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La otra cara del Mundial

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Nicolás Bianchi

Que no es otra que la represión de las protestas sociales habidas en los días previos al inicio del Mundial de Fútbol en Brasil de este año, pero que ya fueron anticipadas desde la Copa de Confederaciones el año anterior, en 2013.

Detrás del lema "FIFA Go Home" estaba la indignación de los sectores populares contra la organización de una Copa del Mundo ("World Cup") con gastos irracionales -salvo para las grandes constructoras- en la construcción de faraónicos estadios sin otro uso que el propio evento deportivo y no más que ese acabado el festejo, salvo utilizarlos como cárceles, y a costa del pueblo que paga la crisis económica. Todo un despropósito, menos para los aprovechados.

Siempre que se celebra un acontecimiento de este calibre (y en 2016 vienen los Juegos Olímpicos también en Brasil) pasa tres cuartos de lo mismo: dar buena imagen de cara al exterior, es decir, desinfectar el interior de bichos molestos y enseñar una sonrisa profidén con dentadura limpia, sin caries, sin favelas, sin parias.

Se sabía que en Brasil había mucho follón. La prensa generalista y convencional informó en las vísperas del Mundial de los disturbios, pero apenas sonó el pitido inicial del partido inaugural, Brasil-Croacia, ya no supimos nada más de lo que pasaba en la calle. Ahora toca circo, el pan que espere. Y si hay pan, ¿de qué te quejas?

El día anterior al comienzo del Mundial se detuvo a cuatro personas bajo cargos tales  como tener una botella de desinfectante considerado artefacto incendiario. También por "formaçao de quadrilha", tipificado en el artículo 288 del Código Penal brasileño, algo así como la "asociación ilícita" en el franquismo donde una reunión de más de tres personas ya era "multitud". Esto es solo una muestra.

La represión se ensañó especialmente en la prensa alternativa que trataba de informar sobre las movilizaciones, entre otras, con la leyenda "FIFA Go Home". El mismo día de la final entre Argentina y Alemania, fuera del estadio de Maracaná, hubo casos de violencia contra la prensa, en particular contra los reporteros gráficos y camarógrafos. No se podía grabar la "otra" realidad, como le pasó al documentalista canadiense Jason O'Hara, que al menos lo puede contar.

En el mundial se movilizaron 26.000 policías y militares. Hay que decir que la policía brasileña está militarizada, es una parte del Ejército del país, o sea, forma parte del paisaje, como aquí la Benemérita.

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