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China teme la explosión inminente de la burbuja especulativa

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Nick Beams

La agencia reguladora bancaria de China ordenó investigar a algunos de los mayores inversores del país en el extranjero, mencionando la posibilidad de un riesgo generalizado para toda la red financiera debido a las prácticas que los inversores han empleado en la adquisición de activos.

La investigación que llevará a cabo la Comisión de Regulación Bancaria de China (CRBC) está dirigida a esclarecer las conexiones de bancos chinos con cuatro empresas: el gigante inmobiliario y de entretenimiento, Dalian Wanda, los conglomerados empresariales Fosun International y el Grupo HNA, las cuales son empresas cotizadas, además de la aseguradora no cotizada, Anbang.

Según una estimación, las cuatro empresas han sido responsables de 56.000 millones de dólares en negocios en el extranjero durante los últimos cinco años.

Sus adquisiciones incluyen la compra del Waldorf Astoria Hotel de Nueva York, la empresa estadounidense de cine AMC Entertainment, el grupo de producción teatral Cirque du Soleil y una participación del 10 por ciento en Deutsche Bank.

Aunque trataron de contrarrestar los efectos de la investigación al emitir garantías de que nada iba a cambiar, las empresas cotizadas experimentaron ayer una venta de sus acciones y bonos. Los grandes bancos públicos también declararon que no tenían intención de cortar sus fondos a las empresas involucradas.

La CRBC examinará si las empresas utilizaron o no productos financieros de alto interés y préstamos en el extranjero para su conjunto de compras, que se llevaron a cabo en gran medida fuera del alcance de los reguladores chinos.

La decisión de la CRBC llega tras la detención a principios de junio de Wu Xiaohui, el titular de Anbang, por inquietudes sobre sus compras de activos en el extranjero mientras los reguladores chinos intentan controlar la salida de capitales del país.

Liu Zhiqing, subdirector del departamento de riesgo de la CRBC, dijo que la comisión estaba preocupada por “el riesgo sistémico de algunas grandes empresas” y que este riesgo “podría transmitirse al sistema financiero y a otras instituciones, incluyendo bancos chinos más pequeños”.

Liu se negó a dar detalles específicos de las empresas que constituyen el foco de la investigación, diciendo que los riesgos sólo aplican “en un sentido amplio”.

El gobernador del banco central, Zhou Xiaochuan, destacó las preocupaciones sobre la estabilidad del sistema financiero a principios de esta semana. “La experiencia de la crisis financiera mundial nos dice que la primera prioridad es mantener las instituciones financieras sanas para que se puedan evitar crisis financieras”, dijo. “No podemos tolerar fenómenos como el fuerte apalancamiento, el bajo capital y los préstamos morosos”.

La seriedad de la investigación CRBC fue subrayada por los comentarios al Financial Times, de Frederic Cho, fundador de una consultoría de inversiones especializada en China. “Esta es una investigación minuciosa de grandes grupos con una presencia de inversión en el extranjero a fin de evitar ‘un momento Lehman Brothers’ [como el que antecedió la crisis del 2008 en Estados Unidos] en el sistema financiero chino”, dijo.

China teme que una crisis o incluso la quiebra de uno o más de los principales inversores en el extranjero causen un enorme daño a la reputación financiera del país y afecten gravemente al intento del gobierno de integrar a China en el sistema financiero mundial por completo.

El presidente de CBRC, Guo Shuqing, ha prometido limpiar el sistema bancario y financiero chino. Fue citado a principios de este año diciendo que renunciaría “si la industria bancaria se convierte en un desastre completo”.

Sin embargo, una depuración financiera también presenta problemas. Los intereses bancarios y financieros están estrechamente entrelazados con diferentes facciones y a veces rivales dentro del régimen del Partido Comunista de China que ejercen una considerable influencia política y por lo tanto económica.

El crecimiento del gigantesco y, en gran parte, no regulado sistema financiero paralelo o “en la sombra” preocupa. El gobierno quiere ponerlo bajo control, reconociendo los peligros que representa. Sin embargo, el régimen también depende de éste para financiar a las autoridades locales y mantener el crecimiento económico.

Todo el régimen del PCCh vive con el temor de una crisis económica mayor que conduzca a una desaceleración del crecimiento o una recesión porque su única fuente de legitimidad política descansa en su capacidad para sostener la expansión económica.

El gobierno espera poder lograrlo haciendo que China sea reconocida como parte del sistema financiero mundial. Pero este objetivo depende de su capacidad para asegurar que China no sea considerada un “oriente financiero salvaje”.

Mientras que la mayoría de las compras chinas de activos en el extranjero se financian con préstamos de las reservas estatales o con fondos proporcionados por bancos chinos y extranjeros, y por lo tanto pueden ser supervisadas por reguladores, algunas empresas utilizan financiación y emiten productos financieros fuera del país para esquivar las regulaciones estatales.

El Grupo HNA, una de las empresas seleccionadas en la investigación, es un caso concreto. Ha comprado unos 40.000 millones de dólares en activos extranjeros en los últimos dos años, a menudo utilizando la empresa elegida como garantía para préstamos en el extranjero. Esto le permite hacer acuerdos fuera del alcance de los controles sobre flujos de capital y préstamos bancarios nacionales.

La atención internacional en el sistema financiero chino también aumentó la semana pasada con la decisión de MSCI, el indexador más influyente de las acciones de mercados emergentes, de incluir las acciones A-Share chinas en sus principales índices globales.

En agosto de 2018 las acciones chinas representarán el 0,7 por ciento del índice MSCI para mercados emergentes. Si bien esta es sólo una pequeña parte del índice, se espera que este paso atraiga alrededor de 17.000 millones de dólares de capital extranjero a los mercados bursátiles chinos. Más adelante, este flujo podría aumentar ya que el mercado chino de acciones A-Share es ahora el segundo más grande del mundo por capitalización, sólo por detrás de Estados Unidos.

Goldman Sachs calcula que podrían ingresar unos 430.000 millones de dólares en los mercados chinos si se incorpora completamente a China. Para que esto suceda, sin embargo, el MSCI exige cambios radicales en el sistema financiero chino, incluyendo tratar las preocupaciones sobre las suspensiones del comercio de acciones y de administración de empresas, particularmente de las empresas públicas.

También preocupan las conexiones, a menudo a oscuras, entre las principales empresas chinas e instituciones financieras y el mercado financiero paralelo, que ha triplicado su tamaño en los últimos cinco años a casi diez billones de dólares, el 87 por ciento del producto interior bruto (PIB).

Otra cuestión es el nivel de la deuda. Las empresas chinas son las más endeudadas del mundo, con una cantidad equivalente al 170 por ciento del PIB. Algunas de las 222 empresas que se incluyen en el índice MSCI están entre las más endeudadas y hay preocupaciones de que algunas tengan problemas para pagar sus préstamos si la economía crece más lentamente.

Las autoridades chinas acogieron con satisfacción la decisión del MSCI, viéndola como otra palanca para mejorar el régimen regulador del sistema financiero. Pero, debido al peso que tienen las deudas y el sistema financiero paralelo en la economía china, los esfuerzos con base en reformas están plagados de contradicciones y conflictos.

http://www.wsws.org/es/articles/2017/06/29/chin-j29.html



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