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Biografía de Marx (Parte 11)

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Las enseñanzas de la revolución


La derrota de la revolución no hizo vacilar ni un instante la convicción profunda de Marx, científicamente fundamentada, de que la causa a la que había consagrado su vida era grande y justa. El jefe del proletariado revolucionario no adolecía del desconcierto, abatimiento y falta de fe tan peculiares en aquel entonces en los dirigentes de la democracia pequeño-burguesa. Aguantó igualmente con gran firmeza los duros sufrimientos y privaciones que hubo de soportar cuando él y su familia se vieron en el extranjero sin un céntimo en el bolsillo.


En cuanto llegó a Londres, Marx se puso a preparar la edición de la revista Nueva Gaceta del Rin. Revista política y económica. En los seis números de la revista editados en Hamburgo en 1850 se publicaron algunos trabajos de Marx y Engels que trataban de los resultados de la revolución de 1848 en Francia y en Alemania.


A fines de 1849, el Comité Central de la Liga de los Comunistas reanudó su actividad. En marzo de 1850, Marx y Engels escribieron y enviaron a las comunas de la Liga el Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas. En este documento, de importancia extraordinaria, se analizaban las enseñanzas de la revolución de 1848-1849 en Alemania y las perspectivas de una futura revolución, y se esbozaba la táctica del partido proletario en ella. La conclusión principal a que se llega en el Mensaje es la de que, en la futura revolución, a diferencia de la de 1848, el partido obrero deberá actuar de la manera más organizada, más unánime y lo más independiente posible. En contraposición a los pequeño-burgueses, que, al llegar al poder, procurarán dar por terminada la revolución lo antes posible, la tarea del partido obrero consistirá en hacer la revolución permanente... Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de crear otra nueva.


La idea de la revolución permanente, cuyos fundamentos estaban ya en la Nueva Gaceta del Rin, fue formulada en el Mensaje con mucha más amplitud. Esta idea fue desarrollada en la teoría de Lenin acerca de la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista, confirmada en los combates revolucionarios de 1917 y en el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre.


En otoño de 1850, Marx y Engels llegaron a la conclusión de que la nueva situación histórica de auge económico y de fortalecimiento de la reacción en Europa excluía el estallido de la revolución en un futuro inmediato. Sopesando serenamente las particularidades de aquella nueva situación histórica, los fundadores del comunismo científico exigieron que se revisara la táctica del partido y se modificaran las formas de lucha. La nueva situación imponía la necesidad de llevar a cabo una tenaz y escrupulosa labor de agrupación de fuerzas, de preparación sistemática de estas fuerzas para una futura revolución. No obstante, algunos miembros de la Liga de los Comunistas, con Willich y Schapper a la cabeza, propusieron, sin tener en cuenta las condiciones históricas objetivas, planes aventureros de preparación de un levantamiento armado en Alemania. En la reunión del Comité Central de la Liga, celebrada el 15 de septiembre de 1850, Marx hizo una profunda crítica de la línea conspiradora, sectaria y voluntarista de Willich y Schapper y demostró lo peligroso que era el aventurero juego a la revolución. Marx, aunque le apoyaba la mayoría de los miembros del Comité Central, hizo todo lo posible por mantener la unidad de la Liga de los Comunistas. Pero el grupo de Willich-Schapper provocó la escisión. El Comité Central se trasladó de Londres a Colonia para contrarrestar la labor de desorganización de los elementos ultraizquierdistas y sectarios.


Al mismo tiempo que trabajaba en la Liga de los Comunistas, Marx dedicaba muchas energías a la síntesis teórica de la experiencia de las revoluciones de 1848 a 1849. Fruto de esta labor fueron sus obras: Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, escrito en 1850, y El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, escrito en 1852.


En las obras mencionadas, Marx dio un ejemplo de aplicación del materialismo histórico al estudio de los acontecimientos históricos concretos. En ambos trabajos, la profundidad del análisis va unida a la maestría de un brillante literato, y la objetividad científica del sabio, a la pasión revolucionaria del luchador político. Sintetizando la experiencia de la lucha del proletariado y de las masas trabajadoras en la época borrascosa de la revolución, cuando la actividad, la iniciativa de las masas populares y su papel creador en el proceso histórico se manifiestan con la mayor fuerza, Marx enriqueció su teoría con nuevas conclusiones de suma importancia. Éstas se refieren, principalmente, a dos problemas: a las relaciones entre el proletariado y los campesinos y a la actitud del proletariado hacia el Estado.


La experiencia de la revolución francesa y de la insurrección proletaria de junio (1848), en particular, convencieron a Marx de que la clase obrera no podría destruir el régimen burgués si las masas campesinas no se levantaban contra la dominación del capital, si no se adherían al proletariado, aceptándolo como su dirigente. Al poner de manifiesto la naturaleza doble y contradictoria del campesino, como trabajador y como propietario, Marx demostró que, comprendidos acertadamente, sus propios intereses debían impulsar a los campesinos a la alianza con el proletariado urbano. Los campesinos... encuentran su aliado y jefe natural en el proletariado urbano, que tiene por misión derrocar el orden burgués. En su carta a Engels del 16 de abril de 1856, Marx formuló como sigue esta conclusión política, sumamente importante: Todo el problema, en Alemania, dependerá de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con una especie de segunda edición de la guerra campesina. Esta idea de Marx fue desarrollada en la teoría leninista de la revolución socialista realizada no por el proletariado aislado contra toda la burguesía, sino por el proletariado erigido en la fuerza hegemónica y que tiene como aliados a los elementos semiproletarios de la población, es decir, a los millones de seres de las masas trabajadoras y explotadas.


La rica experiencia política de las revoluciones de 1848 y 1849 permitió a Marx desarrollar y concretar su teoría del Estado. Marx empleó por primera vez la fórmula clásica de dictadura del proletariado en su obra Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Como demostró Marx, el socialismo científico, contrariamente a las distintas variedades del socialismo burgués, pequeño-burgués y utópico, es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales. Al definir la actitud del proletariado hacia el Estado, Marx decía en su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte que todas las revoluciones anteriores habían reforzado y perfeccionado la vieja máquina estatal, convirtiendo este aparato administrativo y militar en un arma, cada vez más potente, de represión contra las masas oprimidas. La tarea de la revolución proletaria consiste en destruir, demoler la vieja máquina estatal. Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla. Lenin señalaba que esta conclusión es lo principal, lo fundamental, en doctrina del marxismo sobre el Estado.


La importancia que Marx concedía a su teoría sobre el Estado, sobre la dictadura del proletariado, se aprecia en su carta a Weydemeyer del 5 de marzo de 1852, en la que dice: Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido la demostración de:


— que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción:
— que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado;
— que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de las clases sociales
.


Así, pues, la lucha del proletariado y de las masas trabajadoras en los años de la revolución proporcionó una rica experiencia que permitió seguir impulsando la teoría revolucionaria del proletariado y los fundamentos de la estrategia y táctica del partido proletario. Marx y Engels formularon su teoría de que la insurrección es un arte, partiendo, concretamente, de las enseñanzas de la insurrección de junio en París y de la insurrección de mayo de 1848 en el suroeste de Alemania.


Al mismo tiempo que sintetizaban la experiencia de las revoluciones de 1848 y 1849, los fundadores del comunismo científico seguían desplegando una intensa actividad para agrupar a los obreros de vanguardia, para consolidar la Liga de los Comunistas. Esta organización dirigida por Marx inquietaba cada vez más al Gobierno de Prusia. Para poner término a las actividades de la Liga, la policía prusiana, en mayo de 1851 llevó a cabo detenciones entre los obreros en algunas ciudades de Alemania y, basándose en denuncias falsas y documentos torpemente fabricados, amañó un proceso contra los comunistas en Colonia.

Marx dejó de lado todo su trabajo para dedicarse a desenmascarar la falsificación de esos documentos y ayudar en todo a sus camaradas acusados. Pero estos hombres habían sido ya condenados de antemano, pues ellos representaban al indefenso proletariado revolucionario ante un tribunal que defendía los intereses de las clases dominantes. En el folleto Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en Colonia, Marx, puso al desnudo las sucias maquinaciones del Gobierno de Prusia, de su policía y sus tribunales. Debido a la detención de varios miembros del Comité Central de la Liga de los Comunistas, residentes en Colonia, quedaron rotos los lazos que unían a Marx y a Engels con el continente, y, de hecho, la Liga misma dejó de existir en Alemania. A propuesta de Marx, la Liga de los Comunistas se declaró disuelta en noviembre de 1852.


Sin embargo, los mejores militantes de la Liga de los Comunistas, formados por Marx y Engels, continuaron propagando la teoría revolucionaria, educando a las masas obreras y preparándolas para futuros combates revolucionarios.


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