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Una alianza estratégica integral entre China y Argentina

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Después de suscribir en Pekín un paquete de 22 acuerdos, la presidenta argentina Cristina Fernández calificó como una “alianza estratégica integral” la nueva relación de Buenos Aires con China inaugrada el 4 de febrero.

Los convenios incluyen los sectores espacial, minero, energético, financiero, ganadero y cultural, y entre ellos destaca la construcción de dos centrales nucleares y dos hidroeléctricas, consideradas claves para el autoabastecimiento energético del país sudamericano.

Supone un cambio radical respecto a una diplomacia que años atrás definía como “relaciones carnales” los vínculos con Estados Unidos.

Con ser muy importantes, los nuevos acuerdos y los que ya se habían suscrito previamente son insuficientes para definir la dimensión del compromiso bilateral, según Jorge Castro, experto en China y director del Instituto de Planeamiento Estratégico.

Castro recordó que Pekín es actualmente el principal socio comercial de América del sur, debido a su compra de materias primas, lo que implicaría una interdependencia, dado que “China ha colocado la seguridad alimentaria de su población en manos de países sudamericanos”.

En el caso argentino, China es el segundo socio comercial, después de Brasil, desplazando a otros históricos como Estados Unidos y países europeos.

El año pasado las exportaciones a China alcanzaron 5.006 millones de dólares y las importaciones sumaron 10.795 millones de dólares, lo que representó un récord bilateral y supuso 11,5 por ciento de la balanza comercial del país.

Pero “en los acuerdos de libre comercio en esta época del proceso de globalización, lo fundamental no es el comercio sino las inversiones”, afirma Castro. Para el experto se debe analizar la relación en un contexto mayor. Por ejemplo recordando que en los próximos 10 años, se calcula que la inversión directa china en el exterior, ascendería a 1,1 billones (millones de millones) de dólares. “La cuestión es cómo se logra ser parte de corriente de inversiones chinas en materia industrial en los próximos 10 a 20 años”, asegura Castro.

“La relación con China tiene para Argentina elementos fundamentales de inserción en el sistema internacional del siglo XXI, junto a otros países del Sur, encabezados por Brasil”. Es un vínculo “entre el nuevo eje de la economía mundial, China-Asia, y Argentina como nación y como unidad regional”, dice.

Antes de la visita de Fernández a China en febrero, ya existían acuerdos de inversión en sectores estratégicos, como el de la china Sinopec y la argentina YPF, dos empresas petroleras estatales, para la explotación de uno de los campos del megayacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, en el sur del país.

También se había concretado la financiación china, de cerca de 2.500 millones de dólares, para la reconstrucción de la red ferroviaria de la empresa Belgrano Cargas y Logística, que posteriormente transportará productos agroalimentarios argentinos y brasileños hasta puertos chilenos del océano Pacífico.

En julio del 2014, Argentina alcanzó un acuerdo con China de canje de monedas (swap) por el equivalente a 11.000 millones de dólares, destinado a apuntalar las debilitadas reservas monetarias del país, y de las que en diciembre recibió un tramo de 1.000 millones.

El canje “ha sido un instrumento muy poderoso”, que se suma a medidas del gobierno y el Banco Central para promover la estabilidad cambiaria y ayudar a la desaceleración de la inflación, explicó la economista Fernanda Vallejos, integrante de un grupo que asesora al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

“Los acuerdos de inversión con China son importantes en la medida que facilitan las condiciones para seguir generando, por ejemplo, la infraestructura para el desarrollo que la Argentina requiere, en un escenario de restricción externa (escasez de divisas)”, según Vallejos.

China construye una base espacial en la sureña provincia de Neuquén, para realizar, según el gobierno, “tareas de monitoreo, control y bajada de datos en el marco del programa chino de misiones para la exploración de la luna y el espacio”. El acuerdo cede a China 200 hectáreas por 50 años.

Por ahora no hay presencia militar china en las obras, pero la base conlleva riesgos geopolíticos mayores. Si hay confrontación entre potencias Argentina pasa a ser un lugar a tener en cuenta por los enemigos de China.

La alianza entre China y Argentina “trasciende lo económico para inscribirse en la búsqueda de un destino de independencia, tanto en lo económico como en lo político, que nos permita alcanzar las metas de desarrollo económico y social, rompiendo el yugo del neoliberalismo y la lógica imperio-dependencia”, asegura Vallejos.

China, a su juicio, “está muy alejada de la voracidad de las potencias de Occidente”. Es parte “de un nuevo ordenamiento mundial que puja por nacer, donde el rol de los países emergentes deja de ser el del coloniaje para pasar a asumirnos como artífices de nuestro propio destino”, dice la economista argentina.

“Esto no significa que China no obtenga beneficios de la relación con nuestras naciones, pero es posible construir una relación donde todas las partes ganen”, aclaró.

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