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Cómo y por qué el gobierno y la oposición manipulan a los votantes

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Ronald Reagan
En 2012 la película Argo ganó el Oscar de Hollywood. El argumento mistificaba el asalto a la embajada de Estados Unidos en Teherán, cuando tras la revolución de 1979 los estudiantes chiítas secuestraron y mantuvieron como rehenes a 52 diplomáticos de la sede durante 444 días.

Entonces se llamó “crisis de los rehenes” y coincidió con el final del primer mandato de Clinton y la campaña electoral por un segundo en el que tenía como rival a Reagan.

A pesar de la postura oficial de no negociar con los “terroristas”, el gobierno de Clinton lo hizo en secreto y las conversaciones marchaban tan bien que, para recaudar votos, Clinton anunció que en octubre, un mes antes de las votaciones, los rehenes serían liberados.

Sin embargo, las negociaciones fracasaron y el secuestro se prolongó porque el equipo de Reagan, que tampoco negociaba con “terroristas”, emprendió en paralelo otras negociaciones para prolongar el secuestro hasta después de las elecciones.

De esa manera, Clinton no podría cumplir con una de sus promesas electorales, perdería las votaciones en favor de Reagan que, a su vez, aparecería como el verdadero liberador, como así ocurrió.

A los votantes se les engañó. Les presentaron el incidente a la inversa: quien apareció como liberador, Reagan, era quien había prolongado el secuestro durante más de un año innecesariamente.

En Estados Unidos la doble negociación de quienes no negociaban se llama “October Surprise” (La Sorpresa de Octubre) y el equipo de Reagan lo formaban Bush padre, que había sido director de la CIA, y William Casey, miembro de la CIA desde los tiempos de la OSS en la Segunda Guerra Mundial.

20 minutos después de que Reagan se dirigiera por primera vez a su país como nuevo presidente de Estados Unidos, Irán anunciaba públicamente la liberación de los rehenes.

El ayatollah Jomeini
El secuestro se puede analizar desde múltiples ángulos y todos ellos son apasionantes. Se puede ver como un evidente caso de manipulación de masas a gran escala con fines electorales, es decir, hasta qué punto se pueden dirigir y manipular unas votaciones.

También se puede analizar desde el punto de vista de las reacciones posteriores que ha habido en estos 35 años, donde el caso “October Surprise” se toma como ejemplo de una de esas “teorías de las conspiración”, como la presenta la Wikipedia (*), cerrando los ojos ante las más claras evidencias.

Es obvio que el asunto destapa las profundas contradicciones y el cambio en la correlación de fuerzas dentro de las distintas camarillas que dirigen la política en Washington, pues es palmario que se trató de un complot interno dirigido contra el gobierno de Estados Unidos, por no utilizar otras expresiones más contundentes, como “traición” y “golpe de Estado” electoral.

El caso pone, pues, de manifiesto que quien puede manipular unas elecciones no es sólo un gobierno, lo cual es muy típico, sino que también se pueden manipular en su contra, como se pudo comprobar en España durante la matanza de Atocha, ya que en las disputas electorales no sólo manipulan unos sino que manipulan todos, unos contra otros. Se trata de comprobar quién manipula más y mejor.

El hecho mismo que se emprendieran dos negociaciones en paralelo y que ambas fueran secretas, es decir, que nadie reconociera que estaba negociando con “terroristas” demuestra que los Estados actuales no funcionan como los votantes creen sino justamente de manera opuesta a lo que creen y por eso lo ocultan, es decir, que una cosa es lo que parece y otra es lo que es realmente.

El caso “October Surprise” demuestra que Estados Unidos negociaba con Irán en secreto a pesar de la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países no sólo en contra de las declaraciones oficiales sino de las leyes aprobadas solemnemente por las cámaras parlamentarias, e incluso contra las resoluciones de la ONU, por lo que dichas negociaciones no sólo eran secretas sino además ilegales.

También demuestra que los imperialistas tratan de manejar todos los hilos de la situación, pues al mismo tiempo que negociaban con Irán negociaban también con Irak, a pesar de que ambos países estaban en guerra y que dicha guerra no fue instigada por las partes sino por Washington, que fue quien condujo a Saddam Hussein a aplastar la revolución iraní a cambio de apoyo político y militar.

En todo secuestro se paga un rescate y en el de la embajada de Teherán los imperialistas entregaron -entre otras cosas- armas a los iraníes a través de Israel, a pesar del bloqueo internacional, una transacción que no acabó nunca y que condujo pocos años después a otra operación secreta, Irán-Contra, donde el dinero procedente de la venta de armas a Irán se utilizaba para financiar a la contrarrevolución nicaragüense, una ilegalidad por partida doble.

Los modernos Estados burgueses, tanto el gobierno como su correspondiente oposición, se han habituado a manipular a los votantes, como se han habituado también a jurar que tal manipulación no existe, que todo son imaginaciones. “No hay pruebas”, decía Felipe González hablando de los GAL. No hay pruebas ni las habrá nunca mientras ellos sigan en sus poltronas.

(*) https://en.wikipedia.org/wiki/October_Surprise_conspiracy_theory

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