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El rompecabezas sirio necesita tantas negociaciones como batallas

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Israel Adam Shamir

El masivo ataque terrorista en Bruselas llegó como una respuesta más bien lenta al “misión cumplida” de Vladimir Putin. Parece que el mundo necesita más intervenciones rusas en Medio Oriente si se quiere detener a los negros criminales del desierto. Afortunadamente, Rusia no tiene prisa para irse por completo. Por lo que oigo en Siria, la prometida retirada es más bien un figura retórica. Unos rusos se van, y otros rusos se quedan.

Ya se que muchos de nuestros colegas, caballeros de la prensa libre, ya explicaron y justificaron la repentina declaración de Putin. Escribieron que Putin dijo en septiembre que la campaña duraría hasta primavera, por lo que para ser hombre de palabra tiene que mantener su promesa. Escribieron que Rusia ha hecho todo lo que podía o debía, y que su misión está efectivamente cumplida. (Lo que es curioso, porque el terrible Daesh y su horrorosa hermana Al-Nosra están vivos y coleando). Otros dijeron que los rusos son inteligentes para irse mientras todo va bien, antes de la amenazante invasión conjunta en Siria de turcos y saudíes. Las plumas hostiles (a Rusia) explican la decisión de Putin por la severa resistencia de los yihadistas en el terreno (Al-Nusra en Alepo, el Daesh en Raqqa) mientras las mentes más intrépidas adeptas a la alta conspiración hablan de un ultimátum presentado por Kerry y Erdogan a Putin, que dice “O se van ahora o sellaremos los estrechos del Bósforo a sus barcos”.

Sin embargo, ha pasado ya algún tiempo, y sabemos y entendemos más que hace una semana. Parece que la retirada es limitada; es más una señal que algo auténtico. Algunos cazas y algunos soldados han vuelto a Rusia, en donde se necesitaban para las celebraciones del aniversario de la reunificación de Crimea el 17 de marzo. Recibieron las medallas; un vínculo entre el episodio de Crimea y la campaña siria se hizo visible. La declaración ha enviado una útil señal a sirios y a otros árabes, de que no pretenden colonizarlos. Otra cosa es que los rusos están aún en Siria y permanecerán ahí por un tiempo considerable, aún manteniendo un perfil bajo.

De todas formas, los aviones estratégicos TU-22M3 han efectuado sus salidas desde sus bases en Rusia y ahora, dicen, hay escasez de objetivos que merezcan el lanzamiento de una bomba inteligente que lleva colgada la etiqueta de 1.000.000 de dólares. El bombardeo sobre el transporte de petróleo también ha finalizado. Aún existe mucho petróleo que es exportado ilegalmente desde el Kurdistán iraquí y desde los oleoductos del Daesh, pero una respetable parte de este tráfico de petróleo también es usado por los sirios para producir electricidad y extraer agua.

Los bombardeos eran divertidos (tal vez), pero los sirios solicitaron su suspensión.

¿Por qué se hizo la declaración de retirada? Era un recordatorio al presidente Al-Assad de que no tiene todo el tiempo del mundo a su disposición para hacer las paces con sus adversarios. Rusia experimentó frustración ante las tácticas dilatorias de sus generales. Parece que la cúpula directiva siria ha sacado una conclusión totalmente equivocada: la de que los rusos seguirán luchando por los sirios hasta que Bashar Al-Assad recupere el control total del país. Eso no es así: los rusos están deseosos de ver progresos reales en las negociaciones.

“Bashar Assad es flexible, pero sus generales no. Piensan que solo hay dos salidas posibles: derrota o victoria. Esto no es realista. Los generales comprenderán el mensaje cuando nos retiremos”, me dijo un oficial ruso destinado en Latakia.

La declaración de retirada ha sido premeditadamente realizada el primer día de una nueva ronda de conversaciones en Ginebra. Era una prueba tangible de que Rusia no buscaba una victoria militar, sino basarse en medios diplomáticos. La declaración envió más señales a todas las partes: Turquía lo pensaría dos veces antes de invadir Siria mientras los rusos supuestamente se retiran. Los europeos no acusarán a las bombas de Rusia de enviar nuevas olas de refugiados a sus territorios. La retirada es una señal a Irán, también, ya que ese país retiró el grueso de sus fuerzas en Siria y no aceptó la propuesta rusa para cortar la producción de petróleo.

Los rusos no quieren llevar el peso de la guerra sobre sus espaldas. Es lo que dicen a los iraníes, e incluso se lo dicen más a Bashar Al-Assad y a su pueblo. En encuentros privados, los generales sirios se felicitaban de lo inteligentes que eran por conseguir que los rusos lucharan para ellos. El ejército sirio esquiva la batalla, dicen los oficiales rusos en Siria, esperando que los rusos les saquen las castañas del fuego. Los oficiales sirios no prestan atención a las instrucciones de los consejeros rusos, no quieren entrar en el fragor de la batalla. A veces huyen ante la más mínima amenaza del enemigo. Los consejeros rusos se vieron obligados a luchar contra el Daesh directamente, en vez de hacer su trabajo, que es el de operar el material militar avanzado.

Los rusos se sienten molestos debido a que los sirios no tiran de su carga en lo que se refiere a negociaciones con los grupos armados de la oposición. Las negociaciones van por dos pistas: una, remota e internacionalizada, en Ginebra, en donde el gobierno sirio habla con los grupos de emigrados a través de Staffan de Mistura. Ambas partes están encalladas, y tampoco está claro la influencia real que tienen estos emigrados.

La segunda y más prometedora pista es local. Son las negociaciones con los grupos locales armados, y hay centenares de ellos. Cada vez es mayor el número de ellos que acepta el alto el fuego, pero cada acuerdo requiere compromisos, condiciones especiales y un tira y afloja. Hasta la declaración de retirada, los funcionarios sirios no eran entusiastas respecto a este duro trabajo. Por qué tenemos que molestarnos cuando podemos derrotarlos a todos con la ayuda rusa, decían. Ahora, tal vez, pondrán más esfuerzos en las negociaciones locales.

Los rusos dicen que el gobierno sirio debiera hacer algún examen de conciencia respecto a las causas de la guerra civil. Claramente, los saudíes, los turcos y Estados Unidos son culpables en gran medida, pero hay factores locales que contribuyen: la división en clanes, el severo aparato de seguridad, la dolorosa falta de elementales acuerdos democráticos. Eso debe cambiar, y lo antes posible. Siria nunca regresará a la forma. previa a la guerra, de dominio de una familia, y la gente de Assad debiera interiorizar el mensaje lo antes posible. La retirada rusa debiera centrar su atención en estos temas.

Esto no significa que Rusia vaya a estar de acuerdo en las demandas de la oposición de eliminar a Al-Assad. Nada de eso. Tiene resistencia, pero un hombre más débil no hubiera sobrevivido cinco años de guerra. La cooperación ruso-siria continua imbatida. Rusia bombardeó duramente el área de Palmira, y las tropas sirias avanzaron en sus antiguos barrios. La conquista (¿o liberación?) de Palmira será un visible avance para el ejército sirio y un regalo para los cristianos sirios para la Pascua. La más antigua comunidad cristiana del mundo ha perdido medio millón de miembros entre muertos, heridos y refugiados.

La situación se ha complicado con los kurdos pro norteamericanos en Siria, que han declarado su “autonomía”. A los rusos no les agrada, en tanto que no concuerda con su visión de una Siria unida. Para los turcos, la creación de un Kurdistán autónomo e independiente en Siria es un “casus belli”, una buena razón para la guerra. Es probable que ello provocara una intervención turca, cuando las cosas ya están bastante complicadas. Turquía sufrió un episodio de guerra civil en su propio territorio contra los kurdos. Algunas fuentes indican que hasta 20.000 personas resultaron muertas en la guerra. Un Kurdistán sirio independiente encendería a los kurdos turcos, dice Turquía.

Rusia no apoya el levantamiento kurdo, pese a sus antiguos lazos históricos con algunos movimientos kurdos. Aparentemente, Rusia debiera ser capaz de estar en paz con Turquía, y los turcos así lo quieren: fueron los primeros en enviar sus condolencias ante el desastre de la mina de carbón de Vorkuta. Turquía está en curso de una reevaluación de sus políticas sirias, y sus políticos y su prensa han estado abogando por un giro de 180 grados, por el reconocimiento de la integridad territorial siria y por su reconciliación con Rusia. Yo abogué por una reconciliación con Turquía en la prensa rusa, pero las respuestas fueron tenues. Los protagonistas de las políticas rusas no se entusiasmaron. El poderoso lobby armenio presionó para el rechazo de la apertura turca a la reconciliación, y los tradicionales sentimientos de Rusia desde los días de los zares son más bien hostiles a Ankara. Sin embargo, aparecen algunos cambios en el muro de rechazo, y se pueden tener esperanzas de que los puentes entre Rusia y su gran vecino sean pronto reconstruidos.

Los iraníes no esperaron a ello, sino que comenzaron su ofensiva de paz con Turquía. Propusieron olvidar sus diferencias y volver a las buenas relaciones que mantenían antes de los problemas en Siria. Simultáneamente, retiraron allí el grueso de sus tropas, tras haber sufrido muchos daños en la guerra. Continuarán financiando a Siria y armando a Hezbollah, la milicia chiíta libanesa, una fuerza pequeña pero eficaz.

Los enemigos de un acuerdo en Siria están todavía muy activos. Los saudíes han gastado más de 90.000 millones de dólares en la guerra civil y en el cambio de régimen. Es una suma considerable incluso para este reino super rico. Aun siguen echando buen dinero a favor de los malos. Animados por la declaración rusa, comenzaron a transferir dinero y equipamiento a la oposición armada.

Estados Unidos sigue intentando poner las cosas a su favor, pero parece que la Casa Blanca es menos hostil a Rusia de lo que era hace medio año. Los políticos y dirigentes europeos son en su mayoría pro norteamericanos y anti rusos; incluso el horrible atentado en Bruselas produjo que el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania convocara el envío de más tropas de la OTAN a su frontera con Rusia (¿!). Con todo, se pueden detectar pequeñas señales de cambio, según la economía rusa mejora, el rublo se acerca al dólar y al euro y los europeos sufren la pérdida de los pedidos rusos.

Israel es otro enemigo-amigo, o “socio” en palabras de Putin. Israel espera trocear Siria en varios mini Estados, o por lo menos “federalizarlos”, como los norteamericanos. Israel tiene una buena relación con los islamistas radicales de Siria; ni un solo bien judío o israelí ha sido atacado por ningún grupo del Daesh ni de Al-Nosra, situados estos en la frontera israelí, y protegidos con los cañones israelíes. Al mismo tiempo, Israel tiene buenas relaciones con Rusia. El presidente Putin es bastante suave respecto a Israel; desde luego no al nivel de los candidatos presidenciales en Estados Unidos, pero Rusia no tiene un AIPAC (el lobby American Israel Public Affairs Committee). (La comunidad oficial judía rusa es un montón de gente que amasa fortunas y elogian a Putin).

El presidente Rivlin visitó Moscú hace unas semanas, tras la declaración de retirada. Dijo a Putin que Israel lamenta que los rusos se vayan, porque eran un factor estabilizador en Siria. Putin sonrió y dijo que no se iban a ir muy lejos. A Rivlin le preocupaba que la partida de Rusia creara un vacío que permitiera a Hezbollah (tuvo suficiente tacto como para evitar mencionar a Bashar Al-Assad) tomar posiciones en la frontera israelí. Hezbollah volverá al Líbano cuando Siria esté en paz, le consoló Putin.

Es un pequeño alivio para Israel, ya que ahora mismo el Estado judío discute el lanzamiento de un ataque preventivo contra Hezbollah en el Líbano. El mejor amigo de los judíos en Oriente Medio, Arabia Saudí y sus aliados del Golfo declararon a Hezbollah como “grupo terrorista”, y retiraron 4.000 millones de dólares de ayuda que habían prometido previamente al Líbano. Respaldado por el apoyo saudí y el disgusto libanés por la perdida del dinero, Israel planea un ataque contra los indomables guerreros chiítas.

Lo hicieron en 2006 y fueron rechazados. El sueño israelí de venganza ha ido madurando en odio en estos diez años. El ejército israelí recibió y gastó muchos miles de millones de dólares a estos efectos (lo llaman “aprender las lecciones de 2006”). Ahora se han enterado de que Hezbollah ha perdido 1.300 efectivos en Siria; un alto número para una pequeña fuerza, y su deseo de matar al resto se ha hecho irresistible.

El dirigente de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha avisado a los israelíes de que pagarán un horrible precio si se atreven a atacar. Sus misiles producirán un cataclismo en las fábricas israelíes, en sus almacenes de armas nucleares, biológicas y químicas y en sus instalaciones de petróleo y gas de la bahía de Haifa. Ese ataque puede matar a millones, dijo, así que no comiencen la guerra.

Es una proposición sensata hecha por un hombre sensato que toma la estrategia del erizo: no le toques y no te molestará. Pero los israelíes tienen una mentalidad diferente. El Estado judío es bastante similar al Estado Islámico. Solo se fían de la debilidad y la derrota, y no están satisfechos hasta ver a sus enemigos sometidos a su piedad, y tal vez ni entonces, como prueba el destino de los palestinos. Sería bueno que la crisis siria se solucionara pronto: ahora Líbano está lleno de refugiados sirios, y en caso de ataque israelí contra el Líbano, tendrán que correr hacia algún sitio, preferiblemente hacia Siria.

Solo se puede esperar que la presencia rusa tenga un efecto calmante, no solo sobre los yihadistas islámicos, sino también sobre los judíos. Y los rusos han aprendido algo de los judíos, que solían decir que un inglés se va sin decir adiós, y que un judío dice adiós, pero no se va. Ahora es el turno de Rusia: se despiden, pero se quedan en Siria.

Fuente: http://www.unz.com/ishamir/russia-bids-farewell/

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