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El reverendo Ntumi: las matanzas casi siempre fueron a puerta cerrada

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Ntumi con uno de sus monaguillos
En el idioma lari “ntumi” significa “mensajero”. De ahí tomó su apodo el congolés Frederic Bintsamou para convertirse en el reverendo Ntumi, un predicador que podría haber participado en las guerras carlistas del siglo XIX en defensa de la religión verdadera (cualquiera que fuera).

Hace 20 años el reverendo Ntumi recogía a los locos abandonados por las calles de Brazaville (antiguo Congo “belga”) y los cuidaba amorosamente en su humilde casa, hasta que se le apareció dios (en persona) ordenándole que su tarea debía ser muy distinta.

Debía ir a la región de Pool y preparar militarmente a los jóvenes para una invasión militar. Al principio el predicador creyó que dichos jóvenes eran sus pacientes, hasta que dios le aclaró que no. También debía preparar a los cuerdos para la misión que le tenía encomendada.

Así que se puso en contacto con los llamados “ninjas” de Pool, una antigua milicia que se unió a Bernard Kolelas, parados de larga duración y consumidores habituales de drogas.

Con tal tropa el reverendo se fue a la guerra de Pool, una guerra de baja intensidad, residual, que continuaba la tradicional guerra civil de la República del Congo.

En la mayor parte de una África exhausta, repleta de Estados follados, la guerra es un eufemismo y si es de baja intensidad, aún peor. Las bandas de milicianos merodean de un sitio para otro, robando lo que hay, matando a quien no se esconde y violando a cuantas mujeres quedan a su alcance.

Durante 10 años las homilías del padre Ntumi estuvieron a medio camino entre la predicación divina y la táctica militar. Así fue la guerra “de liberación” de Pool en la que intervino  con sus 5.000 fieles.

Como buenos asesinos, en 2007 Ntumi llegó a un acuerdo con el gobierno de Brazaville, le ofreció el cargo de vicepresidente a cambio del desarme de milicia. Su tarea, humana esta vez, se llemaba así: “Delegado comarcal encargado de la promoción de los valores de la paz y la reparación de la secuelas de la guerra”.

Ntumi reconvirtió a su milicia en un nuevo partido político (Consejo Nacional de la Resistencia) y en 20014 fue elegido por votación popular para una especie de cargo parecida a la de delegado territorial del gobierno.

En las elecciones presidenciales del año pasado se puso del lado de Kolelas y, como no ganaron, las acusaron de fraudulentas. Los choques armados se reprodujeron en Brazaville, causando 17 muertos, y a Ntumi le destituyeron de su cargo de Delegado territorial.

La guerra se reanudó y las matanzas también. Los cadáveres siguen desde entonces tirados por las calles, pero el mundo miraba hacia otro lado. En Pool las matanzas eran a puerta cerrada hasta que alguien se dio cuenta de que por medio había mucha religión. Ocurrió esta misma primavera, cuando celebraron el 40 aniversario del asesinato del cardenal católico Emile Biayenda. Eran otros tiempos. Entonces se atrevían con los más altos prelados y, además, a cara descubierta.


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