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El origen de la fobia contra Rusia

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Hay fenómenos en la historia que no tienen un explicación sencilla, entre ellas las fobias. Si las fobias de cada cual son una materia especializada de la sicología, las colectivas tienen un encaje aún más difícil. ¿Por qué tenemos manía a los judíos?, ¿y a los gitanos?, ¿y a los homosexuales?

Las fobias son todavía más complejas cuando no son recientes, sino que se arrastran desde hace siglos. Alguno dirá que tenemos fobia a los gitanos porque somos racistas, pero entonces ¿por qué somos racistas? La fobia a los judíos, ¿es porque practican una religión diferente? ¿Cuál es el motivo de la fobia a los homosexuales?

Además toda esas fobias suelen ir juntas en las mismas personas, lo cual hace la explicación aún más difícil.

La campaña antirrusa que tiene su manantial en la Casa Blanca y los medios de Estados Unidos parece comprensible porque creemos que ha surgido recientemente, pero no es así. La explicación no puede estar en la URSS, que durante la Guerra Fría ya tuvo su propia paranoia, explicable por la naturaleza socialista del país, por la proliferación armamento nuclear y por otros motivos.

También es explicable la fobia de renegados, como los trotskistas y otros, que homologaron la URSS a las demás potencias imperialistas, e incluso inventaron un nuevo concepto, el socialimperialismo, para hacer más digerible sus manías. “No hay peor cuña que la de la propia madera”, dice el refrán.

Pero hoy todo eso tiene -debería tener- muy poco sentido. No se trata sólo de que la URSS haya perdido su carácter de clase sino que todos los países del Telón de Acero tampoco son lo que antes fueron. Ni siquiera territorialmente Rusia tiene la extensión que tenía. De la URSS han surgido nada menos que 15 nuevos países, de muchos de los cuales antes ni siquiera sabíamos de su existencia.

Rusia ha heredado la fobia anticomunista, que se ha metamorfoseado. No hace mucho que Kissinger (sí, nada menos que Kissinger) criticó a la Casa Blanca y a los medios de su país diciendo que su política antirrusa es la ausencia de toda política. Por consiguiente, si no es algo que tenga que ver con la política, tendrá que ver con la sicología, con las fobias, las paranoias, las manías persecutorias y los trastornos obsesivo-compulsivos.

Hasta ahora creíamos que esa fobia, a diferencia del antisemitismo, tenía un origen reciente, pero resulta que no es así. El suizo Guy Mettan lo remonta a los tiempos de Carlomagno y por eso titula su libro: “Rusia-Occidente, una guerra de mil años. La rusofobia de Carlomagno a la crisis ucraniana”.

Mettan tiene una larga carrera periodística y política en su país. Es diputado, presidió el Gran Consejo de Ginebra y fue redactor-jefe del diario Tribune de Genève.

Según él, aunque la rusofobia actual es diferente en cada país, se alimenta de la misma paranoia impulsada por Brzezinski cuando fue consejero de seguridad nacional en Washington de 1977 a 1981. A partir de entonces se ha convertido en el pensamiento único, aunque lo de “pensamiento” es mucho decir. No hay más que comprobarlo en las múltiples caricaturas que de Putin que viene haciendo la prensa imperialista. Dan para un buen tratado de siquiatría.

Igual estamos equivocados con aquello de “construir el socialismo en un solo país” porque tanto la URSS como Rusia nunca fueron un país sino -posiblemente- un continente situado en medio de otros continentes. Seguramente Rusia es ese continente que aún no hemos descubierto. Lo mismo que Cristóbal Colón, hablamos de Cipango cuando queremos decir América, o sea, que no sabemos ni de lo que estamos hablando.



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