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El papel de la OTAN en la dirección operativa de la Guerra de Siria

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Algunos sitios de noticias que alardean de “contrainformación” y presumen de ser “alternativos”, tanto en España como fuera de ella, han silenciado ĺa captura de numerosos oficiales de la OTAN dirigiendo a las hordas salafistas en los barrios del este de Alepo. La noticia ha levantado suspicacias entre quienes se niegan a mirar la realidad de frente y piden a los demás que mencionen unas fuentes que no pedirían a la CNN. Ese tipo de exigencias se deben dirigir a las grandes agencias de comunicación, que son quienes tienen los medios y los corresponsales y quienes, además, disponen de mucha más información verdadera, de la que no publican nada, por lo que se tienen que inventar una realidad inexistente.

Lo que ha suscitado dudas ha sido la mención explícita de la OTAN en la noticia, que parece contradecirse con el hecho de que sólo uno de los nombres que ha trascendido corresponde a un país de la alianza imperialista. Es como suponer que todos los espías de la CIA llevan encima un pasaporte estadounidense y se lo presentan al primer oficial del ejército sirio que le apunta con su fusil.

Si la noticia se hubiera encabezado con un titular como el de “Capturados en Alepo varios espías del imperialismo que ayudaban a los terroristas”, no hubiera suscitado ninguna duda. El problema es la concreción, ya que la noticia apunta directamente contra la OTAN, que desde su fundación es el núcleo militar del imperialismo que ha estado presente en todas las guerras de agresión desencadenadas desde la caída de la Unión Soviética en 1990, oficial u oficiosamente.

En Siria lo que todo el mundo tiene delante de sus narices no es otra cosa, precisamente, que una guerra de agresión y sepan todos que de sus consecuencias no sólo son responsables los que la dirigen y participan en ella, uniformados o no, sino los que la ocultan, la disimulan, la silencian y la tergiversan. Es bueno que lo tengan en cuenta desde ahora mismo.

El escepticismo sobre el verdadero papel protagonista de la OTAN en Siria, que se ha disipado con el paso del tiempo, procede a veces de una concepción ingenua de la guerra ligada a una ignorancia absoluta de las leyes militares por las que se rige cualquiera de ellas. Una guerra moderna, como la de Siria, sólo la pudo dirigir desde el principio la OTAN por muchísimas razones, pero la enumeración de todas ellas olvidaría lo fundamental: todas las guerras habidas en el mundo desde la caída de la URSS, e incluso antes, como la de Afganistán, han estado dirigidas por la OTAN, empezando por los Balcanes, siguiendo por Irak y luego Libia. Allá donde la OTAN no pudo poner sus pies sobre el terreno de una manera directa, como en el Cáucaso, la victoria fue más sencilla.

Sólo las fuerzas de la OTAN están adiestradas para coordinar el cúmulo de fuerzas complejas que el campo de batalla pone en funcionamiento. En Alepo no han capturado a un elenco disperso de espías de diverso origen nacional. Cada uno de esos espías y cada uno de esos países no hacía la guerra por su cuenta. Aunque países como Israel o Arabia saudí, no forman parte de la OTAN, estaban presentes en el lugar del crimen en su condición de peones de la más absoluta confianza de la OTAN, del Pentágono y de la CIA, que han sido quienes han repartido los papeles que cada uno de ellos tenía que desempeñar en la guerra.

En Siria, lo mismo que en las agresiones anteriores, desencadenadas todas ellas por la OTAN, se han puesto en funcionamiento las técnicas propias de la modernidad, como los satélites, los misiles guiados de largo alcance, el cifrado y descifrado automático de comunicaciones o los geolocalizadores de precisión, todos los cuales no sólo exigen un personal especializado sino, además, un largo adiestramiento que sólo una gran potencia tiene.

Hasta el más inepto de los periodistas tiene que ser capaz de entender que cualquiera no puede manejar esos medios técnicos, ni siquiera con un curso de aprendizaje y, sobre todo, que esa destreza técnica y militar no se puede poner a disposición de cualquiera, por muy amiguete que sea. Son equipos sujetos a unas normas de confidencialidad muy estricta. Estados Unidos no ha permitido nunca que el control de determinados equipos bélicos avanzados, como los satélites espaciales, estén a disposición de otros países de la OTAN, por fieles lacayos que hayan demostrado ser.

En la Guerra de Siria el despliegue de medios técnicos es tan importante y tan avanzado que ni siquiera la intervención de una potencia militar, como Irán, fue capaz de neutralizarla durante años. Sólo Rusia se ha mostrado al mismo nivel, lo cual demuestra quiénes son realmente los que están al otro de las trincheras. Si se tratara sólo de bandadas de milicianos fanatizados, no hubieran tenido suficiente potencia de fuego para hacer frente a un ejército regular, como el sirio, y mucho menos a dos de ellos, si tenemos en cuenta también al iraní.

La Guerra de Siria es una continuación de la de Irak, en donde la estrategia militar ha cambiado drásticamente en los 14 años transcurridos desde la invasión de 2003, como el mismo Pentágono ha puesto de manifiesto. Además de unidades de inteligencia, hoy las potencias imperialistas están poniendo sobre el terreno comandos especiales que combaten sin distintivos y cuya presencia en Siria se ha venido negando sistemáticamente hasta fechas muy recientes.

El centro operativo de mando de los criminales de la OTAN y sus secuaces salafistas nunca estuvo -ni está- en Mosul, ni en Raqqa. Su madriguera era Alepo y en ella no sólo dirigían la guerra una docena de ratas inmundas sino, al menos, 1.500 especialistas procedentes tanto de países miembros de la Alianza, como de otros que no pertencían a ella.

A los espías y a las fuerzas irregulares que combaten sin distintivos nacionales, de manera subrepticia, no les ampara la Convención de Ginebra, por lo que no son prisioneros de guerra, es decir, pueden ser fusilados de manera fulminante según las normas del Derecho Internacional, que son las mismas en Alepo que en Porriño. Si a pesar de los 300.000 asesinatos cometidos por ellos en Siria, el gobierno de Bashar Al-Assad ni siquiera está procediendo a su detención, es por un exceso de humanitarismo y por las insoportables presiones que están ejerciendo los imperialistas para salvaguardar la vida de sus agentes y espías.

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