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Con la Primavera Árabe el imperialismo desestabilizó Oriente Medio

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La llamada Primavera Árabe en 2010 y el estratégico asesinato de Muamar Al Gaddafi en 2011 habrían supuesto el inicio de una nueva ofensiva para desarticular el mundo islámico con ideas subversivas vía internet y la financiación, armas y apoyo logístico de la inteligencia occidental a grupos extremistas, dijo el escritor y periodista Daniel Estulin.

“La principal consecuencia de las revoluciones de colores ha sido la inestabilidad” ya que los numerosos conflictos que iniciaron en la región “permitieron que Estados Unidos y Europa librasen guerras a bajo coste a expensas de las poblaciones locales” y que “la Primavera Árabe se sirvió del Islam como excusa para atacar al Estado nación y a la civilización islámica en su conjunto”, explicó.

Con el reciente lanzamiento de su último libro “Fuera de Control”, el escritor pretende desenmascarar los verdaderos intereses de Estados Unidos y sus socios (Reino Unido, Israel y Arabia Saudí) en Oriente Medio y el norte de África.

En opinión del escritor, nominado al premio Nobel de la Paz 2015 y al Pulitzer de 2014 por su anterior bestseller “The Coming Age Of Human Deconstruction”, los Estados “débiles o con economías pobres suelen ser los más vulnerables a estas tácticas” lo que motivó que “ese tipo de revoluciones se organizasen, principalmente, en países con importantes recursos naturales o en los que tienen una valiosa posición estratégica y adoptan una política exterior independiente”.

Según Estulin, Túnez, Libia, Egipto, Argelia, Malí, Mauritania, Nigeria, Níger, el Chad, Sudán, Somalia, Siria, el Líbano, Yemen, Omán y Baréin “están al borde del colapso a causa de los efectos de lo ocurrido en Libia”. El escritor considera que los 70.000 documentos analizados en su libro demostraron que existió una nítida relación entre los líderes de la guerra en Libia y las agencias de inteligencia de los Estados Unidos algo que podría explicar la situación actual en Siria con Al Nusra, Al Qaeda y el Califato Islámico.

“El grupo Ansar al Sharia, liderado por Abu Sufian bin Qumu, un antiguo preso de Guantánamo vinculado a Al Qaeda; el grupo Escudo de Libia, liderado por Wisam bin Hamid (identificado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos como jefe de Al Qaeda en Libia), y la Brigada 17 de Febrero, encargada de velar por la seguridad de la misión, y capitaneada por Ismail Sallabi, no solo fueron dirigidos por el Grupo Combatiente Islámico Libio (GCIL), afiliado a Al Qaeda, sino que habrían sido financiados y armados por el Gobierno de Estados Unidos, en alianza con Gran Bretaña y Arabia Saudí”, detalló.

Para el escritor, la red de alianzas wahhabitas y takfiríes ensayada en Libia a través del GCIL no solamente habría servido para eliminar al problemático Gadafi, última esperanza en el norte de África para mantener una postura independiente de la región frente a Occidente, sino que este “fue uno de los grupos que se cree que planeó el atentado suicida de Casablanca en mayo de 2003 y que tiene sólidos vínculos con quienes estuvieron detrás de los atentados terroristas de Madrid en 2004”.

Fuente: http://es.abna24.com/cultural/article-day/archive/2015/11/11/719537/story.html

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