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El safari de los derechos humanos (2)

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Robert Montoya
En un artículo anterior informábamos de que al antiguo Presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, le cabe el honor de ser el primer presidente africano en ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional.

Pero a Gbagbo le cabe otro honor adicional: es el único Presidente de Costa de Marfil elegido en unos comicios democráticos y eso es algo que los imperialistas no pueden admitir.

Por ello primero orquestaron el consabido golpe de Estado en 2004, a través de títeres interpuestos, para quitarse a un estorbo de encima y luego le han llevado a juicio.

La excusa es el bombardeo de Bouaké, sede del cuartel general de los títeres golpistas con tal mala fortuna de que murieron 9 mercenarios franceses. Si los muertos hubieran sido africanos la cosa no hubiera tenido ninguna importancia.

En represalia Chirac, entonces presidente francés, ordenó destruir la totalidad de la fuerza aérea marfileña: dos cazabombarderos y cinco helicópteros. Pero este bombardeo no es delito.

Por todo el país, estallaron numerosas manifestaciones antimperialistas, se produjeron incendios y saqueos de empresas francesas.

La destrucción de la fuerza aérea dejó al gobierno de Gbagbo sin posibilidad de defenderse frente al golpe de Estado de los imperialistas.

Pero los pleitos que van al Tribunal Penal Internacional son como los de la Audiencia Nacional: siempre envuelven un lado oscuro.

Veamos.

Los aviones que bombardearon a los imperialistas franceses en Bouaké eran de tipo Sujoi-25, es decir, de fabricación rusa y estaban pilotados por bielorrusos.

Pero el asunto es mucho más rocambolesco todavía: quien preparó el bombardeo fue Robert Montoya, un antiguo gendarme del Elíseo.

Francia se ha negado a interrogar a los pilotos bielorrusos ante el Tribunal Penal Internacional, no vaya a ser que, para variar, cuenten alguna verdad. Los jueces no están acostumbrados a ese tipo de cosas.

El gendarme Montoya es uno de esos “fontaneros” que desde los tiempos de Mitterand se encargan de las tareas más sucias, esas de tipo encubierto que sólo se descubren al cabo de muchos años.

No sabemos lo que dirán ante los peleles del Tribunal Penal Internacional, pero ante una juez francesa el general Michel Masson, director de la inteligencia militar, reconoció que una empresa de Montoya llamada Darkwood contrató los Sujoi que llevaron a cabo el bombardeo de Bouaké.

Entonces, la pregunta es bien sencilla: ¿a qué viene esta farsa contra el bueno de Gbagbo en el Tribunal Penal Internacional?


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