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La filtración de los correos de Yahoo destapa a los servicios secretos franceses

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El 22 de setiembre Yahoo anunció la filtración durante años de los contenidos de 500 millones de cuentas de correo electrónico, añadiendo que habían sido pirateadas por alguien que “actuaba por cuenta de un Estado”, es decir, echando balones fuera, como si no tuviera nada que ver con ellos. Es mentira; el número de cuentas pirateadas oscila entre uno y tres millones, tanto antiguas como activas, y fueron ellos mismos, Yahoo, los que se lo entregaron a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

Como si fuera un alivio, Yahoo asegura que las claves de acceso a las cuentas estaban cifradas. Todo lo demás estaba listo para ser servido al instante; el descifrar una clave puede llevar entre uno y tres minutos.

La revista “Le Canard Enchaîné” ha descubierto que entre los usuarios afectados se encuentra la DRM francesa, la Dirección de Inteligencia Militar, que es uno de los clientes del servicio Yahoo de correo electrónico. Por ejemplo, si el lector quiere participar en un concurso para suministrar teléfonos móviles a los espías franceses, tiene que dirigirse a la cuenta pfcbfb@yahoo.fr.

Pero no son los únicos organismos públicos afectados por la piratería. También ha alcanzado a los fusileros de la Marina de Toulon, al Cuerpo de Reacción Rápida y al Hospital Percy de Instrucción del Ejército de Clamart. Otros organismos militares, dentro y fuera de Francia, también utilizan cuentas abiertas en Hotmail, Google y otros servicios corrientes en internet.

No tiene remedio. El pirateo de las cuentas de Yahoo se remonta, como mínimo, a 2014, por lo que es un poco tarde para que el gobierno francés o cualquier otro usuario tome ninguna medida de seguridad.

En este tipo de asuntos lo peor es esa concepción, tan ampliamente extendida, sobre todo entre los informáticos, de que internet, como cualquier otra técnica, es en sí misma neutral, que todo depende del uso -bueno o malo- que se haga con ella.

Nada más lejos de la realidad. Las ingenierías y todas las técnicas son instrumentos de dominación; favorecen la dominación y, al mismo tiempo, son consecuencia de ella.

En lo que a las modernas técnicas digitales concierne, domina el imperialismo estadounidense, habiéndose convertido en una herramienta fundamental de su hegemonía. No se trata sólo de internet sino de toda clase de equipos físicos, empezando por los ordenadores, los radares, los móviles, las alarmas, los semáforos, las impresoras, los enrutadores, las cámaras de videovigilancia, los misiles, las tarjetas de red, los aparatos de aire acondicionado...

Todos esos dispositivos -y otros- funcionan con programas informáticos, servidores, claves, buscadores y sistemas operativos y lógicos fabricados por monopolios estadounidenses y, por lo tanto, controlados por ellos.

Además, todos los equipos están conectados a internet, una red bajo la supervisión de los monopolios estadounidenses y del propio gobierno de Estados Unidos.

Sólo muy recientemente algunos países, empresas y usuarios particulares, han comenzado a ver las orejas al lobo, con la particularidad de que los informáticos más ineptos, que son bastantes, califican como “censura” el intento de algunos países, como China, de escapar del control asfixiante que ejerce el imperialismo sobre los equipos, los programas e internet en su conjunto.

En mayo de este año saltó la noticia de que Google y Microsoft habían iniciado el tendido de un cable submarino entre Bilbao y Virginia, Estados Unidos (1), poniendo de manifiesto que las modernas comunicaciones digitales van por esa vía, un millón de kilómetros de cable de fibra óptica aproximadamente que, como cualquier otro canal de comunicación, no sólo está en manos privadas sino que pasa por Estados Unidos.

No es ninguna casualidad que dos empresas típicas de internet, como Google y Microsoft, desempeñen un papel que antes estaba reservado a las empresas de telecomunicaciones. Internet, las empresas de internet y Estados Unidos amenazan con devorarlo todo y parece que quienes nos oponemos a ello somos unos retrógrados enfrentados a las nuevas tecnologías. Se vuelven a equivocar. Lo que decimos se resume en lo siguiente:

1. Es cada vez más necesario, sobre todo como consecuencia del clima de guerra que se va extendiendo en todo el mundo, erradicar el espionaje informático y afianzar la seguridad de las comunicaciones.

2. Para una persona, una empresa o un país, la independencia significa acabar con la sumisión tecnológica hacia el imperialismo, que se basa en el monopolio de sus grandes multinacionales. Al acabar con la dependencia, se acaba también con el chantaje permanente, el bloqueo y las sanciones que unos (los imperialistas) imponen sobre los demás y que afectan -sobre todo- al terreno tecnológico, digital e informático.

3. Para un país que quiera escapar de las trampas del imperialismo es imprescindible desarrollar una industria digital autóctona, crear sus propios microprocesadores, sistemas operativos, programas, buscadores y cables submarinos.

Un usuario que quiera ahorrar dinero deberá hacer lo mismo: abandonar toda esa basura de última generación que los monopolios estadounidenses han metido en su móvil, en su ordenador, en su tablet, en su vida, en definitiva (porque hoy nuestra vida es un móvil y una red social... “made in USA”). No es de extrañar que un monopolista cualificado como Steve Ballmer, el capo de Microsoft, haya equiparado a los sistemas operativos derivados de Linux con el comunismo (2) por ser de código abierto, libres, a diferencia de la porquería que ellos venden: Windows, MSN, Hotmail, Bing, Outlook...

(1) http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2016-05-27/un-gigantesco-cable-submarino-de-microsoft-y-facebook-unira-bilbao-y-eeuu_1207125/
(2) http://www.theregister.co.uk/2000/07/31/ms_ballmer_linux_is_communism/

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