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En Siria los planes del imperialismo se han vuelto contra sus patrocinadores

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Es todo un síntoma: la visita de Putin a Estambul esta semana ha contrastado con la anulación de una visita a París que hubiera debido realizarse inmediatamente después.

El acuerdo para la construcción de un gasoducto capaz de trasladar a Turquía 15.000 millones de metros cúbicos, es más que un síntoma. Se trata de una cantidad tan fabulosa que, según el diario ruso Kommersant, ha sido el punto más importante de la visita. Lo realmente significativo es que antes ese gas pasaba por Ucrania, que en 2018 se quedará fuera de juego... si todo sigue como hasta ahora, lo cual no es seguro.

El objetivo del gasoducto no es abastecer a Turquía de gas, sino que Turquía se convierta en un exportador del gas ruso. El Turk Stream son dos gasoductos y la construcción del segundo de ellos dependerá de las actuales negociaciones entre Rusia y la Unión Europea, lo que equivale a anular las actuales sanciones y que Bruselas presione sobre los fascistas de Kiev para tratar de hacerles entrar en razón (si es que eso es posible).

Por lo tanto, el gas ruso que se dirige a Turquía puede ayudar a resolver al menos dos problemas importantes, a pesar de la torpeza de que hace gala Hollande desde su llegada al Elíseo en París.

Más que una ocurrencia de Putin, el truco procede de Erogan y es el siguiente: como la excusa que ponen en Bruselas para la llegada del gas ruso por el sur crea una situación monopolística que beneficia a Rusia, Gazprom se asociará a una empresa conjunta con Turquía capaz de sortear el veto comunitario, o al menos servir de excusa para ello.

El negocio no sólo beneficiaría a Turquía en el sentido económico, sino que ayudaría, tanto a Rusia como a Turquía, en las negociaciones que mantienen con la Unión Europea.

Un tercer factor a tener en cuenta de la entrevista entre Putin y Erdogan es la presencia del jefe del Estado Mayor del ejército turco, el general Hulusi Akar, para poner de manifiesto que no sólo se habló de gas sino de Siria.

El plan de Putin es que Turquía no se limite a cerrar la frontera con Siria sino que desempeñe un papel mucho más activo en la derrota de los yihadistas. El director del centro Rusia-Oriente-Occidente, Vladimir Sotnikov, ha asegurado al diario Kommersant (*) que existe un acuerdo secreto entre ambas partes, Turquía y Rusia, aunque lo califica como puramente “circunstancial y forzado”.

Según Sotnikov, en lo que a Siria respecta, Erdogan no es un aliado ni fiel ni a largo plazo. Antes el gobierno de Erdogan actuaba forzado por su aislamiento internacional; ahora por su aislamiento respecto a las potencias occidentales.

Quien le ha ayudado a salir de esa situación ha sido Putin. Pero eso no significa, asegura Sotnikov, que Erdogan pretenda aprovechar las dificultades de Rusia en provecho propio.

Es muy probable que el pronóstico de Sotnikov sea equivocado. Tiene buen parte de razón cuando apunta los motivos puramente del giro de Turquía, que no puramente circunstanciales. Sin embargo, hoy los gasoductos, como las líneas ferroviarias del siglo XIX, son instrumentos de comunicación; crean lazos permanentes entre los países. El tendido del Turk Stream apunta directamente a una colaboración a largo plazo entre ambos países que seguirá reafirmándose en el futuro.

Lo más probable es que a través de Rusia, desde Turquía a Irán se establezca una estrecha colaboración que impida a Estados Unidos mantener las manos libres en una región, como ha las ha tenido durante más de medio siglo.

La Guerra de Siria ha creado un precedente irreversible en Oriente Medio. Los planes del imperialismo se han vuelto contra sus patrocinadores y es muy difícil que logren recuperar el terreno que han perdido en sólo un año de intervención militar rusa.

(*) http://www.kommersant.ru/doc/3113535

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