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El asesinato de Kennedy 50 años después (2)

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De la alta sociedad a los bajos fondos

Juan Manuel Olarieta

En 1959 Fidel, el Che y los demás habían llegado a La Habana e inmediatamente Eisenhower puso en marcha la Operación 40 para derrocar a los gobiernos progresistas del mundo y, más concretamente, al de la Isla caribeña. La Operación estaba dirigida por 86 mercenarios de la CIA encabezados por el vicepresidente Nixon, Allen Dulles y George H. W. Bush. No era una fuerza de choque sino el equipo de limpieza que después de derrocar al gobierno de turno estaba destinado a encargarse de los asesinatos, las torturas y las desapariciones de los revolucionarios.

Entre aquella camada negra estaba Félix Rodríguez Mendigutía, alias "El Gato", quien poco antes de la revolución cubana, había sido uno de los policías más próximos a Batista. Cuando éste fue derrocado y huyó a Miami, Rodríguez le acompañó y se unió a la CIA para organizar la invasión de la Isla. Años después también participó en el asesinato del Che en Bolivia.

La relación de Rodríguez con George H. W. Bush fue siempre muy estrecha. En 1976, un año después de ser nombrado director de la CIA, Bush condecoró a su viejo compañero de armas en una ceremonia solemne. No importó que Rodríguez hubiera sido detenido poco antes, en 1972, por su participación en el caso Watergate. Casi era un mérito añadido.

Entonces a Rodríguez le detuvieron en compañía de Frank Sturgis, que participó tanto en Playa Girón (1961), como en el asesinato de Kennedy (1963), como en Watergate (1972). Sturgis vivió en Cuba desde 1956, donde mantuvo relaciones con Marita Lorenz, una joven alemana que trabajaba para la CIA y que, poco antes de la revolución, se había convertido en pareja sentimental de Fidel Castro. Según reconoció Fidel, Sturgis era "el mejor y más peligroso agente de toda la historia de la CIA". A Fidel se le olvidó añadir que Sturgis, cuyo nombre originario era Frank Angelo Fiorini, también era un mafioso. En La Habana Sturgis era un asiduo de los casinos de Sam Giancana, Santo Trafficante, Meyer Lansky y los demás.

Sturgis puso a Lorenz disposición de la CIA para asesinar a Fidel. En noviembre de 1977 la alemana concedió una entrevista al "New York Daily News" en la que afirmaba varias cosas interesantes: que Sturgis y Oswald estaban en contacto, que ambos eran miembros de la Operación 40 y que estaban envueltos en un plan para asesinar tanto a Kennedy como a Fidel.

Otro de los mercenarios de Operación 40 era E. Howard Hunt, presente en los tres momentos: Playa Girón, Dallas y Watergate. E.H.Hunt exigió un millón de dólares a Nixon por tener la boca cerrada. A Hunt le pagó Bill Liedtke, socio de Bush.

Blanco y en botella: los mismos que participaron en la invasión de Playa Girón, participaron también en el asesinato de Kennedy y el robo de Watergate. Eran el último eslabón del club de los hijos de puta al que se refería Kennedy, los mercenarios y los pistoleros.

Formaban parte del doble juego. Por arriba y por abajo el Estado burgués necesita ejecutivos pulidos y ejecutores de baja estofa, la alta sociedad y los bajos fondos; jueces con toga, policías de uniforme tanto como sujetos tabernarios, sin escrúpulos. ¿Qué clase de pegamento unía a toda esa gentuza en un mismo propósito? Es lo que la película "Todos los hombres del presidente" explica al principio cuando la policía le pregunta a uno de los mercenarios sorprendidos en Watergate con la manos en la masa "¿Cuál es su profesión?", y el detenido le responde: "Soy anticomunista".

Ellos, no el presidente de Estados Unidos, eran quienes tenían el poder, tanto que no sólo le mataron sino que su crimen quedó impune.

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