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Hezbollah se convierte en la fuerza dominante en Líbano

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En Líbano un pacto nacional de 1943 no reparte los cargos públicos según los votos sino según las confesiones religiosas. La Presidencia de la República es para los cristianos maronitas, el Primer Ministro debe ser sunita, el Presidente del Parlamento le toca a los chiítas, la Vicepresidencia a los cristianos ortodoxos y el jefe del ejército a los cristianos maronitas.

Dicho reparto confesional ha estado ligado, además, al imperialismo porque los valedores de los cristianos fueron tradicionalmente los colonialistas franceses que separaron al Líbano de Siria y luego a Washington. Este esquema se ha acaba de romper y, después de un largo vacío de dos años y medio, el general Michael Aoun, cristiano maronita ha llegado a la Presidencia contra el dictado estadounidense y con el apoyo de Hezbollah, nada menos.

La prensa israelí ha montado en cólera: gana Hezbollah, luego gana Irán. No sólo la milicia chií jamás se va a desarmar sino que se ha ganado a los que hasta ahora eran los más fieles valedores del imperialismo en un país, como Líbano, que es caja de resonancia de Oriente Medio. Al eje de la resistencia Irán-Siria ya no se le une una parte de Líbano, sino el mismo Líbano.

Hasta el peón de Arabia saudí, Saad Hariri, ha bajado los brazos, dice el periódico “Israel Hayom”, de la corriente de Netanyahu. La unión de los maronitas con los chiítas no presagia nada bueno para Israel. Hezbollah es ya la fuerza dominante en Líbano y por encima de su naturaleza confesional tendrá la oportunidad de demostrar que, además, tiene un proyecto nacional.

El plan imperialista para el Líbano es el mismo que para Irak, Siria y Turquía: la partición del país. Un documento israelí de febrero de 1982 publicado por la Revista de Estudios Palestinos destapó (*) el proyecto de división de Líbano en cinco provincias, religiosamente diferenciadas, militarmente desarmadas y políticamente enfrentadas, sobre las que Israel podría imponer un protectorado.

Lo que cambian los tiempos: el 19 de agosto de 1989, desde el Palacio Presidencial de Baabda, Aoun pidió a Francia que llevara sus tropas a Líbano para acabar con Siria y en 2006 se puso al frente de la resistencia, “renunciando a los maletines llenos de dólares”, dice gráficamente un periódico chiíta libanés. Entonces firmó lo que parecía un rocambolesco acuerdo con Hebollah, por el que nadie daba un duro. Diez años después aquel acuerdo se ha impuesto a las presiones y a los chantajes.

Hace muchos años que el imperialismo no tenía otro objetivo en Líbano que enterrar a Hezbollah que, por su parte, reaccionó apoyando al “Movimiento Patriótico Libre” de Aoun para sostener la unidad y la independencia del país, que poco a poco ha ido ganando terreno por su firme oposición a Israel y a los planes de injerencia de las grandes potencias en Oriente Medio.

Hay que destacar las palabras del ministro Gebran Bassil, presidente del “Movimiento Patriótico Libre”, dirigidas al secretario general de Hezbollah, en la que le dice que es el segundo socio de la victoria: “Jamás hemos dudado de la sinceridad de vuestra posición a nuestro lado. No se trata sólo de la lealtad sino de la sinceridad, a fin de que todos los libaneses comprendan que aún existe una ética en la política del Líbano”. Es algo que nunca se había escuchado por aquella región.

Pero no sólo Aoun ha cambiado. Hay mucha marea de fondo que sólo se aprecia tomando una perspectiva de 25 años, cuando Estados Unidos lanzó el primer ataque contra Irak y Haffez Al-Assad le apoyó. Entonces los imperialistas aún creían poder manejar a Siria permitiéndole ocupar militarmente Líbano y acabar con Aoun, que tuvo que refugiarse en la embajada de Francia en Beirut antes de huir del país.

(*) http://www.renenaba.com/revue-detude-palestiniennes-n-14-fevrier-1982

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