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Hezbolá, el ejército invencible

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Frente a drusos y maronitas, en Líbano el chiísmo siempre fue una confesión religiosa tradicionalmente minoritaria y marginada. Sin embargo, desde la década de los setenta del siglo pasado está en auge, hasta el punto de llegar al primer plano político que tiene en la actualidad. Su crecimiento no se ha producido por razones religiosas sino sociales, cuyo origen está en los acontecimientos que han cambiado Oriente Medio y que en 1975 desencadenaron la guerra civil poniendo a Líbano patas arriba.

En primer lugar, el capitalismo penetró en la agricultura del sur del país y en el valle de la Bekaa, con las correspondientes secuelas: el fin de las aparcerías, el declive del cultivo de tabaco durante la guerra civil, la especulación inmobiliaria, la emigración del campesinado chiíta a la ciudad, la emigración al extranjero y el retorno posterior con los capitales acumulados y, finalmente, su escolarización, el fin del analfabetismo campesino y el surgimiento de una intelectualidad poderosa.

En segundo lugar, hoy los chiítas son casi la mitad de la población libanesa. Están en clara expansión en muchos sectores económicos, en los aparatos del Estado y entre la fuerza de trabajo. Los refugiados palestinos y los chiítas han reducido a los maronitas a una minoría, han mostrado su colaboración con Israel e impedido que convirtieran a Líbano en una base del sionismo. A su vez, la resistencia palestina y luego chiíta forzaron a que Israel invadiera Líbano en 1978. A la guerra civil le siguió la ocupación exterior.

En tercer lugar, en 1979 estalló la revolución iraní y la Guardia Revolucionaria envió un destacamento a combatir en Líbano contra Israel y a entrenar militarmente a unidades chiítas locales.

Nada eso tiene relación con la religión o las virtudes intrínsecas del chiísmo, sino todo lo contrario. Su desarrollo ha sido paralelo al declive las formas tradicionales de dominación (zaims o jeques) y al ascenso de nuevos dirigentes, como Sayyid Mussa Al Sdr, un erudito religioso que fundó el Movimiento de los Desheredados de una manera característica de Líbano: en coordinación con una huelga general convocada en 1970 en el sur del país que se fue extendiendo a otras zonas y que obligó al Parlamento a realizar obras de reconstrucción de una región devastada, a combatir la pobreza, a crear servicios públicos y a reconocer los derechos de los chiítas y otras minorías, hasta entonces olvidadas.

En la lucha contra la pobreza y la exclusión de las grandes masas del país, Mussa Al Sdr forjó “la tercera vía” haciendo del chiísmo una fuerza política autónoma que tras el estallido de la guerra civil en 1975 intenta llevar a cabo una mediación. Aunque no es el único, se puede decir que con Mussa Al Sdr se acaba el confesionalismo en Líbano. La  “tercera vía” no fue la tercera religión. Para entenderlo hay que tener en cuenta que en 1963 Mussa Al Sdr estuvo en el Vaticano participando en el nombramiento de Pablo VI como Papa de la Iglesia Católica. Entonces los chiítas demostraron que tenían un proyecto político que iba más allá de la religión, una política nacional y una política de Estado, a pesar de que Al Sdr no había nacido en Líbano sino en Irak.

Del Movimiento de los Desheredados surgió en 1975 Amal, “La Esperanza”, un partido y una milicia dirigidos hoy por el presidente del Parlamento libanés Nabih Berri. Poco después se produce un acontecimiento oscuro dentro de la oscuridad que envuelve a Oriente Medio: la desaparición de Al Sdr en Libia, a donde viajó para entrevistarse con Gadafi. Puestos a elucubrar es posible que en plena guerra con Israel “la tercera vía” de Mussa Al Sdr pareciera excesivamente contemporizadora a los ojos de Gadafi y de las fuerzas que entonces dirigían la guerra contra el sionismo. Es posible que Amal no estuviera aún preparada para semejante batalla. Aún faltaba un año para la revolución iraní...

El momento de la participación decisiva del chiísmo en Líbano empezó un poco después, con la creación en 1982 de Hezbolá, el “Partido de Dios”, dirigido por Hasan Nasrallah desde que en 1992 Israel asesinó a Abbas Mussawi.

Se ha convertido en una de las fuerzas de choque enfrentadas a Israel, estrechamente aliada a Siria e Irán. En 2000 logró expulsar al ejército israelí de Líbano y ocupó la región fronteriza, provocando la caída de la milicia cristiano-falangista del Ejército del Sur del Líbano, marionetas del sionismo. A causa de ello está incluido en el listado de organizaciones “terroristas” internacionales.

Hezbolá no es sólo una fuerza militar sino el partido mejor organizado del Líbano. Con el tiempo se ha ido “libanizando” progresivamente, impregnando a todo el país de su línea de resistencia contra Israel, convirtiéndose en un modelo de organización nacional y nacionalista y trabando relación con otras fuerzas de la resistencia libanesa, lo que ha desembocado en la creación del Movimiento 8 de Marzo. Algunas de sus unidades militares son multiconfesionales y en sus hospitales, que tienen fama de ser mejores que los públicos, atienden a enfermos de cualquier confesión religiosa.

Desde 2005 forma parte del gobierno de coalición del país. Se presenta a las elecciones, cuenta con 8 diputados, gobierna varios ayuntamientos, tiene una red propia de hospitales, de colegios, de emisoras de radio y un canal propio de televisión, Al-Manar, que emite vía satélite y que desde 2005 la Unión Europea tiene censurada. No obstante, por internet se puede acceder a su página web, que tiene una versión en castellano (1).

Por varios motivos Hezbolá es una fuerza singular en Líbano. Es la única milicia que no se desarmó en 1989 tras los Acuerdos de Taif que pusieron fin a quince años de guerra civil. En 2004 la ONU ordenó de nuevo el desarme de todas las milicias, un mandato que Hezbolá ha vuelto a incumplir. Es la única organización que no ha firmado la Declaración de Baabda que estipula la neutralidad de Líbano ante la agresión imperialista contra Siria, manteniendo su apoyo al gobierno de Damasco y participando activamente en la lucha contra el Califato Islámico.

La Batalla de Baalbeck que se libró la semana pasada ha sido el choque más sangriento entablado contra los takfiristas. En un bombardeo de las posiciones del Califato Islámico en los alrededores de Arsal, Hezbolá ejecutó al principal comandante takfirista de Qalamun, el saudí Walid Abdel Mohsen al Omari. El ataque formaba parte de una ofensiva coordinada con el Ejército sirio.

Esta participación activa en la guerra contra el Califato Islámico demuestra que tiene una clara estrategia político-militar más allá de Líbano, lo cual ha acentuado aún más su protagonismo y le ha llevado a convertirse en un movimiento respetado en todo el mundo cuyas opiniones tienen un amplio eco internacional.

Ayer Hertsi Halavi, portavoz de la inteligencia militar israelí confesaba su preocupación por las continuas victorias militares de Hezbolá contra los takfiristas. La fortaleza militar de los chiítas, unida al acuerdo de Estados Unidos con Irán, otro de sus valedores, explica que el ejército israelí no descarte desencadenar un nueva guerra contra Hezbolá para “dentro de dos o tres años”, amenazando con bombardeos contra toda la población libanesa.

Una investigación realizada por el Washington Institute concluye que en la actualidad Hezbolá es “invencible” literalmente (2). Uno de los motivos que han impulsado al imperialismo a atacar a Siria es -precisamente- el de acabar con Hezbolá.

(1) http://www.almanar.com.lb/spanish/main.php
(2) http://www.telesurtv.net/news/Israel-preocupado-por-las-recientes-victorias-de-Hezbola-20150515-0062.html

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