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El Banco Popular está en quiebra

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Cualquier sociedad mercantil que no fuera un banco, en las circunstancias que se encuentra el Banco Popular, estaría en quiebra. El capital del banco son 1.096 millones de euros y el Consejo de Administración está dispuesto a lanzar una ampliación de capital por 2.500 millones de euros y dejar este año de repartir dividendo entre sus accionistas. Es decir, se amplia capital para cubrir pérdidas, para nada más, para mantenerse a flote y así y todo sigue estando en quiebra.

Veámoslo con más detalle:  1.096 millones de capital, más 2.500 millones por la ampliación resultan 3.596 millones pero en el balance contable le quedan 5.366 millones en pérdidas ocultas. Resulta que para restaurar el capital de 1.096 millones son necesarios otros 2.866 millones. Si nos referimos a su cotización bursátil, es más de lo mismo, (28/5) = 3.486 millones ¿Para salvar 3,4 millones hace falta desembolsar 5,3 millones de euros? Más bien, no.

Llueve sobre mojado, en 2012 ya se ampliaron otros 2.500 millones más otros 1.000 que se sacaron de la manga con la coña de los créditos fiscales. En octubre del año pasado el Banco Popular intentó soltar lastre a marchas forzadas de su enorme exposición al ladrillo y emprendió contactos con el Ministerio de Economía y el Banco de España para crear un banco malo inmobiliario como paso previo para escindir de la matriz una cartera valorada en unos 5.000 millones de euros. La operación no prosperó. No hay partido político que con una campaña electoral por delante apruebe un banco malo que supone extraer nuevamente dinero de las escuálidas arcas del Estado. No más dinero público para los bancos. Al PP le echan escaleras abajo aunque el banco malo suponga un importante alivio, para el Popular, de cara a las nuevas exigencias de capital impuestas por el Banco Central Europeo, ya que permitiría una reducción efectiva de los activos ponderados por riesgo dentro del balance de la entidad.

El Popular necesita estos 5.000 millones como el maná que le tienen que permitir dejar de caminar por la cuerda floja de un balance contable totalmente trucado. Sin esta sobredosis de mentira no pasará los futuros ejercicios de estrés, por lo que necesita imperiosamente disminuir el volumen de deuda al tiempo que aumentar la rentabilidad. Pero todo esto es una ilusión para el Banco Popular en un momento especialmente crítico para el sector bancario ante la caída drástica de los márgenes de intereses.

El ladrillo ha llevado al Popular al abismo. Es un pozo sin fondo. Para estabilizar el balance, con independencia de las ampliaciones de capital han sido necesarios 1.480 millones de euros en avales del Estado y se ha tenido que recurrir a un préstamo por importe de 14.500 millones de euros con el Banco Central Europeo. ¿Tú crees que puedes ir a pedir a un banco un préstamo que supere más de 14 veces tu patrimonio?¿No es un indicio de que algo pasa con la solvencia del Banco Popular?

Las agencias de calificación de riesgos Standard & Poor’s, Fitch, y Moody´s han rebajado un (o dos) escalones el rating de la deuda del Banco Popular. Llegados a este punto se puede decir, sin margen de error, que si se hubiera dejado caer al Banco Popular y el Consejo de Administración (representado con el 25% del capital) se tuviera que enfrentar con una calificación de insolvencia punible (que se resuelve por la vía penal) serían las élites económicas, tenedores de esa gran montaña de deuda, los que hubieran pringado perdiendo la gran mayoría de su riqueza en la que sustentan su poder.

Tiene que ser difícil esconder un agujero de 5.000 millones con un capital social de 1.000 millones de euros. El auditor Pricewaterhouse encontraría ante la famosa aguja en el pajar que el pufo que arrastran las cuentas del Banco Popular [...] El pufo se esconde en un paraje alejado del cuerpo principal del balance contable: en el Anexo de Sociedades participadas. Cualquier sociedad mercantil que tenga entre sus activos acciones de otras sociedades que cotizan en bolsa, al final del ejercicio tendrá que regularizar el valor en que se han situado estas acciones.

Si suben de cotización tendrán más valor y si bajan menos. Por otra parte la rentabilidad que ofrezcan estas acciones (la rentabilidad bursátil) y el más valor (si lo tienen) irán a engrosar los beneficios. En las cuentas del Banco Popular pasa lo mismo, por ejemplo la sociedad participada Total Bank lo es al 100% y le ha supuesto 8,5 millones de euros de beneficio. La sociedad Aliseda S.A. también participada al 100% tiene activos (inmuebles) por 4.882 millones de euros con unos fondos propios negativos de 865,1 millones de euros y unas pérdidas que se suman a las del banco por 146,7 millones. Desviando ladrillo a una sociedad participada se dejan caer las pérdidas con cuentagotas y se disfrazan los resultados. Además de este pufo hay otro: los Fondos de titulización.

Si se toma como referencia la información facilitada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores donde han quedado registradas las emisiones de los Fondos de Titulización del Banco Popular Español S.A. y del absorbido Banco Pastor S.A. resulta que esta información, cuando se obtiene de las sociedades gestoras, no se corresponde con los estados contables del banco. Los administradores de la entidad financiera y la sociedad auditora son responsables de esta ocultación contable que afecta a la solvencia del Banco Popular Español S.A. Como hemos visto los activos de las sociedades participadas figuran en los activos del banco. Los beneficios o pérdidas de las sociedades participadas afectan a los beneficios o pérdidas del banco.

Los Fondos de Titulización que figuran al margen y que ascienden a un saldo vivo de 5.300 millones de euros forman parte de las sociedades participadas del banco. No tendrían que figurar ya que en su momento se sacaron del balance del banco para constituir ante notario el Fondo que dio lugar a la colocación de bonos hipotecarios en el mercado financiero AIAF y, el banco, los cobró al contado. Entonces, una vez colocada la emisión, el Banco Popular se reconvirtió en el cobrador de las cuotas mensuales que satisfacen los deudores con la obligación de trasladarla a los bonistas inversores. Simplificando, los inversores que adquirieron los bonos hipotecarios en el mercado financiero son los acreedores de los deudores que cada mes pagan las cuotas. El banco sólo es el cobrador, por lo tanto no debe de figurar entre sus activos la relación de los Fondos de titulización. Si los incluye, como en este caso el Banco Popular, debe de figurar una contrapartida en el pasivo que sustente: lo que tengo, lo debo. En el balance contable del Popular no hay ninguna anotación en el pasivo.

La nueva crisis bancaria que se está cociendo no será igual que la anterior. La receta mágica de solventar el mal de los bancos con ayudas del Estado ya no será posible. Ahora toca que paguen los platos rotos los accionistas y si no fueran suficientes, que en el caso de Banco Popular no lo es, serán los depositantes.

[...] La oligarquía [...] consiguió en 2007 que se dedicarán recursos financieros de origen público en resolver el problema que se había metido la banca. La expansión descontrolada de la banca utilizando la titulización fue el germen del mal de males al que se unió la variante de los derivados. La titulización es un método de financiación basado en la venta o cesión de determinados activos, incluso derechos de cobro futuros, al emitir valores que se colocan entre los inversores. La titulización permite transformar un conjunto de activos financieros poco líquidos en una serie de instrumentos negociables, con la particularidad que son homogéneos, líquidos y con unos flujos de pagos determinados. Cualquier empresa puede titulizar, pero normalmente lo hacen las instituciones financieras debido a su capacidad para generar activos financieros. En los últimos años, la titulización se ha convertido en una de las características más relevantes de la innovación financiera. Como parte de este proceso de innovación, los activos objeto de la titulización, en su origen eran básicamente hipotecarios, así como las estructuras a través de las que se desarrolla el proceso, se han ido ampliando y sofisticando sustancialmente.

Las entidades financieras, al utilizar masivamente el sistema de titulización, fueron el motor que aceleró el proceso de endeudamiento; a la vez que endeudaban a su clientela, se endeudaban en el mercado financiero emitiendo bonos hipotecarios. Para poder emitir esos bonos, debían otorgar hipotecas, y el proceso se convirtió en un carrusel sin el necesario control por las Autoridades pertinentes. Este esquema, cuando se vino abajo, fundamentó el epicentro de lo que se llamó “burbuja inmobiliaria”, cuando realmente la burbuja era de deuda con desastrosas repercusiones sobre la población. Por un momento rebobinemos: al igual que los deudores hipotecarios estaban en deuda con los bancos, estos también lo estaban con sus acreedores, no obstante les habían transmitido el riesgo de la operación. Cuando el mercado financiero se vino abajo y apareció una explosión de morosidad iban a ser los tenedores de los bonos hipotecarios quienes se enfrentaban a la quiebra.

Por decisión política se zanjó con ayudas a la banca dejando a los hipotecados a los pies de los caballos. La ley hipotecaria iba a hacer el resto: que los bancos se hicieran con las viviendas de los hipotecados. Así, se podía cambiar la naturaleza de los activos bancarios: de Cartera de Préstamos con garantía hipotecaria a Inmuebles Recuperados [...]

Fuente: https://ataquealpoder.wordpress.com/2016/06/06/las-perdidas-del-banco-popular-superan-los-5-000-millones/

 

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