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Haftar, el señor de la guerra en Libia

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El general Jalifa Haftar
El general libio Jalifa Haftar capitanea uno de los múltiples bandos que entraron en guerra tras el derrocamiento de Gadafi por los imperialistas en 2011.

Durante muchos años fue un militar muy cercano a Gadafi, a quien ayudó a derrocar al rey Idris en 1969. Fue adiestrado en las academias militares soviéticas. Entonces era lo que se llamaba un “naserista”, un nacionalista árabe y un laico que llegó a ser jefe de Estado Mayor en su país de origen.

Para derrocar a Gadafi en 1978 los imperialistas estadounidenses y franceses desencadenaron una larga guerra desde Chad, entonces bajo el control de uno de sus perros más fieles: Issen Habré.

Haftar dirigía las tropas libias. Con el apoyo del imperialismo, Chad prolongó la guerra durante diez años, que acabó ganando en 1987. Numerosas fuerzas fuerzas libias fueron capturadas por el imperialismo, entre ellas el propio Haftar.

Al imperialismo no le interesaba la derrota de Gadafi en la guerra; lo que interesaba era la misma guerra, que no acabara nunca. La CIA trató de reconvertirla en una guerra civil interna, de unos libios contra otros, para lo cual con los prisioneros de guerra creó un Frente Nacional de Salvación.

A cambio de su liberación, logró que el propio Haftar renegara y se pusiera a la cabeza de aquel Frente fantasmagórico para derrocar a Gadafi por la fuerza, al frente de 720 soldados que se prestaron a ello a cambio de su libertad (*).

Haftar y los suyos fueron llevados a una base militar de la CIA cercana a Yamena, la capital de Chad, y de allí a la antigua base militar francesa de Am Sinené, donde recibieron adiestramiento guerrillero de 20 miembros de las fuerzas especiales estadounidenses.

Para ocultar que la CIA movía los hilos, les entregaron el armamento soviético comprado en Irak. El dinero para el Frente procedía de Arabia saudí y Egipto.

Tras el inicio de los primeros combates por la “liberación” los planes del imperialismo se torcieron por el derrocamiento del pelele Habré a manos de Idriss Deby, que impidió la utilización de Chad como retaguardia para atacar a Gadafi.

La CIA tuvo que sacar precipitadamente de Chad a los renegados libios de Haftar en un avión que salió con escala en Nigeria, luego en Zaire y finalmente a Estados Unidos.

Por los servicios prestados, a Haftar le concedieron la ciudadanía de Estados Unidos y quedó en la nevera como recambio de Gadafi para mejor ocasión. Fijó su residencia muy cerca de Langley, Virginia, justo enfrente de la sede central de la CIA.

El momento oportuno llegó 20 años después, con la Primavera Árabe. En plena guerra Haftar cruzó la frontera de Egipto dentro de un blindado de la OTAN. Era el hombre de la CIA, el perro fiel de Estados Unidos en el instante preciso... tanto que no resultaba de confianza ni siquiera para las fuerzas que habían derrocado a Gadafi.

Tuvo que volver a su casa cerca de Langley, a esperar a que la guerra de Libia siguiera madurando y metiendo al país en el caos más absoluto.

Volvió cuando el general Abdul Fatah Yunes, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, fue asesinado y su papel protagonista fue creciendo en medio de la guerra de todos contra todos, especialmente desde 2014.

Ahora el general Haftar es uno de los señores de la guerra. Se presenta ante el mundo como el bastión de la lucha contra el terrorismo yihadista en Libia y la ONU le avala. A finales de 2014 Bernardino León, el anterior enviado especial, declaró que dirige las fuerzas armadas del “único órgano legítimo” del país.

Cuenta con el apoyo de Egipto, de Arabia saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Tiene en contra a Turquía y Qatar. Pero ni siquiera los imperialistas saben si él es la solución o el problema.

(*) http://www.nytimes.com/1991/05/17/world/350-libyans-trained-to-oust-qaddafi-are-to-come-to-us.html

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