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Channel: La lucha es el único camino
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¿Pretende el imperialismo convertir a Kurdistán en cómplice de un nuevo reparto de Oriente Medio?

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Juan Manuel Olarieta
El artículo que publica “Resumen Latinoamericano” sobre Kurdistán (*) es bastante peor que desafortunado, sobre todo teniendo en cuenta la trayectoria de un medio tan solvente. Sin embargo, la mayor nación privada de Estado arrastra una aureola de simpatías por todo el mundo que, en ocasiones como ésta, no le benefician en absoluto.

Esas simpatías se han visto acrecentadas, con plena justicia, por la heroica lucha desplegada en la batalla de Kobane contra el Estado Islámico, que por momentos llegó a parecer un frente por sí mismo que había quedado al margen del gobierno de Damasco, como el frente norte durante el inicio de la guerra civil española.

Entonces el PNV también tuvo la impresión de un “tercero en discordia” que al tiempo que “luchaba” contra el fascismo, era independiente de la República. Lo mismo ha ocurrido en Siria, donde algunos creen que se trata de una subespecie de guerra en la que no hay dos bandos sino tres. De esa manera eluden la siempre peliaguda decisión de tomar partido.

El artículo no trata de Kurdistán sino de Rojava, que no es más que una parte de Kurdistán, lo cual es un error bastante típico en las naciones, como Euskadi, repartidas entre varios Estados: el análisis del todo se lleva a cabo sobre una de las partes, como en este caso, mientras que en otros se analiza el todo sin tener en cuenta a las partes.

Cuando se habla de Kurdistán se olvida el origen mismo de la opresión nacional que, como escribieron Lenin y Stalin siempre tiene la misma raíz, el imperialismo, y en este caso concreto el acuerdo Sykes-Picot sobre el reparto que llevaron a cabo Gran Bretaña y Francia hace 100 años en Oriente Medio, que dejó sin Estado a una nación como Kurdistán y la dividió en varios fragmentos.

Por lo tanto, Kurdistán jamás va a conseguir su independencia sin derrotar al imperialismo, mientras que el titular del artículo habla de todo lo contrario: de la existencia de una “cooperación estratégica” entre el imperialismo (Estados Unidos) y una parte de una nación sometida (“Rojava”), es decir, de una alianza entre los opresores y los oprimidos que, además, no es cualquier clase de alianza, sino que tiene un carácter “estratégico” precisamente.

Esa “cooperación” sólo puede tener un significado: que las organizaciones kurdas no tienen una línea propia, no son realmente “independientes” del imperialismo, sino que siguen sus planes, que consisten en un nuevo reparto de Oriente Medio.

Para llevar a cabo ese reparto, Estados Unidos ha creado, armado, adiestrado, financiado y apoyado de mil maneras diferentes al Estado Islámico, al que los kurdos conocieron muy bien en la batalla de Kobane que tantas bajas les causó.

¿Están dispuestos los kurdos a “cooperar” con los imperialistas a pesar de todo?, ¿a costa de todo?, ¿consideran que su enemigo no es el imperialismo?, ¿lo consideran un aliado?, ¿creen que el enemigo es Bashar Al-Assad?, ¿creen que Bashar Al-Assad es un enemigo más importante o peor que Estados Unidos?

Esas preguntas hay que complementarlas con otras parecidas: ¿quiere el imperialismo justificar un nuevo reparto de Oriente Medio concediendo la independencia de Kurdistán?, ¿pretende convertir a Kurdistán en cómplice de sus manejos?, ¿en alguna ocasión los imperialistas han defendido la liberación de las naciones oprimidas?

Lo mismo que durante la guerra civil española, en mitad de los combates el autor del artículo cree ver una “revolución laica”, “igualitaria de género” y de “democracia directa” en Rojava. A quienes no combaten les entusiasma aprovechar las situaciones que toda guerra provoca para emprender experimentos a los que califican como “revoluciones” a causa de una sobredosis de imaginación.

Las nacionalidades oprimidas, como Kurdistán suelen padecer de nacionalismo, lo que les impide disponer de una herramienta básica para conquistar su independencia, que es mucho más importante en los casos en que, además, quiere emprender una revolución: una estrategia que empieza por identificar cuál es el problema que hay que solucionar, quién es el enemigo contra el que hay que luchar y, de rebote, quiénes son los amigos que te van a ayudar.

Esa estrategia sólo la puede ofrecer un partido comunista, como demostró el ejemplo de Vietnam, otro país dividido en pedazos que logró su independencia sólo por un motivo: porque estaba dirigido por una vanguardia realmente revolucionaria, de la que Kurdistán carece.

A diferencia de los nacionalistas, los comunistas vietnamitas lucharon primero contra el imperialismo francés y cuando Vietnam fue invadido por Japón, no se aliaron a estos para luchar contra aquellos, sino que lucharon también contra ellos.

Finalmente, se enfrentaron al imperialismo estadounidense que no llegó allá para ayudar a nadie, ni favorecer la independencia y la unidad de Vietnam, sino todo lo contrario.

Ese es el único camino y la única estrategia, que empieza por la creación de un partido comunista que pueda dirigirla. Por el contrario, los distintos fragmentos de Kurdistán llevan el camino de convertirse en los peones del nuevo reparto de Oriente Medio en el que creen que les va a caer algún pedazo en la boca, como si fueran perros que se aprovechan de las migajas de un banquete en el que quienes comen son otros.

(*) http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/05/30/kurdistan-y-un-tema-polemico-cooperacion-estrategica-de-rojava-con-eeuu-bueno-malo-o-ni/



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