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Estados Unidos ya no oculta su apoyo a Al-Qaeda en Siria

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 Tony Cartalucci

El equipo de análisis político Brookings Institution confirma que, al contrario de lo que dice la propaganda, los “moderados” sauditas-norteamericanos y los “islamistas” de Turquía-Qatar han estado coordinados todo este tiempo.

La guerra en Siria continúa de forma interminable, ahora con un vigor renovado que, recientemente se ha puesto de manifiesto tras una oposición largamente retratada como fracturada que reflejaba una miríada de intereses extranjeros que compiten entre sí. A la opinión pública le han asegurado que los norteamericanos y los sauditas, por un lado, estaban apoyando a los llamados “rebeldes moderados”, mientras que por el otro, Turquía y Catar estaban apoyando abiertamente a Al-Qaeda y varias de sus franquicias, incluyendo al Estado Islámico.

Sin embargo, para quienes han seguido el conflicto de cerca, estaba claro desde el principio que Occidente ha tenido éxito al suministrar articulada y encubiertamente, armas, dinero, equipos y apoyo, tanto político como militar, a Al-Qaeda y otros grupos extremistas, a los que Arabia Saudita no se opuso, sino más bien usando al reino como principal intermediario, a través del cual el apoyo material de Occidente se podía blanquear.

Ahora este hecho se confirma en un artículo recientemente publicado en la página web del Brookings Institution titulado “¿Por qué Assad está perdiendo?“. Sostiene inequívocamente:

“La participación de grupos del ‘Ejército Sirio Libre’ (ESL), de hecho, revela que quienes apoyan a las facciones han cambiado su canción en relación a la coordinación con los islamistas. Varios comandantes que intervienen en la dirección de las operaciones en Idlib confirmaron al autor que las operaciones impulsadas por la sala de operaciones dirigida por EEUU en el sur de Turquía, que coordina el aprovisionamiento de apoyo letal y no letal a grupos vetados de la oposición, fueron un recurso para facilitar su intervención en las operaciones de abril en adelante. Esta sala de operaciones -junto a otra en Jordania, que cubre el sur de Siria- también parece haber incrementado de forma dramática su nivel de asistencia y suministro de inteligencia a esos grupos vetados, como se vio en semanas recientes.

A pesar de que esa sala de operaciones multinacional exigió
previamente que los receptores de ayuda militar cesaran la coordinación directa con grupos como Jabat al-Nusra, las dinámicas recientes en Idlib parecen demostrar algo diferente. No sólo se aumentó el envío de armamento a los llamados ‘grupos vetados’, sino que la sala de operaciones alentó específicamente una cooperación aún más cercana entre los islamistas que dirigen el frente de operaciones”.

En líneas generales, Brookings se complace en anunciar que con la infiltración y el desbordamiento de gran parte de Idlib, al norte de Siria, el objetivo planteado hace tiempo de crear una base de poder para sus intermediarios en las fronteras de Siria, y tal vez incluso la ampliación de la cobertura aérea de la Otan sobre él, ya está finalmente al alcance de la mano. Brookings todavía intenta perpetuar una narrativa de una confrontación entre Occidente y Al-Qaeda, a pesar de admitir que las recientes ofensivas de Al-Qaeda fueron exitosas sólo gracias al apoyo occidental.

En realidad, ya para 2007, el armamento y financiación a extremistas sectarios, incluyendo Al-Qaeda, era la política admitida por la Casa Blanca, entonces dirigida por W. Bush, a través de intermediarios, incluida Arabia saudita. El veterano periodista y doble Premio Pulitzer Seymour Hersh en su reportaje “El viraje: ¿beneficia la nueva política del gobierno a nuestros enemigos en la guerra contra el terrorismo?” develó esta conspiración, que desde entonces se ha revelado literalmente tal y como fue descrita en 2007.

El artículo de Brookings mencionado más arriba también alude a un paisaje geopolítico más amplio que está tomando forma más allá del conflicto sirio. En relación con el actual apoyo norteamericano que, a efectos prácticos, es una ofensiva dirigida por Al-Qaeda, manifiesta que “la explicación más probable de una acción como ésta es la presión que proviene de la nueva y envalentonada alianza regional compuesta por Turquía, Arabia Saudita y Catar. Estados Unidos también está buscando vías para comprobar la continuidad de su alineación con sus aliados sunitas del Golfo, en el marco del contexto ampliado de su reconciliación con Irán.

La continuación, e incluso expansión, del conflicto apoyado por Estados Unidos en Siria es la evidencia más expresiva de todo lo relacionado con la falsedad de la reconciliación norteamericana con Irán. Todo el objetivo de desestabilizar y potencialmente derrocar al gobierno en Siria es para debilitar a Irán en una futura y similar campaña de cerco, desestabilización y destrucción de la misma Irán.

El hecho de que se aceleren los acontecimientos en Siria, con el propio Brookings admitiendo que se han “dejado de lado diferencias internacionales e ideológicas”, ilustra la desesperación palpable de Occidente para culminar el conflicto en Siria con la esperanza de avanzar hacia Irán antes de que la dinámica regional y la postura defensiva de Irán vuelvan irrelevante la totalidad de la agenda regional de Occidente, poniendo en peligro su hegemonía de larga data por el norte de África y el Medio Oriente.

Operaciones igualmente apresuradas parecen estar en curso en Yemen. Con conflictos estimulados por Occidente envolviendo a todas las naciones que rodean a Irán, la idea de Estados Unidos busca todo salvo la eventual destrucción de Irán, ya no hablemos de la “reconciliación”. Seguramente no ha engañado a nadie sobre esto en Teherán.

Mientras en Brookings anuncian entusiasmados la continua destrucción en Siria, en cuya promoción e ingeniería han tomado parte, admiten que el derrocamiento del gobierno legítimo sirio no es inevitable. Mientras intentan que los aliados de Siria retiren su apoyo a Damasco, la realidad es que si llegara a caer Siria, sus aliados indiscutiblemente irían después.

Irán tendría una nación completa entregada a Al-Qaeda y otros grupos sectarios, extremistas, con armamento pesado y bien apoyados soñando con una confrontación cataclísmica con Teherán, estimulado por una red mundial de madrasas (escuelas islámicas conservadoras) apoyadas por Estados Unidos y Arabia Saudita convirtiendo legiones de fanáticos envenenados ideológicamente. Y más allá de Irán, Rusia se enfrentaría la posibilidad de una región del Cáucaso convertida en un corredor de terror apuntando directo al corazón de la misma Rusia.

El conflicto en Siria es apenas una batalla dentro una guerra mucho más amplia; una guerra mundial que se constituye básicamente como una Tercera Guerra Mundial, trabada no sobre vastos frentes claramente definidos, sino más bien mediante el uso de la guerra de cuarta generación, agentes, mercenarios, economía e información. Los que no logran ver que Siria está vinculada con la supervivencia de muchas naciones más allá de su frontera y que el mismísimo concepto de un mundo multipolar construido bajo el concepto de las soberanías nacionales, no sólo son cómplices de la derrota de Damasco, sino del fin del mundo tal y como lo conocemos.

Fuente: http://journal-neo.org/2015/05/11/confirmed-us-operation-rooms-backing-al-qaeda-in-syria/

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