente) mantiene una actitud pacifista muy cómoda, que se ha puesto de manifiesto en Libia, Mali y Siria.

Como en España, también los alemanes necesitan una "reeducación en masa" (lavado de cerebro) porque -dice con frase tópica pero absurda- el pacifismo se ha colado en su ADN, aunque no dice qué mutación genética al azar se produjo en 1945. Pero el caso es que desde entonces a los alemanes les han inculcado que la guerra no es una solución, lo cual ha sido un error.

Afortunadamente ha habido buenos ministros, como el de Asuntos Exteriores de Los Verdes y ecopacifistas Joschka Fischer que convenció a Alemania para bombardear a Serbia y enviar tropas a Afganistán bajo el lema "¡Nunca jamás Auschwitz!" El imperialismo necesita a pacifistas como Fischer no sólo para hacer la guerra sino para acompañarla con la adecuada propaganda de guerra: para evitar en lo sucesivo los campos de concentración, había que masacrar a la población civil serbia con bombardeos radiactivos. La paz consiste en lo que decía el Imperio Romano ("si vis pacem para bellum"). Si quieres la paz, prepárate para la guerra.

Alemania, escribe Bittner, tiene que tener un compromiso militar a la altura de su potencial económico, algo en lo que la prensa de aquel país viene insistiendo desde hace un tiempo. Hay que volver a 1933, al rearme y al expansionismo militar. En Alemania la intoxicación mediática está preparando el terreno cuidadosamente. Hay consenso; coincide la socialdemocracia (Die Zeit), los liberales (Süddeutsche Zeitung), los Verdes (Tageszeitung) y los conservadores (Die Welt).

Pero en relación con la guerra imperialista, desde hace un siglo la socialdemocracia siempre tiene algo especial. Bajo el imperialismo, que no ha cambiado, la socialdemocracia y el reformismo, tampoco han cambiado. A través del redactor jefe Josef Joffe, su portavoz oficioso (Die Zeit) viene exigiendo una "guerra masiva" en Oriente Medio y el artículo de Bittner lo que hace es contárselo a los gringos a la oreja, un resumen para su consumo interno y aviso para navegantes.

La versión larga del artículo se publicó el 21 de marzo del año pasado en el mismo medio (Die Zeit) y se titulaba "No estamos haciendo nada". Además de Bittner lo firmaban otros cuatro periodistas, entre ellos el redactor jefe adjunto Bernd Ulrich. Por eso digo lo del consenso, y en periodismo cuando hay consenso es porque es una cuestión "de Estado". Palabras mayores.

El caso del ministro ecopacifista Joschka Fischer vuelve a las peores pesadillas de la guerra imperialista de 1914: ¡mucho cuidado con los pacifistas! Todas las guerras se preparan (y se terminan) con llamamientos a la paz. Por ejemplo, en Euskadi lo que los pacifistas quieren, lo que han querido siempre, en realidad, es una derrota (militar, por supuesto). Pero para que haya una derrota antes tiene que haber una guerra y los amantes de la paz siempre han insistido (frente a los violentos) en que allá nunca hubo ninguna guerra. Sólo era terrorismo. Lo mismo que en Oriente Medio. ¿Qué es, pues, la guerra? [Lo dejaré para otra ocasión].

[También dejo para otra ocasión lo siguiente: antes de iniciar una guerra imperialista hay que pacificar el frente interior, es decir, imponer la "ley marcial", el "estado de guerra", anular los pocos derechos que queden, etc. Cuando alguien impone el estado de guerra es porque hay o va a estallar la guerra. Pues bien: desde hace siete años, el Ministerio del Interior (insisto en lo de interior) quiere modificar la Ley Fundamental (Constitución) alemana para que el ejército pueda movilizarse en conflictos internos contra la población civil, como los que han estallado recientemente en Hamburgo. Vayan tomando nota.]

Con quien hay que tener cuidado no es con los violentos sino con los pacifistas. Los primeros ayudan a armarte; los segundos te desarman. Son como un somnífero, un canto de sirena, y en cuanto te duermes te roban la cartera.

El sainete del ruin Engels

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 Juan Manuel Olarieta

El vínculo entre Marx y Engels es tan estrecho que sus biografías son siamesas. La hija pequeña de Marx, Eleanor, escribió: "La vida y la obra de estos dos hombres está tan estrechamente fusionada que es imposible disociarla". También Lafargue, uno de los yernos de Marx, comentó que ambos "forman, por así decirlo, una sola vida". En lo personal mantuvieron una relación tan íntima que siempre fueron la misma familia.

Lo mismo que la vida, la obra de ambos es una misma obra. Siempre ha resultado imposible editar las obras de uno separadas de las del otro. Muchos de los escritos que se atribuyen a uno, los redactó el otro. Algunos de los libros que uno escribió el otro los revisó. Al acabar de redactar "El Capital" en 1867 Marx le escribió a Engels: "Te debo solamente a tí haber podido hacerlo. Sin tu sacrificio no me hubiera sido posible llevar adelante los enormes trabajos necesarios para estos tres volúmenes".

En las luchas políticas se embarcaron en el mismo empeño, con una coordinación que no tiene parangón en la historia. No se les conoce ningún tipo de divergencias entre ellos, ni permitían que nadie hablara mal de uno en presencia del otro, como demuestra una carta de la hija de Kugelmann dirigida en 1928 al Partido Bolchevique en la que narraba los recuerdos suyos y de sus padres sobre Marx, quien había pasado largas jornadas en su casa de Hannover. Describe a Marx como un hombre al que nunca vio sobresaltarse, excepto una vez que escuchó a un militante hablar mal de Engels: "Las relaciones que existen entre Engels y yo son tan estrechas y cordiales que nadie tiene el derecho de inmiscuirse en ellas", dijo Marx.

No obstante, hay unos cuantos trileros empeñados en sostener lo insostenible: oponer el uno al otro. Creen que Engels es un segundón, un escalón inferior a Marx en el que creen haber encontrado un punto débil para atacar al marxismo. Uno de esos trileros fue Sidney Hook, profesor de la Universidad de Nueva York, que reunía dos condiciones indispensables: además de filósofo era un agente de la CIA y la finalidad de sus cursillos fue la de ofrecer a sus alumnos una interpretación realmente "revolucionaria" de Marx, según confesaba en uno de sus libros, que consistía en liberarla de las formulaciones "anticuadas" de Engels. Hook quería refundir a Marx con el pragmatismo, lo mismo que otros lo han intentado con el kantismo, con el hegelismo, con el sicoanálisis... con cualquier cosa menos con el ruin Engels. Desde entonces el marxismo tiene muchos sabores diferentes.

No es algo reciente sino que la burguesía empezó su batalla ideológica contra Engels durante la vida de ambos camaradas, como le escribió a Bernstein un mes después de la muerte de Marx: "El sainete del ruin Engels que ha falseado al bravo Marx se ha representado un número incalculable de veces desde 1844".

El propio Bernstein, que durante un tiempo tuvo la confianza de Engels, estuvo en el meollo del intento de dividir a ambos. En los últimos años de la vida de Engels, la socialdemocracia alemana manipuló la "Introducción" que escribió para una reedición de "Las luchas de clases en Francia" de Marx. Por consiguiente, el intento de desacreditar a Engels y enfrentarle con Marx es un empeño típico del revisionismo y, sin embargo, la desfachatez llega al punto de que algunos le imputan a Engels la degeneración revisionista de la socialdemocracia alemana: no fue víctima sino responsable de ella.

Pero mientras vivió Engels la socialdemocracia alemana no tuvo el coraje de atacarle de frente en el terreno político. Los primeros en hacerlo, los austriacos Victor Adler y Karl Vorländer, plantearon el ataque en términos filosóficos con la pretensión declarada de sustituir el repugnante materialismo dialéctico de Engels por el kantismo. A finales del siglo XIX en el Imperio Austro-Húngaro el revisionismo político se ligó al kantismo filosófico. El verdadero fundador de la socialdemocracia alemana había sido Kant y su verdadero fundamento no era científico sino ético, un ejercicio de la voluntad y un imperativo categórico disfrazado de "praxis". Adler, Vorländer y sus herederos introdujeron al marxismo en las polémicas filosóficas de la burguesía para convertirlo en otra corriente filosófica (burguesa) más, dentro de las varias que existen.

Los revisionistas austriacos pusieron todos y cada uno de los fundamentos filosóficos del ataque, que otros continuaron luego. Empezaron a hablar del marxismo como si fuera una teoría "crítica" de la sociedad, de la existencia de un "sujeto" revolucionario, denostaron el determinismo de Engels, su naturalismo, su metafísica, su dogmatismo, su cientificismo... Mientras Engels decía que Marx había puesto los fundamentos científicos del movimiento obrero, el socialismo científico, los revisionistas decían (y siguen diciendo) que el marxismo no es ciencia sino conciencia, una "cosmovisión" o ideología (crítica, eso sí) acerca de la sociedad en que vivimos. La ciencia, dicen ellos, es otra cosa diferente que nada tiene que ver con el marxismo.

El ataque dio un verdadero vuelco tras la Revolución de 1917, obligando a la burguesía a emplearse a fondo en la tarea de combatir al marxismo. Los que más se empeñaron en ello fueron los miembros de la Escuela de Frankfurt que llevaron la batalla a un frente distinto. Tras las marrullerías de aquellos autores (Adorno, Horckheimer, Habermas, Marcuse) Marx y Engels dejaron de ser los políticos que había creído la burguesía hasta entonces, elevando el marxismo a la categoría más digna de teoría. Desde entonces un puñado de intelectuales están enfrascados en sacar al marxismo de la práctica para convertirlo en una filosofía capaz de competir con otras. Como consecuencia de ello, a lo largo de un siglo el marxismo se ha convertido en algo tan refinado y exquisito que sólo los pensadores dominan la jerga cabalmente. Los demás son muy toscos y primitivos.

Como remate del proceso, aquel puñado de intelectuales burgueses se viste unos ropajes que en absoluto les corresponden. Se llaman a sí mismos "marxianos". En la medida en que la mayor parte de ellos son funcionarios de los aparatos ideológicos del Estado burgués, especialmente de la universidad, ostentan una imagen impecable: representan al marxismo mejor que nadie y sus obras alcanzan un eco que sólo sorprende por su mediocridad.

La experiencia de 100 años prueba que cuando alguno de esos intelectuales ha ingresado en un partido comunista, ha durado poco y se ha visto obligado a salir por la puerta falsa. El comunismo se ha llevado (y se lleva) muy mal con la intelectualidad, mucho peor de lo que imaginamos. A los académicos no se les suele ver en la reunión de una célula de barrio, haciendo pintadas por la noche o en un piquete. Pero como ellos tienen la sartén (de la producción intelectual) por el mango, han presentado las cosas de tal manera que en el choque el comunismo pierde frente a lúcidos escritores, injustamente vilipendiados por los grises burócratas del aparato.

¿Hay algo que aborrezca más un intelectual "marxiano" que el aparato? Sin embargo, aborrecen mucho menos el aparato del Estado burgués que les paga sus cátedras y sus simposios. El prototipo del "marxiano" es el de un funcionario que habla de luchar contra el Estado que le sostiene para que pueda seguir impartiendo lecciones.

La mayor parte de la intelectualidad burguesa mutila al marxismo de manera que sólo tiene en cuenta las obras de Marx y Engels, no sus biografías. Para ellos lo importante son los papeles, no el trabajo de organización, ni las barricadas, ni las huelgas, ni la Primera y la Segunda Internacionales. Pero mientras Marx y Engels trabajaron para la organización, todos esos intelectuales han trabajado siempre contra la organización, contra cualquier clase de organización y su propósito no es otro que el de desorganizar.

Por lo tanto, no sólo los escritos de los intelectuales burgueses, por más "marxianos" que se disfracen, no valen un pimiento, sino que ellos personalmente tampoco han llevado a cabo ninguna clase de tarea de organización que merezca la pena. En la medida en que su tarea ha sido la contraria, desorganizar, dichos intelectuales merecen el mismo tratamiento que Engels dispensó a Dühring.

En 1877 Dühring era profesor de la Universidad de Berlín, uno de los pocos, por no decir el único, que en aquella época se pronunció públicamente a favor del socialismo, lo cual era tanto como pronunciarse hoy a favor del "terrorismo". Era un autor de reconocido prestigio que podía servir como banderín de enganche de un partido entonces incipiente. Pero los escritos de Engels, especialmente el feroz tono que empleó, cayeron como un jarro de agua fría. No se le podía haber ocurrido nada más inoportuno para la socialdemocracia, que tuvo que incluir los artículos de Engels en Vorwärts (Adelante), su periódico. Si Engels es uno de los más odiados por los "marxianos" se debe en gran parte al Anti-Dühring, una de las obras marxistas más difundidas de todos los tiempos.

Dühring vivió casi 50 años después de que Engels publicara los artículos en su contra. Sus viejas simpatías socialistas habían sido una moda efímera de las que, como tantos otros intelectuales, acabó renegando para convertirse en un chovinista, racista y antisemita, autor de obras reaccionarias realmente repugnantes. Lo mismo le sucedió a Hook. Después de su interpretación "revolucionaria" del marxismo defendió la caza de brujas de McCarthy en Estados Unidos. Es típico de la intelectualidad desarraigada: con el mismo ardor con el que sostienen una teoría, defienden luego la contraria.

Engels hizo lo que los intelectuales "marxianos" más repudian: puso al marxismo en movimiento, lo convirtió en una fuerza organizada. Cuando Engels murió no sólo dejó papeles sino cooperativas, sindicatos, partidos y una organización internacional del proletariado con millones de militantes. Esa también es su obra. Ni él ni Marx escribieron para ninguna universidad sino para esa organización, para dotarla de un línea, de un programa y de una ciencia revolucionarias. Su filosofía (que es la misma que la de Marx) es partidista, decía Lenin. Se escribió por y para el proletariado, forma parte integrante de su vanguardia organizada y no tiene ningún sentido fuera de ella.

Los ataques contra Engels van, pues, dirigidos contra las organizaciones del proletariado. Una vez liberado el marxismo de Engels, es decir, de la organización, la burguesía devuelve la filosofía a la teoría, al punto inofensivo en el que puede neutralizarla. De ahí pasa a las universidades, a los libros y a las librerías, en cuyos escaparates compite con otras teorías, otros libros y otras librerías.

La izquierda de la izquierda

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La crisis del capitalismo no sólo despierta un movimiento revolucionario sino, al mismo tiempo, un movimiento contrarrevolucionario. Si uno lee la historia no debería sorprender tanto como sorprende. ¿Alguna vez ha existido una revolución sin contrarrevolución, es decir, sin fascismo, racismo, populismo y demagogia?

Esas lacras del capitalismo son la esencia misma del lerrouxismo que hoy, con los medios de comunicación burgueses en primer plano, especialmente la televisión, toman nuevos aires en los índices de audiencia. En épocas de crisis los medios llevan la demagogia al terreno político; sustituyen la prensa rosa por El Intermedio y a Belén Esteban por Pablo Iglesias. Necesitan cambiar los rostros, nuevas vedettes del entretenimiento político y nuevas siglas que sustituyan a las ya viejas, gastadas y desacreditadas.

El lema del capitalismo es "renovarse o morir", tanto en el supermercado como en las urnas. Pero a la hora de hacer cualquier cambio la reacción (la derecha, los conservadores) muestra un serio handicap: son siempre más de lo mismo, aburridos, grises, tediosos. Por ello, toda renovación del Estado burgués procede de la izquierda, que es capaz de hacer desfilar unas siglas tras otras, de aportar nuevos figurines críticos, programas ilusionantes y piquitos de oro.

En Francia ocurre lo mismo y ha encontrado en José Bové su Pablo Iglesias particular, pero mientras éste es el típico diletante hispánico, charlista infatigable y vendedor de humo, con 60 años el galo tiene una tarjeta de visita que presentar: es nada menos que un campesino contestatario, radical y varias veces represaliado antes de ser eurodiputado.

A diferencia de Iglesias, Bové ha demostrado que se pueden prestar importantes servicios al capitalismo europeo luchando contra el neoliberalismo. Cuando en 2005 peligró la Constitución europea por la oposición de la sopa de grupos de izquierda, verdes y alternativos, Bové se postuló a sí mismo como candidato a la presidencia de la Unión Europea para 2007. Su propósito era el de unir ese marasmo contra el neoliberalismo, es decir, para promocionar el viejo programa socialdemócrata al que calificaba como "la izquierda de la izquierda".

Desde 2009 Bové es el cabeza de lista de Europa Ecología que reagrupa a los principales grupos verdes en franceses que, a diferencia de los alemanes, siempre han sido oposición; aún no se han destapado políticamente como los caniches del capitalismo que son. Por eso aún pueden ser utilizados para seguir sembrando ilusiones y que las urnas no queden vacías.

A europarlamentarios como Bové hay que llenarles los bolsillos y darles relieve para que no dejen nunca de ser figurines televisivos. Por ello en 2009 le hicieron vicepresidente de la Comisión de Agricultura, desarrollo rural y comercio internacional del Parlamento de Bruselas.

Es posible que su viejo sueño de presidir la Comisión Europa no tenga que esperar mucho. Este mismo año Durao Barroso se larga. Su sustituto tiene que salir de las elecciones europeas de mayo, en las que tambien participará Pablo Iglesias. Los diferentes partidos tienen que proponer a sus candidatos y los verdes son la segunda fuerza europea.

¿Hay algo más viejo que Europa y más acabado que su Unión Europea? De no ser por los medios los europeos casi nadie se enterarían de las convocatorias electorales porque hace ya tiempo que las elecciones las hacen los medios, en los medios y para los medios. El circo electoral necesita el mismo tipo de personajes que la prensa del corazón; no hay ninguna diferencia entre una tertulia rosa y otra política.

La Unión Europea acaba este año con su Prachanda particular y necesita un nuevo timonel, alguien que le de un poco de luz y color, que cambie las cortinas, rodapiés y gotelé hasta las próximas elecciones. Eso sólo lo puede hacer "la izquierda de la izquierda", nuevas personas para viejos personajes, algo que nos motive, camaleones como Iglesias y Bové. Sabemos que no van a hacer nada, que no quieren hacer nada, que no les dejan hacer nada, que no saben hacer nada. Pero nos caen bien y por eso les votaremos. ¿O no?

Eres semilla de libertad

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En esta vida, se pueden tomar muchos ejemplos, el ejemplo del analfabeto político que se queda en casa más preocupado en si el conjunto que lleva presenta una armonía cromática correcta que de si va a tener dinero para comer el mes que viene, del "gran concienciado revolucionario" que dice estar en contra de el poder de la oligarquía financiera y que también dice conocer muy bien cuál es el problema de todos los males de la clase obrera y del pueblo, pero que no "lucha" debido a que "nadie hace nada", de este último se pueden contar por cientos por cierto, sin embargo, hay un ejemplo que es el que a mi por lo menos me sirve para levantarme cada día, es el que me sirve para soñar con un futuro esperanzador, un futuro de libertad, un futuro donde la explotación y el yugo que el fascismo español ejerce sobre las clases populares, haya desaparecido por completo, ese ejemplo, es el ejemplo de la resistencia antifascista y en mi caso particular es el ejemplo de un incansable combatiente comunista, asesinado de manera sádica un 20 de Abril de 1979 por las fuerzas represivas fascistas del estado español en Madrid, su nombre era: Juan Carlos Delgado de Codes.

Nacido en Segovia, Juan Carlos a muy temprana edad se marcha a Cádiz, ciudad que le verá crecer y que además será testigo de su desarrollo como uno de los dirigente comunistas más importantes del estado Español. Entra en contacto con las primeras obras de Marx y Lenin mientras estudia Nautica a la par que trabaja como conserje en el colegio de médicos de Cádiz, desarrolla una intensa actividad política durante la huelga vivida en el propio colegio a la par que su nivel de conciencia va cada vez más en aumento.
Cuenta Francisco Brotons [Antiguo preso político del PCE (r) y los GRAPO] en su libro "Memoria antifascista:Recuerdos en medio del camino" que el primer contacto que tiene Juan con la por entonces OMLE, lo realiza a través del grupo teatral gaditano "Quimera", este grupo, fue creado por Sanchez Casas, [histórico dirigente guerrillero de los GRAPO, muerto por negligencias médicas en la cárcel] y destacaba por las numerosas representaciones que realizaba en denuncia del fascismo, de la represión del estado, de las injusticias que día a día la clase obrera tenía que soportar, a través de obras propias y también de "autores prohibidos" como Bertolt Brecht. Pasa posteriormente a ser parte de la OMLE donde estaca rápidamente por su capacidad de análisis y de liderazgo, impulsa la OMLE en Andalucía y es elegido en la V conferencia de la OMLE como miembro del comité de dirección, trabajó arduamente desde la clandestinidad y consiguió incorporar a numerosos cuadros a la organización,  posteriormente participará en Junio del 1975 en el congreso reconstitutivo del partido en calidad de Delegado y será elegido como miembro del comité central del PCE (r).
En 1976 es detenido en Galicia, donde es sometido a terribles torturas por la polícia los cuales que le llegaron a romper varias costillas,  durante su estancia de dos años en la cárcel recibirá muchas más torturas y extorsiones por parte de los carceleros en esta ocasión. Al salir de la cárcel, recibe la noticia de que el comité central del PCE (r) en su plenitud ha caído durante un pleno en Benidorm, por lo cual, recae sobre él, la responsabilidad de reorganizar el partido tras la caída, pasando a ser secretario general en funciones en unas condiciones de absoluta clandestinidad y de persecución por parte de las fuerzas del estado, los cuales le persiguen constantemente tanto a él como a su familia, llegando inclusive hasta a detener y encarcelar a su propia mujer. Juan Carlos a pesar de todos los esfuerzos para mantenerse lejos del alcance de la policía, es localizado por esta y es perseguido hasta el metro de Lavapiés, en la puerta, es rodeado por tres policías, a Juan Carlos le disparan a bocajarro en la sien y dan posteriormente la vuelta a su cadáver para que pareciera un enfrentamiento, ningún policía fue jamás juzgado por estos crímenes aún a pesar de que los testigos presenciales declararon que la policía había disparado contra un Juan Carlos que iba absolutamente desarmado. Tiempo después se sabría que el responsable de todo el operativo fue Roberto Conesa (el mismo que fue responsable de las ejecuciones de las 13 rosas) uno de los mayores torturadores y asesinos que ha conocido este estado. Las fuerzas policiales acabaron ese día con uno de las mentes más brillantes que el movimiento obrero español haya visto jamás, dejó huérfano de padre a su hijo Juan Carlos, nacido en la clandestinidad y que con únicamente cuatro meses de edad, veía como el estado
le arrebata la vida a su padre, además dejaron huérfano a todo el proletariado de este país, Juan Carlos era demasiado peligroso para el estado, pues representaba un valor que el fascismo de este país lleva más de 70 años intentando desprestigiar y erradicar, pero que nunca ha conseguido eliminar, el valor de la RESISTENCIA. 

Por si no fuera poco, los perros policiales y la prensa [Entre estos periodistas, Pío Moa, quien decía ser un gran amigo de Juan Carlos] comenzaron una campaña para empañar su figura, acusándole de ser uno de sus chivatos y colaboradores, a todas estas difamaciones contestó en una carta Martín Eizaguirre [fundador de la OMLE y dirigente del PCE(r)]: "Donde las «revelaciones» sobrepasan todos los límites de la mentira y de la calumnia, es cuando afirma que la detención del CC del PCE(r) el 9 de octubre de 1977 en Benidorm, se llevó a cabo gracias a las confidencias mal pagadas del desaparecido Delgado de Codex..."
"...Delgado de Codex fue un comunista ejemplar, un dirigente querido y respetado por todos sus camaradas así como por todas las personas honradas que le conocieron.
Hijo de Castilla, heredero y continuador de las tradiciones revolucionarias castellanas que tanto queremos y respetamos en Euzkadi, no hay ni habrá fuerza en el mundo capaz de ensuciar su querida memoria..."

La comisión política del PCE (r) tuvo una rápida respuesta ante el asesinato de Juan Carlos denunciando su asesinato, y llamando a la clase obrera a fortalecer el movimiento de resistencia, es decir, a continuar la obra por la que el camarada De Codes había dado su vida.

Al principio del artículo, hablaba del "futuro de libertad" que todas las masas obreras y populares del estado fascista español llevan tantísimo tiempo queriendo conseguir, pues bien, en este sentido hay que recordar que en el funeral del propio de Codes, hubo un grito que se quedó en la mente de todos los asistentes, el grito era: "¡Tu sangre es semilla de libertad!" y nunca un grito fue más acertado.
Para que haya libertad, debemos cosecharla con nuestra lucha y nuestra resistencia, Juan Carlos planto su semilla para que la flor de la libertad y el socialismo acabara floreciendo algún día, la plantó con su vida y la regó con su sangre, y no podemos permitir que su sacrificio haya sido en vano, no podemos permitir que esa semilla acabe pudriéndose, debemos seguir alimentándola con nuestro esfuerzo incansable e incondicional a la causa del movimiento obrero, Juan Carlos sabía que se arriesgaba a perder todo lo que tenía incluida su propia vida, para que en un futuro todo el pueblo viviera en libertad, debemos tomar su ejemplo, es el ejemplo que debemos tomar como modelo a seguir, seguirlo ciegamente y sin claudicar JAMÁS, porque así y solamente así conseguiremos la victoria final, pero esa victoria, no será sólo
nuestra victoria, será la victoria de nuestros hijos, de nuestros nietos, pero también será la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, la de los combatientes que ya han dado la vida por ese triunfo, que ya han dado su vida por la revolución, la victoria también de los que darán su vida por la propia revolución. Por todo esto, yo por lo menos seguiré este ejemplo, ya que no podría  mirar a las caras de mis hijos sin saber que lo he dado absolutamente TODO por la revolución, sin saber que he consagrado mi vida a honrar el recuerdo, la memoria y a continuar la incansable lucha que el movimiento político de resistencia y gente como Juan Carlos Delgado de Codes han realizado durante décadas.

En Euskadi el movimiento independentista necesita una aclaración

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Juan Manuel Olarieta


La situación en Euskadi pivota sobre tres ejes fundamentales, sin los cuales es imposible entender los acontecimientos más recientes. El primero es la persistencia del fascismo, de España como Estado fascista y a eso, y no a otra cosa, es a lo que se enfrenta el movimiento de liberación en Euskadi. El segundo es la degeneración revisionista del PCE, que en Euskadi tuvo su prólogo en los tiempos de la guerra civil con Astigarrabía, es decir, ya antes de 1956, y cuyas consecuencias fundamentales fueron la confusión y el seguidismo respecto del movimiento nacionalista. El tercero es el cambio social ocurrido a partir de los años sesenta, que incorporó al proletariado urbano sectores campesinos rurales, que aportaron sus propias concepciones ideológicas, las cuales acabaron por imponerse porque el revisionismo les abonó el terreno.

Se puede decir, pues, que el movimiento nacional en Euskadi es ambiguo por partida doble y se alimenta a sí mismo con la riada de chovinismo y centralismo que llueve cada día. Por su propia naturaleza de clase todo movimiento nacionalista es ambiguo hasta cierto punto, por lo que el vasco no se diferencia de otros, sino que es una ambigüedad mucho más acusada, cuantitativa y cualitativamente. Dado que la confusión viene de lejos, la mezcolanza está profundamente arraigada, y dado que el movimiento se ha enfrentado de una manera consecuente al Estado, ha tenido una repercusión mucho mayor que otros.

Aunque un movimiento nacional es siempre socialmente amplio, quien lo define es su fuerza dirigente, que es quien impone las formas de organización, las líneas, los programas, e incluso una terminología propia y característica. No obstante su composición social, la masa que lo conforma, en el movimiento abertzale esa fuerza dirigente ha sido la pequeña burguesía, a la que el revisionismo le ha permitido arrastrar tras de sí a una parte importante del proletariado. A eso es a lo que llaman "pueblo trabajador vasco".

Si hay un lugar en el que la claridad es más necesaria que en otros, ese es Euskadi, y no caben eufemismos; todos los intentos por escurrir el bulto son contraproducentes. No será necesario decir que tal clarificación sólo puede redundar en un reforzamiento y un avance del propio movimiento de liberación nacional. Si hay alguien a quien hay que hablarle claro es a aquel con el que hay confianza, al amigo, al aliado, mientras que con el enemigo no se discute nada. Tampoco creo necesario recordar que con los amigos no valen medias tintas. Yo no puedo ser amigo de nadie que no me hable claro, que piense una cosa y me diga otra, que no sea franco conmigo. Finalmente, tampoco creo necesario puntualizar que no se puede confundir la amistad con el amiguismo. El aliado, el amigo no es el amiguete, ni el colega, es decir, ese tipo de relaciones, más personales que políticas, que tanto abundan en determinados círculos.

Aparentemente ha sido la liquidación de lo que durante estos años ha sido la izquierda abertzale lo que ha creado la confusión, pero no es así. El movimiento de liberación nacional ya ha empezado a liberarse, por fin. Esa liquidación, lo mismo que la liquidación de la URSS en 1991, es lo que va a favorecer una aclaración que era necesaria desde hace mucho tiempo. La izquierda abertzale necesita imperiosamente un ajuste de cuentas consigo misma y veremos la manera en que lo aborda porque si se escuda en el "tono" o en las "formas" de la crítica, o si se las toma como una agresión, sigue por el mal camino, lo mismo que siempre.

En lo que el proletariado respecta, una amplia experiencia histórica demuestra, una y otra vez, que no puede abandonar la dirección ni de la lucha antifascista ni del movimiento de liberación nacional, y para dirigir necesita un partido comunista, que no se parece, ni de lejos, a ninguna otra forma de organización de ninguna otra clase social, que tiene un programa propio, su línea política, su propia ideología y sus propios principios. Ese es el punto de partida, de manera que si en Euskadi no hay un partido comunista, lo primero que hay que hacer es crearlo, y si ya existe hay que unirse a él. No se puede empezar nada por ningún otro sitio, y menos por el final. El partido comunista es el eje de coordenadas; todo lo demás empieza a contar a partir de ahí.

Pero la experiencia del "frente norte" en la guerra civil demuestra que ni siquiera eso es suficiente. A pesar de la demagogia que durante décadas ha alimentado el PNV, en dicho "frente norte" no hubo realmente guerra porque bajo Astigarrabía el PCE entregó la dirección a la burguesía, una tarea que ésta no puede llevar a cabo. En la medida en que la liberación nacional de Euskadi hoy es más de lo mismo, hay que acabar con el seguidismo de los comunistas en Euskadi respecto a la burguesía y al movimiento nacional, o lo que es lo mismo, poner ese movimiento en manos del proletariado y su partido comunista.

Pero no es eso lo que han llevado a cabo en Euskadi la mayor parte de los grupos que se llaman comunistas que, como en los tiempos de Astigarrabía, siguen siendo un apéndice de la burguesía, que se mueven cómodamente dentro de la confusión, de los "frentes" y las "alianzas", como pez en el charco. Nunca han pretendido ser otra cosa que una parte residual de ese movimiento nacional y en la medida en que dicho movimiento está en trance de liquidación, forman parte integrante de su naufragio.

Las tendencias liquidacionistas siempre han estado presentes dentro del movimiento abertzale, cuya historia es un continuo tejer y destejer de escisiones, corrientes y siglas cuyo hilo conductor es casi imposible seguir a lo largo del tiempo, hasta que, finalmente, se metió en el embudo de sus propias ambigüedades, de las que incluso tanta ostentación ha hecho gala. No se trata de que no haya identificado quiénes son sus enemigos, sino que nunca ha sabido quiénes eran sus amigos, lo cual conduce siempre a tener a los enemigos por amigos y a ver enemigos ("españolistas") donde no los hay.

Lo nuevo no es que ahora haya liquidadores sino que se han impuesto precisamente en un momento en el que, dada la crisis económica, las condiciones son más favorables que nunca para el movimiento independentista. El momento que han elegido para proclamar su rendición a los cuatro vientos no es ninguna casualidad, coincide con la crisis capitalista de 2007, que ha puesto las cosas en el sitio justo en el que la izquierda abertzale nunca las quiso tener. Ahora el protagonismo corresponde a la clase obrera y eso es justamente lo que la liquidación trata de impedir, vincular las reivindicaciones nacionales a la revolución socialista, que es el núcleo de la olvidada (y nunca aclarada) consigna de "independetzia eta sozialismoa".

La crisis económica, pues, vuelve a poner al partido comunista en el eje de coordenadas, cuya línea debe ser distinta, cuyo programa debe ser distinto y cuyas formas de organización también deben ser distintas de las del movimiento nacional.

'Tinta Roja' resbala hacia la infamia fascista

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 Juan Manuel Olarieta

Con la invocada pretensión de abrir un debate sobre el uso de la violencia en la lucha popular, Domenec Merino publica un artículo en la revista "Tinta Roja" (*), que es verdaderamente bochornoso, porque en este país no hay ni puede haber tal cosa. Los que califican a eso como un debate o sueñan que tal debate es posible aquí y ahora, engañan a sus lectores, por una sencilla razón: porque sólo se pueden expresar los mismos de siempre, los fascistas, los pacifistas y los oportunistas. El debate se reduce a ellos; ellos se lo guisan y se lo comen.

Por el contrario, esos a los que Domenec califica como encapuchados (blanquistas, anarquistas) no pueden exponer abiertamente sus propuestas. El debate está, pues, trucado desde el principio. Domenec sabe que tiene carta blanca, que no le van a acusar de "apología del terrorismo", mientras que los otros tienen un problema mucho más serio: tienen que callarse la boca, lo que los oportunistas como Domenec aprovechan a la perfección para explayarse en exclusiva.

Bajo la ridícula pretensión de una "observación empírica de la sociedad" el artículo hace apología del fascismo y de la represión; critica un tipo de violencia, la de las masas, y oculta la violencia de los antidisturbios, que deja en un segundo plano.

Según el cabecilla de CJC, en Gamonal la lucha ha revestido un carácter violento, lo cual es sólo una parte de la realidad. Esa ocultación va luego seguida de una segunda, aún más importante: ¿por parte de quién ha sido violenta?, ¿quién es el violento?, ¿a quién llama violento Domenec?, y ¿quién hizo que lo que hasta un determinado momento era pacífico cambie de signo? ¿Acaso la lucha en Gamonal empieza con las barricadas o más bien acaba en ellas?

Para lavar la cara a los antidisturbios los apologistas del Estado burgués dicen que la policía acude a una manifestación para reprimir la violencia de los manifestantes y, por lo tanto, son los manifestantes los que tienen la culpa de ella, de la intervención de la policía y de la violencia que desencadena. Pero no explican los motivos por los cuales la policía acude a una manifestación. ¿Qué pinta la policía en una manifestación? Es más: ¿qué pinta la policía en una manifestación antes de que suceda ningún episodio de violencia?, ¿no tratan de intimidar a la gente para que no acuda?, ¿no es eso violencia y amenaza de la violencia?, ¿no es la policía la causa de la violencia en las manifestaciones? Eso es lo que merece una explicación para entender lo que Domenec y demás oportunistas llaman "la violencia".

En un ejercicio de maniqueísmo infantil, Domenec establece una dicotomía absurda según la cual hay dos tipos de personas. En primer lugar, el obrero de Gamonal que decide emplear la violencia para resistir a las cargas de los antidisturbios y, en el otro, el anarquista que quema un contenedor en una manifestación. Pero, ¿acaso los anarquistas no son obreros, ni son de Gamonal?, ¿son extraterrestres llegados de Euskadi, como dicen los fascistas, con el manual de la kale borroka en la mano?, ¿quemar un contenedor no es una forma de resistir a las cargas de los antidisturbios o tiene Domenec su propio manual de kale borroka sobre el mejor modo de resistir a las porras y los pelotazos?

Ese maniqueísmo corre paralelo con el invento de otras dos concepciones que Domenec considera "profundamente arraigadas" en la sociedad. Por una parte, los no violentos y, por la otra, los herederos de Blanqui, los de la "cara tapada". Pero ese planteamiento es falso. En realidad Domenec sólo quiere hablar en contra de estos últimos para apoyar a los anteriores, a los no violentos, de una manera camuflada, sin que se le vea el plumero demasiado.

Para despacharse a gusto contra los "herederos de Blanqui", Domenec se tiene que inventar las dos cosas, es decir, tanto a Blanqui como a sus herederos. Entre los oportunistas como Domenec el recurso al comodín de Blanqui y el blanquismo es una constante. Lenin fue acusado de blanquismo por los mencheviques y Rosa Luxemburgo ya avisó de las manipulaciones que los revisionistas hacían hace cien años de la etiqueta de Blanqui, aunque lo más corriente es que no tengan ni la más remota idea de quién fue Blanqui y qué fue el blanquismo.

El cabecilla de CJC dice que Blanqui pasó media vida detrás de los barrotes por su lucha revolucionaria, añadiendo que la misma fue "absolutamente ignorada por la clase obrera". ¿También eso lo ha observado empíricamente este manipulador? Domenec necesita tergiversar las cosas para que queden a su gusto, de manera que pueda introducir por la rendija la "vocación de masas" de su grupo, su afán por ser conocidos, de convertirse en referente y actuar a cara descubierta. Pues si CJC quieren ir por ese camino lo que deberían hacer es tomar ejemplo de Femen, que son más conocidos aún y actúan completamente al descubierto.

Los blanquistas tuvieron una relación con las masas que CJC no es capaz de imaginar siquiera. Ellos fueron, junto a los proudhonistas, el partido obrero dominante en Francia en el siglo XIX, participaron de una manera decisiva en la Revolución de 1848 y en la Comuna de París de 1870, tras la cual algunos se exiliaron a Londres, donde Marx los acogió solidariamente e incorporó a la Primera Internacional. ¿No fue eso "vocación de masas"?

Engels dijo que Blanqui había sido un "precursor". Los oportunistas deberían lavarse bien su sucia boca antes de hablar de alguien que pasó 35 años de su vida encerrado en las cárceles por participar activamente en los acontecimientos europeos más importantes del siglo XIX al lado de la clase obrera. La liberación de Blanqui de la cárcel fue una exigencia constante del movimiento obrero francés, que logró sus objetivos en varias ocasiones mediante la lucha popular, es decir, que no fue el personaje aislado y solitario que Domenec quiere dibujar, que no fue de esos que "renuncian a tener contacto con las masas" porque los blanquistas fueron los únicos que tuvieron diez delegados en el Consejo de la Comuna de París, convocaron manifestaciones de decenas de miles de obreros, obtuvieron escaños en el Parlamento con otros tantos miles de votos procedentes del proletariado y reunieron a otros 100.000 en el funeral de Blanqui.

¿Pero acaso hay alguien que renuncie tener contacto con las masas o más bien a lo que renuncian es al contacto oportunista, legalista y pacifista con ellas, que es lo que este capitoste de CJC aplaude?

El oportunismo de Domenec se torna en puro idealismo infantil cuando dice que prefiere "una manifestación pacífica con miles de obreros a un altercado violento protagonizado exclusivamente por gente politizada". El problema es que no se trata de elegir entre una cosa u otra, porque lo corriente es que ocurran ambas cosas, es decir, que una manifestación pacífica acabe en un altercado violento. Otro problema es que quien elige no es él, ni nadie diferente de la policía porque ella es la única responsable de la violencia y sólo a un infame sicario suyo se le ocurre asegurar que la violencia la protagoniza "exclusivamente" la gente politizada.

La infamia va alcanzando tonos realmente vergonzosos cuando Domenec propone dar la espalda a los encapuchados porque "bien podrían ser policías". Para cualquier antifascista con la policía no cabe otra: darle la espalda. Pero Domenec es un cínico sin escrúpulos que trata de justificarse en la infiltración policial para "dar la espalda" al manifestante, lleve capucha o no, y su cinismo le sirve para disimular que, en realidad, él a quien defiende es a los antidisturbios.

Domenec va alcanzando el éxtasis cuando dice que la revolución de 1917 "se logró prácticamente sin muertos". Como los demás reformistas, para sostener ese infundio utiliza el truco de reducir la revolución al asalto al Palacio de Invierno, y poco más. Pero la revolución nace dentro (y es inseparable) de una brutal guerra imperialista y fue seguida de una no menos brutal guerra civil, de la que también es inseparable. Para que la revolución triunfara los bolcheviques prepararon un meticuloso dispositivo militar, de manera que las fotos del momento no muestran a los obreros y campesinos con las manos vacías sino bien armados de fusiles, de los que conocían su manejo.

Lenin escribió muchas cosas, pero no recuerdo que dijera, como pretende Domenec, que "una revolución no tiene por qué ser violenta" y que "la violencia depende de la resistencia que ofrezca la burguesía". Pero lo dijera o no, eso es rigurosamente cierto y para entenderlo cabalmente Domenec debería haber añadido que la burguesía no sólo va a resistir sino que lo va a hacer de la manera feroz y brutal que acostumbra. Lo que ocurre es que, al alinearse Domenec con los fascistas, tiene su mismo punto de vista, lo que le lleva a dar la vuelta al asunto una vez más.

La violencia es responsabilidad del aparato del Estado fascista y de la contrarrevolución; ahora mismo no tiene sentido decir que la burguesía resiste; quien resiste es el proletariado.

(*) Domenec Merino: Un acercamiento al debate sobre el uso de la violencia y la no-violencia en la lucha popular, Tinta Roja, 30 de enreo de 2014, http://www.tintaroja.es/opinion/260-un-acercamiento-al-debate-sobre-el-uso-de-la-violencia-y-la-no-violencia-en-la-lucha-popular

La burguesía con ropajes marxistas o CJC sobre Gamonal

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"La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta."[1]

Esta frase la dijo Lenin en su afamada obra "El Estado y la revolución", escrita en el año 1917. En este texto, Lenin nos explica de forma magistral la necesidad de destruir el aparato burocrático-militar del Estado burgués para poder crear a partir de ahí el nuevo Estado proletario, el Estado socialista, que progresivamente irá extinguiéndose conforme los antagonismos de clase vayan desapareciendo, hasta llegar a la sociedad comunista. Pues bien, parece ser que después de casi un siglo de este libro, no se han enterado de esto ciertas organizaciones que se declaran a sí mismas como "comunistas". En esta ocasión me vengo a referir a los llamados CJC (Colectivos de Jóvenes "Comunistas"), organización de ámbito juvenil cuyo referente es el PCPE ("Partido Comunista" de los Pueblos de España), que recientemente ha publicado un artículo en su órgano de expresión "Tinta Roja" con un título que por lo menos suena bastante atractivo: "Un acercamiento al debate sobre el uso de la violencia y la no-violencia en la lucha popular"

Para empezar, decir que más que un acercamiento, el texto parece más bien un distanciamiento. En este artículo nuestros queridos "tintarojistas" a lo que se dedican es a echar balones fuera aprovechando los últimos acontecimientos de las luchas obreras y populares que se han dado en nuestro Estado, en concreto, la lucha realizada por los habitantes del burgalés barrio de Gamonal. Estos vecinos se dieron cuenta que las vías pacíficas para conseguir la paralización de las obras del bulevar que en su barrio se quería construir eran insuficientes, y tomaron la vía de la lucha violenta como método para frenar las obras y, de hecho, las consiguieron frenar. Pero, de este acto de absoluta y ejemplar resistencia, nuestros "tintarojistas" han querido sacar un artículo, explicando que, si bien esta vía es útil, no es la única vía, ni tan siquiera la vía principal, todo ello dentro de un lenguaje bastante demagogo y poco concreto. Nuestros queridos camaradas han querido venirnos a explicar que ellos no son ni "pacifistas" ni tampoco "terroristas itinerantes", que ellos han encontrado el sagrado equilibrio entre estas dos posturas del movimiento de masas.

Bien, si esto último es cierto, nuestros queridos compañeros han encontrado el camino hacia la revolución de una manera cuanto menos "novísima", ya que nunca en la historia de la humanidad se ha dado una revolución como la que ellos predican. Pero bien, pasemos a examinar cómo es la revolución que nuestros camaradas han descubierto y que ha estado oculta para todos los marxistas-leninistas durante siglos. Para ello pasemos a analizar, cómo nuestros "tintarojistas" dan una "magistral lección" de "marxismo" a los que ellos llaman "fetichistas de la violencia":

"La violencia se ejerce contra personas o bienes con la esperanza de que la clase trabajadora, desorganizada, desarmada ideológicamente y sin ningún contacto con ellos se levantará al observar sus proezas en las pantallas de televisión... la revolución no se prepara acumulando fuerzas sino actuando diariamente contra todas las "manifestaciones" del sistema imperante."

Me parece curioso que digan que la violencia se ejerce contra "personas" o "bienes" pero ¿qué personas? ¿qué bienes? ¿Es acaso poco legítimo que un vecino de Gamonal que lleva años viendo como su barrio se arruina poco a poco, quedando cientos de familias en la calle en la más absoluta de las miserias, decida ahora quemar un contenedor? ¿Tienen nuestros "tintarojistas" algún tipo de cariño especial por el mobiliario urbano de esa zona? ¿O no será acaso que no capaces tan siquiera de organizar toda esa violencia espontánea que ellos llaman y por eso deciden echar balones fuera y atacarla sin ninguna piedad? Luego estaría bien que nos explicaran qué tipo de personas fueron sobre las que se ejerció la violencia, porque tampoco lo especifican y, que yo sepa, las únicas "personas" sobre las que los vecinos del Gamonal ejercieron la "violencia" fueron unos señores llamados policías, antidisturbios, etc. Es decir, estos vecinos ejercieron su legítimo derecho a la resistenciaante los atropellos y la represión que sufrieron por parte de los perros del Estado fascista español. ¿O hay que recordar todas las detenciones arbitrarias que la policía realizó durante las protestas, llegando a haber varias decenas de presos e incluso dos personas con cargos? ¿Está mal ejercer la resistencia contra todos estos atropellos? Que venga el señor que escribió este artículo y me lo explique, porque yo no entiendo nada. ¿Los comunistas a quién defendemos? ¿A la inmensa masa de trabajadores explotados por el capitalismo o a los antidisturbios? Porque si es a los segundos, señores, yo me bajo del carro.

La segunda parte del texto nos habla de que la revolución se prepara "acumulando fuerzas". Bien, y yo les pregunto a nuestros queridos periodistas: ¿cómo se acumulan fuerzas? Que yo sepa, la acumulación de fuerzas es parte de un proceso dialético en el cual la fuerza dirigente (el partido comunista) debe ligarse estrechamente a las masas, organizarlas y brindarles todo su apoyo en todas y cada una de las luchas que hagan. Si bien es cierto que muchas de las luchas obreras son espontáneas, lo que no se puede hacer es condenar este carácter espontáneo de las luchas, por muy violento que sea, sino comprenderlo, organizarlo y darle una dirección política, algo que nuestros "tintarojistas" no han entendido ni van a entender jamás. Para ellos, todo lo que vengan de fuera, será espontaneísmo despreciable al cual hay que denigrar, condenar y escupir. Si así pretender ganar a las masas, van por el mal camino. En este sentido hay una frase que siempre me ha parecido muy justa: "El partido debe de estar allí donde estén las masas y organizarlas; si las masas están en la desorganización, el partido debe ir a la desorganización y organizarla". Este cuento deberían aplicarlo nuestros iluminados camaradas, ya que donde se acumulan fuerzas es en el día a día de la lucha de masas, en la vanguardia de esta, dirigiendo esta lucha en primera línea de batalla, no en la retaguardia escondidos detrás de vuestras banderas y pegatinas.

"No tenemos reparos en recurrir a la violencia cuando esta táctica contribuye al fortalecimiento de nuestra estrategia;por eso estamos al lado del obrero de Gamonal que decide emplear la violencia para resistir a las cargas de la Policía Nacional y criticamos al anarquista que quema un contenedor en una manifestación. No hay contradicción alguna entre una postura y otra."

Decir que no existe contradicción entre una postura y otra, no quiere decir nada, amigos míos, porque, de hecho, la contradicción existe ¿Condenáis el que un militante anarquista queme un contenedor? ¿Qué pasa si lo quema (como hemos dicho antes) un obrero del barrio de Gamonal que no está organizado en nada? ¿Es igual de condenable? Si al fin y al cabo ninguno de los dos está organizado, ¿qué diferencia hay? ¿que uno se declara anarquista y otro no? ¿no puede haber obreros anarquistas en Gamonal? ¿las acciones de estos anarquistas es espontánea pero la del obrero desorganizado no? Que alguien me explique esto también, por favor.

Decía Lenin: "No son las acciones de guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino la debilidad del Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones."[2] Y esto mismo es lo que nuestros queridos "tintarojistas" no han entendido. Las acciones de guerrilla urbana en este caso y demás no son malas, ni desorganizan al movimiento de hecho; estas respuestas son naturales por parte de la clase obrera, sobretodo ante la represión y las condiciones de miseria que el Estado capitalista español les impone. Los obreros llegan a un punto en el que no pueden más, estallan y pasan a la ofensiva de manera desorganizada y espontánea. Pero el problema no está en que el obrero pase a la ofensiva, el problema es que los que se llaman a sí mismos "partido comunista" como nuestro aclamado PCPE no sepan organizar esta ofensiva y se dediquen a decir que estos métodos violentos son obra de individualistas, blanquistas, espontaneístas, anarquistas y una larga ristra más de adjetivos... Si eres el partido, tienes que saber organizar estos momentos de ofensiva y de actividad violenta de las masas y darles una dirección política, pero al parecer a nuestros "tintarojistas" esto no les importa demasiado y pasande darle importancia a una cuestión que es fundamental.

Con todo este párrafo lo que vengo a concluir es que a los CJC les parece muy bien si tal vez un obrero de un CUO decide quemar una papelera. Sin embargo, si lo hace una persona de otra organización o simplemente un obrero que está harto de la situación y que no milita, les parece un pecado, un ataque contra el movimiento revolucionario. ¡Y encima lo condena! Todo un ejemplo revolucionario el que nos dan nuestros CJC.

Sigamos pues con el resto del artículo:

"A riesgo de despertar críticas airadas de los fetichistas de la violencia, diremos que para nosotros es preferible una manifestación pacífica con miles de obreros a un altercado violento protagonizado exclusivamente por gente politizada."

Esta es una de las partes en las cuales más se retratan. Para ellos, sacar a miles de obreros a las calles en una manifestación les parece la cosa más sencilla del mundo, y fácil de hacer además. Es tan fácil que no les es necesario ni que los obreros estén politizados: los obreros salen por su propia moral cristiana en manifestación, no salen debido a su conciencia política para conseguir un fin político, claro que no. Los CJC tienen un concepto curioso de lo que significa el movimiento revolucionario. Ellos no intentan politizar a la gente; ellos sólo quieren sacar una multitudinaria manifestación a la calle para hacerse la foto y, después, vuelta para casa. Creo que no hace falta aclarar que nosotros los marxistas preferimos siempre la calidad antes que la cantidad y que, además, nuestra finalidad es dar un sentido político a las luchas obreras (politizar a los obreros). Se ve que el PCPE prefiere sacar 3000 personas a las calles sin politizar, simplemente por el mero hecho del movimiento por el movimiento. Ellos no persiguen un fin como perseguimos los marxistas, ellos sólo persiguen el movimiento, las manifestación llenas de gente que van dando vueltas sin sentido por toda la ciudad, como si de zombies se tratara. ¡Qué curiosa es la línea política de los CJC! ¿He oído Bernstein?

"Aún seguimos preguntándonos cómo logran algunos de estos izquierdistas, aquellos que no se casan con la tradición libertaria pero sí actúan como si fuesen parte de ella, reivindicar la revolución de octubre de 1917 si ésta se logró prácticamente sin muertos."

¿Es necesario decir que esto es una absurda memez? ¿En serio alguien que haya leído esto se lo toma enserio? En fin, se habla de hasta de 5 millones de muertos en el bando del Ejército rojo durante la guerra civil rusa, sólo durante la guerra civil rusa, sin tener en cuenta todos los acontecimientos de la revolución de octubre y demás. Debe ser que, para los CJC, 5 millones de heroicos combatientes soviéticos les parecen pocos y no les importan demasiado. Tal vez hay que explicarles las diferencia entre muchos y pocos, porque no la han entendido bien, quien sabe. De igual forma no voy a profundizar más en este tema porque me parece que este argumento se cae por su propio peso. Por cierto, los primeros que empezaron a dar una visión de la revolución rusa como una revolución pacífica y sin apenas muertos, fueron los jruschevistas ¡Qué embarazoso!

Citemos de nuevo a Lenin si les parece:

"En toda guerra, cualquier operación lleva un cierto desorden a las filas de los combatientes. De esto no puede deducirse que no hay que combatir. De esto es preciso deducir que hay que aprender a combatir. Y nada más."[3]

¿Bien, algo más que decir? ¿Señores de CJC el problema es de las personas que combaten al sistema, o de ustedes que no son capaces de aprender a combatir?

Otra vez:

"Cuando veo a socialdemócratas que declaran arrogante y presuntuosamente: nosotros no somos anarquistas, ni ladrones, ni bandidos; estamos por encima de todo eso, rechazamos la guerra de guerrillas, me pregunto: ¿comprenden esas gentes lo que dicen?"[4]

¿No les recuerda extrañamente la posición que los CJC mantienen a la visión socialdemócrata que Lenin está criticando en este ocasión? Será que la nueva revolución que los señores de los CJC han encontrado y que permanecía oculta ¿Es acaso el mismo concepto de revolución que tenían estos socialdemócratas rusos condenadores de la guerra de guerrillas? En efecto, podemos concluir que sí, que esto es así y que es totalmente justa esta afirmación.

Por tanto, y para ir concluyendo, porque sé que el artículo ya se ha hecho bastante extenso, me gustaría decirles a nuestros "tintarojistas" que sacar de contexto frases y demás sin entenderlas y sin darles un fundamento político, y sin aplicarlos a la realidad concreta, no sirve de nada, pues son sólo frases al fin y al cabo. Como decía Lenin, los marxistas debemos saber adaptarnos a los métodos de lucha existentes del momento concreto en el que desarrollemos nuestra tarea política y en estos momentos ese tipo de lucha en el Estado fascista español, si quiere ser consecuente, debe de ser realizada de manera clandestina, y orientada a dirigir un movimiento político de resistencia independiente del Estado, puesto que, en la época que nos ha tocado vivir, el Estado jamás nos dejará acumular fuerzas de manera pacífica y legal, como ya tantas y tantas veces nos ha demostrado. Sólo hay que echar un vistazo a nuestro código penal encontrarte leyes como "La ley de partidos" o las distintas "Leyes antiterroristas", u ojear nuestro pasado más reciente con el terrorismo de Estado para darte cuenta de que la realidad que nos ha tocado vivir. La tarea de organizar la revolución, es muy distinta a la tarea de los bolcheviques en el 1917, ya que es una tarea mucho más ardua y complicada, que posee en nuestro caso un carácter prolongado.En nuestra realidad concreta, el método de lucha no puede ser legal como nuestra propia experiencia demuestra. Por mucho que que nuestros amigos del CJC se empeñen en decirlo. Pero, en fin, esto es lo que pasa cuando unos filisteos que se hacen pasar por comunistas, intentan entrometerse en los asuntos de los verdaderos revolucionarios profesionales, es decir, de los comunistas.

¡Ah, por cierto! ¡Casi se me olvidaba! Sobre el tema de Blanqui, solamente decir que para ser una persona totalmente desconocida por las masas, tuvo uno de los entierros mas multitudinarios que se recuerdan y consiguió llegar a ser diputado, aun estando en la cárcel, siendo elegido por las masas populares francesas. Así que, si Blanqui apenas era conocido, también creo que sería correcto concluir que el PCPE ni tan siquiera existe, pero eso es otro debate. Señores de CJC, que una cosa es criticar el blanquismo y otra cosa es falsear la historia, aunque, bueno, por otro lado, lo de falsear la historia es algo que ustedes y su partido saben hacer bastante bien.

José Guillén.

Notas:

[1] Lenin: El Estado y la revolución- Capítulo I / Apartado IV: "La extinción del estado y la revolución violenta" Edición: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/
[2] Lenin: Guerra de Guerrillas- Capítulo III / Párrafo VII Edición: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/30-ix-06.htm
[3] Lenin: Guerra de Guerrillas- Capítulo III / Párrafo X Edición: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/30-ix-06.htm
[4] Lenin: Guerra de Guerrillas- Capítulo III / Párrafo XI Edición: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/30-ix-06.htm

La renta básica o cómo crear una sociedad de parásitos

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El 31 de enero ha empezado en San Sebastián el XIII Simposio Mundial sobre la Renta Básica, una de las propuestas más absurdas que se vienen debatiendo desde que la Constitución de Cádiz dijo en 1812 que los españoles debían ser justos y benéficos.

Esa obligación se impuso por decreto, y lo mismo ocurre con la renta básica, que también se aprueba por decreto, para lo cual hay un acuerdo institucional casi unánime. En mayo del año pasado el Parlamento de Extremadura aprobó el proyecto de ley de Renta Básica por consenso: votaron a favor 63 de los 65 diputados autonómicos, incluidos los del PP.

El 9 de noviembre de 2011 el diario "El País", siempre atento a las causas justas, hizo de portavoz del 15-M y tituló: “Una renta básica universal nos sacará de la crisis”.

Es la pócima mágica para el capitalismo en crisis. Según el economista Daniel Raventós, “eliminaría casi de golpe la pobreza”. Sus posibilidades son insospechadas. Es posible que la renta básica acabe con el cáncer, los maremotos y los accidentes de aviación. Puede acabar con todo. Si sigue el ejemplo de Extremadura y aprueba un decreto parecido en Madrid, el PP puede acabar con el capitalismo de un plumazo.

La burguesía no da un palo al agua; sólo mira su cuenta corriente y sus beneficios, que se imagina que le llueven del cielo. Especialmente desde la entrada del capitalismo en su fase imperialista, la burguesía se ha convertido en una clase rentista, parásita y algunos quieren crear una sociedad a la imagen y semejanza de esa clase social: rentista y parasitaria.

El movimiento obrero, por el contrario, siempre ha luchado contra el paro, que es una de las lacras del capitalismo. Precisamente por ello, pone el énfasis en el trabajo, en las condiciones de trabajo, en la remuneración del trabajo. Además el proletariado juzga a las personas en función del trabajo: quien no quiere trabajar es un holgazán que vive a costa de los demás.

Por más que insistan en decir lo contrario, la crisis no tiene culpables. Lo que tiene son causas. Para acabar con los efectos, con la crisis y la pobreza, antes hay que acabar con la causa, el capitalismo, de manera que si el capitalismo se reproduce, si no se acaba con él, la crisis será cada vez más profunda y la pobreza cada vez más severa.

La renta básica no puede acabar ni con la crisis, ni con la pobreza, porque no acaba con las causas de ambos: el capitalismo.

"El Estado-rentista, decía Lenin, es el Estado del capitalismo parasitario y en descomposición, y esta circunstancia no puede dejar de reflejarse tanto en las condiciones político-sociales de los países correspondientes en general como en las dos tendencias del movimiento obrero en particular" (El imperialismo, fase superior del capitalismo).

No es posible luchar contra la burguesía rentista sin luchar al mismo tiempo contra el rentismo y el parasitismo. Las consignas están, pues, donde siempre: el movimiento obrero se manifiesta contra el paro, exige el pleno empleo y unas condiciones dignas de trabajo que sólo son posibles en el socialismo.

Fundamentalismo y pragmatismo. La cuestión ideológica

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"Indudablemente, los demócratas creen en las trompetas, cuyos toques habían derribado las murallas de Jericó. Y cuantas veces se enfrentan con las murallas del despotismo, intentan repetir el milagro" (Carlos Marx)

En la reciente [1990] reunión del Comité Central del PCUS, Gorbachov calificaba de "fundamentalistas" a los que pretendían perseverar en lo que él llamó "viejos errores", a los que se atrincheraban en las ideas de siempre, que él supone ya gastadas, plagadas de fracasos y reñidas con la realidad, o quizá mejor, con el "realismo".

Por su parte, Anguita sostenía lo mismo con otras palabras, también en la última reunión del Comité Central del PCE. Venía a decir que sólo existe aquello que es racional: más o menos aquella frase que se atribuye a Hegel en defensa del absolutismo prusiano: "Todo lo real es racional y todo lo racional es real". En términos castizos: "No hay más cera que la que arde". Hay que dejarse de sueños e ilusiones y atenerse a lo que hay, a lo que verdaderamente existe.

Hace años se decía que todo aquello que desborda la realidad era utopía: no existía y -lo que es peor- nunca existiría. El socialismo utópico estaba desacreditado, pero en beneficio de una forma de socialismo calificado -ni más ni menos- que de científico. Hoy nadie es utópico y al científico se le tacha de fundamentalista, porque verdadera ciencia -dicen- no hay más que a la hora de estudiar la naturaleza. En cuestiones sociales y políticas hay que ser práctico, tecnócrata, moverse por cálculos utilitarios y no por principios o máximas, que solo existen en la religión, en el dogma.

Vamos a tratar de ver cómo, en realidad, lo que constittuye religión pura y simple es este nuevo pragmatismo, tan en boga en todos los ámbitos políticos, ya que si bien antes se reducía a una forma de pensamiento político propio y característico de la derecha, hoy ha contagiado a la izquierda, incluso a los más fervientes y viejos revisionistas. Y vamos a ver también cómo ese pragmatismo es, además, pese a todo su prurito laico, una de las peores y más burdas formas de religión.

La 'paz' de Westfalia


En 1648 la "paz" de Westfalia puso fin en Europa a treinta años de guerras religiosas con las que se trató de frenar el avance del protestantismo, o quizá mejor habría que decir, del capitalismo. El tratado coincidió temporalmente con la revolución inglesa, impulsada precisamente por los puritanos, una variante del protestantismo inglés. En Westfalia se establecieron dos principios básicos en materia religiosa: que los reyes tenían competencia para establecer la religión de sus paises respectivos, y que solo serían reconocidas tres religiones: la luterana, la calvinista y la católica.

En realidad las cosas fueron bastante más lejos, porque el protestantismo significó el declive de la religión (de todas las religiones) en Europa, por varias razones. Entre otras, su idea de "sacerdocio universal" hacía de cada creyente un intérprete del dogma y, en consecuencia, inició una diáspora de corrientes, tendencias y movimientos, dogmáticos cada uno de ellos pero anti-dogmáticos en su conjunto. Inició la separación entre la Iglesia -reformada- y el Estado -burgués- lo que constituía un suicidio, porque ninguna teología podía sobrevivir separada -y por tanto no apoyada- políticamente.

La Iglesia no había sido más que una especie de Estado cuando el Estado no existía como tal, tras la caída del Imperio Romano, y la teología, un sucedáneo de las ideologías políticas: dogma cuando provenía de la clase dominante y herejía cuando se trataba de la clase dominada. En cada lucha contra la herejía no había -generalmente- más que represión de un movimiento popular. Así ha venido sucediendo hasta que la filosofía y la política adquirieron su mayoría de edad y se independizaron de todo ropaje bíblico, lo que históricamente coincide con el avance del protestantismo, que no fue más que un repliegue de la religión hacia el mundo privado, de la conciencia, dejando a las ideologías políticas su propio terreno. Pero lo dejaron abonado de escepticismo, de agnosticismo: tanto en teología como en ideología, los protestantes introdujeron la duda, el anti-dogmatismo, la incertidumbre permanente. Al final, la teoría cede en beneficio de la práctica, la teología en beneficio de la ingeniería y el escolasticismo en beneficio del empirismo. El mundo pasa a dividirse en dos campos: los dogmáticos y los escépticos, los fundamentalistas y los relativistas, los fanáticos y los tolerantes. Por supuesto, "nosotros" lo europeos, los "occidentales" somos los de "mente abierta"; lo de los demás es eso: fundamentalismo, un calificativo con pretensiones despectivas al que se trata de asociar lo peor de la intolerancia religiosa (fanatismo, oscurantismo, barbarie, violencia, etc.).

O r t o d o x i a


El término "fundamentalista" viene a suceder a aquel otro también denostado de "ortodoxo" y al más viejo aún de "sectario". Hasta hace bien poco se podía ser, en efecto, heterodoxo; es decir, se podían profesar determinadas opiniones y creencias siempre que no coincidieran exactamente con las de otro, sobre todo si ese otro había muerto hace años, porque entonces se caía en el pecado de "ortodoxia". Había que seguir pero discrepar; coger algo y criticar otro poco; tomar de aquí y de allí; cristianos por el socialismo; un poco de Marx, otro poco de Freud; una pizca de Keynes y otra de Marshall; media de anarquismo y otra media de ecologismo.

Se trataba del imperio del sincretismo, de la mezcla, del baile eterno de distintas ideologías que nunca llegan a acostarse juntas. Pero había algo: incoherentes, contradictorias y confusas, esas corrientes ofrecían proposiciones positivas. Ahora ya -casi- nadie se atreve a proponer nada por estos lares, ni bueno ni malo ni regular; todos están a la defensiva, a criticar lo que los "ortodoxos" y "fundamentalistas" proponen, para luego llamarles eso precisamente: ortodoxos y fundamentalistas. Pero eso ya lo saben los propios fundamentalistas.

Hoy predomina el vacío ideológico más espantoso; nadie se atreve ya a dar alternativas, a proponer programas, a convocar a nada; todo suena utópico e inútil. Pretenden que no seamos protagonistas sino espectadores, que observemos los sucesos con frialdad, desde la lejanía. Se puede opinar, comentar y hasta criticar, pero siempre que se trate de lo ajeno, de aquello en lo que no se interviene ni participa. Y los acontecimientos se deben analizar tal y como el periodista o el fotógrafo nos presentan la realidad: en la distancia, como árbitros imparciales.

Tal actitud deriva, como decía Lenin, de la posición clasista de los intelectuales en el capitalismo los cuales "ocupan una posición peculiar entre las otras clases, perteneciendo en parte a la burguesía por sus relaciones, por sus concepciones, etc., y en parte a los obreros asalariados, ya que el capitalismo, a medida que va privando a los intelectuales de su posición independiente, los transforma en asalariados dependientes y amenaza con rebajar su nivel de vida. Esta situación de transición, inestable, contradictoria de la capa social que examinamos, se refleja en el hecho de que en su seno se propagan más ampliamente esas concepciones indecisas, eclécticas, esa mescolanza de principios y criterios contradictorios; esa aspiración a elevarse a los dominios de la retórica y a esfumar con bellas frases los conflictos que enfrentran a los grupos históricos de la población" (Obras Completas, tomo IV, pg.205).

Hoy quedas desacreditado como juez si te conviertes en parte, o sea, si participas. Así que debes renunciar a intervenir para poder opinar. Especialmente si lo que propones se sale de los cánones de lo establecido, o no concuerda con el modo de operar unitario.

Todo esto agravado, además, por el hecho de que "hay que ser" demócrata, aceptar, admitir y no salirse de las pautas de la "mayoría". No importa lo que esa "mayoría" proponga, exija o decida: independientemente de ello, hay que hacer lo que esa "mayoría" resuelva. Tampoco importa cómo se forme esa "mayoría"; se supone que todo funciona automáticamente, que la opinión "mayoritaria" se reúne y se forma espontáneamente, que nadie es capaz de influirla, condicionarla o manipularla en su propio interés. Esa "mayoría" no es más que el mercado (o mejor, el supermercado) de las opiniones, creencias e ideologías en su libre y espontáneo desenvolvimiento. En lo político no hay monopolios: cada hombre tiene un voto. Nadie está en posesión de la verdad absoluta -dicen- por lo que hay que sumar las "medias verdades" de cada uno para poder decidir.

P r a g m a t i s m o


El "cretinismo parlamentario" que de tales ideas deriva es una pelicular enfermedad cuyos estragos no datan de ahora, sino que se remontan a 1848; Marx en su "18 de Brumario" lo definió como "una enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda compresión del rudo mundo exterior".

A los posesos de dicha enfermedad todo les parece neutro, aséptico y funcional. El pragmatismo se convierte en la filosofía de esa "mayoría". Pero el pragmatismo es la filosofía más estúpida que se ha inventado; es la única que ha tenido su origen en los Estados Unidos y fue elaborada por piadosos protestantes. Es la "filosofía de la praxis" pero sin filosofía. No aporta ninguna solución positiva a nada, carece de soluciones o iniciativas novedosas: trata simplemente de convencernos de que la "democracia" y la "mayoría" son como una botella vacía que se puede llenar con cualquier líquido. No hay democracia burguesa, ni democracia popular, ni democracia parlamentaria, ni democracia cristiana. La democracia -según ellos- carece de adjetivos.

Ese mismo relativismo es el que trata de imponer la burguesía hoy por todas partes. No se puede ser creyente ni ateo; hay que se agnóstico porque de lo contrario te tachan de fundamentalista, de teólogo, cuando son quienes así piensan los que no son capaces de salir de la teología, o mejor quizá, de una determinada forma de teología, aquella que impuso la burguesía hace cuatrocientos años, la de la reforma protestante. Fue el calvinismo quien rompió la teocracia medieval, separó la Iglesia -presbiteriana- del Estado -burgués- sobre la base de dos claves: la Iglesia -protestante- carece de organización y jerarquía; es sólo doctrina y dogma; el Estado -capitalista- es sólo organización y jerarquía: carece de doctrina y dogma.

Este Estado burgués calvinista no sólo admite todas las creencias, opiniones e ideologías, sino que, además, es "neutral" ante ellas, tolerante, abierto y no intervencionista: aconfesal en lo religioso, neutral en lo ideológico y abstencionista en lo económico. Tan aséptico como la máquina de vapor de Watt.

Quisiera, no obstante, hacer una salvedad que juzgo intersante. Me referiré a un piadoso calvinista inglés, padre y teórico del moderno Estado burgués, John Locke, quien en su "Carta sobre la tolerancia" dejó escritos cuáles eran los límites de esa tolerancia burguesa: "No deben ser de ninguna forma tolerados -y cito literalmente- quienes niegan la existencia de Dios. Las promesas, convenios y juramentos, que son los lazos de la sociedad humana, no pueden tener poder sobre un ateo. Prescinir de Dios, aunque sólo sea de pensamiento, disuelve todo".

Los modernos intelectuales agnósticos, objetivos, escépticos y fríos no son más que la correa de transmisión, los portavoces de la ideología oficial del Estado burgués: calvinistas empedernidos, vamos. Naturales como el Estado; pragmáticos como el gobierno; asépticos como el comentarista de un partido de "cricket"; vacíos como una botella de "whisky" escocés presbiteriano; cínicos, en fin, como el luterano que piensa que se salvará no por sus obras, sino por su sola fe. La teología protestante, como la de nuestros intelectuales, se singulariza por la predestinación ¿para que tratar de cambiar el mundo que está "condenado" a ser como es, o sea, capitalista? Así convierten la cultura en el nuevo "opio del pueblo".

Esos intelectuales son, igual que el Estado burgués, indiscutiblemente demócratas, partidarios de "lo que diga la mayoría", encadenados siempre a su palabra favorita: "depende". El invento de la democracia -palabra aborrecida hasta entonces- fue obra de otro ginebrino, Rousseau, seguramente vecino de Calvino y tan neutral como él, como la mismísima Suiza, su Cruz Roja y sus cuentas bancarias numeradas; tan mecánicos y objetivo como sus relojes de precisión.

Rousseau, sin embargo, sólo parcialmente redujo los problemas y discusiones políticas a términos cuantitativos y homogeneos: "cada hombre un voto y a sumar" es algo que sólo después han tratado de imponer. Pero incluso algo tan sencillo como eso envuelve una contradicción insoluble: sólo se pueden sumar cantidades homogéneas; la democracia y las "mayorías" no se basan en la pluralidad, en la diversidad, en la heterogeneidad, sino en todo lo contrario.

La construcción del Estado burgués se lleva a cabo sobre la base de la uniformidad a la que se denomina nación que no es más que la burguesía como clase y de la que se excluyen a todos los demás grupos sociales, incluso mediante el exterminio. Burke (irlandés, de padre protestante y madre católica) la definía como una unidad orgánica de rangos ordenados. La concepción burguesa de la nación como unidad, uniformidad y homogeneidad no sólo excluye, por supuesto, al proletariado, sino que además es lo que da lugar precisamente a las diversas, "cuestiones nacionales", a la opresión de las naciones minorizadas que comienza a producirse ya en los mismos orígenes del capitalismo. Así sucedió en Estados Unidos con los indios, en Alemania con los judíos o en España con los moriscos. Se perseguía una homologación cultural, religiosa, social y nacional. El "Estado representativo" de la burguesía no representa a todos, ni mucho menos, sino solo a unos pocos. Un filósofo tan querido por la burguesía como Kant decía que los trabajadores, por ejemplo, no eran personas, sino sólo peones de la sociedad que, por ello mismo, no podían votar en las elecciones. Nos han repetido hasta la saciedad aquello de que "todos navegamos en el mismo barco" cuando, en realidad, unos viajaban en primera, otros fregaban la cubierta y sólo unos pocos se instalaban en la cabina de mando.

D e m o c r a c i a


Pluralismo y democracia son, pues, términos opuestos. No pueden votar los obreros con sus patronos; los carceleros con sus presos; los alumnos con sus profesores; los insumisos con sus generales; los verdugos con sus víctimas. Para poder votar hay que tener los mismos intereses, las mismas necesidades: hay que pertenecer al mismo grupo, al mismo cuerpo social.

Rosseau decía que no bastaba que las leyes fueran expresión de la "voluntad general" sino que, además, debían estar destinadas al "bien común". No puede haber voluntad general ni intereses comunes entre clases, grupos y colectivos opuestos y enfrentados. Lo que normalmente se califica hoy de "mayoría" no es realidad tal mayoría, sino precisamente una minoría oligárquica economicamente dominante. Quien se atiene al criterio de esa "mayoría" no hace más que seguir la política de la burguesía; quien acata esa "mayoría" está esclavizado por la burguesía.

Ni la democracia ni la mayoría tienen nada que ver con lo que ahora existe. No reflejan la voluntad mayoritaria ni se ejercen en interés de la mayoría. La burguesía sólo concedió el sufragio universal cuando pudo formar "mayorías" a medida de sus intereses, cuando fue capaz de conseguir que las elecciones hicieran de una minoría real una mayoría aparente.

Los mecanismos a través de los cuales se obtiene una mutación de esas características son muy variados y prolijos. Hoy una infinita gama de mecanismos que van desde el terror puro y simple hasta la intoxicación ideológica más sutil y refinada. Hoy no es difícil para el Estado de los monopolios recabar en cada momento la "mayoría" justa que necesita. Dispone del ejército, de la banca, de los medios de comunicación, de la ley electoral, de los partidos y de un largo etcétera de herramientas suficientes como para colocar la etiqueta democrática de un día para otro al despotismo más exagerado.

Y todo esto porque el Estado -según los calvinistas- es neutral y apolítico: un día está al servicio de una dictadura feroz y corrupta, y al día siguiente es un servicial gestor de los intereses de la "mayoría"; un día la policía te tortura y al siguiente te indica gentilmente una calle. Si hay dictadura es por culpa de una minoría; si hya democracia es reflejo de la mayoría. En las dictaduras la minoría aplasta a la mayoría; en las democracias, la mayoría respeta a las minorías. En las dictaduras la minoría es siempre minoritaria; en la democracia la mayoría puede transformarse en minoría, y viceversa.

El carácter fraudulento de esa forma de agnosticismo político no puede ser más descarado. Una mayoría no puede ser siempre más que mayoritaria: los órganos políticos deben expresar sus intereses y la gestión pública debe hacerse en su favor. Si no sucede de esa forma lo que hay que cambiar no es la mayoría, no hay que hacer de la minoría la mayoría, sino cambiar el sistema político.

Hoy la mayoría es la clase obrera: la única democracia posible es la que exprese la voluntad de los trabajadores y la única política la que defienda los intereses de esta clase. No basta que un diputado sea elegido por los trabajadores, sino que debe actuar en cada momento en pro de sus aspiraciones. En consecuencia, debe poder ser revocado por quienes le votaron si no promueve las necesidades de sus votantes. No bastan elecciones periódicas: hay que participar consciente y activamente en las decisiones y en la gestión pública. Si la democracia tiene hoy sentido no es más que ese exactamente, y es todo lo contrario de lo que nos rodea.

El diluvio universal


El sistema político así configurado no es relativista ni neutral; tiene un contenido clasista, un dogma, una doctrina, un rumbo: el de desaparecer. Eso significa, al mismo tiempo, una resistencia de su contrario, presupone necesariamente un antagonista, un oponente. La teología no era más que una divinización de la política; y a la inversa. Desde siempre los análisis políticos y teológicos revistieron un aspecto dialéctico; hay cielo o infierno, burgueses y proletarios, buenos y malos, reaccionarios y revolucionarios; virtud y pecado. La lucha de clases era el fondo; la teología proporcionaba la forma, el argumento: legitimaba la represión de unos, lo mismo que la sublevación de los otros. Los príncipes luteranos alemanes aplastaron en el siglo XVI la sublevación campesina de Thomas Müntzer en nombre de la lucha contra la herejía anabaptista. ¿Acaso vaciló el mismísimo Dios en inundar la tierra, ahogando a todos los pecadores y salvando sólo a Noé y a su familia?, ¿Acaso no incendió Sodoma y Gomorra para acabar con todos sus engolfados pobladores?

Es inconcebible pretender analizar cualquier fenómeno social sin comprender el antagonismo que envuelve. Calvino envió a Servet a la hoguera, pero éste hubiera hecho lo mismo con Calvino: la unidad o la trinidad de Dios no podían resolverla de otra manera, no cabían votaciones, "mayorías", "democracias" ni parlamentos. Si los cistercienses hacian del Estado -feudal- el "brazo armado" de la Iglesia -romana- los luteranos invirtieron los términos: los sacerdotes no eran más que funcionarios del Estado, su "brazo ideológico", idea ésta que fue la que finalmente se impuso, incluso en los Estados católicos, hasta que finalmente tan distinguidos funcionarios fueron relevados por otros más eficaces: la policía, los militares y los recaudadores de impuestos.

Fueron los protestantes, pues, quienes convirtieron a los ministros de Dios en ministros del gobierno burgués. Reirnos del Islam y criticar sus normas y costumbres cuando no somos capaces de evaluar críticamente nuestra propia historia, me parece un "intolerable" ejercicio de petulancia. Eso de cortar la mano por determinados delitos, no solamente no es privativo de los países musulmanes, sino que aparece en el Fuero de Vizcaya (teóricamente vigente según la actual Constitución) y fue Kant quien justificó la "ley de talión"; la blasfemia todavía es delito en España; los repertorios de jurisprudencia aún enseñan cómo nuestro Tribunal Supremo declaraba en 1974 procedente el despido de un maestro que en sus enseñanzas no tenía en cuenta la providencia divina; y el "Jefe del Estado" venía nombrando a los obispos con el beneplácito de Roma hasta hace bien poco. Entonces, ¿de qué podemos vanagloriarnos?, ¿Habrá que recordar que en esta España "democrática", lo mismo que en los Estados Unidos, aún existen los capellanes castrenses?, ¿No es la reina de Inglatera al tiempo la jefa de la iglesia de su país?, ¿No nos dicen los medios de comunicación que lo del Ulster es una guerra entre católicos y protestantes? Todas las constituciones monárquicas europeas han declarado "sagrada" la persona del rey, incluída la de alguien como Alfonso XIII. Y tampoco queda tan lejos la imagen del Papa bendiciendo los cañones que Mussolini enviaba a conquistar Abisinia.

Es más: todos los modernos Estados nacionales europeos son construcciones influenciadas por el cisma religioso iniciado por los protestantes y en base precisamente a sus principios políticos. Las propias lenguas nacionales fueron desarrolladas contra el latín papista; la predicación en el lenguaje popular vernáculo es una idea básica de los protestantes. Lutero y Calvino están considerados entre los forjadores de los idiomas alemán y francés respectivamente. "La traducción que Lutero hizo de la Biblia -escribió Hegel- ha sido de un valor inapreciable para el pueblo alemán. Este ha recibido en ella un libro nacional, como no lo tiene nación alguna del mundo católico. Las naciones católicas tienen un sinnúmero de libritos de oraciones; pero no un libro fundamental para el adoctrinamiento del pueblo". En Euskadi sabemos que nuestro idioma escrito hasta hace bien pocos años consistía en devocionarios, misales y salmos religiosos. Que Sabino Arana, nuestro padre fundador (tanto del nacionalismo como del idioma vasco), establece la ecuación "euskaldun = fededun" (vasco = creyente) y que el ideario "jelkide" (nacionalista) no es otro que "Jaungoikoa eta lege zaharrak" (Dios y leyes viejas).

La religión era el opio del pueblo; su función fue siempre recabar e imponer disciplina a los trabajadores en beneficio de las clases dominantes. Los mayores peligros para la religión han derivado siempre de las revoluciones, de las sublevaciones populares, porque demostraban el fracaso y la ineficacia de la función sacerdotal, el divorcio entre el pueblo y el púlpito. El protestantismo fue la cuna que acabó rompiendo el monopolio ideológico de la Iglesia, de todas las Iglesias cristianas. Es por ello que desde su aparición, el Estado burgués ha tenido que ir recambiando a los predicadores religiosos por otros nuevos predicadores; los intelectuales, esos nuevos funcionarios escépticos y cínicos, esos plumíferos que dicen "pasar" de todo, especialmente de "mullahs", de "ayatollahs" y de "guerras santas". En realidad no pasan de nada: no podrían pasar sin el sueldo que les viene del Estado. Porque ellos mismos no son más sacerdotes secularizados; porque su dogma es el relativismo, el pragmatismo, el escepticismo, el servilismo -en fin- hacia sus amos, hacia quienes les pagan.

La Guerra Santa


Vivimos actualmente en una época revolucionaria, de profunda crisis (económica, política, cultural, religiosa, moral, etc.) de modo que, igual que en todas las épocas históricas de cambio acelerado, las masas se aproximan a todas aquellas ideologías que necesitan para orientar y justificar su lucha. Y si en los países de influencia protestante, que son todos los occidentales, esa ideología reviste una apariencia laica, en aquellos otros, como los musulmanes, reviste apariencias religiosas, fundamentalistas. El auge del chiísmo no es más que un esfuerzo del Islam por no caer derrotado frenta al escepticismo occidentalizante (protestante), por no quedar relegado a un estéril y agonizante "opio del pueblo". Que un agnóstico "socialista" como Sadam Hussein invoque a Dios en su guerra por Kuwait después de ocho años de guerra contra el fundamentalismo del régimen iraní, es un giro de lo más importante, ilustrativo del rumbo de los acontecimientos en el mundo musulmán.

A falta de otros recursos ideológicos, la teología islámica -como todas las teologías- es capaz de proporcionar lo necesario para captar el ánimo de los musulmanes de un bando y de otro, lo mismo que la Biblia servía en Inglaterra tanto a los episcopalianos del arzobispo Laudo como a los presbiterianos del reverendo Knox o a los puritanos de Thomas Cartwright. Entre nosotros: la polémica sobre si la Guerra del Golfo [1990] ha sido una guerra justa o injusta, no ha sido más que una discusión teológica, una vieja discusión en términos teológicos, que incluso Lenin utilizó para referirse a la Primera Guerra Mundial como guerra "injusta", o sea, "imperialista". Que alguien trate de calificarla como "santa" no es más que otra forma de hablar de lo mismo. El problema consiste en discutir precisamente si es o no "santa". La tropa que Cromwell reclutaba por las tabernas para hacer la revolución -burguesa- en Inglaterra acabó transformándose en "el ejército de los santos", al que también se le llamó "ironside" (costilla de hierro) porque jamás se rendía: hoy los llamarían fanáticos y fundamentalistas, pero fueron los forjadores de Inglaterra.

El carácter belicoso de la teología brota por todos los poros. El evangelio de San Mateo (26,51) como el de San Lucas (22,47) cuentan que al ir a detener a Jesús cuando rezaba en el huerto de los Olivos, algunos de sus seguidores pretendieron evitarlo sacando sus espadas, hasta el punto de que llegaron a cortar la orreja de un ayudante del Sumo Sacerdote (San Juan 18, 10): no cabe duda, pues, de que se trataba de una organización armada. En otro apartado, el evangelio de San Lucas cuenta (22,36) cómo Jesús recomendaba a sus seguidores que lo vendieran todo y compraran armas, porque iban a ser perseguidos y debían defenderse.

Las guerras de religión del siglo XVII fueron la expresión más clara de ese intento de resolver los problemas políticos a cañonazos: "La existencia de los protestantes -recurrimos otra vez a Hegel- no podía asegurarse sin lucha en ninguna parte, pues se trataba no de la conciencia como tal, sino del poder político y propiedad privada que los protestantes habían tomado contra los derechos de la Iglesia y que ésta reclamaba".

Las diferencias con la ideología secular actual son evidentes; el intelectual tolerante de nuestros días carece de ideas propias y, por tanto, no está dispuesto a luchar por ellas, a sacrificarse; el fundamentalista está convencido y, pese a padecer tortura y cárcel no cede; por el contrario, la misma práctica, el mismo choque de sus ideas con la realidad y con el antagonista, o le hacen cambiar o se las confirman cada vez con mayor rotundidad. El escéptico no quiere verificar sus ideas; dice que él no es el mesías y que no quiere imponer su forma de pensar a los demás; no puede contrastar su pensamiento, de manera que es siempre errático. Por contra, el fundamentalista acaba transformando en ciencia sus convicciones: solo los fundamentalistas han triunfado en la historia porque sólo ellos han estado dispuestos a luchar, a batirse en la "guerra santa".

La clave no es más que esa: la práctica. Las teorías y las teologías se esfuman cuando se enfrentan al "rudo mundo exterior" y se tienen que transformar en ciencia. Y la ciencia no está sólo para interpretar el mundo, sino para modificarlo. En contra de lo que los pragmáticos pretenden, solo hay verdaderas ideas cuando el pensamiento tiene relación con la realidad y pretende cambiarla. Eso no sólo no es utopía, sino auténtica ciencia: socialismo científico.

Que esa modificación requiera violencia no depende más que del oponente, del que pretende seguir beneficiándose de lo existente, de lo real. Según Hegel, "el pensamiento se ha convertido en violencia allí donde lo positivo que tenía enfrente era violencia".

Juan Manuel Olarieta, artículo publicado en la revista Área Crítica en 1990

China mete la cuchara en el avispero ucraniano

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El reparto del mundo entre la grandes potencias imperialistas sigue su curso. Mientras Europa naufraga lenta pero inexorablemente, China tiene un proyecto estratégico de penetración en el viejo continente cuya ejecución se ha acelerado desde el estallido de la crisis capitalista en 2007. Eso significa que los chinos otorgan a Europa el mismo estatuto que al Tercer Mundo; no es comensal sino comida.

Por ejemplo, a finales de 2011 China compró la multinacional EDP (Aguas de Portugal), en competencia con capitales alemanes tan fuertes como E.On, con capitales brasileños como Electrobras y CTG, entre otras. La empresa china que se llevó el gato al agua fue China Three Gorges, cuyo capital es cien por cien público. La prensa portuguesa habló de presiones por parte de Dilma Rousseff y Angela Merkel para evitarlo pero comieron el pastel simplemente porque mientras los demás querían pagar el precio, China pagó más de lo que valía por su cotización en bolsa y, además, prometió créditos y proyectos de cooperación internacional.

Aquel mismo mes China propuso a la Unión Europea prestarle ayuda contra la crisis capitalista a condición de que cumplieran una de estas tres condiciones: elevar el estatus de China en el Fondo Monetario Internacional, ampliar sus derechos en la Organización Mundial de Comercio o levantar el embargo de armas europeas a China. La respuesta de la Unión Europea calificó estas propuestas de “humillantes y peligrosas”.

China ya se ha colado en un sector estratégico de la económica europea desde Portugal y ahora trata de hacer lo mismo desde el otro extremo: Ucrania. Hace muy poco el ministro polaco de Asuntos Exteriores, Radosław Sikorski, dijo que como condición para sus inversiones en la economía ucraniana Pekín había pedido al gobierno de Kiev que entre en la Unión Europea, es decir, que a los asiáticos no les interesa su asociación con Rusia. Al respecto el embajador de China en Ucrania, Zhang Xiyun, declaró: “Tengo dudas en cuanto a la veracidad o justeza de la alusión a lo dicho por el Sr. Sikorski. Tal vez las dudas se deban a la justeza de la traducción”.

Obras son amores. En Crimea China tiene un ambicioso proyecto de modernización de los sistemas de irrigación agraria, renovación técnica, desarrollo de complejos agrícolas y de los sistemas logísticos, que deberán estar ligados a una de las terminales de los puertos del mar Negro. Los chinos se han comprometido a contratar mano de obra local y mantener la propiedad de la tierra en manos públicas.

“Desde luego que todo esto pertenece al ámbito de la conspiración”, reconoce hoy La Voz de Rusia. En Crimea algunos dan un tinte geopolítico a esta cuestión que compromete a Rusia. El jefe del Departamento de Relaciones Exteriores del Majlis (Parlamento) del pueblo tártaro de Crimea, Alí Jamzin, vaticinó que como resultado la parte oriental de Ucrania y especialmente Crimea “quedarán para siempre en la zona de intereses geopolíticos rusos o quizás ruso-chinos”.

John Bernal, científico y comunista

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John D. Bernal (1901-1971) fue un científico y comunista irlandés que destacó por su labor pionera en el ámbito de la cristalografía de rayos X, biología molecular e historia de la ciencia.

Tras realizar estudios en la Universidad de Cambridge y licenciarse en matemáticas y ciencias en 1922 siguió estudios de postgrado bajo la tutela de William Bragg en los laboratorios Davy-Faraday en Londres.

Hacia 1924 logró determinar la estructura molecular del grafito, una forma del carbono. En la Universidad de Cambridge, y junto con su discípula y futura ganadora del Premio Nobel Dorothy Crowfoot Hodgkin, tomó las primeras fotografías de rayos X de cristales proteicos, dando uno de los primeros pasos para los estudios de las macromoléculas orgánicas basados en cristalografía.

No le otorgaron el Premio Nobel a causa de la Guerra Fría, a pesar de que varios de sus discípulos y compañeros de investigación fueron laureados. Justo por entonces la cristalografía de proteínas se convertía en una herramienta clave para el avance de la biología molecular, pero a Bernal le dejaron fuera. Sin embargo, en 1962 sus colegas Max Perutz y John Kendrew se llevaron el Nobel de Química por sus estudios cristalográficos de las proteínas hemoglobina y mioglobina, y Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins obtuvieron el de medicina por sus descubrimientos sobre la estructura de la doble hélice del ADN.

Siempre le entusiasmó la conquista del espacio exterior. El monolito negro que expresa la inteligencia extraterrestre en la saga de novelas de Arthur Clarke ("2001 Una odisea del espacio") también procede de Bernal. Fue un pionero de las estaciones espaciales orbitales, verdadera ciencía ficción para aquella época. En 1929 propuso la construcción de una estructura en forma de asteroide hueco y esférico, que se conoció como la Esfera de Bernal, de 16 kilometros de diámetro, capaz de mantener contingentes de 30.000 personas en el espacio de forma permanente.

En 1937 le nombraron miembro de la Royal Society de Londres, la máxima institución científica de Gran Bretaña. En 1958 le nombraron para la Academia de Ciencias de la URSS.

En junio de 1994 la revista francesa de divulgación científica "La Recherche" publicó un número especial dedicado a un acontecimiento histórico que se ha querido mantener oculto: el decisivo papel de un comunista en el desembarco de los aliados en las playas de Normandía. Para ello Bernal inventó los llamados puertos prefabricados Mulberry que se usaron en el desembarco y realizó la topografía del terreno y el suelo marino. La Armada Británica le asignó el rango de comandante para minimizar problemas relacionados con tener a un civil al cargo de las fuerzas de desembarco. Tras orquestar el Día D, Bernal desembarcó en Normandía al día siguiente.

Otra de sus aportaciones más importantes concierne al debate sobre el origen de la vida. En los países capitalistas conocemos al soviético Alexander Oparin gracias a que Bernal tradujo su obra al inglés. Pero Bernal propuso sobre el asunto hipótesis novedosas, como la intevención de la arcilla en la formación de quiralidad de las moléculas orgánicas. Luego las investigaciones de James Ferris confirmaron que las arcillas pueden actuar como catalizadores en la formación de las cadenas de ARN. El Premio Nobel Jack Szostak también ha demostrado que las arcillas pueden producir los ácidos grasos que componen las membranas de las células.

Bernal fue profesor en la Universidad de Londres. Junto con el soviético Boris Hessen, revolucionó la historia de la ciencia y sus obras, basadas en el materialismo dialéctico, han tenido gran difusión. En 1939 escribió un libro con el que inició de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, llamado "La función social de la ciencia". En 1954 publicó otra obra maestra "La ciencia en la historia".

Supo generalizar magistralmente los resultados obtenidos por la ciencia en su conjunto, puso de relieve el valor filosófico de la ciencia y su importancia para la historia de la humanidad, aclaró el carácter contradictorio de su desarrollo en las sociedades de clase y su incesante progreso bajo el socialismo.

A la muerte de su amigo, también científico y comunista, Frédéric Joliot-Curie, ocupó la presidencia del Consejo Mundial de la Paz y en 1953 la URSS le concedió el premio Stalin de la Paz por su contribución a la amistad entre las naciones.

En 1923 se afilió al Partido Comunista, una ideología que defendió a capa y espada hasta su muerte, ocurrida en 1971. Por eso en los países capitalistas la obra de Bernal ha sido salvajemente censurada, combatida e ignorada. Sin embargo, después de su muerte, en 1989, se celebró en Hamburgo un Simposio al más alto nivel para conmemorar el 50 aniversario de la publicación de su obra pionera "La función social de la ciencia".

Los CJC y el Sindicato Estudiantil

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Rafael Boso



(A propósito de un artículo de Guillermo De Tuya, miembro del Buró Político de los CJC y de la Comisión de Movimiento Estudiantil del Comité Central.)


Para los CJC, el "movimiento estudiantil" parece ser que ha llevado consigo un lastre durante décadas y que ya es hora de "superar". Uno de ellos es el reformismo de Estudiantes en Movimiento y otro es la "dirección" del ficticio Sindicato de Estudiantes (lo cúal ya es de por sí curioso que un sindicato ficticio dirija todo un "movimiento" e incluso lo lastre durante décadas). Por tanto, la solución que encuentran es la creación de un sindicato a nivel estatal, que vertebre la "resistencia popular contra el desmantelamiento de la educación pública". Un "sindicato estudiantil a nivel estatal, que supere las divisiones ficticias de corte nacionalista, construido desde la base, donde las asociaciones de centro sean, como en caso de las asambleas de trabajadores, el lugar de decisión."

Sin embargo, todo esto presenta un problema que parece ser que el Buró Político de los CJC no quiere ver, y es la inexistencia del movimiento estudiantil. A diferencia del movimiento obrero o el movimiento burgués, el movimiento estudiantil por sí solo no es nada. El movimiento estudiantil solo se explica si es hacia algún lado, es decir, como la organización de unos determinados estudiantes que van hacia unos determinados fines. Realmente no hay un movimiento estudiantil, sino muchos movimientos de estudiantes.

Por lo tanto, contrario a lo que dice Guillermo De Tuya, el movimiento estudiantil no se puede entender como un movimiento único con fines objetivos y mucho menos como un movimiento cuya realización es autosuficiente. En pocas palabras: no se puede entender como una lucha económica y, en consecuencia, como una cuestión sindical. 


El derecho a la educación pública (que es lo que los CJC quieren proteger), no es un derecho económico de los estudiantes: es un derecho político. Que debe defenderse y, en consecuencia, vertebrarse, a partir de los que ganaron ese derecho, es decir, la clase obrera y los sectores populares. 


Cuando los estudiantes salen a la calle contra los recortes, no están participando del renombrado "movimiento estudiantil", sino del movimiento obrero (sean conscientes o no). Y no están realizando ninguna lucha sindical. Es un movimiento de estudiantes concretos que se reunen para defender derechos políticos concretos los cuales son intereses objetivos de una clase concreta. Es un grupo de estudiantes que están apoyando una lucha obrera. Al igual que puede haber grupos de intelectuales, de cineastas o de músicos que se solidaricen, apoyen y luchen en ciertas batallas del movimiento proletario. 


La historia así lo demuestra en todos y cada uno de los episodios donde los estudiantes han jugado un importante papel. ¿Por qué luchaban los estudiantes? ¿Acaso los movimientos de estudiantes en México en la década de los 60 no surgieron a raiz del imperialismo norteamericano? ¿Y no surgieron las principales organizaciones estudiantiles del Mayo francés como reacción a la colonización de Argelia y a la guerra del Vietnam, como por ejemplo los comités anticolonialistas o los frentes antifascistas de universitarios? ¿Donde está ahí el sindicalismo estudiantil?



Cuando interviene el llamado"sindicalismo estudiantil" es solamente para ir en contra el movimiento revolucionario. Un claro ejemplo es la conocida "Noche de los lápices"ocurrido en La Plata, Argentina, donde los 10 secuestros de estudiantes a mano de la dictadura de Videla se relacionaron con una protesta para reestablecer el llamado "Boleto Estudiantil", es decir, una reivindicación de naturaleza puramente de estudiantes, para reducir el costo del autobús. Pero realmente esa protesta fue un año antes de los secuestros. Los supervivientes luchan hoy día para destruir este mito y reclaman que si fueron capturados fue por su militancia y lucha consecuente contra la dictadura. 

En España también podemos reclamar experiencias de organizaciones estudiantiles con un sentido político, complementario del movimiento contra el Estado. ¿Revertían las movilizaciones de estudiantes de los 60 formas sindicales o complementaban a las verdaderas formas sindicales que eran los obreros como en el caso de la huelga en el cinturón industrial de Madrid en Octubre del 67? 


Que los estudiantes necesitan organizaciones de corte politizado más allá de reivindicaciones por la educación (que también) es algo que estaba claro en el movimiento comunista español y se materializa con organizaciones como los Comités de Lucha Estudiantil (impulsado por la Organización Marxista Leninista de España) o la Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas, cuya publicación (Prensa Libre) trataba temas políticos que denunciaban la reforma del régimen fascista en los 70 y desenmascaraban al carrillismo. El Estado supo que hacer con estos estudiantes que terminaron dando con sus huesos en la cárcel. 


Ya Lenin hablaba de llevar a los estudiantes el programa político, entendiendo que el estudiantado en abstracto no es quien emite las señales y aporta un carácter propio al movimiento político, sino que debe ser el movimiento político quien se interne en el espacio donde se mueve el estudiantado concentrado (como pueden ser las universidades). En 1908, ante una huelga puramente académica en la Universidad de San Petesburgo, Lenin decía a los jóvenes socialdemócratas rusos: "Nuestra tarea estriba en (...) que nuestras viejas consignas -que siguen siendo actuales por completo- de derrocamiento de la autocracia y de convocatoria de la Asamblea Constituyente vuelvan a ser objeto de discusión y piedra de toque de la concentración política de las generaciones lozanas de la democracia". 

Por tanto, no solo basta en las movilizaciones por la educación dar soluciones referentes solo a la educación, en un ejercicio de metafísica cómo acostumbra a hacer los CJC, cuya máxima en estos casos llega a: "por una educación al servicio de la clase obrera y sus hijos/as", algo que no se concreta en nada.





Caeríamos en el más absurdo individualismo y corporativismo diciendo que si en una clase no hay suficientes sillas para los alumnos, es un problema de los alumnos y no de la vulneración de un derecho político. De la misma manera que la falta de camas en un hospital no es un problema del paciente que le toca en concreto esa situación, sino de todos los pacientes: es decir, de todos nosotros, ya que no tenemos lo que nos corresponde. 


Esa especie de religión incuestionable (fruto de dinámicas postmodernistas asumidas por un revisionismo en crisis, como suele ocurrirles con lo que llaman “feminismo de clase” o “ecologismo”) de que es el estudiante quien tiene que luchar por la educación pública, como si fuera, lo que ellos llamarían, el “sujeto natural” de esa lucha, es el verdadero lastre que acarrean todas estas organizaciones llamadas comunistas. No han aprendido nada y están conduciendo a esos movimientos de estudiantes por la educación pública a ser carne de cañón de la pata reformista del régimen (lo que parece no incomodarle mucho al PCPE y CJC) y a desorganizar y a confundir a la lucha popular. 

La conclusión a la cual se quiere llegar es que no tiene sentido alguno hablar de un "Sindicato Estudiantil" que se organice"como en el caso de las asambleas de trabajadores", el estudiantado en general tiene diferentes intereses de clase. De lo que hay que hablar es de organizaciones de estudiantes destinadas a complementar una lucha política, como puede ser la de apoyar al Movimiento de Resistencia Antifascista, es decir, al movimiento independiente (respecto al Estado) de la clase obrera y el pueblo. 




Y aplicar, sobretodo aplicar, nuestros análisis del"movimiento estudiantil" en clave economico-políticas al movimiento obrero. Porque es curioso que Guillermo De Tuya diga que el Sindicato de Estudiantes tiene"claras conexiones con el PSOE y otros elementos antipopulares", que "convoca huelgas fantasmas apoyadas por los mass media" y que provocan la "desmovilización de las y los estudiantes" con estas pantomimas, y sin embargo, los CJC junto a su partido (el PCPE) secunde todas y cada una de los actos, concentraciones, movilizaciones y huelgas de CCOO y UGT, que no es que tengan"claras conexiones con el PSOE", sino que son el PSOE. Que no es que convoquen"huelgas falsas"desde un verticalismo descarado que provoquen la "desmovilización"de los trabajadores, sino que su práctica diaria a favor de ellos mismos, la patronal, provoca la desorganización de la clase obrera.


Solo hay que ver el número de trabajadores sindicados en España y estudiar las luchas obreras más puntales desde la transición hasta hoy, para darnos cuenta que estos"Sindicatos"nunca han contado en nada y cuando lo han hecho siempre ha sido a remolque (después de una negativa sobrepasada por la organización independiente de los obreros). 


Es ahí hacia donde apunta el movimiento obrero. Guillermo De Tuya plantea lo mismo respecto al Sindicato de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento (del cual, por cierto, los CJC fueron hasta hace poco uno de sus principales impulsores). Dice que la organización independiente a estas pantomimas se está mostrando"cada día como la fórmula superadora". El Sindicato de Estudiantes es una gota de agua comparado con CCOO y UGT. ¿Hasta cuando los CUO van a dejar de llamar a sus huelgas? ¿Hasta cuando el PCPE va a dejar de crear bloques detrás de estos verdugos del movimiento obrero? ¿Se va a poner a organizar la lucha independiente como pretende hacer en el "movimiento estudiantil" o va a seguir llamando a los jóvenes a afiliarse a las Áreas de Juventud de CCOO y UGT como hacía explícitamente hace poco Ester Cubero, miembro de la dirección de los CJC, en una entrevista? ¿Cuando los CJC y el PCPE van a entender la diferencia entre ir a una huelga falsa (que hay que ir) y secundar, organizar y contribuir a una huelga falsa? 


Resulta que no tienen pelos en la lengua para hablar del Sindicato de Estudiantes como un todo y señalar (correctamente, por cierto) el papel que juega respecto a los estudiantes que se mueven, sin embargo, en vez de hacer lo mismo con los sindicatos del régimen, se limitan a mencionar a unas cúpulas malvadas que tienen secuestradas a las bases revolucionarias. ¿Por qué no especifican, como en el caso del Sindicato de Estudiantes. el lugar que ocupan estos sinvergüenzas en el movimiento obrero? ¿Sería eso dejar de lado a los trabajadores honrados sindicados en CCOO y UGT? ¿Acaso ellos están dejando de lado a los estudiantes honrados del Sindicato de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento?


Después de este (obligado) gran paréntesis hay que concluir recalcando que los comunistas deben fomentar e impulsar la creación de organizaciones estudiantiles enfocadas a la lucha contra el Estado, comités de resistencia formados por estudiantes donde se discuta y se realice la labor de complementar el movimiento obrero. Donde se trabaje por hacer llegar a los estudiantes el combate contra todas las vulneraciones de los derechos que realiza este Estado: no solo los de la educación, si no también los de la sanidad, los de la mujer, los de la viviencia, los de la memoria histórica, los de las libertades civiles, los de la soberanía de los pueblos o los del trabajo. No crear un"movimiento estudiantil"abstracto y artificial que tenga sus propios derroteros, sino llevar a las aulas el movimiento independiente de la clase obrera y el pueblo que lleva resistiendo desde hace 75 años a la oligarquía financiera, a sus fuerzas del orden, a sus tribunales políticos y a sus principales capitostes, que se presentan bien en forma de Movimiento Nacional como lo hacían hace unos años o bien en forma de Monarquía Parlamentaria como lo hacen actualmente.

Colorín colorado este cuento no se acaba nunca

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Juan Manuel Olarieta


Con la caída del Telón de Acero en 1990 se acabó la guerra fría y empezó la guerra tibia. Quedó claro que al imperialismo no le bastaba con acabar con el socialismo, ni tampoco con trocear a los antiguos países socialistas, sino que necesitaban entrometerse hasta en los detalles más insignificantes de cada país. Lo curioso es que a eso, a la contrarrevolución, le llamaron revolución, aunque a la expresión le privaron de sus terribles connotaciones peyorativas. Eran revoluciones de guante blanco, de terciopelo, como la checoslovaca de 1989, una transición pacífica del socialismo al capitalismo.

Fueron las revoluciones de colorines en Serbia (2000), Georgia (2003), Ucrania (2004) y Kirguistán (2005), unas experiencias exitosas que a partir de 2011 el imperialismo reprodujo con las Primaveras Árabes, es decir, con países que no tenían nada que ver con el socialismo.

Las revoluciones de colorines se ensayaron por primera vez en Myanmar, la antigua Birmania, a mediados de los noventa, un verdadero campo de pruebas para los ejercicios "no violentos" del imperialismo cuyas constantes se repetirán después y, por ejemplo, en España se manifestaron bajo las denominaciones de 15-M, Democracia Real Ya y demás.

Hasta los años ochenta en las contrarrevoluciones sólo aparecía el Pentágono, los marines y la CIA, es decir, la fuerza bruta, que siempre suscita rechazo y descrédito internacional, y a veces incluso fracasa. Por ejemplo, el golpe de Estado a la antigua usanza contra Chavez en 2002 fue un estrepitoso fracaso. Ahora el Pentágono ha quedado en un segundo plano porque para las maniobras de desestabilización las ONG son mejores que las lanchas de desembarco anfibio. Lo que vemos son instituciones benevolentes como la United States Agency for International Development, la National Endowment for Democracy, la Freedom House o la Open Society Institute de Soros. Las modernas revoluciones de colorines ya no son invasiones externas; ni siquiera tienen un contenido político sino que parecen surgidas de las mismas entrañas de la sociedad civil, de movimientos aparentemente espontáneos, al margen de "la política" y que tienen en común tópicos manoseados, como la democracia o los derechos humanos, que nadie puede dejar de suscribir.

Los medios que hacen de portavoces de la reacción y el imperialismo se encargan de elevar a la categoría de personajes mitológicos a monigotes como la cubana Yoani Sánchez, a la que el New York Times calificó como "la cubana más famosa que no se apellida Castro". Hacen la contrarrevolución adheridos al ordenador, los blogs y las redes sociales. Pero ni por asomo Sánchez tiene el pedigrí de Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991 e icono de la lucha contra la Junta Militar Birmana. Naturalmente que tales luchas no son sólo "sociales". Suu Kyi es presidenta de un partido que se llama Liga Nacional por la Democracia y su padre es el general Aung San, fundador de "Tatmadaw", el todopoderoso ejército birmano contra el que lucha la hija, que es diputada desde 2012 y siempre ha manifestado su ambición de convertirse en presidenta de su país, lo que puede suceder el año que viene.

Hoy para poner a un pelele en un pedestal es necesario -entre otras cosas- internet. Un ejemplo fue la entrevista del periódico gratuito "20 minutos" a Isaac Mao, calificado como "el primer bloguero chino y uno de los mayores activistas contra la censura en internet", que en 2011 se paseaba de gira por el mundo pronunciando conferencias en defensa de la libertad de expresión. Como reconoció Hilary Clinton, los imperialistas han convertido a internet en el "espacio público del siglo XXI". Es la vía de penetración que necesitan mantener abierta para presionar a determinados países. Para preparar la Primavera Árabe, desde comienzos de 2011 Obama empezó a defender la libertad de acceso a la red, advirtiendo a los Estados árabes que no interrumpieran el funcionamiento de Facebook, Twitter, YouTube, Skype, Whatsapp y otros recursos digitales a través de los cuales imperialismo intoxica y difunde sus consignas.

Aunque internet debía permanecer abierto, en febrero de 2009 se produjo el mayor apagón que ha registrado desde el comienzo de la era digital. Durante 15 días afectó a la totalidad de Oriente Medio, incluyendo Pakistán e India, pero especialmente a Irán, cuyas comunicaciones digitales fueron interrumpidas completamente. Fue un simulacro de guerra. Los imperialistas cortaron simultáneamente los siguientes cables submarinos de fibra óptica: el Seamewe-4 que va de Europa occidental a Oriente Medio y el Sudeste Asiático se cortó cerca de Penang en Malasia; también se cortó en otro punto cerca de Alejandría frente a las costas de Egipto; el Flag que une a Europa con Asia se cortó en dos lugares de forma simultánea: cerca de Alejandría y frente a la costa de Dubai; finalmente el Falcon se cortó cerca de Bandar Abbas, en Irán.

Los imperialistas encienden y apagan las comunicaciones digitales como si fuera el interruptor de la luz de su casa. Aquel mismo año 2009, unos meses después, cuando se celebraban elecciones en Irán, se produjo la situación contraria: el Departamento de Estado exigió a Twitter que mantuviera el servicio a fin de que la oposición al gobierno pudiera hacer uso de la red social en su campaña.

Cuando en enero de 2011 el movimiento del 6 de abril convocó en Egipto un "Día de la Rabia", el gobierno de Mubarak bloqueó internet y los móviles funcionaron con muchas dificultades. "El arma es la red", titulaba el diario El País al mes siguiente. Lo que no concreta es quién tiene ese arma en la mano. Más de un incauto cree que la tiene él y que el teclado de su ordenador es el gatillo.

En Egipto el movimiento 6 de abril nació en 2008 "el Día de la Rabia" como un grupo de Facebook que pronto logró 90.000 seguidores, entre ellos Margaret Scobey, la embajadora de Estados Unidos en El Cairo. Dos cables de Wikileaks fechados en noviembre de 2008 y enero de 2010 pusieron al descubierto el papel de la fundadora del movimiento, la bloguera Israa Abdel Fattah, a la que mencionan expresamente como integrante de un programa (llamado "New Generation") organizado en Washington por el Departamento de Estado para formar nuevos cuadros políticos y sociales al servicio del imperialismo. En mayo de 2008 la bloguera se entrevistó con Condoleeza Rice y al año siguiente con Hillary Clinton.

Desde Birmania a Egipto (o Siria, o Ucrania, o España) el montaje imperialista es idéntico; es el mismo montaje. Por ejemplo, Ahmed Maher, otro de los fundadores del movimiento 6 de abril, declaró al periódico "Los Angeles Times" que admiraba la Revolución Naranja en Ucrania así como a los serbios que derrocaron a Milosevic en 2000. La admiración es tan grande que el movimiento 6 de abril adoptó el logotipo de Otpor (que significa "resistencia" en serbio) y, a medida que uno se adentra en los diversos montajes de colorines, van apareciendo los mismos farsantes.

Otro ejemplo. En una entrevista concedida a la cadena de televisión Al Jazira (9 de febrero de 2011), el portavoz del movimiento 6 de abril, Adel Mohamed, confesó que en el verano de 2009, antes de organizar el montaje de la Plaza Tahrir, en El Cairo, también había asistido a cursillos organizados por Canvas (Center for Applied Non Violent Action and Strategies), que es lo mismo que Otpor. Dijo que le habían adiestrado en técnicas de manipulación de masas y que, a su vez, se había convertido en un formador en los mismos procedimientos de desestabilización política.

Sigamos conociendo personajes, como Wael Ghonim, otro bloguero muy famoso en Egipto porque la policía de Mubarak le detuvo 12 días antes de hundirse, convirtiéndole en un icono. En medio de un baño de lágrimas, contó su vida a la cadena de televisión egipcia Dream 2. Los datos más relevantes que Ghonim desveló es que había estudiado en la universidad americana de El Cairo, vivía en Dubai y trabajaba como jefe de márketing de Google para Oriente Medio. Cuando el locutor le pregunta cómo es posible que un movimiento que presume de no violencia hubiera causado 300 muertos, le responde que la culpa es del gobierno.

El tinglado es una verdadera internacional de las farsas sociales. En un artículo publicado en 2011 en el diario vienés "Presse", el escritor británico David Vaughan Icke escribió que a través del dirigente de Otpor Iván Marovic, la CIA también organizó el movimiento Ocuppy Walt Street.

El dirigente de Otpor y Canvas es Srdja Popovic, que a su vez sigue el guión demagógico escrito por Gene Sharp (Fundación Albert Einstein), un apóstol de la "no violencia", y su más estrecho colaborador el coronel Robert Helvey, un veterano de la guerra de Vietnam, agregado militar de la embajada de Estados Unidos en la capital birmana entre 1983 y 1985, donde en 2007 orquestaron la "revolución azafrán", otra de colorines.

Chavez ya desenmascaró la "no violencia" de Sharp cuando le denunció como uno de los inspiradores de la desestabilización de Venezuela y el golpe de Estado de 2002. Al año siguiente Otpor organizó un levantamiento en Georgia de la mano de Kmara, un movimiento juvenil a 700 de cuyos militantes entrenó en Belgrado. Al año siguiente Otpor trasladó su centro de operaciones a Ucrania, donde adiestraron al movimiento "Porá" que desencadenó la Revolución Naranja, por la que cobraron 60 millones de dólares de Estados Unidos. Finalmente pasaron a Kirguistán, Líbano y otros países árabes.

Los papeles de Wikileaks muestran que a través de Stratfor, una empresa de seguridad de la CIA, Otpor suministra al espionaje imperialista la información que le proporcionan sus redes en varios países, especialmente Venezuela, Egipto y Georgia. El dirigente de Otpor Srdja Popovic trabajó como consejero de Stratfor y preparó para ella un golpe blando para derrocar a Chávez. Desde 2006 Stratfor y Canvas dirigen los pasos de la oposición venezolana. Al año siguiente crearon un movimiento juvenil que ayudó a la oposición a ganar el referéndum convocado por el gobierno para reformar la Constitución de 1999 y luego diseñaron la campaña electoral de la oposición para 2010.

El problema de los movimientos sociales es cuando pasan al desnudo integral; entonces los "pacifistas" dejan su reguero de sangre. En Birmania el levantamiento "no violento" de 1988 dejó cerca de 3.000 cadáveres en las calles.

Con el destape a los "apolíticos" se les ve el plumero. En Egipto el antiguo director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradei, un sicario del imperialismo, mostró su apoyo al movimiento 6 de abril y, a su vez, este movimiento le devolvió el apoyó prestado. Los cables de Wikileaks indican que en julio de 2009 la embajada de Estados Unidos en El Cairo se reunió con un dirigente del movimiento, Ahmed Saleh, quien les informó de que una purga interna había acabado con los nasseristas e islamistas para preservar "la orientación laica y occidental" del movimiento, o sea, su sumisión plena a los dictados del imperialismo.

Ahora bien, hasta aquí no aparece más que la mitad del problema. La otra parte es que en todos los países del mundo hay una profunda crisis que, además de económica, es política e internacional, es decir, una crisis del imperialismo provocada por el reparto de las esferas de influencia que conduce directamente a la guerra imperialista.

En un país estratégico como Egipto las masas, especialmente la clase obrera, vienen saliendo desde 2006 a la calle espontáneamente en una lucha polarizada sobre tres ejes: la carestía de la vida, la quiebra del Estado y la solidaridad con el pueblo palestino. Los montajes del imperialismo demuestran que ante la imposibilidad de contener ese movimiento, dejan a la deriva a sus viejos pilares (Mubarak) y tratan de desviar la atención de la clase obrera (y del mundo) con un relevo de los figurantes.

Por más farsas que los imperialistas organicen, no cabe duda de que también en el mundo árabe la clase obrera ha salido a la calle y que el problema -como casi siempre- no es otro que la dirección de ese movimiento.

La sublevación de Kronstadt

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En marzo de 1921 los marineros de la fortaleza naval de Kronstadt, en el golfo de Finlandia, se levantaron contra el gobierno bolchevique y establecieron una comuna contrarrevolucionaria que sobrevivió durante 16 días, hasta que el gobierno presidido por Lenin envió al Ejército Rojo a través de un mar helado, que logró aplastarla. Defendiendo la revolución socialista perdieron la vida 1.385 soldados y oficiales del Ejército Rojo; otros 2.577 resultaron heridos.

El motín de Kronstadt es el centro de una polémica histórica en la que chocan tesis diametralmente opuestas. Sucede como con mayo de 1937 en Barcelona: lo que para los comunistas fue una contrarrevolución, los demás lo convierten en una revolución y, a falta de otros méritos, se desviven por apuntarse a ella. Hoy de Kronstadt sólo se acuerdan los anarquistas, pero es porque los demás han desaparecido. Ya no hay mencheviques, ni eseristas, ni zaristas, ni kadetes, ni guardias blancos. Entonces parece que quienes dirigieron Kronstadt fueron ellos, los anarquistas, una vez más enfrentados a los comunistas.

En Kronstadt y en mayo de 1937 se produce otra coincidencia: los anarquistas, que se consideran a sí mismos como revolucionarios, saltan al ruedo rodeados de muy malas compañías. En el caso de Kronstadt van de la mano de los reaccionarios, los zaristas y la guardia blanca, pero también de los reformistas, los mencheviques y los eseristas. La revolución francesa ya forjó una Santa Alianza en el bando opuesto. Las uniones sin principios, las coincidencias oportunistas, son típicas de cualquier revolución, donde siempre aparece, además, alguien que se cree más revolucionario que la misma revolución.

Los comunistas se han quedado solos y con fama de represores, ya no sólo de la reacción sino de los auténticos revolucionarios. ¿Cómo es posible que fuerzas sociales tan dispares aprieten sus filas contra los comunistas? Según los anarquistas Kronstadt fue la tercera revolución rusa, una continuación de las de febrero y octubre de 1917. Si eso es así, ¿cómo es posible que los reaccionarios, lo más negro del zarismo, la apoyen?, ¿es posible que la contrarrevolución defienda la revolución?

El ejemplo más clamoroso de esa Santa Alianza anarco-zarista se produjo el 10 de enero de 1994 cuando Boris Yeltsin se unió a ella para defender oficialmente la revuelta contra el poder soviético y rehabilitar la memoria de los amotinados. Contra la URSS siempre ha valido todo, cualquier argumento es bueno, ni siquiera las mentiras han importado nunca.

No obstante, cualquier mentira tiene las piernas cortas. La declaración de Yeltsin en 1994 condujo a un error capital por parte de los mentirosos, sobre todo de quienes se creen sus propias fabulaciones: abrió los archivos históricos, que luego condujeron a la publicación en 1999 de una enorme colección de documentos originales en la editorial de la Agencia Federal de Archivos de Rusia.

La leyenda de Kronstadt, como todas las demás leyendas antisoviéticas, se hundió. Los documentos confirman, sin ningún género de dudas, la naturaleza contrarrevolucionaria del alzamiento de Kronstadt.

Los impacientes no necesitaron tanto tiempo. En 1970 el historiador Paul Avrich, un anarquista originario de Odesa (Ucrania) y profesor de la Universidad de Queens, en Nueva York, ya descubrió documentos originales, como el “Memorándum para organizar un levantamiento en Kronstadt” de los zaristas en el que se detalla la situación militar y política dentro de la fortaleza y el plan para reclutar a un grupo de marineros para utilizarlos contra los soviets. En su obra sobre el levantamiento Avrich reconoció “que los bolcheviques estaban justificados en someter” a los amotinados de la fortaleza.

Sin embargo, Avrich también afirmó que no había ninguna evidencia de vínculos entre los marineros y los guardias blancos antes de la revuelta. Los comunistas estaban mintiendo al equiparar a ambos. Es más: las pruebas que proporcionaban era harto sospechosas ya que procedían de la Cheka, la temible policía soviética, y consistían en confesiones de los detenidos, seguramente obtenidas bajo torturas, etc.

Los documentos que se publicaron en 1999 son aplastantes y proceden de una gama de fuentes que no puede ser más variopinta, ya que además de las soviéticas, incluye informes de las potencias imperialistas, de los zaristas, mencheviques, eseristas y anarquistas. No hubo ninguna clase de torturas a los detenidos porque no hacía falta. Kronstadt fue una contrarrevolución. Los marineros que dirigieron el motín estaban en contacto y actuaban por cuenta de los zaristas. Las declaraciones de los que confesaron durante su detención coinciden exactamente con los testimonios de los 8.000 que escaparon.

Después de aplastar el motín la Cheka abrió una investigación que llevó a cabo Yakov S. Agranov, quien el 5 de abril de 1921 informó a la dirección de la policía soviética que “el levantamiento adquirió un carácter sistemático y fue dirigido por las experimentadas manos de los viejos generales”, o sea, por los más altos militares zaristas.

A los anarquistas se les llena la boca con la libertad. En la URSS ellos querían soviets libres y cuando hablan de "libres" se refieren a soviets libres de comunistas, por lo que no quieren acordarse de que el levantamiento empezó encarcelando al comisario de la Flota del Báltico, Nikolai Kuzmin y otros dirigentes comunistas para que no pudieran exponer sus puntos de vista en las asambleas y acallar los falsos rumores que propagaba la contrarrevolución. La libertad consiste en que sólo hablen ellos. El testimonio presencial de un comunista sobre la asamblea del soviet fue el siguiente:

“En medio de la conmoción y el pánico se pidió apresuradamente un nuevo voto sobre algo. Unos minutos después, el presidente de la reunión, Petrichenko, silenció a la asamblea y anunció que ‘El Comité Revolucionario, formado por este Presidium y elegido por ustedes, declara: 'todos los comunistas presentes deben ser detenidos y no deben ser puestos en libertad hasta que se aclare la situación'. En dos o tres minutos, todos los comunistas presentes fuimos detenidos por marineros armados”.

Stepan Petrichenko, según el anarquista Avrich, fue el marino de Kronstad más destacado en la dirección de la revuelta y previamente a ella ya había intentado unirse a los zaristas. Tras su fracaso huyó a Finlandia, se alió con los guardias blancos emigrados para imponer en la URSS una “dictadura militar temporal” que remplazara al gobierno soviético.

Unos 300 comunistas fueron detenidos en la sublevación; muchos más tuvieron que esconderse o huir. Aunque dicen que están en contra del poder, en Kronstadt, lo mismo que en la II República, los anarquistas se apoderaron de las cárceles. El comandante del presidio era el anarquista Stanislav Shustov, quien propuso fusilar a los comunistas detenidos y la amenaza de ejecuciones masivas de comunistas estuvo a punto de cumplirse. En la madrugada del 18 de marzo, Shustov puso una ametralladora fuera de la celda donde estaban 23 presos comunistas, que salvaron su vida gracias al avance del Ejército Rojo sobre el hielo.

Los amotinados suprimeron el soviet, elegido democráticamente, poniendo en su lugar a un “Comité Revolucionario Provisional” que -en contra de lo que dijo Petrichenko- se eligió a sí mismo y declaró que asumía todo el poder en la fortaleza naval, que es la manera en que los anarquistas acaban con el poder: quedándoselo para sí mismos.

Crítica del socialismo piojoso

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 Juan Manuel Olarieta


[Nota: el adjetivo piojoso deriva de pijo tanto como de piojo]
Sin contar los prólogos, la edición que yo consulto del "Manifiesto Comunista" tiene exactamente 30 páginas, de las cuales Marx y Engels dedican nada menos que 10, es decir, una tercera parte, a criticar de manera furibunda las distintas variedades de socialismo de aquella época: el socialismo verdadero, el socialismo de cátedra, el socialismo feudal, el socialismo pequeño burgués, etc. Es la parte menos leída de la obra porque todas esas corrientes desaparecieron y ya nadie se acuerda de ellas. Visto desde el momento actual es la parte que parece más anticuada. Parece difícil de entender los motivos por los que Marx y Engels dedicaron una parte tan importante de ese documento a corrientes tan extrañas del socialismo. Pero no cabe duda de que si Marx le dedicaron una atención tan preferentes es porque en su época eran movimientos muy extendidos e influyentes entre amplios sectores proletarios. Era importante desenmascararlos y Marx y Engels lo lograron ampliamente. Hoy ya nadie se presenta diciendo: "yo defiendo el socialismo feudal".

Es una enseñanza general del marxismo que Lenin también mantuvo, de manera que hoy nadie se presenta tampoco diciendo: "yo soy menchevique". Por lo tanto, hay que mantener una guerra sin cuartel contra las corrientes que se presentan como proletarias, revolucionarias y socialistas. A causa de esta lucha, en su momento, tanto Marx, como Engels y como Lenin fueron calificados de sectarios, dogmáticos y enemigos de la unidad que todos los proletarios deben mantener "por encima" de las diferencias ideológicas y, seguramente, por encima de todo. Es la consigna de los oportunistas: la unidad es lo más importante. Si Marx y Engels se hubieran unido con los socialistas feudales ¿se hubiera desarrollado más rápidamente el movimiento obrero? Si Lenin se hubiera unido con los mecheviques, ¿hubiera llegado antes la Revolución de 1917?

Pero que hoy nadie defienda el socialismo feudal no significa que no haya socialistas feudales; se llaman de otra manera pero siguen existiendo; que no exista un partido menchevique no significa que no haya mencheviques por doquier. Es más: están hasta en la sopa, diciendo las mismas teorías, lo que pasa es que ahora lo dicen en nombre de Marx, Engels y Lenin porque los oportunistas son como los piojos, las chinches y garrapatas, o sea, parásitos del movimiento obrero desde el mismo nacimiento de éste como fuerza social organizada; se han pegado a su piel y necesitan una fumigación periódica... aunque sea por medios ecológicos respetuosos con el medio ambiente.

Para que el lector no se enfade conmigo voy a confesar algo que nunca he reconocido en público porque me da vergüenza: a mí el socialismo utópico siempre me gustó mucho más que el socialismo científico. Por varias razones; la principal de ellas es que me gustan las cosas imposibles: ¿acaso hay algo mejor que lo imposible? Cuando algo que no puede existir existe, me resulta algo fascinante. Por eso me entusiasman los sueños, la ficción, la imaginación, el guiñol, los cuentos de hadas y los videojuegos; cuanto más imposibles y fantásticos, mejor.

Tengo que aclarar que no es que el socialismo científico no me guste sino que me gusta más el otro; si pudiera elegir preferiría el socialismo utópico sin ninguna duda, e insisto otra vez en que cuanto más utópico es el socialismo de algunos, más me gusta.

Si eso es así, entonces, ¿por qué critico a los utópicos del socialismo? Pues porque creo que engañan a los trabajadores diciéndoles que el socialismo utópico no es utópico sino que es factible: "otro mundo es posible", es decir, que hay varios mundos y podemos elegir el que más nos guste. Si dijeran: el socialismo que yo propugno es utópico, nunca tendrá lugar, entonces no tendría ningún problema con ellos, les defendería apasionadamente. Pero no es así y, por lo tanto, engañan, a los trabajadores. Lo que diferencia al socialismo utópico del científico es que el primero no existe ni va a existir nunca, aunque nos gustara que existiera. Por eso también es el socialismo que le gusta a la burguesía: porque nunca va a acabar con su dominación de clase.

Ahora bien, ¿por qué es científico el socialismo científico? Por algo que se encierra en una sola frase que Marx escribió en El Capital: "El único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones". ¿Estaba equivocado Marx? ¿Hay otros caminos históricos diferentes que los que él reconoció? ¿Ha dejado de ser científico el socialismo científico? La respuesta es: no.

Hay dos maneras de demostrarlo: una es seguir el recorrido de todas las corrientes que han ido en busca de otros caminos diferentes y comprobar hasta dónde han llegado; otra es explicar en qué consiste el camino que Marx indicó y por qué es científico, es decir, por qué conduce al socialismo y cómo conduce al socialismo de manera inexorable (nos guste o nos guste, nos guste más o nos guste menos). Esas dos explicaciones forman una sola.

El socialismo utópico es el socialismo teórico, el que sólo existe en los libros, en las aulas, en los programas que se hacen y deshacen en interminables reuniones que duran hasta las tantas de la madrugada. Por ejemplo, a mi no me gustan los supermercados, esas grandes superficies a las que tengo que ir los sábados por la tarde a hacer la compra para la semana; los congelados no me saben a nada, prefiero la pescadería del barrio, e incluso pescar con caña en el malecón, es decir, la autarquía, la mayonesa casera y el pan recién salido del horno.

Las grandes superficies y sus estanterías repletas son como esos escaparates pornográficos de Amsterdam, donde siempre hay más mirones que clientes. La opulencia y el despilfarro han creado el espejismo del superconsumo, una teoría reciente del socialismo piojoso. Sus defensores son una casta aristocrática que tiene la conciencia separada de las tripas. Sus tripas llenas les conducen a la mala conciencia. Al famélico no se le ocurre hablar de superconsumo, no va nunca a los supermercados y hurga furtivamente en los contendores de basura.

En España uno de cada cinco niños padece hambre. Acuden a los colegios de barrio sin desayunar y desfallecen a media mañana. Aunque es cierto que la crisis no ha tocado fondo, es difícil que algunos puedan decrecer más. Desde luego a ellos no se les puede decir que viven por encima de sus posibilidades. Pero a los demás tampoco.

La teoría del decrecimiento hace de la necesidad virtud; con ella la burguesía se adapta a la crisis y fuerza la adaptación de los demás. El capitalismo ya está decreciendo, una etapa que dará lugar a otra, la destrucción, no sólo de mercancías sino -sobre todo- de personas. En todo el mundo lo que las masas necesitan no es menos sino más: más alimentos, más cuidados médicos, más escuelas, más viviendas y más de todo.

El socialismo piojoso y el decrecimiento no son diferentes del capitalismo actual. Para crear algo distinto, una sociedad nueva, no basta con redactar su programa; hay que criticar a los que quieren sostener la espantosa miseria actual barnizándola con nuevos adornos. No hay nada peor que proponer la unidad con los que defienden ese tipo de programas.

La Organización Especial en acción

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El 20 de agosto de 1941, a las 11 de la mañana, un joven de 22 años al que llaman Fredo se trasladó a la estación de metro de Barbés, en París, para reconocer el lugar. No lo eligió al azar. Los oficiales de la Wehrmacht que habían ocupado la capital francesa se hospedaban en el cercano hotel Carlton y pasaban por allí con frecuencia. A esa hora de la mañana apenas había viajeros. La estación dibuja una curva y desde su emplazamiento, el jefe de estación no puede ver el vagón de primera, frente al cual había una salida a la calle.

Hasta ese día los nazis habían cumplido su objetivo militar sin ninguna clase de resistencia. Al día siguiente un comando armado de jóvenes militantes comunistas compuesto por Fredo junto con Brustlein, Zalkinov y Gueusquin se sitúan meticulosamente en uno de los arcenes de la estación. Un oficial de la Kriegsmarine, Alfonso Moser, espera la llegada del convoy. Cuando se aproxima reduciendo su velocidad, Fredo le dispara dos veces y el oficial alemán cae fulminado. El comando huye.

El operativo fue criticado por todos, incluso por el general De Gaulle, que acusó a Fredo de "terrorismo individual". En Francia la resistencia empezó contra viento y marea, en medio de reproches y críticas. Nada sucedía al azar. Unos días antes, el 19 de agosto, tras una manifestación junto a la estación de metro de Strasbourg-Saint-Denis, los alemanes habían detenido a Samuel Tyszelman y Henri Gautherot, dos jóvenes militanes comunistas, que fueron fusilados inmediatamente en el bosque de Verrières.

Poco antes el Partido Comunista había creado la Organización Especial para combatir a los nazis con las armas en la mano. Junto con Danielle Casanova y Albert Ouzoulias (coronel André), Fredo dirigía los comandos de la Organización Especial.

Uno de los que participó en el operativo de la estación de metro de Barbés era Gilbert Brustlein, otro militante de las juventudes comunistas francesas que había logrado fugarse de la prisión poco antes. El 20 de octobre de aquel Brustlein ejecutó en Nantes a Karl Hotz, el jefe de la Kommandantur. La prensa de entonces calificó a Brustlein de terrorista y a la resistencia de "bolcheviques", "judíos" y "extranjeros" destinados a los pelotones de fusilamiento.

A partir de entonces en París las acciones de los grupos de combate de la Organización Especial se suceden vertiginosamente. El 3 de septiembre Asher Semhaya dispara dos veces contra un suboficial alemán al que hiere de gravedad; tres días después André Kirschen abate a tiros al teniente Hauffmann; cinco días después Semhaya ejecuta a un oficial alemán en el Bulevar Strasbourg; dos días después Kirschen ejecuta a un suboficial de la Kriegsmarine alemana y en otro lugar otro comando de la Organización Especial acaba con la vida de dos oficiales alemanes más.

Fredo había sido panadero, ferroviario y luego obrero del metal. Militaba en las juventudes comunistas desde los 14 años y tenía una dilatada experiencia militar. Había combatido en España con las Brigadas Internacionales, donde fue herido tres veces y alcanzó el grado de subteniente del Ejército Popular de la República.

Los guerrilleros de la Organización Especial eran miembros de las juventudes del PCF y su edad rondaba los 20 años. Los llamaban "el Batallón de la Juventud" o "Grupos Ardientes".

Desde 1939 el PCF era clandestino y sus militanes se llamaban por apodos. El verdadero nombre de Fredo era Pierre Georges y Danielle Casanova era la guerrillera Vincentella Perini, una dirigente de las juventudes comunistas dotada de una extraordinaria capacidad de organización, tanto de las mujeres como de los estudiantes. Había nacido en Córcega, en 1935 participó en Moscú en el congreso de la internacional comunista juvenil y al año siguiente organizó en Francia el movimiento de solidaridad hacia los antifascistas españoles en guerra.

En 1942 fue detenida por la Gestapo junto a George Politzer y su mujer, siendo asesinada en el campo de concentración de Auschwitz al año siguiente.

Por su parte, el padre de Fredo y su cuñado fueron fusilados por los alemanes como represalia. El propio Fredo fue detenido en París el 30 de noviembre de 1942, siendo salvajemente torturado durante varias semanas, primero por los vichistas y luego por los nazis. Logró fugarse cuando le deportaban a un campo de trabajo, se reincorporó a la guerrilla y luego fue uno de los organizadores de la insurrección de París que desalojó a los alemanes de la capital francesa. Más tarde continuó la guerra con el grado de coronel del ejército francés de liberación, hasta que el 27 de diciembre de 1944 murió al estallarle una mina.

De terrorista Fredo se convirtió en un héroe de la resistencia francesa con el apodo de "coronel Fabien". En el centro de París la antigua Plaza del Combate aún lleva su nombre de guerra. Allí el gran arquitecto comunista Oscar Niemeyer edificó la que desde 1967 fue sede de un Partido Comunista que ya era irreconocible. Con el cambio de siglo organizaron en sus salones un desfile de ropa de la marca Prada...

De la astrología a la astronomía

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Juan Manuel Olarieta

La evolución histórica de la astrología ilustra claramente la proximidad entre la ideología y la ciencia. Sin embargo, hoy los cazadores de seudociencias se esfuerzan por separar a una de otra. Dicen que no tienen nada que ver, que la ideología y la ciencia son incompatibles, que no hay nada más alejado de un agujero negro que un horóscopo.

Pocos conocimientos ancestrales están tan incorporados a nuestro lenguaje como los astrológicos. Cuando chocamos con otro vehículo decimos que nos hemos estrellado (de las estrellas). Si hemos padecido una calamidad hablamos de un desastre (de los astros). Si alguien no está en sus cabales decimos que es un lunático (de la Luna). Como se ve, la mayor parte de las expresiones de origen astrológico denotan malos augurios, pero si un actor sobresale se convierte en un "astro" o en una "estrella".

Kepler, el fundador de la astronomía, era un astrólogo, lo mismo que otros científicos de aquella época. En una carta que le escribió en 1599 a Mästlin, su profesor, se definió a sí mismo como un "astrólogo luterano". Su biografía es un exponente de que la ciencia no se reduce a los científicos, ni siquiera a los más sobresalientes. Si no todo lo que hacen los músicos es música, tampoco podemos tomar por ciencia todo lo que digan los científicos, y mucho menos lo que digan de sí mismos.

En el Renacimiento la astrología estaba considerada como una ciencia exacta y a veces se la llamaba "matemática celestial". Cuando en 1594 Kepler se incorporó a la enseñanza de matemáticas en la escuela protestante de Graz (Austria), una parte de la asignatura se dedicaba al zodiaco y la confección de horóscopos. En su primer año como profesor, Kepler redactó un almanaque con tres profecías astrológicas que se cumplieron puntualmente: el invierno iba a ser extremadamente frío, los turcos invadirían Austria y habría un levantamiento popular.

Kepler se hizo famoso y el general Albrecht von Wallenstein le pidió que le hiciera su propio horóscopo. El astrólogo se puso a ello y lo interrumpió en 1634 con la profecía de un suceso violento, que también adivinó: Wallenstein fue asesinado el 24 febrero de aquel año.

Por su título, "Mysterium Cosmographicum" (Los misterios del cosmos), es evidente que la primera obra que publicó Kepler es a la vez ciencia y esoterismo. Tan pronto se convierte en el primer defensor de la nueva teoría de Copérnico, como afirma que en los movimientos armónicos de los astros hay un mensaje divino que el hombre tiene que descifrar.

Escribió tres obras sobre esta materia: "De fundamentis astrologiae" (en 1601), "Tertius interveniens" (en 1610) y "Astrologicus" (en 1620). Además, en San Petersburgo, donde se conservan sus manuscritos, hay más de 800 horóscopos redactados por él. Cuando en 1602 sucedió a Tycho Brahe como astrónomo imperial, el cargo comprendía la realización de horóscopos, especialmente centrados en la predicción de acontecimientos meteorológicos (aguaceros, sequías, granizo, huracanes, heladas), que afectaban a la agricultura y a la navegación maritíma y que, a su vez, dependían de las constelaciones y el alineamiento de los astros y los planetas en el firmamento.

Si la ciencia fuera tan distinta de una ideología, como la astrología, a la que se la califica hoy de seudociencia, ¿cómo es posible que ambas convivan en la misma obra de pensadores tan reputados como Kepler? Si una cosa (astronomía) y su contraria (astrología) aparecen unidas a lo largo de la historia, de las biografías y de los escritos, ¿quién se cree autorizado para separarlas?, ¿cómo separarlas? Los inquisidores del siglo XVII, lo mismo que los inquisidores de hoy, lo hacen por decreto, al estilo del que promulgó Colbert, ministro de Luis XIV, en 1666. A partir de entonces la enseñanza de la astrología se prohibió en las universidades francesas. ¿Necesita la ciencia la ayuda de la censura académica para salir adelante?

Una buena parte de los restos arqueológicos de las más antiguas civilizaciones humanas son astrológicos. La astrología es anterior a cualquier religión y las primeras religiones veneraban a los astros del cielo. Todavía hoy algunos planetas llevan los nombres de viejos dioses paganos. Hace 7.000 años la astrología creó las primeras unidades de medida del tiempo, los primeros relojes, la vara solar, y los calendarios solares. En los países islámicos miden el tiempo sólo con las fases lunares, habiéndose convertido la media luna y la estrella en el símbolo del Imperio Otomano y luego de los países de religión islámica, desde el Sáhara hasta Malasia.

La medida más conocida del tiempo son los calendarios y almanaques. La palabra almanaque procede del árabe y significa "ciclo anual". El primero que se conserva impreso data de 1475 y fue elaborado por el astrólogo Regiomontano. Los viejos almanaques se han reproducido durante siglos hasta hace muy pocos años. Además del calendario, incluían el santoral, las romerías y fiestas religiosas, el zodiaco, las fases lunares, los eclipses, las previsiones meteorológicas, los pronósticos agrícolas, poesías, refranes e incluso cuentos populares. Algo tan característicamente científico como es la medición, la transformación de lo cualitativo en cuantitativo, aparecía entremezclado con un sinfín de creencias, costumbres y celebraciones populares.

La astrología nunca tuvo nada que ver con la superchería, que hoy es su imagen de marca. Lo mismo que la medicina tradicional, fue una confusa acumulación de conocimientos profundamente arraigados entre los que siempre fue difícil discernir la verdad de la mentira y de lo que está entre ambas. La ciencia peca por exceso; no es consciente de sus propias limitaciones internas. Reconoce lo que no sabe, pero no lo que cree que sabe, lo cual es un vicio muy arraigado: alardear de aquello que se ignora, lo que alcanza su paroxismo en la ideología dominante, es decir, en ese montón de tópicos y vulgaridades, que se repiten a cada paso y son tanto más soberbios en cuanto todos (la mayoría) los tienen por ciertos.

¿De qué manera Kepler logró el desdoblamiento entre una ideología y una ciencia? De varias maneras, una de las cuales fue la autocrítica, que es la esencia misma de la ciencia. Un saber es científico porque se critica a sí mismo, se pone en cuestión, busca sus limitaciones internas y las vuelve conscientes. Es la manera en la que se desarrolla, mientras que cualquier otra forma de conocimiento acrítico, como la fe, se estanca. Kepler fue el científico que llevó a cabo esa autocrítica, iniciando la reconversión de un cúmulo abigarrado de saberes inconexos en una ciencia.

La tarea que emprendió Kepler empezó desde dentro, justamente al contrario de lo que hoy hacen quienes separan a la astrología de la astronomía. La ciencia se critica a sí misma. A partir de lo que sabía (y de lo que creía saber) Kepler creó una ciencia y con ella un método científico absolutamente riguroso.

Ahora bien, la ciencia no sólo procede de un desdoblamiento de la ideología sino que conduce a otro desdoblamiento. Si la vieja astrología estaba repleta de creencias fantásticas, la nueva astronomía tiene las suyas propias. El big bang no es una hipótesis mejor que el horóscopo de esa revista barata que está en la mesilla de la recepción del dentista, y cuando la autocrítica no aparece por ninguna parte todo vuelve a ser superchería envuelta en ecuaciones diferenciales.
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