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Las negociaciones secretas de Fidel Castro con Kennedy

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Fidel Castro con Nixon
Recientemente el sobrino del asesinado presidente Kennedy ha relatado las negociaciones secretas mantenidas hace 50 años entre Fidel Castro y su tío para normalizar la relaciones diplomáticas entre ambos países. Es muy posible que detrás del sobrino esté la mano de Obama, quizá para ponerse a la altura de Kennedy y decir que él ha logrado llegar a donde el otro no pudo.

No obstante, el sobrino recuerda algunos hechos significativos sobre los que merece la pena volver, ya que se inscriben en el contexto de la Guerra Fría y de uno de los episodios más dramáticos de ella: la crisis de los misiles de Cuba, que estalló en 1962. El sobrino dice que tras la crisis su tío trató de normalizar las relaciones con Cuba. También relata el viaje de Fidel Castro a Moscú aquel mismo año, donde se entrevistó con Jruschov, tras la cual regresó con el mismo propósito que Kennedy: normalizar las relaciones con Estados Unidos.

Para lograr su propósito, Kennedy comisionó al abogado James Donovan y a John Dolan, consejero del ministro de Justicia, es decir, de su hermano Robert Kennedy, a fin de que negociaran la liberación de los 1.500 mercenarios que invadieron Bahía Cochinos.

Fidel se entrevistó con ambos emisarios y les manifestó su disposición a reanudar unas relaciones diplomáticas basadas en la soberanía, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos.

Lo mismo que en la actualidad, la prensa gringa había cumplido a la perfección su papel intoxicador respecto no sólo a la revolución cubana sino a lo que más les gusta: el ataque personal a Fidel, al que pintaban como un borracho, un pervertido sexual, un tipo violento y caprichoso. Por ello Kennedy les pidió a sus negociadores que se fijaran en la personalidad de Fidel y le contaran todo lo posible acerca de su carácter. La respuesta de Nolan fue la esperada: “Nuestra impresión diverge de la imagen generalmente transmitida. Castro jamás ha sido irritable, borracho o sucio”. Él y Donovan le describen como una persona equilibrada, bien informada, acicalada y un conversador elocuente.

En su informe los dos emisarios se muestran sorprendidos del enorme apoyo que tenía el gobierno revolucionario: “Confirmaron los informes internos de la CIA respecto a la irresistible popularidad de Castro ante el pueblo cubano como consecuencia de los numerosos viajes con Castro [a través de la isla] y tras haber sido testigos de las ovaciones espontáneas que ha recibido cuando entraba en los estadios de baseball”.

Kennedy era plenamente consciente del resentimiento existente en Cuba contra Estados Unidos. En setiembre de 1963 encomendó a William Attwood, antiguo periodista y diplomático estadounidense acreditado ante la ONU, que abriera negociaciones secretas con el gobierno de La Habana. El secreto era imprescindible ya que el restablecimiento de relaciones con la Isla supondría una bomba, sobre todo teniendo en cuenta las elecciones previstas para el año siguiente.

Al mismo tiempo, abrió un segundo canal de comunicación con Cuba a través del periodista francés Jean Daniel quien, antes de viajar a la Isla, se entrevistó con Kennedy en la Casa Blanca para recibir instrucciones.

En La Habana Castro le dijo a Daniel que la coexistencia entre países capitalistas y socialistas era posible y que si Kennedy normalizaba sus relaciones con el gobierno cubano pasaría a la historia como un presidente aún más grande que Lincoln.

Respondiendo a los reproches de Kennedy sobre su alianza con Moscú, Castro le dijo que la hostilidad de Estados Unidos contra Cuba había empezado bastante antes del acercamiento de Cuba a la Unión Soviética, cuando no existía el pretexto del comunismo.

La CIA se oponía al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Jamás admitiría la normalización y como estaba al corriente de las conversaciones secretas, se esforzó por boicotearlas. En abril de 1963, para sabotear las negociaciones, la CIA trató de envenenar a Castro sin que Donovan y Dolan se enteraran.

Al mismo tiempo, a través de los gusanos cubanos de Miami, la CIA inicia los preparativos para asesinar a Kennedy, al que acusan de “traición”. También incorporan al plan a un capo de la mafia, como Santos Trafficante, al que la revolución de 1959 había privado de los casinos que tenía en La Habana.

El día del asesinato de Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, Castro se estaba entrevistando con Daniel en La Habana. Al enterarse de la noticia, Castro se volvió y le dijo al periodista francés: “Ya está. Es el final de su misión de paz”.

Tras el asesinato de Kennedy, Castro pidió a Adlai Stevenson, William Attwood y otros que pidieran al nuevo presidente, Lyndon B.Johnson, que retomara las negociaciones secretas con La Habana, sin ningún éxito. Lo mismo intentó Robert Kennedy, que se mantenía como ministro de Justicia del nuevo gobierno. Todo resultó inútil.

Entre bastidores Dean Rusk, secretario de Estado, inició una campaña de aislamiento de Robert Kennedy, a quien consideraba demasiado insistente en lograr un acuerdo con Cuba. Finalmente, cuando Robert se decidió a iniciar la carrera hacia las elecciones presidenciales, fue asesinado igual que su hermano y, seguramente, por las mismas manos.

Fuentes: Robert Kennedy, JFK's Secret Negociations with Fidel, http://www.ipsnews.net/2015/01/opinion-jfks-secret-negotiations-with-fidel/; Sabotaging U.S.-Cuba Détente in the Kennedy Era, http://www.ipsnews.net/2015/01/opinion-sabotaging-u-s-cuba-detente-in-the-kennedy-era/

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