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Cómo se inventó la mentira del genocidio de Pol Pot en Camboya (1)

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André Vltchek

En cuanto entramos en la pequeña ciudad de Anlong Veng, en el límite de las montañas de Dangrek, en el noroeste de Camboya, comienza a llover. La lluvia es fuerte pero, después de todo, es una lluvia tropical y termina tan bruscamente como empezó.

Atravesamos un puente sobre un pantano y, de repente, frente a nosotros aparece un lago, hermoso e inquietante a la vez.

"Hace algunos años fue el último bastión de los Jmeres Rojos", explica mi amigo Song Heang. "Entonces era imposible llegar hasta aquí en coche como hoy tan fácilmente. No había casas en los alrededores. Y el lago era como un pantano, imposible de atravesar".

Hemos recorrido todo el camino hasta aquí para visitar el campamento del último jefe militar de los Jmeres Rojos, Ta Mok, el jefe del ejército, conocido como el "Hermano Número Cinco" o el "Carnicero". Aquí es donde vivió y desde donde mandaba sus tropas.

Ta Mok, el brazo derecho de Pol Pot. Ta Mok, que dividió al movimiento poniendo a Pot bajo arresto domiciliario y a quien, muy probablemente, envenenó. Ta Mok, que dirigía un ejército de varios miles de partidarios de los Jmeres Rojos entre 1979, cuando las fuerzas vietnamitas derrocaron su movimiento del poder, y 1999, cuando fue capturado por las fuerzas gubernamentales. Ta Mok murió estando detenido en 2006 sin haber sido juzgado ni condenado.

San Reoung, el responsable de la seguridad personal de Ta Mok, el guardaespaldas que vivió con él durante años, nos espera.

Le falta la pierna izquierda, algo común entre los civiles y los combatientes camboyanos de su edad. Ta Mok también había perdido una pierna en combate.

Sólo hay una cosa que me gustaría saber de él: ¿hasta qué punto los Jmeres Rojos eran comunistas?, ¿fue esta ideología, la ideología marxista, la que atrajo a humildes campesinos a las filas del movimiento?

San Reoung piensa un momento y luego responde sopesando cada palabra:"Realmente no era un asunto de ideología, no sabíamos mucho. Yo, por ejemplo, estaba muy encolerizado con los americanos. Me convertí en soldado a la edad de 17 años. Y mis amigos también estaban muy encolerizados. Se unieron a los Jmeres Rojos para combatir a los americanos y, en particular, la corrupción de su títere, el dictador Lon Nol en Phnom Penh".

Antes de que los Jmeres Rojos tomaran el poder, ¿la gente del campo era consciente de lo que estaba sucediendo en la capital?

"Por supuesto que lo eran. Por el enorme apoyo y el dinero que Estados Unidos dio al corrompido régimen de Lon Nol. Todo el mundo sabía a dónde iba el dinero: un sinnúmero de fiestas suntuosas, prostitutas de fantasía... Los bombardeos americanos habían aplastado nuestros campos bajo las bombas. Cientos de miles de personas murieron. La gente se volvió loca, estaba indignada. Y fue eso lo que hizo que muchos de ellos se unieran a los Jmeres Rojos".

"¿No fue a causa de la ideología marxista?", pregunto de nuevo.

San Reoung responde de inmediato:"No, claro que no. La gran mayoría no tenía ni idea de lo que era el marxismo, nunca habían oído hablar de él".

Visito el campamento de Ta Mok. Entro en un viejo vagón, un centro móvil de comunicaciones utilizado por Pol Pot algunas décadas antes. Ahora está vacío y oxidado. Todo el campamento se convirtió en una especie de museo informal. Rechazo la invitación para ir a visitar los antiguos barrios en los que vivió Ta Mok. No tengo ningún interés en ello.

En cambio, observo el lago durante un buen rato.

Después de haber trabajado durante muchos años en esta parte del mundo, he llegado a comprender que todas las respuestas a las preguntas importantes acerca de Camboya y su pasado se encuentran en el campo. Durante décadas Occidente ha logrado corromper a Phnom Penh, comprando a casi todas las personas influyentes de allí para que repitieran y refinaran un relato falsificado y estereotipado.

Las ONG, los periodistas: todos hablan alto y claro del genocidio "comunista" en Camboya. Se ha convertido en un empleo bien remunerado, la fuente de un flujo interminable de financiación, una mentira compleja apoyada por la maquinaria de propaganda de las universidades occidentales y la prensa.

Los Jmeres Rojos fueron una fuerza bruta, por supuesto pero, sin duda, no un monstruo genocida "comunista". Y no cayeron del cielo.

Le pregunto a Song Heang si lo que hemos oído en Anlong Veng es exacto. Poco a poco vamos ganando velocidad en la carretera del templo de Preah Vihear, donde lucharon y corrió la sangre, en la frontera entre Camboya y Tailandia.

Song Heang trabaja para una modesta organización benéfica australiana que construye pequeñas bibliotecas rurales para niños. Detesta a los Jmeres Rojos. Pero reconoce de inmediato que nunca hubo "comunistas" en ellos.

Tiene un buen carácter, con un temperamento ecuánime: "De niño yo vivía en la ribera del río Mekong, en el pueblo de Prek Tamak, a 65 kilómetros de Phnom Penh. Cuando los americanos bombardearon, todo se detuvo y la gente se quedó petrificada... Utilizaron aviones muy rápidos, aviones de caza; y la población local les llamaba 'amich': los rápidos... Entonces mucha gente se unió a los Jmeres Rojos. No sabían lo que era el comunismo. Todo lo que sabían era el horror del gobierno pro-occidental en Phnom Penh".

Le pregunto: "¿Por qué la población de Phnom Penh no cesa de repetir que Pol Pot llevó a cabo un 'genocidio comunista'?, ¿Por qué, como en el resto del sudeste de Asia, han demonizado a China?, ¿Y por qué Vietnam también está endemoniado?"

"Somos un país muy pobre", dice Song Heang. "Y si la gente de Phnom Penh toca el dinero, pues bien, les encanta ese dinero, eso es todo, y dicen exactamente lo que les pagan por decir. Y Estados unidos y la Unión europea ponen sobre la mesa mucho dinero cuando quieren obtener ciertas declaraciones".

Fuente: André Vltchek, Cambodia and Western Fabrication of History, CounterPunch, 1 de agosto de 2014. Nacido en Leningrado en 1963, Vltchek es novelista, cinesta y periodista. Durante años ha sido corresponsal en numerosas guerras en África y el sudeste asiático. Su último libro es "La lucha contra el imperialismo occidental".

Cómo se inventó la mentira del genocidio de Pol Pot en Camboya (2)

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André Vltchek

Actualmente en Phnom Penh hay nuevos centros comerciales y un sinnúmero de vehículos de lujo, nuevos o usados, para los muy ricos y los muy corruptos.

La ciudad está totalmente comprometida en el camino del capitalismo, un poco como en Yakarta, otra pesadilla urbana de Asia. Excepto que al menos Phnom Penh dispone de algunos impresionantes chalets coloniales franceses, hermosos bancos creados a lo largo del río, así como galerías y museos, muchos de los cuales son de alta calidad.

Pero su aglomeración de aproximadamente 2,2 millones de habitantes, no tiene red de transporte público (salvo un par de autobuses), y sus sistemas de salud pública y educación están en un estado espantoso.

Desde hace muchos años, el primer ministro dictatorial y brutal, Hun Sen, un antiguo comandante de batallón de los Jmeres rojos, es un campeón del "libre mercado y la democracia liberal pluripartidista". Aunque le crítica periódicamente por diversas violaciones de los derechos humanos, Occidente se muestra satisfecho en general con su"fundamentalismo" de mercado, tal y como se aplica en el país, así como con la casi ausencia de políticas sociales coherentes.

Durante años, he visto cómo un gran número de "asesores", en particular de la Unión Europea, "conformaban el rumbo" de la economía de Camboya y la sociedad camboyana en general.

Eso, por supuesto, incluye también su historia. Esos consejeros dicen ciertas cosas en público y otras cuando las puertas están cerradas.

Hace ocho años escribí: "En uno de los cafés frecuentados por expertos extranjeros, la atmósfera es relativamente relajada. Los funcionarios de Naciones Unidas y Estados Unidos beben cerveza, sujetando de la mano a su 'segunda esposa' local; se relajan después de una dura jornada de trabajo en esta caótica capital. Realizan varias tareas en este país que una vez estuvo marcado por algunos de los peores actos de violencia experimentada por la especie humana. Algunos están a cargo del desminado de los campos; otros están tratando de convencer a la población local de que entregue sus armas, que todavía son numerosas y son una de las razones de la alta tasa de criminalidad".

Pero muchos de ellos están aquí para asesorar al gobierno y a un sinnúmero de ONG sobre la manera de gestionar la economía y el Estado. Está claro que la mayor parte de las veces este tipo de consejos son "proyectos" basados exclusivamente en teorías favorables al libre mercado. Como resultado, sólo una proporción muy pequeña de los beneficios del crecimiento económico se encuentra en los bolsillos de los pobres que, sin embargo, son la gran mayoría de los camboyanos.

El humo de la marihuana se balancea perezosamente en el aire húmedo y viciado. Después de varios años en Camboya, estos expertos se han vuelto duros y cínicos; para ellos cada día es una lucha. Para lograr cualquier cosa en este país, es necesario corromper y atar compromisos. El lenguaje educado se ha olvidado totalmente; las conversaciones son brutalmente directas y francas.

Los clichés comunes, reservados para el público de Estados Unidos y Europa, son el blanco de la burla y el desprecio abierto durante estas reuniones informales.

"¿Que los Jmeres rojos han matado a más de un millón de camboyanos? ¡Imposible!", se sorprende uno de los europeos de mediana edad que ha vivido y y trabajado en este país durante más de diez años."No tenían capacidad para matar a mucha gente. Por supuesto que entre uno y dos millones de personas murieron entre 1969 y 1978, pero este número incluye a las 500.000 personas o más masacradas por el tapiz de bombas de Estados Unidos antes de que los Jmeres Rojos tomaran el poder".

"La mayoría de las personas murieron de hambre y enfermedades", continúa. "Además, las terribles masacres no tuvieron lugar como consecuencia de la ideología comunista de los Jmeres Rojos. Las cosas no se situaban a ese nivel. Los bombardeos masivos de Estados Unidos y la brutal dictadura de Lon Nol, apoyada por Occidente, lanzaron a unos contra otros en la población local. Mataron por venganza, no sobre una base ideológica. Los campesinos se volvieron locos a base de soportar aquellos bombardeos sistemáticos de los B-52. Muchos fueron torturados, masacrados y muchos otros han 'desaparecido' durante el reinado de Lon Nol. La población del campo odiaba a la población de la ciudad, a quienes acusaban de todas sus desgracias y de todos los horrores que tuvieron que soportar. Y la mayoría de los soldados y de los cuadros del Jmer Rojo procedían del campo".

A sólo ochocientos metros del café y de las conversaciones casi "marginales" de estos expatriados endurecidos, el museo de Tuol Sleng (museo del genocidio), instalado en una antigua escuela de secundaria, narra la historia de la desenfrenada brutalidad y el sadismo de los cuadros de los Jmeres Rojos. En 2009, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) inscribió el museo de Tuol Sleng en el Registro de la "Memoria del Mundo".

Después del 17 de abril de 1975 las aulas de la escuela secundaria Tuol Svay Prey se convirtieron en el principal centro de  interrogatorio y tortura de los Jmeres Rojos, conocido como la cárcel de Máxima Seguridad 21, o simplemente S-21. Aquí es donde los hombres y las mujeres fueron encadenados y golpeados, a las mujeres les arrancaron los pezones con pinzas y les aplicaron cables eléctricos en los órganos genitales. Después de la confesión (y no tenían más remedio que confesar, para detener la insoportable tortura), la mayoría de los hombres, mujeres y niños que pasaban por esta institución del horror terminaban en el campo de exterminio de Choeung Ek, donde la ejecución era casi segura. Se dice que 20.000 personas murieron después de haber sido interrogados en S-21.

En un intento loco por dar una estructura a la barbarie, el Jmer Rojo documentaba cada caso, fotografiando a todos los hombres y las mujeres detenidos inmediatamente después de su detención, antes de la tortura, y luego tomaban fotos de algunos después de su salvaje interrogatorio.

Algunas de las imágenes más terroríficas son las que ha creado Vann Nath, un pintor y ex preso en S-21, uno de los pocos que consiguió sobrevivir, debido a su talento y su capacidad para dibujar halagadores retratos de Pol Pot y los diversos funcionarios que estaban a cargo del centro de interrogatorios. Después de la invasión vietnamita, Vann Nath llevó al lienzo sus más aterradores recuerdos: un mosaico que representa la barbarie y la brutalidad sin sentido de los interrogadores; una madre cuyo bebé es asesinado frente a sus ojos, un hombre cuyas uñas han sido arrancadas con pinzas, una mujer a la que le han cortado sus senos.

Pero en una conversación que tuvimos hace quince años incluso Van Nath insistió en que los Jmeres Rojos mataron a unas 200.000 personas en el transcurso del período en que estuvieron en el poder, una cifra que menciona también en su libro "En el infierno de la prisión de Tuol Sleng: La inquisición del Jmer Rojo en palabras e imágenes" (título original: "Retrato de una cárcel camboyana: un año en el S-21 de los Jmeres Rojos", White Lotus Press).

Entre la mayor parte de los supervivientes jmeres con los que he hablado hay consenso en estimar que la mayoría de las personas no murieron a causa de la ideología comunista, ni por órdenes directas emitidas desde Phnom Penh con el fin de exterminar a millones de personas, sino porque los dirigentes y cuadros locales en las provincias perdieron los papeles, y acometieron venganzas personales contra la población urbana deportada y las"elites" a las que acusaron a la vez de los salvajes bombardeos americanos del pasado y del apoyo a la dictadura pro-occidental de Lon Nol, tan corrupto como feroz.

No cabe duda de que la gran mayoría de aquellos que murieron durante este período (entre uno y dos millones de personas) fueron víctimas de los bombardeos de Estados Unidos, el hambre relacionada con esos bombardeos y el hecho de convertirse en desplazados interiores (aproximadamente 2 millones de personas se han convertido en refugiados dentro de su propio país, con falta de atención médica, alimentos y tener que soportar unas condiciones de vida abominables).

Los medios de comunicación occidentales de gran audiencia no mencionan sino muy rara vez el hecho de que un número significativo de personas desaparecieron bajo el tapiz de bombas de Estados Unidos. Pero en el entorno universitario se sabía que desde mayo de 1969 la Fuerza Aérea de Estados Unidos había bombardeado secretamente Camboya utilizando B-52. A eso se le llamó "Operación Menú" (desayuno, comida, cena, merienda, postre y cena). E incluso hoy sabemos, por nuevas pruebas obtenidas por la desclasificación de documentos (en 2000 bajo el gobierno de Clinton), que la Fuerza Aérea ya había comenzado a bombardear las zonas rurales de Camboya, a lo largo de la frontera con Vietnam del sur en 1965 con el gobierno de Johnson. Los "Menús" que llegaron a continuación no fueron más que una escalada brutal en el asesinato en masa de civiles indefensos.

Ante la derrota en Vietnam en 1973, se llevó a cabo un despiadado "tapiz de bombas" para apoyar el régimen de Lon Nol. El historiador David P. Chandler escribió: "Cuando al final del año el Congreso de Estados Unidos puso fin a la campaña militar, los B-52 habían lanzado más de medio millón de toneladas de bombas sobre un país con el cual Estados Unidos no estaba en guerra, más de dos veces el tonelaje lanzado sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial".

La guerra en Camboya fue conocida como "la atracción" por los periodistas que cubrían la guerra de Vietnam y los políticos americanos en Londres. Sin embargo, los bombardeos americanos sobre Camboya superaron en intensidad a todo lo que se llevó a cabo en Vietnam; en 4 años mataron a casi 500.000 soldados y civiles en el territorio de este pequeño país. Como he mencionado anteriormente, esto también fue debido a que alrededor de 2 millones de refugiados habían huido del campo a la capital.

La barbarie de los bombardeos, el desplazamiento de millones de personas y el resentimiento contra el régimen pro-occidental corrompido en Phnom Penh, allanaron el camino para la victoria de los Jmeres Rojos y una feroz campaña de venganza.

No fue un"genocidio comunista"; el Imperio fue el que asesinó a millones de víctimas en Indochina, con total impunidad y sin ningún respeto por esa "despoblación"; la venganza ciega y brutal de aquellas personas desesperadas que lo habían perdido todo llegó después.

Fuente: André Vltchek, Cambodia and Western Fabrication of History, CounterPunch, 1 de agosto de 2014. Nacido en Leningrado en 1963, Vltchek es novelista, cinesta y periodista. Durante años ha sido corresponsal en numerosas guerras en África y el sudeste asiático. Su último libro es "La lucha contra el imperialismo occidental".

Cómo se inventó la mentira del genocidio de Pol Pot en Camboya (y 3)

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André Vltchek

Voy a la plaza del mercado, a un paso de los restaurantes, a 50 kilómetros de Phnom Penh, en el río Bassac. He llegado con mi chófer y un intérprete, que es un antiguo experto en remoción de minas y ha trabajado para el CMAC (centro camboyano de acción contra las minas).

Estamos frente a dos ancianas, todas ellas septuagenarias y no muy de lejos de los 80 años.

En Phnom Penh, casi nadie está dispuesto a hablar acerca de las atrocidades cometidas por Estados Unidos. Pero en todo el país, en el campo, la población aún está indignada y, al mismo tiempo, muy agradecida a todos aquellos que están dispuestos a escucharles.

Puedo ver las lágrimas en los ojos de una de las mujeres. Su nombre es Tang Vilim, es una vendedora. Comienza su breve discurso, su lamento, hablando rápidamente, como si tuviera miedo de que paráramos y nos fuéramos a marchar:

"Perdí a mis seres queridos durante el bombardeo de 1972. ¡Todavía siento rabia, indignación! Todavía estoy esperando respuestas, a pesar del tiempo transcurrido. Quiero saber por qué. ¿Por qué Estados Unidos lanzó aquellas bombas sobre nosotros. ¡Mataron a tanta gente sus bombas! Yo todavía lo recuerdo: era una mujer joven entonces, ahora tengo 76 años de edad. ¿Qué habíamos hecho? ¿Cuál fue nuestro pecado? Hasta ahora... hasta ahora, dondequiera que vaya, aquello ¡nunca me deja tranquila! Continúo planteándome a mí misma esas mismas preguntas en mi espíritu".

Y el mismo lamento en la segunda anciana:

"La gente todavía no entiende... Quieren saber por qué. ¡Quieren que el gobierno de Estados Unidos asuma su responsabilidad! Hay cráteres por todo el país. Algunos están llenos pero otros aún están abiertos. Este país está lleno de cráteres".

Vamos más lejos, hasta la frontera con Vietnam; hasta el punto de cruce del río Bassac, en Chrey Thum.

Justo al lado del puesto fronterizo hay varios cráteres, pero a los guardias no les gusta hablar de este asunto. Caminamos a lo largo de la frontera y mi guía se acuerda una vez más de la época en la que él trabajaba para las instituciones de desminado:

"Camboya está plagada de bombas, 'granadas' y minas. Algunas datan de la época de los Jmeres Rojos, pero la mayoría son restos de aquellos tapices de bombas arrojadas por la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Usted puede encontrarlas por todas partes, desde aquí a las regiones occidentales del país, alrededor de Siem Reap y al norte..."

Es comprensible, este tema es explosivo y siempre suscita arrebatos apasionados y lágrimas.

A nuestro regreso a Phnom Penh, me acoje uno de los dirigentes del hotel La Plantation. Ya es de noche, pero había oido hablar de mi trabajo en el campo y ha decidido esperarme.

"Creo que lo que ustedes hacen es muy importante", comienza."Debemos tratar de entender por qué nuestro país ha sido bombardeado tan duramente. En mi pueblo natal cayeron tantas bombas, hay tantos cráteres. Se lo ruego, si usted tiene tiempo vaya allá: al pueblo de Chea Lea, en la comuna de Chealea, Bateay distrito, provincia de Kampong Cham..."

Al otro extremo del mundo, en Toronto, Canadá, un eminente abogado internacional, Christopher Black, ha escrito este artículo en respuesta a lo que se ha dicho sobre las víctimas en Camboya:

"Los procesos por crímenes de guerra contra los dirigentes del Jmer Rojo, que son promovidos por Estados Unidos, son juicios farsa para estigmatizar de nuevo a los comunistas y utilizarlos como chivos expiatorios para los millones de camboyanos que fueron asesinados por los bombardeos americanos sobre ese país. Lo que necesita el mundo es procesar a los dirigentes y funcionarios estadounidenses que cometieron crímenes de guerra al bombardear masivamente Vietnam, Laos y Camboya (tuvimos el Tribunal de Crímenes de Guerra de Bertrand Russell, en los años 70, pero no pudo ejecutar sus sentencias)".

A finales de julio de 2014, el tribunal apoyado por las Naciones Unidas celebró una audiencia preliminar para dos antiguos altos dirigentes de los Jmeres Rojos: el Jefe de Estado, Khieu Samphan, de 83 años de edad, y Nuon Chea, de 88 años de edad, el brazo derecho de Pol Pot.

Por supuesto, nadie es tan ingenuo como para esperar que los dirigentes de Estados Unidos puedan ser juzgados algún día por el asesinato de millones de personas en el conjunto de Indochina.

Geoffrey Gunn, un eminente historiador australiano, autor de muchos libros sobre Asia y profesor emérito de la Universidad de Nagasaki, está dispuesto en la actualidad a resituar a los Jmeres Rojos en su contexto histórico.

Para cerrar el período tal como sucedió, el 12 de julio de 2014, en una ceremonia a la que asistieron la Reina Mónica, viuda de Sihanuk, el actual Rey Sihamoni, el primer ministro, Hun Sen, los miembros del gabinete y diplomáticos extranjeros, las cenizas del padre del Rey fueron enterrados en una "stupa" [NdT: arquitectura budista que se encuentra en Asia, que es a la vez una evocación sin representación de Buda y un monumento para conmemorar su muerte. Muchas de estas estructuras contienen reliquias] del Palacio Real.

Cuando condujo a su país a la independencia en 1954, la política exterior neutral de Sihanuk no resultó aceptable para Washington. Después del golpe de estado en Phnom Penh, en marzo de 1970, apoyado por Estados Unidos, el secretario de Estado americano Henry Kissinger y el presidente Richard Nixon desencadenaron sobre el campo y el pueblo de Camboya, la ofensiva de bombardeos más intensa y letal de la historia humana. Hasta el punto de que desde el cielo esta tierra, que normalmente es verde, parecía un paisaje lunar en ruinas un par de años después.

En consecuencia, Sihanuk aprobó la guerrilla apoyada por el mundo rural (los Jmeres Rojos), teóricamente marxistas, pero fanáticos en su rabia hasta tal punto que convirtieron al país en un vasto "campo de masacres".

La rueda de la historia ha girado, pero ¿cuáles son las lecciones que se pueden aprender si no es que hay que hacer justicia plenamente, no sólo en los tribunales extraordinarios (el "tribunal de genocidio" de Phnom Penh, apoyado por la ONU), sino también para acusar a todos los culpables, cualquiera que sea su origen.

El libro de Albert J.Johnman, "El caso Camboya, genocidios contemporáneos: causas, casos, consecuencias", define el movimiento en los siguientes términos:

"La ideología de los Jmer Rojos combina elementos del marxismo con una versión extrema de nacionalismo y xenofobia jmer. Se mezclan una idealización del imperio de Angkor (802-1431) y un miedo existencial por la supervivencia del estado camboyano, que históricamente había sido liquidado por las intervenciones de vietnamitas y siamesa..."

Este "elemento marxista" se refiere principalmente a la cúpula de la organización, en particular a Pol Pot, que se había radicalizado en los cafés parisinos, aunque no es fácil saber hasta qué punto estaba bien versado en la teoría marxista. En general, el rendimiento académico en Francia había sido tan lamentable que nunca se había acercado, siquiera de lejos, a la obtención de un diploma, y se vio obligado a regresar a Camboya sin graduarse. A pesar de todo, como señala Geoffrey Gunn, algunos miembros del círculo de París, como Khieu Samphan, Hu Nim, Hu Yuon, Phou Chlou (el secretario de Pol Pot) fueron capaces de elaborar tesis sobre economía política; sin embargo, los Jmeres Rojos estuvieron lejos de ser versados en ninguna ideología.

De mi entrevista con un eminente profesor de la Universidad de Beijing (que no quiere que su nombre aparezca) es claro que en realidad China nunca acogió la etiqueta de "maoísta" de los Jmeres Rojos sino de una manera muy restringida:

"De alguna forma era vergonzoso... tanto su teoría y su práctica, tales como, por ejemplo, su decisión de enviarnos arroz mientras su propia gente moriría de hambre..."

El antiguo director de "Reuters" en Irak, el periodista de investigación británico, Andrew Marshall, se estableció en Phnom Penh. Tiene una opinión clara acerca de los Jmeres Rojos y de la manera en que la propaganda occidental y asiática los presentaron, a sabiendas, de una manera distorsionada:

"El movimiento Jmer Rojo jamás fue ni socialista ni comunista. Se creó sobre un auténtico odio de los pobres hacia las élites de Phnom Penh, que siempre les había tratado como basura. Y se construyó sobre un enorme resentimiento hacia Estados Unidos, que bombardearon Camboya como nunca antes ningún país había sido bombardeado. Fue un movimiento creado por la furia popular. Los que habían sido víctimas se convirtieron en verdugos, con el único deseo de destruir a las 'élites'. Las familias que habían sido aplastadas, asesinadas, querían venganza... Y cuando lo hicieron el Jmer Rojo se convirtió en el 'ejemplo' utilizado por las élites del sureste de Asia para demonizar el poder popular; ocurrió en Tailandia  especialmente, pero no sólo allá".

Finalmente, se desató una propaganda occidental sin restricciones, instrumentalizaron a los Jmeres Rojos hasta el punto de convertirlos en uno de los pilares de su cruzada anticomunista mundial.

Una fuerza rural simple, ebrios de frustración, harapienta y sin ninguna instrucción, que no era otra que la fuerza de las víctimas del tapiz de bombas, de las torturas y desplazamientos forzados, los Jmeres Rojos fueron "elevados" a la categoría de máquina de matar comunista, tan mítica como perfecta.

Sin embargo, la paradoja subsiste: no fue China ni ningún otro país comunista los amigos más cercanos de los Jmeres Rojos durante sus últimos años; fue Estados Unidos, entonces en plena Guerra Fría contra el bloque soviético, así como en plena guerra de terror contra Vietnam y Laos. Después de distanciarse del leninismo y abrazar, al menos teóricamente, el maoísmo, Washington dio a los Jmeres Rojos un apoyo diplomático pleno, así como otras formas de apoyo.

Después de que Vietnam liberara Camboya, tras la ofensiva de la Navidad de 1978, salvando quizá millones de vidas, el gobierno de Estados Unidos adoptó una posición que resultó decisiva, "exigiendo el regreso del gobierno legítimo" a Phnom Penh. Ese gobierno legítimo no era otro, a los ojos de Washington, que el de los Jmeres Rojos.

Sólo entonces se produjo la errónea invasión de castigo de Vietnam por China, seguida de la propaganda de antivietnamita, patrocinada por Occidente y, de hecho, fabricada por él.

Lograron blanquear completamente los crímenes contra la humanidad que Estados Unidos había cometido en Camboya. Mientras en el campo las personas conservan la memoria todavía lúcida, Phnom Penh ha olvidado convenientemente todos esos crímenes.

Mientras Andrew Marshall y yo estábamos almorzando juntos en Phnom Penh, con una estrella del periodismo local, la señora Bopha Phorn, Andrew le preguntó sin rodeos: "¿Que nación es la que el pueblo de Phnom Penh odia más?"

Sin dudarlo respondió: "La vietnamita".

Lo hago casi cada dos años. Vengo a Camboya y busco respuestas. Alquilo un coche y los servicios de un intérprete, y me hundo muy profundo en medio del campo.

Casi nadie lo hace. La mayoría de los "trabajos universitarios", así como el enfoque de los "periodistas de investigación" se hace en los bares y oficinas de Phnom Penh, así como la mayoría de los trabajos similares sobre Indonesia, hechos en Yakarta y Bali.

Fuera de la capital, la gente es abierta y está dispuesta a hablar. De hecho, tienen una necesidad desesperada de hablar. Y contrariamente a Phnom Penh, donde la gente sólo pregunta pero sufren para dar una respuesta, la gente de campo de Camboya sabe lo que tiene que contestar.

En julio de 2014, mientras íbamos hacia Anlong Veng, hice un experimento: le peddí a mi amigo que nos detuviéramos en cualquier aldea a lo largo de la carretera, a unos 100 kilómetros de la capital. Sólo más tarde descubrí que el nombre de el lugar en donde habíamos interrumpido nuestro viaje esta vez era Prei Saak.

Entramos en aquella humilde aldea y le pregunté a la primera mujer, que conocimos en un estrecho sendero que conduce al campo, si todavía había minas o bombas en la zona.

"Por supuesto", contestó ella. Su nombre era Señora Leun. "Hace dos días volaron 8 minas. Una institución de desminado... Desde entonces se han encontrado más incluso. Aquí, los niños pueden llevaros".

¿Fue herido algún pariente suyo?

"Mi marido tuvo un accidente. Y mi cuñado quedó herido. Estaba desbrozando un poco el bosque para la siembra de yuca y algo explotó bajo de sus pies, y ha perdido una pierna. Mi marido tenía la cara y el cuerpo destruido por una explosión, hace un par de años".

Yo le pregunté si eran "granadas" estadounidenses que se conservan en los campos desde los bombardeos masivos de Camboya, o si se trata de minas de tierra dejadas por los Jmeres Rojos.

No estaba segura. Pensó que se trataba de material americano, pero no podía estar segura de ello.

Lo cierto es, por el contrario, es que casi cada ciudad y pueblo de este país sufre desde hace décadas, desde que que Estados Unidos lanzara su monstruosa campaña militar de desestabilización.

En 2006 alquilé un coche robusto con conductor y traductor (la misma persona que desempeña las dos funciones al mismo tiempo) que me habían recomendado; tomamos dirección hacia el sur, sobre la ruta 3, y luego fuimos todavía más hacia el sur por la 31, tan lejos como nos llevara, y giramos a la izquierda, a Vietnam. No es el paso principal de la frontera, ni siquiera un pasaje que se les permite usar a los extranjeros. No hay ninguna carretera asfaltada aquí, sólo un camino de tierra con baches profundos, rodeado de campos de arroz, con pueblos miserables y búfalos acuáticos. Ningún otro coche más que el nuestro ha circulado por la zona; los lugareños van a pie o se desplazan en bicicletas antiguas. Como en 2014, cuando he visitado otros pasos fronterizos en las zonas rurales de Vietnam, llovía, y el suelo del coche raspaba contra la arena. Mi chófer juraba que no tenía ni idea de lo que estábamos haciendo en este rincón perdido y abandonado por Dios.

Finalmente, llegamos al final de la carretera; un río perezoso, una ciudad tranquila, el último punto de control antes de la frontera, con un guardia somnoliento: Prek Kres. Pocos metros más allá estaban las casas de la primera aldea situada en territorio vietnamita.

En el pasado comenzaron aquí las primeras escaramuzas entre los Jmeres Rojos y Vietnam, y es uno de los puntos por donde el ejército vietnamita invadió Camboya, sin duda, salvando a varios millones de personas de una muerte segura, como ya he mencionado anteriormente. Pero entonces Occidente decidió considerar esta acción como una invasión y una ocupación, invirtiendo todos los hechos. En el clima de guerra fría que imperaba en ese momento, y desde el punto de vista de sus intereses geopolíticos, para Estados Unidos fue preferible sacrificar un par de millones de vidas camboyanas más que permitir ningún tipo de influencia vietnamita (y soviética) en la región.

No tuve problemas para encontrar al Señor Sek Cuuin, el alcalde de Prek Kres. Nos sentamos en la mesa, fuera de su casa, y parecía feliz de compartir sus recuerdos.

"Este enorme charco de agua que se ve en el medio de la carretera, es lo que queda del tapiz de bombas de los americanos", explicó. "Rellenamos el hueco pero cuando llueve siempre hay un charco de agua en este lugar, no sé por qué. Esta zona fue intensamente bombardeada durante la guerra por los B-52. Si usted se introduce en el campo podrá ver pequeños lagos en todas partes. Es lo que sucede tras las lluvias intensas. Esos lagos son cráteres de bombas".

Nos dimos una vuelta por el pueblo. Nos observan niños con los pies descalzos. La gente se reúne, pregunta qué diablos nos ha traído hasta aquí. Junto a un muelle primitivo hay vehículos de fortuna estacionados completamente tuneados para ser descargos de un barco mercante a otro una tradicional.

"Aquí siempre ha habido problemas", explica el alcalde. "Hubo escaramuzas fronterizas, bajo el régimen de Lon Nol y también después, cuando los Jmeres Rojos tomaron el poder en 1975. Vivían 700 familias en esta ciudad; de ellos 400 fueron reasentados a la fuerza en otro lugar. Cuando los Jemeres Rojos llegaron, salté al río y nadé para salvar mi vida. La mayoría de las 300 familias que se quedaron intentaron huir a Vietnam, y Prek Kres se convirtió en un pueblo fantasma, un puesto de avanzada del ejército de los Jmeres Rojos, que comenzaron a atacar a los pueblos vietnamitas más allá de la frontera".

"El ejército vietnamita cruzó esta frontera en 1979. Poco importa lo que digan ahora, casi todo el mundo fue feliz y dio la bienvenida a sus tropas. Aquellos que habían sobrevivido y habían permanecido en esta ciudad simplemente se alinearon a lo largo de la carretera y agitaron el brazo para animar a los soldados vietnamitas, y lloraron. Toda la región -el país entero- había quedado asolado, destruído por los Jmeres Rojos, como antes que ellos lo había sido por los bombardeos de Estados Unidos y por el desplazamiento de los refugiados. Los vietnamitas preservaron a esta nación de una aniquilación completa. Y cuando tomaron Phnom Penh, era obvio que los asesinatos en masa y la tortura iban a terminar. Pero ya sabe Usted lo que sucedió después; el reconocimiento se evaporó y el nacionalismo ganó terreno. Y los países extranjeros insistieron en que no fue una liberación sino una ocupación. Si usted repite lo que los dirigentes quieren escuchar, a usted le pagan. Pero puede Usted preguntar a cualquiera, excepto a los miembros de los Jmeres rojos, lo que sentían en 1978 y 1979: quedaron en libertad, fuimos salvados y, de repente, nos dimos cuenta de que podíamos sobrevivir".

Pregunté al alcalde cómo comparaba en la actualidad a Vietnam con Camboya. Después de todo, sobre el papel, Camboya es un ejemplo de éxito, la democracia pluripartidista. Él sonrió irónicamente:

"Sí, ahora tenemos muchos partidos políticos. Pero los partidos políticos no se comen, no llenan el estómago. Aquí todo está corrupto. El gobierno vietnamita ha logrado ofrecer un bienestar mayor a sus habitantes. Especialmente a los que son pobres, y en esta parte del mundo, casi todo el mundo es pobre. Todo lo que puedo decirle es que cuando tenemos hambre o estamos enfermos, no vamos a Phnom Penh, cruzamos la frontera y nos vamos a Vietnam. Ellos saben que somos jmeres pero no les importa; nos ayudan. Allá ellos creen que deben ayudar a quienes tienen hambre o están enfermos, independientemente de su nacionalidad. La gente de allí tiene un gran corazón".

Ahora estamos en 2014 y le planteo una pregunta a mi amigo Song Heang, mientras viajamos por la noche, a través de la campiña del oeste de Camboya.

"Dime: ¿mataron los soldados vietnamitas a los camboyanos en 1978 y 1979?"

"Sí", contestó él.

"¿Mataron a muchos?"

Permanece en silencio durante un buen rato. Reflexiona: "Era una guerra... Pero sinceramente: no, no muchos. Hubo un par de combates... La norma de los vietnamitas fue la de no atacar a los civiles".

"Entonces, ¿por qué?", pregunté. Pero los dos sabíamos que se trataba de una pregunta retórica.

En un momento dado, cuando nos acercamos a la medianoche, nos detuvimos en un oscuro pueblo para comprar agua y algo de frutas de la región.

Algo se rompe en Song Heang, y de repente comienza a hablar con voz alterada, movido por una emergencia:

"Usted no entiende, no sabe hasta qué punto este país es terrible en realidad... hasta qué punto se convirtió en terrible. Los ricos son tan ricos. Mientras que los pobres son tan pobres, y ahora no tienen ninguna educación, están en la ignorancia más absoluta, hasta el punto de que no saben nada de la corrupción y el hedonismo de las 'élites' en Phnom Penh. Una vez más la situación vuelve a ser similar a la de hace más de cuatro décadas. ¿Sabe lo que son las escuelas de aquí? A veces sólo hay un profesor para una clase de 100 alumnos. Y a la atención médica: aquí es simple, si usted es pobre, usted va a morir. Y algunas de nuestras 'familias tradicionales': amputan las piernas y los brazos a sus hijos, de sus bebés, y los llevan a través de la frontera, con esas terribles heridas e infectados, a Bangkok, a mendigar".

Durante un rato seguimos en silencio.

"¿Qué tipo de Camboya quieres?", le pregunto.

"Una Camboya donde los niños reciban una educación gratuita y de calidad, donde las personas reciban atención médica gratuita, donde la cultura sea importante y apoyada por el Estado, donde las personas sean iguales..."

"Es el socialismo", le digo. "Estamos hablando de una Camboya socialista o comunista..."

Él vacila. "¿De verdad?"

"Sí. Eso es lo que estamos tratando de construir en toda América Latina, en China..."

"Pero eso no es lo que los Jmeres Rojos trataron de lograr, ¿no?"

"Por supuesto que no", me responde.

Afuera se hace de noche.

"Ya veo... Eso no es lo que nos dice Occidente... Así que... según parece... todo está jodido", concluye.

Estoy de acuerdo con él.

Nos detenemos en el siguiente pueblo, vamos a comprar cerveza Angkor, y allí, en el arcén de la carretera, nos hacemos más filósofos, a la antigua manera de los soviéticos.

Fuente: André Vltchek, Cambodia and Western Fabrication of History, CounterPunch, 1 de agosto de 2014. Nacido en Leningrado en 1963, Vltchek es novelista, cinesta y periodista. Durante años ha sido corresponsal en numerosas guerras en África y el sudeste asiático. Su último libro es "La lucha contra el imperialismo occidental".

Algunos 'botines' de muestra

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Nicolás Bianchi

O "botones" de muestra de este gran bienhechor de la humanidad, el recién fallecido banquero Emilio Botín a quien rinde pleitesía los lamebotas de rigor tratando de confundir a este tiburón de las finanzas con un altruista benefactor de los desfavorecidos.

Fue el Banco de España quien "fabricó" el agujero de Banesto, tremendo agujero de 605.000 millones de pesetas, que nunca existió. El beneficiario: Emilio Botín y el Banco Santander que repartió unas generosas coimas entre altísimas autoridades. Fue este su gran salto adelante, la compra del Banesto de Mario Conde intervenido por el gobierno de Felipe González en 1993. El segundo gran golpe fue la fusión de BS con BCH (Central Hispano). La familia Botín al completo fue pillada con 2.000 millones de euros (no de pesetas, que serían unos 332.000 millones de pesetas) ocultos en Suiza en el banco HSBC. Todavía estaría oculto si no fuera por el informático del banco Hervé Falciani que entregó a la Hacienda francesa un CD con millonarias cuentas en HSBC. Ni tan siquiera los citan a declarar y se les exonera del delito fiscal cayéndole, por el contrario, al empleado del banco un marrón de no te menees pensando, quizá, "que todos somos iguales ante la ley", como dicen las postales navideñas.

Del posible banquillo lo sacó -a Botín- María Teresa Fernández de la Vega (entonces secretaria de Estado de Justicia antes de ser ministra del PSOE con Zapatero y vicepresidenta esta experta en comprarse "trapos" e ir a la peluquería) a costa de alumbrar una tal "doctrina Botín", paradigma de justicia, es un decir, a la carta para el poderoso. Zapatero, el presidente, le permitió a Botín regularizar los 2.000 millones de Suiza sin que cupiera investigación adicional, que no se trata de incomodar, no vayamos a joderla, no seamos pardillos, al banquero que condona los créditos que nos concede -a los partidos- y que nunca devolvemos. Los 2.000 millones de euros que los hermanos Emilio y Jaime (este pasa por ser el "culto") Botín habían"olvidado" tener en Suiza sin declarar a Hacienda, producto también de una herencia paterna como el episodio, calcado, igualico, igualico, que estos días aflige al ex-presidente catalán de la Generalitat Jordi Pujol (de la que su hermana dice no saber nada y menos su cuñado estafado por él, por Pujol, ya en Banca Catalana), pero que, en este caso, el gobierno Zapatero, con Elena Salgado como ministra de Hacienda, permitió regularizar mediante el pago de 200 millones al Fisco, y a otra cosa, mariposa.

Suiza era el refugio de la fortuna de los Botín. El presidente del primer banco del país, que le dicen, y su familia, han defraudado a Hacienda, que somos todos, que también le dicen, durante muchos años, 34, eso dicen, al esconder 2. 000 millones de euros en un banco suizo. Nadie, ni dirigentes políticos ni tertulianos ganapanes, han dicho nada. Mutismo absoluto.

Y es que Botín iba a ver al Presidente de Gobierno de turno cuando se le antojaba para hablar "de los intereses nacionales".

El yuan, camino de convertirse en una divisa internacional de referencia

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Juan Manuel Olarieta

Más que la exportación de mercancías es la exportación de capitales, decía Lenin, la que constituye una de las señas de identidad más significativas del imperialismo. Lo que a partir de 1945 puso a Estados Unidos a la cabeza del imperialismo fue la transformación del dólar en la divisa internacional por excelencia, lograda gracias a la guerra mundial y a los"acuerdos" de Bretton Woods, o sea, al monopolio nuclear.

Cuando los economistas burgueses se refieren a las "fuerzas" de los mercados se olvidan de la Economía Política, es decir, de otras fuerzas que son tan importantes, o más, que los mercados, como los tanques y la amenaza de usarlos.

Que los billetes de un país sean aceptados como dinero por el resto del mundo es el timo de la estampita a gran escala... pero sólo mientras los invitados pagan las facturas del dueño de la casa o, por decirlo con las palabras de Lenin, el imperialismo no es la hegemonía sino la lucha por la hegemonía. Pues bien, uno de los indicadores más relevantes de esa hegemonía son las divisas, que rivalizan entre sí en los mercados financieros internacionales de la misma manera que las potencias imperialistas que las emiten.

También decía Lenin que mientras los acuerdos entre los imperialistas son temporales, los desacuerdos son permanentes. En efecto, los de Bretton Woods, y con ellos la hegemonía financiera de Estados Unidos, se mantuvieron hasta 1970, cuando Nixon rompió la paridad del dólar con el oro. Desde entonces la existencia de un bloque de países socialistas obligó a seguir manteniendo la ficción de Bretton Woods que se acabó en 1999 con el euro, cuyo propósito principal fue competir con el dólar, es decir, un primer intento de Alemania de romper la hegemonía financiera de Estados Unidos, que tuvo éxitos tan espectaculares como el de noviembre de 2000, cuando de Saddam Hussein anunció que sustituía el dólar por el euro en el pago de sus exportaciones petrolíferas, lo cual le costó una guerra que aún no ha terminado, además de su vida. Actualmente una cuarta parte de los países miembros del Fondo Monetario Internacional tiene sus reservas en euros.

La verdadera ofensiva financiera internacional contra Estados Unidos procede del yuan, que este año ha lanzado dos embestidas fuertes. La primera en mayo, cuando procedió a la venta masiva de activos públicos de Estados Unidos en cantidades desconocidas hasta la fecha, por lo que no se ha tratado sólo de un movimiento especulativo por parte de los chinos. Junto con Japón, China es el acreedor más importante de Estados Unidos, es decir, quien le está pagando sus deudas, pero desde 2004 el porcentaje de inversiones chinas -y japonesas- en activos estadounidenses está disminuyendo.

La segunda se produjo en agosto, cuando en Frankfurt se instaló un centro de liquidación de pagos en yuanes que se sumará al de Londres. Aunque China es el primer país comercial del mundo, hasta la fecha los precios seguían nominados en dólares. Ahora ya se puede pagar en yuanes, lo cual va aún más allá de constituir las reservas internacionales de los países en la moneda china. El Deutsche Bank anunció de manera inmediata que se dispone a utilizar este servicio de compensación en yuanes.

A lo largo de todo el año se han sucedido noticias similares. El colosal contrato de suministro de gas firmado el 21 de mayo entre Putin y Xi Jinping por un importe de 400.000 millones dólares para abastecer de gas ruso al coloso chino a partir de 2018 y durante 30 años se pagará en yuanes.

Un significado parecido tiene el auncio de los países Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en julio de constituir un nuevo banco internacional de desarrollo, con sede en Shanghai, así como un fondo común de reservas de divisas para responder ante futuras crisis financieras. Los nuevos instrumentos financieros ofrecerán a Pekín más vías para canalizar el comercio y las inversiones chinas, favoreciendo el uso del yuan en las transacciones financieras y comerciales con los países emergentes.

Para valorar en sus justos términos la importancia de este fenómeno hay que tener bien presente que los únicos países del mundo que crecen económicamente son los Brics, mientras las viejas potencias se hunden, lo cual confirma por enésima vez otra de las tesis leninistas acerca del desarrollo desigual del imperialismo y desmiente la versión llorona del subdesarrollo, que opone el "norte" contra el "sur" propia de las ONG y los foros sin fronteras. La crisis del capitalismo se manifiesta en la descomposición de los países más fuertes y el ascenso imparable de nuevas potencias, como China, que se enfrentan a los anteriores y les disputan la hegemonía, hasta el punto de imponer divisas diferentes.

Los Brics y los hoy llamados países emergentes demuestran que el epicentro de las contradicciones del imperialismo se sigue desplazando rápidamente, que Europa occidental ha dejado de tener relevancia estratégica y que los intentos desesperados de Estados Unidos por preservar su hegemonía están condenados al fracaso. Este cambio en la correlación de fuerzas conduce a una guerra imperialista que será de proporciones aún más vastas que las dos anteriores.

El Corte Inglés

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Nicolás Bianchi

Con motivo de la muerte del último presidente de El Corte Inglés (ECI, en adelante), Isidoro Álvarez, se le ha caracterizado a éste por parte de la prensa venal como el típico selfmademan a la usamericana manera, como un "Juan Nadie" que de botones de un Banco pasa a dirigirlo. No hay nada de esto. Este señor no se hizo a sí mismo, si no que lo hicieron como al hollywwodiense John Doe, película de Frank Capra protagonizada por un risueño e ingenuo Gary Cooper en 1941.

Lo que sí es cierto son sus orígenes humildes igual que sus mentores en lo que llegó a ser ECI y Galerías Preciados, cosa que, por ejemplo, el recién finado banquero Emilio Botín no fue ni tuvo.

El CI no fue la idea originalísima de ningún "genio" del comercio. Lo crearon, eso sí, unos aldeanos asturianos (procedentes, literalmente, de una aldea). El fundador fue César Rodríguez, nacido en una chabola asturiana en 1882. En aquella época no había aldea asturiana que no tuviera al menos un hijo -de los muchos que se tenían para las labores del campo, César fue el octavo- en América. César Rodríguez se fue con 14 años, en 1896, a La Habana desde el puerto de Santander, con los tambores del independentismo cubano de fondo. Trabajó de "cañonero", como le decían allá al chico para todo: limpiar, barrer, fregar... a cambio de comida y cama, que es lo que le ofrecían en una tienda de novedades de no importa qué nombre, es irrelevante. Sí que lo es, relevante, saber el nombre de donde se estableció nuestro héroe y de donde salió la idea de "plagiar", vale decir, el futuro Corte Inglés. En 1900 César -le vamos a tutear porque ya nos cae hasta bien en esta "vida ejemplar" de santo en plena jungla de asfalto capitalista liberal- sucede algo algo definitivo y es que, César, entra a trabajar como dependiente en los almacenes habaneros EL ENCANTO. Allí estará, ascendiendo, 28 años y asimilando lo que luego sería ECI. No sabía ni sumar, no sabemos si leer, pero era bueno para los negocios, instintivo, que se dice.

La importancia de EL ENCANTO (o su rival comercial "Fin de Siglo", también habanero, en los años 30 con Machado) en la idea de ECI es tal que no se entiende éste sin aquél: es un calco. Hasta tal punto que el slogan para las rebajas en EL ENCANTO ¡a principios del siglo XX! era... "ya es primavera en EL ENCANTO", les suena, ¿no es cierto?

Con solo 24 años César -le seguimos tuteando- ya tiene un puesto importante en EL ENCANTO, un gran capital acumulado que va reinvirtiendo en tiendas -como se hará en España con ECI, el de Bilbao, por poner un ejemplo, se inauguró en 1969- y buenos contactos con la alta sociedad de La Habana. Años después, en 1910, llega a la capital cubana su primo, también asturiano y aldeano, José Fernández Rodríguez, más conocido como Pepín Fernández y futuro fundador y presidente de Galerías Preciados (GP). A diferencia de César, Pepín sí pudo ir a la escuela. En 1919 la situación de ambos primos era ya privilegiada. César consolidó su fortuna personal casándose con una criolla de la alta sociedad cubana. Pepín -vamos a tutearle también al bueno de Pepín, que aquí somos como el exrey: muy campechanos-, por su parte, revolucionaba el mundo de la publicidad con sus eslóganes para EL ENCANTO. Una máxima copiada de los almacenes de la época de Estados Unidos y que posteriormente fue santo y seña de ECI y GP fue aquello de "el cliente siempre tiene razón". También el trato exquisito al cliente que podía llegar a ser abrumador y hasta agresivo, pero que resultó novedoso y "revolucionario" en los principios de este emporio. E imperio.

Mientras Pepín es ascendido a gerente y César se codea con la jet-set habanera, Ramón Areces, sobrino de César (ojo, no hemos dicho "del César Imperator"), sale del puerto gijonés de Musel rumbo a la isla. Areces será el sucesor de César Rodríguez, su tío, al frente de ECI y segundo presidente. Nació en 1904 y se crió en una mísera chabola, en un "chigre", como quien dice. Más que irse, huyó a La Habana en 1920, con 16 años. Allí, empieza como los demás, de "cañonero", oficio que ya conocemos, en EL ENCANTO donde llegará a dependiente de la sección de"caballero". Pero a diferencia de su tío, César, y de Pepín, que aquí todo queda en familia, al menos en principio, Ramón no escala más y se vuelve a Spain. Y se vuelve sin traje de seda ni puro habano ni barriga, como los típicos "indianos" triunfadores.

Algo que sí fueron César y Pepín. El primero abandonó EL ENCANTO -prototipo de ECI, insisto- en 1929. En 1933, al término de la dictadura de Machado (que no era un militar, como lo era, por entonces, el sargento Fulgencio Batista), César acumulaba una fortuna cuya cifra hoy no nos dice nada y es baladí decirla, pero un pastón entonces. Pepín, sin tanta presencia social, también engorda sus cuentas corrientes. Y hasta publica columnas de opinión -ya dijimos que fue a la escuela- en algunos periódicos cubanos ignoramos qué cosa. En 1930, igual que Areces, abandona EL ENCANTO y también la isla, a diferencia de César, que permanecerá hasta la revolución castrista.

En 1934, Pepín Fernández adquirió en la calle Preciados de Madrid una pequeña tienda llamada Sederías Carretas, el germen de Galerías Preciados, el primer centro comercial de España. Esto fue en 1955, 21 años más tarde de lo de Sederías Carretas. En GP participaban con el mismo porcentaje (46%) Pepín y su primo César, futuro fundador de ECI. En 1946 se romperá la sociedad -como en las mejores familias- de los dos primos de manera abrupta y comenzará la rivalidad entre GP y ECI (que acabó comprando al primero en 1993 por dos gordas, como quien dice entre gigantes).

Debajo de Sederías Carretas había una tiendecita, una sastrería, llamada El Corte Inglés, una nada, poca cosa. En 1935 se registra ante notario la escritura de compraventa de esa sastrería ECI a favor de César Rodríguez, quien asume la presidencia y es representado en Madrid (ya que seguía en Cuba) por su primo Pepín Fernández. Al año siguiente, en febrero de 1936, año del triunfo del Frente Popular, por cierto, Pepín -cumpliendo la promesa a su primo- pone al frente del negocio a Ramón Areces que, recordemos, se vino a España sin fortuna. Nació ECI con siete empleados y dos botones a los que Areces prometió el recopón. Pero lo cierto es ni César ni Pepín confiaban en las posibilidades de Areces. Sin embargo, lo hará crecer gracias al dinero de su tío, fundador y propietario de la tienda.

Sederías Carretas supuso un cambio radical en el comercio en España. Pepín Fernández, apoyado económicamente por su primo César, puso patas arriba la manera de entender las ventas en Madrid y el comercio español. ECI adoptaría, años después las mismas técnicas. Acabaría con el mostrador -típico en las tiendas de ultramarinos que algunos hemos conocido- que era una especie de barrera entre el cliente y el vendedor. Pepín puso, en su lugar, mesas de modo que el público tuviese la mercancía a su alcance. Pepín y César institucionalizaron también el precio fijo cuando todavía imperaba el regateo típico del comercio pequeño. También de esos tiempos vienen las campañas de rebajas, que parecen inventadas ayer, el trato al cliente y la posibilidad de que el cliente se desenvuelva con libertad por la tienda sin que tenga que comprar. Estamos ante la concepción del centro comercial moderno.

Todo esto había nacido ya a mediados del siglo XIX en Francia con el Bon Marche en 1859. Luego seguido por los Estados Unidos. Se trata del modelo anglosajón londinense de Harrod's recopiado por Le Samaritain o Galerías Lafayette.

Este tipo de tiendas y su escaparatismo impulsó eso que se ha dado en llamar "consumismo" y parece el motor de la economía: GP y ECI. Fueron ellos quienes introdujeron en España el "tallaje antropométrico", esto es, el fin de las prendas a medida a cambio de determinar seis tallas universales para toda la población. También la forma de trabajar fue novedosa. Se impuso el sistema de comisión, se prohibieron las propinas, se garantizará por primera vez la devolución del dinero si el cliente no queda satisfecho, publicidad que todavía se oye. En los años 60 vino la tarjeta de compra, "tarjeta de ECI", tarjeta que daba "status".

En el año 1941 es cuando ECI comenzó a sentar las bases del que actualmente es el primer grupo de distribución español. Dieron el "primer gran pelotazo". Ocurrió que los masivos reclutamientos de tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial dejaron tocada su economía por falta de mano de obra. Así que el 8 de febrero de 1941 el gobierno español firmó un acuerdo con el gobierno alemán para suministrar mano de obra. Era una oportunidad para los muchos parados y gente sin apenas recursos que deambulaban por las calles viviendo del trapicheo. En un principio, el acuerdo disponía el envío de 100.000 trabajadores (productores para los alemanes), pero sólo fueron unos 4.000. Los requisitos para poder emigrar eran estar sanos y estar libres de las obligaciones durante dos años (duración del contrato), o sea, nada de novias ni parientas. Y ahora viene el "pelotazo". Cada viajero debía llevar una maleta con: cuatro pares de calcetines, un par de calzoncillos y camisetas, tres camisas, dos pares de pañuelos, dos toallas, un traje, un pantalón, un jersey de lana, un abrigo, un par de botas, una bufanda, un gorro y los útiles de afeitar. Las tortillas de patatas eran voluntarias (sic). Los traperos y El Corte Inglés hicieron su agosto El Corte Inglés ofrecía "el paquete del emigrante".

ECI es el mayor anunciante de España en los mass media, que es una forma de comprar su silencio cuando de relaciones laborales internas se trata. El recién finado, Isidoro Álvarez, no quería saber nada de sindicatos, aparte de abrir los domingos el comercio en perjuicio del pequeño comercio. Se incorporó en 1953, siendo un chaval y como almacenero, luego se licenció en Económicas entrando de consejero en la sociedad, con la recién estrenada condición de ECI como Sociedad Anónima. ECI apenas ha contratado directivos profesionales. La mayoría de los puestos de mando corresponden a empleados que han ido ascendiendo de categoría, como lo vió César Rodríguez en La Habana y exportó a España: "somos como una familia", declaraba Ramón Areces en 1981 (falleció en 1989 con 84 años de edad). Es el llamado "modelo japonés": una estricta jerarquía, un trato paternalista con el empleado que permite la promoción interna y una implicación total y completa del trabajador con la empresa.

Parece ser que el nuevo director general de ECI, Dimas Rodrigo Jimeno, sobrino de Isidoro Álvarez, que estrena la cuarta generación del gigante de distribución desde la fundación de la sociedad en 1940, ha sido candidato de Falange en tres elecciones. Por Falange Española Independiente en las elecciones generales de 1996 y 2000 y las catalanas de 1999. Suponemos que para hacer "la revolución pendiente" joseantoniana. Pues nada, ¡¡viva España, oiga!!

Washington se prepara para una nueva guerra mundial

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Juan Manuel Olarieta

El año pasado el diario británico The Telegraph (1) desempolvaba una reliquia sacada de los más oscuros archivos de los tiempos del Telón de Acero: en previsión de una Tercera Guerra Mundial los imperialistas tenían preparado incluso el discurso con el que la reina Isabel II anunciaría el inicio de las hostilidades. Como todo ese tipo de previsiones siniestras, tenía hasta uno de esos nombres en clave enigmáticos: Wintex-Cimex 83, en donde la cifra indicaba el año fatídico de 1983 en que la URSS bombardeaba aquel país con armamento químico.

El nombre en clave ocultaba un documento de 130 páginas con todas las previsiones militares propias de una carnicería de esas características. Los autores de ese tipo de planes son siempre sujetos sacados de las mismas alcantarillas podridas: políticos de las altas esferas, militares con muchas estrellas, espías sin escrúpulos, policías siniestros... Los planes contaban con una guerra en la que no faltarían bombardeos nucleares. Sólo en Inglaterra las previsiones sobre muertes ascendían a 33 millones de personas, más que en toda la Segunda Guerra Mundial.

Aquellas ratas de las cloacas no sólo escribieron el discurso de la reina sino también lo que debían poner los titulares de los periódicos. Por ejemplo, la página 2 del diario The Sun tendría este encabezamiento: "Guerra, la palabra que no queríamos imprimir". Es indicativo del control extremo que determinados personajes, los llamados poderes fácticos, los que realmente ostentan el poder, ejercen sobre todo un país y la manera en que lo manipulan.

Han transcurrido 30 años, la URSS ya no existe y el Pacto de Varsovia tampoco. Si los culpables de la guerra han desaparecido deberíamos esperar que la guerra hubiera desaparecido también, pero no es así. Naturalmente, porque los culpables de la guerra no son otros que ellos mismos, los que siempre se presentan como víctimas de ellas, los que siempre tienen la guerra entre sus cálculos, es decir, los imperialistas.

Lo que no ha desaparecdo es el imperialismo y, por lo tanto, tampoco han desaparecido las guerras, sino más bien al contrario. Hace un mes y medio, el 31 de julio, la agenda militar aprobada por Obama ordena al Pentágono que se prepare para entablar hasta media docena de guerras simultáneamente, incluyendo guerras contra adversarios que poseen armas nucleares (2).

El documento se titula "Ensuring a Strong Defense for the Future" (Asegurar una defensa potente para el futuro) y ha sido redactado por el Panel Nacional de Defensa, un grupo de antiguos dirigentes civiles y militares nombrados por el Congreso para suministrar una perspectiva crítica de la agenda provisional que el Pentágono ha publicado este año, el plan cuatrienal de defensa 2014.

El Panel de Defensa Nacional está copresidido por William Perry, secretario de Defensa con Clinton, y por el general John Abizaid, antiguo jefe del Comando Central de Estados Unidos. Entre sus miembros hay otros cuatro generales de la reserva, así como Michele Flournoy, antiguo subsecretario de Defensa con Obama, y Eric Edelman, dirigente neoconservador y subsecretario de Defensa en el gobierno de Bush.

Se trata, pues, de un equipo de los dos partidos, republicano y demócrata, que representa a todo el espectro de la alta política y los negocios de Washington en materia de estrategia militar. Su informe se ha publicado bajo los auspicios de un organismo financiado por el gobierno que se dedica al estudio de las guerras modernas, aunque su nombre, US Institute of Peace (Instituto estadounidense de la Paz), aparente lo contrario.

El documento advierte de los peligros a los que Estados Unidos se verá sometido, refiriendo en primer lugar la fuerte expansión de China y Rusia, antes de mencionar a Corea del norte, Irán, Irak, Siria, a todo Oriente Medio y África. Por lo tanto, China y Rusia han sido promovidos al primer lugar entre los objetivos potenciales de un choque militar con Estados Unidos, por delante de los tres países del Eje del Mal que Bush planteó en su famoso discurso de 2002.

El documento indica que durante las dos décadas anteriores, desde el colapso de la URSS en 1991, la doctrina militar de los Estados Unidos se ha basado en la previsión de hacer frente a dos grandes guerras de forma simultánea (“two-war construct”). En el momento actual es necesario un cambio radical de esta doctrina porque las amenazas van en aumento y con ellas los escenarios posibles de la guerra mundial:

"Creemos [...] que la capacidad de hacer una guerra por todas partes es la condición sine qua non para ser una superpotencia y es, por tanto, esencial para la credibilidad de la estrategia mundial de Estados Unidos en materia de seguridad nacional. En el contexto de las actuales amenazas, Estados Unidos podría, con toda probabilidad, verse obligado a tomar medidas preventivas o a luchar en varias regiones a lo largo de períodos que se superponen: en la península coreana, en los mares de la China oriental y meridional, Oriente Medio, sur de Asia, y por qué no, en Europa. Estados Unidos también se enfrenta la posibilidad de tener que hacer frente a adversarios con armas nucleares. Además, la expansión de Al-Qaeda y sus emanaciones en nuevas partes de África y Oriente Medio requiere que el ejército americano sea capaz de asumir operaciones antiterroristas a escala mundial y defender el territorio americano mientras estemos inmersos en conflictos regionales fuera de nuestras fronteras".

El listado de frentes de combate indica que imperialismo estadounidense se está preparando para luchar en cinco o seis grandes guerras, es decir, una guerra esparcida por todo el mundo.

La estrategia militar pone el foco en China y Rusia como posibles objetivos, dos países que tienen, respectivamente, el segundo y el tercer arsenal nuclear del mundo, por detrás de Estados Unidos.

El documento confirma que el Pacífico es el foco principal de las contradicciones interimperialistas. Por eso apoya la estrategia actual de Obama, basa en un reequilibrio de las fuerzas militares de Estados Unidos respecto a China, describiendo esta iniciativa estratégica, como un esfuerzo por reafirmar "la primacía de la región Asia-Pacífico entre los intereses de seguridad de Estados Unidos".

En cuanto a la eventualidad de que dicha guerra pueda estallar, cabe señalar que el Panel de Defensa Nacional está discutiendo actualmente los posibles factores desencadenantes de una gran guerra, en particular en el Extremo Oriente:

"La proliferación de sistemas cada vez más autónomos, que no requieren de intervención humana, en Asia-Pacífico y Oriente Medio, por ejemplo, tendrá un impacto perjudicial en el mantenimiento de la estabilidad durante una crisis o sobre la gestión de la escalada, si estalla un conflicto. Unido a la proliferación de herramientas cibernéticas ofensivas y defensivas, así como de defensa antiespacial, esos sistemas afectarán seriamente a la relación entre la fuerza militar ofensiva y defensiva en las regiones clave, aumentando así el riesgo de que una crisis degenere rápidamente en un conflicto antes de que los políticos y mandos militares puedan reaccionar a tiempo".

Por decirlo con claridad: una guerra mundial puede estallar sin intervención humana, por la interacción de los aviones no tripulados, sistemas automáticos de respuesta, equipos digitales de comunicaciones y otros.

El salto de una guerra en dos frentes a otra en cinco o seis repartidos por distintos continentes plantea muchos desafíos para los que Estados Unidos no están preparado. Un despliegue militar más vasto supone que los costos económicos se van a multiplicar. Para reducir ese costo, tarde o temprano, los imperialistas estadounidenses tendrán que reducir el porcentaje de voluntarios entre la tropa e imponer el servicio militar obligatorio a fin de reclutarla entre los parados, los emigrantes sin papeles, los presos y los sectores más marginados de la sociedad, e incluso una parte de la clase obrera.

En esa línea el informe estratégico expresa su preocupación por las restricciones presupuestarias que aquejan a Estados Unidos. Sostienen que las limitaciones impuestas a los gastos militares se deben a la carga del gasto sanitario y los programas sociales, cuyo monto se debe reducir para sostener la escalada miliar.

El carácter bipartidista del documento, en fin, testimonia la unidad interna entre todos los componentes de la clase dominante estadounidense en el desencadenamiento de una guerra sin precedentes para salvaguardar su hegemonía y su dominación sobre extensas regiones del mundo.

Esto confirma una vez más la necesidad imperiosa de que el movimiento antifascista denuncie estos planes criminales del imperialismo, se prepare, se organice y luche activamente contra la nueva guerra en ciernes.

(1) Civil servants prepared 'Queen's speech' for outbreak of World War Three, http://www.telegraph.co.uk/news/uknews/queen-elizabeth-II/10212063/Civil-servants-prepared-Queens-speech-for-outbreak-of-World-War-Three.html

(2) http://www.usip.org/sites/default/files/Ensuring-a-Strong-U.S.-Defense-for-the-Future-NDP-Review-of-the-QDR_0.pdf

Putin planea desconectar a Rusia de internet

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En inglés la palabra network significa red de trabajo y se abrevia como net (red) para indicar la mutua conexión de dos ordenadores a distancia. De ahí proviene la palabra internet, que a veces se traduce como "red de redes", es decir, como la interconexión entre muchas redes y, por lo tanto, entre muchos ordenadores esparcidos por los cinco continentes. Anteriormente existían varias redes locales separadas (wlan) que, finalmente se unieron en un único nudo de interconexiones.

Ahora el proceso ha vuelto de lo internacional a lo local. Las turbias noticias que se vienen conociendo sobre el espionaje en la red indican los preparativos inminentes de guerra mundial, una de cuyas primeras víctimas va a ser -precisamente- internet. Su fragmentación parece inevitable.

Sin mencionar a Rusia, la semana pasada Fadi Chehadé, presidente del ICANN, el organismo que controla las normas técnicas de internet, advirtió del riesgo de fragmentación de la red a causa de lo que calificó como "veleidades autoritarias de los Estados". Algunos quieren hacer creer que la alternativa a esas tentaciones controladoras de lo público es refugiarse en entidades privadas, como el ICANN. Al ser privadas parece que, por ello mismo, son apolíticas.

Dentro de los preparativos para una defensa estratégica ante las continuas agresiones de Estados Unidos, el diario ruso Viedomosti informó de que Putin se iba a reunir con el consejo de seguridad para desconectar a Rusia de internet, a la que consideran como una técnica estadounidense de hegemonía política internacional.

La noticia fue oficialmente desmentida por el Kremlin, pero ese mismo día la información del diario británico The Guardian era parecida; más matizada aunque aún más clarificadora, ya que relacionaba el plan de desconexión con "un caso de emergencia" (1). Para el diario francés Libération ese caso de emergencia era una guerra (2).

Tras las represalias impuestas a Moscú, en abril un grupo de senadores rusos ya indicó la posibilidad de crear una versión de internet propia, llamada Cheburashka, a la que no se podría acceder desde los países de la Unión Europea o Estados Unidos (3). La creación de un nuevo sistema ruso de información, según el senador Maxim Kavdzharadze, permitiría liberarse de la influencia de  Estados Unidos "porque de lo contrario continuará el espionaje masivo y la filtración de información tecnológica".

"En  Estados Unidos nunca sabrán quién trabaja en el Ministerio de Defensa, la Agencia de Inteligencia, quién trabaja en el sector agropecuario o en otras carteras porque todo es secreto. Nosotros publicamos todo en internet, todo está abierto. No estamos hablando de censura, sino de la parte clasificada que no debe ir en detrimento del Estado".

El senador propuso lanzar Cheburashka conjuntamente con los países de la Organización de Shanghai u otros del Lejano Oriente. Los fondos para el desarrollo de un sistema de este tipo, según el senador, podrían salir de los presupuestos regionales de Rusia.

Mientras, en Estados Unidos a Obama la caverna más reaccionaria le acusa de poner el control de internet en manos de los rusos y los chinos, para Rusia el asunto Snowden fue la culminación del control que Estados Unidos mantiene sobre internet, además de la obsesiva vigilancia que ejerce sobre las comunicaciones digitales del mundo entero.

Frente a Rusia, los imperialistas preparan su campaña mediática de intoxicación, en la que Putin jugará, como es habitual, el papel de ogro: el gobierno ruso quiere controlar a sus ciudadanos, silenciar las críticas o monopolizar el flujo de información. Sin embargo, en febrero de 2009 fueron los imperialistas estadounidenses quienes provocaron el mayor apagón de internet que se ha registrado desde su aparición. Durante 15 días afectó a la totalidad de Oriente Medio, incluyendo Pakistán e India, pero especialmente a Irán, cuyas comunicaciones digitales fueron interrumpidas completamente.

En cualquier caso, parece obvio que internet es un instrumento de guerra del imperialismo, como se volvió a demostrar en 2011 durante la Primavera Árabe. En apoyo al gobierno de Bashar Asad, el Ejército Electrónico Sirio está lanzando ciberataques contra las cuentas de diversos medios de desinformación del imperialismo, como la CNN. En enero de este año ha atacado Skype y una de las cuentas oficiales de Microsoft.

Entre otras cosas, internet es un instrumento de injerencia y desestabilización. Según un informe de Izvestia que cita datos del Tribunal Supremo ruso, el número de sumarios abiertos con acusaciones de extremismo en Rusia se duplicó durante 2014, e internet es el responsable de ese incremento porque hay más actividad política en línea (4), es decir, porque la política se ha convertido en virtual, lo mismo que en otros países del mundo: ha pasado de la calle al ordenador.

Recientemente el servidor ruso de contactos VKontakte, que con más de 40 millones de cuentas es el más importante del país, cerró una serie de ellas relacionadas con el Estado Islámico.

Como consecuencia de Euromaidan y el golpe de Estado fascista en Ucrania, desde principios del 2013 el número de usuarios de Twiter ha aumentado en aquel país un 50 por ciento. La mayor parte del crecimiento se debe a la movilización fascista, ya que se usó ampliamente para aquel fin desestabilizador.

El golpe de Estado ha influido en el crecimiento del número de usuarios de Twitter en Ucrania: antes de noviembre de 2013 se crearon un total de unas 7.000 cuentas nuevas al mes, pero en diciembre esas cifras subieron a 16.000 y en enero de 2014 se abrieron 55.000 cuentas nuevas en Twitter.

Durante el golpe los ucranianos publicaron un promedio diario de 130.000 tuits, en comparación con los 90.000 tuits que se registraron diariamente en 2012. Solamente el 20 de febrero, cuando decenas de manifestantes fueron asesinados en el centro de Kiev, se publicaron 240.000 tuits.

Rusia quiere prevenir una desestabilización similar. Su desconexión supondría encerrar al país dentro de una intranet de alcance regional, lo que significaría la renacionalización de los dominios ru (rusia), rf (federacion rusa), pyc (rus) y su (union soviética), que aún está en uso. Aunque estos dominios están bajo el control de un organismo independiente vinculado al gobierno ruso, no parece suficiente. El dominio ru es el que más ha crecido en numero de sitios en el mundo tras el chino cn y el coreno kr.

Rusia es un país puntero en tecnología digital. Uno de los dos creadores del motor de búsqueda Google es el ruso Serguei  Brin, aunque el más utilizado es Yandex.ru, con un 47,5 por ciento de cuota de mercado, casi el doble que Google.

(1) Putin considers plan to unplug Russia from the internet 'in an emergency', http://www.theguardian.com/world/2014/sep/19/vladimir-putin-plan-unplug-russia-internet-emergency-kremlin-moscow
(2) Moscou envisagerait de couper internet en Russie en cas de guerre, http://www.liberation.fr/monde/2014/09/19/moscou-envisagerait-de-couper-internet-en-russie-en-cas-de-guerre_1104036
(3) Cheburashka es un personaje infantil de ficción, muy conocido en Rusia, creado por el escritor soviético Eduard Uspenski en los años sesenta que dio lugar a varias películas de dibujos animados para el cine y la televisión, http://ria.ru/society/20140428/1005770995.html
(4) http://izvestia.ru/news/576786#ixzz3DZehF8uu

La Constitución como tótem

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Nicolás Bianchi

Para Tomás de Aquino y la generalidad de los escolásticos, el primer argumento para demostrar filosóficamente la existencia de Dios (poner "dios", con minúscula, es una falta de ortografía, por eso lo ponemos con mayúscula, según la RAE, que en estas cosas somos muy disciplinados) es el que se funda en el principio ya enunciado por Aristóteles: todo lo que se mueve es movido por otro. El argumento es el siguiente: todo lo que se mueve, lo acabamos de decir, es movido por otro, luego éste, o no se mueve, y entonces tenemos un motor inmóvil, que es lo que se llama Dios, o es movido por otro motor; de este segundo motor puede proponerse el mismo dilema; y así hay que llegar, o a suponer una serie infinita de motores movidos unos por otros y sin haber uno inmóvil, o a admitir un primer motor inmóvil; pero aquella serie es absurda e intrínsecamente incapaz de explicar la existencia del movimiento: luego existe un motor inmóvil, Dios.

Para el Doctor Angélico, el dominico santo Tomás, los elegidos que vayan al cielo por ser buenos chicos vivirán eternamente en permanente visión beatífica (como los santos Botín, Isidoro, Portillo o Boyer) de Dios, aunque no su rostro porque es uno y trino, y en absoluto estado de inmovilidad.

Inmovilidad de los cuerpos celestiales y gloriosos, de la inteligencia y la voluntad. Inmovilidad de la inteligencia porque, cuando se ha llegado a la causa primera, en la cual todas las cosas pueden ser conocidas, la búsqueda de la inteligencia cesa. Inmovilidad de la voluntad porque ya no queda nada por desear. En el paraíso tomístico no se mueve ni Dios.

El nuevo o, mejor dicho, añejo inmovilismo con efectos taumatúrgicos y pruritos demiúrgicos se llama Constitución, Estatuto de Autonomía o Amejoramiento (navarro). Conceptos a los que habría que aplicar el carbono-14. Y ello por no disfrutar de una democracia... "que aún no tenemos". Por eso hay gente que se mueve y da el callo. Porque no creen que la Constitución española, de la que muchos saben sin haber nacido, sea un motor inmóvil. Y menos un dios o un tótem. Una Constitución monarco-fascista como último asidero para impedir, por ejemplo, que se exprese la voluntad del pueblo catalán agarrándose desesperada y leguyescamente a la ley como si esta fuera una camisa de fuerza, que lo es, ya se ve.

Y es que Franco se murió en la cama. Bueno, en la Residencia Sanitaria La Paz, para ser más exactos y de muy mala manera. En posición horizontal, pero no tumbado. Y de aquellos barros, estos lodos, que se dice.

El partido de los mártires

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Salam Adil (1924-1963)
Juan Manuel Olarieta

Si a la manera usual medimos la fuerza de un partido comunista por el número de sus militantes, el de Irak fue el más fuerte de Oriente Medio. En la manifestación del Primero de Mayo de 1959 un millón de obreros y campesinos desfilaron bajo sus banderas -y no había otras- por las calles de Bagdad. En aquella época, bajo el gobierno del General Kassem (1958-1963), había 3.500 organizaciones campesinas, de las que un 60 por ciento estaban dirigidas por los comunistas.

Eso es lo que algunos entienden por "fuerza" y no cabe duda de que lo es, sobre todo si, como sucedía entonces en Irak, el partido comunista carecía de rivales: era la principal fuerza organizada, en donde la palabra "organizada" es tan importante -al menos- como la "fuerza". ¿O hemos de entender como fuerza la aglomeración multitudinaria de gente en un concierto de música?

La verdadera fuerza es la organización, algo que no depende sólo de los militantes sino también de la lucha de clases, es decir, que independientemente de la represión que ejerza la burguesía, el proletariado tiene que asegurar la organización de sus fuerzas o, dicho con otras palabras: la vanguardia no puede quedar a merced de la burguesía.

Es lo que sucedió en Irak en 1963, cuando un golpe de Estado de la CIA y sus tentáculos "nacionalistas" locales (baasistas, panarabistas, nasseristas) derribaron al gobierno del General Kassem. No se puede decir que entonces se iniciara la persecución de los comunistas, que ya existía con anterioridad, sino que se intensificó brutalmente. Los "nacionalistas" lanzaron la famosa Proclama Número 13 llamando al exterminio de los comunistas. El Secretario General del Partido Comunista, Husain Ahmad al-Radi, conocido clandestinamente como Salam Adil, fue detenido y torturado hasta la muerte. Las cárceles se llenaron y miles de militantes fueron asesinados en tiroteos callejeros, emboscadas en las montañas o interrogatorios salvajes. En todo el mundo el Partido Comunista de Irak fue conocido como el partido de los mártires, una página legendaria no sólo del movimiento comunista internacional sino de los propios obreros y campesinos de Irak, en cuya memoria la resistencia comunista adquirió un carácter realmente mitológico, y aún pervive.

Pero la posguerra en España ya había demostrado que el exterminio de los comunistas es una tarea imposible. Se trataba de algo más sutil: de doblegarles, forzándoles a que renegaran de sus principios, de su programa y de su ideología, popularizándose entonces una expresión árabe, Al-Baráa, que puede traducirse como "La Renuncia". Si no era posible acabar con los comunistas, había que lograr que renegaran de sí mismos. Los golpistas sabían que después del XX Congreso del PCUS los tiempos eran favorables: si los soviéticos habían renegado, los irakíes no se iban a quedar atrás.

La lucha interna por mantener la identidad comunista en tan difíciles circunstancias de clandestinidad, exilio y cárcel dio lugar a una vasta labor cultural cuya mejor expresión quizá sea el poema de Mudhaffar al-Nawwab escrito en la cárcel en árabe dialectal, es decir, en un leguaje revolucionario que utilizaba expresiones populares. El poema Al-Baráa se hizo tan célebre en todo el mundo árabe, que el gobierno le añadió al escritor tres meses de cárcel adicionales. Se trata de una carta que la madre y la hermana de un comunista preso le escriben para animarle a mantenerse firme en defensa de sus principios y de su dignidad. Acaba de la siguiente manera:

Hijo mío, estréchame entre tus brazos
y cuenta los cabellos blancos que he adquirido al cuidar de tí hasta esta hora.
Pon tus manos en mis cabellos blancos
y jura por mi noble leche materna, gota a gota,
y por la poca vista que me queda,
Dime:
"No claudicaré, tú eres mi madre
y este es mi Partido,
el orgullo de mi padre, que ni él ni yo hemos dejado caer"
.
Dime:
"No destruiré un Partido
que he construido con mis propias manos"
.


El comunismo no está sólo en las obras escogidas de Lenin, sino en la cultura de la resistencia que ha expandido por los cinco continentes con canciones, con pinturas, con teatro, con novelas que forman parte de la historia de un movimiento obrero pletórico de héroes perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados por eso que la madre hace jurar a su hijo en el poema: por no renunciar.

Pero demos ahora un salto de medio siglo en la historia de Irak: en julio de 2003, sólo tres meses después de la ocupación de Irak por el imperialismo, se produjo un vergonzoso acto histórico cuando el virrey de la Casa Blanca en Bagdad, Paul Bremer, incluyó a Hamid Majid Musa, secretario general del Partido Comunista entre los 25 cipayos del gobierno provisional. A otro dirigente, Mufid al-Jazairi, le nombró ministro de Cultura, cargo que siguió ocupando en el gobierno títere entre junio de 2004 y marzo de 2005.

En 1959 votaban a los candidatos comunistas hasta los estudiantes de las facultades de teología islámica; en las "elecciones" de enero de 2005 no obtuvieron ni el 1 por ciento de los votos.

El Partido Comunista de Irak no fue destruido ni por el imperialismo ni por sus agentes locales: se autodestruyó a sí mismo. Sucedió lo que el poema de Al-Nawwab trataba de impedir: los comunistas renegaron de sus principios, de su ideología y de su programa. Los llorones se justificarán echando balones fuera ("la culpa fue de la represión, o del imperialismo, o de la guerra") pero en Irak, como en cualquier otra parte, los comunistas saben que su verdadera fuerza no es su número sino su ideología, su programa y su estrategia y que cualquier intento de liquidación empieza por ahí: por Al-Baráa.

Los comunistas irakíes destruyeron al partido de los mártires con sus propias manos y, como a los demás, les costará reconstruirlo, sobre todo si creen que su "fuerza" radica en su número, es decir, en llenarlo de afiliados indolentes, fatigados, acobardados y -sobre todo- renegados. "Un partido se fortalece depurándose", le escribía Lassalle a Marx en 1852, o sea, hace un siglo y medio que el movimiento obrero sabe estas cosas (o debería).

El colonialismo ideológico de la posguerra

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Juan Manuel Olarieta

Siguiendo la pauta del ensayo -ya clásico- de Saunders Stonor, de imprescindible lectura (1), no hace mucho que la cadena de televisión franco-alemana Arte emitió un documental (2) sobre la instrumentalización por la CIA de antiguos nazis para infiltrar y dirigir la cultura progresista en diversos países de Europa. Era el fruto de tres años de investigaciones y mostraba las vías por las cuales el espionaje estadounidense manipuló los círculos artísticos e intelectuales europeos durante la guerra fría.

En toda Europa fueron numerosos los escritores que trabajaron a sueldo de la CIA a través del Congreso para la Libertad de la Cultura, una pantalla que tenía su sede en París y desde donde extendió sus tentáculos por África, Medio Oriente y Latinoamérica. Era una fábrica de anticomunismo que tenía por objetivo sustraer a los intelectuales progresistas de la influencia del marxismo para volverlos contra la URSS.

La revista de cabecera era "Preuves", dirigida por el sociólogo francés Raymond Arond, al que pusieron de moda y cuyas obras convirtieron entonces en manuales de obligatoria lectura en las facultades universitarias.

En Alemania el Congreso se organizó en 1950 en Berlín, en la zona de ocupación militar estadounidense, aunque también tuvo sucursales en Frankfurt, Colonia y Munich. Su portavoz era la revista "Der Monat", subvencionada por la CIA hasta 1958. Entre sus colaboradores había periodistas, editores y profesores universitarios.

En Colonia la CIA estableció relaciones provilgiadas con las redacciones de los periódicos y la televisión. Uno de los colaboradores habituales del imperialismo fue el escritor Heinrich Böll, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1972. Pero en las nóminas del espionaje no faltaron tampoco pintores, historiadores, músicos, cineastas y filósofos.

Las razones eran obvias. En 1945 la URSS no sólo no había sido derrotada en la guerra sino que su influencia era mayor que nunca. Su propia subsistencia era un desafío para las potencias imperialistas que se extendía a todos los terrenos, incluido el ideológico. Era una situación incompatible con el imperialismo, cuya hegemonía también tiene que ser cultural, filosófica, científica, artística, literaria, cinematográfica...

Después de la II Guerra Mundial, en Europa occidental los estadounidenses impusieron sus concepciones de la misma manera que sus armas nucleares y su sistema monetario. El imperialismo no podría dominar si no dispusiera, además de las herramientas militares, diplomáticas y económicas, las de tipo ideológico. El dominio tampoco sería posible si la ideología imperialista se presentara como lo que realmente es: como tal ideología. Para facilitar su penetración tiene que presentarse como la única forma posible de historia, cultura, sicología, arte, filosofía o cine. Es la manera de llegar hasta las escuelas más remotamente alejadas de los centros intelectuales que las han elaborado, cuando los niños empiezan a leer los manuales de adoctrinamiento y sumisión en forma de cuentos o películas de dibujos animados de Walt Disney.

Tras la industria espacial, la segunda exportación más cuantiosa de Estados Unidos es eso que llaman "entretenimiento", el "show bussines": la cultura como mercancía. Pero la hegemonía no llegó sólo de la mano de Hollywood. Bajo la cortina de humo del "intercambio" (viajes, becas, cursos, editoriales) se implementó un proyecto para formar a los llamados "hemisphere leaders" (economistas, militares, artistas y periodistas), clones fabricados siguiendo el patrón universitario estadounidense. Para exportar su ideología por todo el mundo, Estados Unidos abrió bibliotecas, fundaciones y centros culturales, estableció agencias de prensa y estaciones de radio, creó instituciones públicas especializadas en propaganda exterior como la USIS (Unites States Information Service) y la USIA (United States Information Agency).

Aún a fecha de hoy una parte muy importante del fondo bibliográfico de las editoriales y las bibliotecas se compone de libros distribuidos (y en buen parte regalados) por las instituciones "educativas" gringas durante la guerra fría. Sólo en 1965 la USIS financió la traducción y distribución de más de 14 millones de libros de muy diverso tipo, con el mismo contenido ideológico y propagandístico, verdaderas obras de encargo. El Reader’s Digest es sólo uno de los ejemplos más conocidos de esa colonización cultural (3). Hace años Jason Epstein lo resumió de la forma siguiente:

"No es cuestión de comprar a unos escritores o a unos universitarios, sino de establecer un sistema de valores arbitrario y ficticio mediante el cual los universitarios obtienen adelantos, los redactores de revistas son pagados, los sabios son subvencionados y sus obras publicadas, no ya, necesariamente, a causa de su valor intríseco, a pesar de que éste sea a veces considerable, sino a causa de su obediencia política [...] La CIA y la Fundación Ford, entre otros organismos, han establecido y financiado un aparato de intelectuales seleccionados por sus posturas correctas en la guerra fría" (4).

Pero no bastó con formar los nuevos cuadros intelectuales que iban a dirigir el mundo "libre"; también fueron necesarios nuevos institutos, universidades y centros de investigación que desplazaran a los anteriores, especialmente a las universidades tradicionales y las enseñanzas tradicionales, que se consideraron "anticuadas". A través de fondos del International Education Board, la Fundación Rockefeller movió los hilos de la "formación" en la Europa de la posguerra. No es una paradoja sino la esencia misma del proyecto: los fondos previstos para la enseñanza no se destinaron a las universidades porque su objetivo no era divulgar los conocimientos ya existentes sino de imponer en Europa lo que en Estados Unidos consideran como nuevo y verdadero conocimiento (filosófico, económico, histórico).

Por ejemplo, a pesar de la oposición de las universidades, Rothschild financió en Francia la construcción del Instituto de biología físico-química que, tras la guerra mundial, pasó a ser financiado por Rockefeller.

En España ocurrió exactamente lo mismo: la fundación del Instituto Nacional de Física y Química, conocido entre los científicos como "el Rockefeller", se inició en 1926 en Madrid gracias a un préstamo de 420.000 dólares de aquella Fundación. Hasta los arquitectos que levantaron los planos del edificio dejaron constancia del servilismo que acompaña siempre a quienes se acojen a la caridad ajena. En su memoria reconocieron que habían optado por el racionalismo americano frente al europeo y que, además, "se proyectó un orden alargado del estilo llamado colonial norteamericano, y se hizo así pensando en que Rockefeller, que prohibe que su nombre figure en sus donaciones, tuviera un recuerdo, aunque fuera mudo" (5).

Todo esto me lleva a sospechar que es probable que en España el espectacular fracaso escolar y universitario tenga alguna relación con el hecho de que las enseñanzas nazis e imperialistas que los profesores imparten en los centros educativos les revuelven las tripas a los estudiantes.

(1) F.Saunders Stonor, La CIA y la guerra fría cultural, Debate, Madrid, 2001.
(2) La CIA infiltre et contrôle la culture des pays d'Europe, http://www.youtube.com/watch?v=qer-2PB8gfM
(3) Joanne P. Sharp: Condensing the Cold War: Reader’s Digest and american identity, University of Minnesota Press, 2000.
(4) Cfr. Claude Julien: El imperio americano, Nova Terra, Barcelona, 1969, pg.338.
(5) Cfr. C.González Ibáñez y A.Santamaría García (eds.): Física y química en la Colina de los Chopos: 75 años de investigación en el Edificio Rockefeller del CSIC (1932-2007), CSIC, Madrid, 2009.

Allegro ma non troppo

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N. Bianchi

El Partido Nacionalista Vasco no tiene prisa. El PNV juega siempre a largo. El PNV no acepta el dilema de Estatuto o soberanía. El PNV es mesocrático. El PNV, partido burgués, clerical y de orden, es sensato, cuerdo, y se sitúa en la equidistancia y equipolencia entre el inmovilismo criminal y desaprensivo del Gobierno español y las supuestas prisas de la izquierda abertzale (cada vez más abertzale y menos izquierda). El PNV tiene táctica, pero no estrategia salvo cuando convoca a la grey en el anual Alderdi Eguna (Día del Partido, en las campas alavesas de Salburua) donde aparentan inflamarse de cara a la parroquia. El PNV no se decide por ser Aquiles o la tortuga, siempre en aguardo, al acecho, ojo avizor, y entonces ya se verá y según y cómo o cómo me la maravillaría yo. El PNV no es chicha ni limoná ni todo lo contrario y se la pasa, como dice la canción, caracoleando, caramba, al precio de nuestra dignidad. El PNV es la ambigüedad calculada y la indefinición estudiada.

El PNV a veces quiere dar la sensación de correr de prisa pero no demasiado (allegro ma non troppo). El PNV habla de “modos y ritmos” pero dice vísteme despacio que tengo prisa. El PNV mira al cielo, se cae a un pozo (como Tales de Mileto que no era, afortunadamente, del PNV) y se saca del mismo tirándose de su coleta (como el Barón de Münchausen). El PNV es alotrópico y un día se levanta levógiro y otro se acuesta dextrógiro. O al revés, berdin da (es igual). El PNV dice apostar –costumbre muy vasca tratándose de juegos- a largo mientras pone palos a las ruedas a corto. El PNV es un partido eleático y elástico y piensa que el movimiento no se demuestra andando, sino en círculos (viciosos). El PNV, además, cree en la cuadratura del círculo y que el camello –ionizado dizque derretido en partículas subatómicas- pase por el ojo de una aguja (de coser). El PNV, la burguesía nacional, tiene en sus manos el proceso, se lo recuerda constantemente la reformista izquieda abertzale que se pone a rebufo de buen grado, y los dedos se le hacen huéspedes. El PNV sabe que Euskal Herria –o Euskadi- es una nación, pero ellos son una fracción de la oligarquía nacional española dominante. El PNV se hizo nacionalista con el incipiente capitalismo español y se hará separatista en una España roja. El PNV no se decide en si llevarnos al huerto o romper amarras.

De momento, como siempre, a verlas venir... en Catalunya. Y la izquierda abertzale lo mismo.

¿Serán ciertos esos vídeos? Hmmmmmmm...

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N.Bianchi

Pues no lo sé (me refiero a los degollamientos de EI), pero los que aquí, como el menda, pelín carrocilla ya, hicimos caso a nuestra abuela cuando me decía que las imágenes que se veían del hombre pisando la Luna (julio de 1969) eran falsas, ya no me creo nada en medio de una "opulencia informativa" que tapa y manipula las claves para entender la realidad de lo que ocurre y por qué ocurre.

Resulta que Edward Snowden revela que Abu Bakr al-Baghdadi, el llamado "Califa", el jefe de EIIL (Estado Islámico en Irak y Levante), ahora EI a secas, es un judío de nombre Elliot Shimon (hijo de padre y madre judíos). Era un agente operativo del Mosad y entrenado por el servicio secreto israelí en tareas de espionaje contra todo lo que oliera a musulmán y árabe.

De acuerdo con Snowden, "la única solución para la protección del Estado judío es crear un enemigo cerca de sus fronteras". El propósito es luchar contra este "nuevo enemigo" y poder avanzar en sus planes de llegar a construir la"Gran Israel". ¿Será Snowden un "conspiranoico"? Me da que no.

Navegando por ahí me topo con otra tesis "conspiranoica" de tres pares que dice así respecto a los videos que han pasado las televisiones donde se ve a periodistas que van a ser degollados. En concreto se trata del video del "periodista" -le ponemos comillas por lo que luego se verá- John Foley que inició esta degollina.

Sucede que el asesino no comienza su discurso con "Bismillahi Rahmani Rahim".

No hay bandera negra en el video y tendría que haberla (esto es casi como la bandera gringa que se ve ondear en la Luna cuando allí no hay atmósfera).

Foley -y esto se ha hecho notar por ahí- está demasiado tranquilo para alguien que sabe que te van a rebanar de mala manera, como Isaac ante el joputa de su padre Abraham por orden del más joputa Yahvé, que ya hay que ser cabrón.

No hay grito de "Allahu akbar", algo así como "Alá lo quiere", pero no estoy seguro. La cosa es que tenía que haberse proferido ese bramido.

"El asesino" tiene un acento de Londres que justamente tiene la mayor población judía en el Reino Unido, un acento juvenil "cockney", el "cheli" de aquí más o menos.

Foley -y esto es fuerte- fue marginado como un elemento de la CIA por el ex-agente de inteligencia Scott Rickard.

Su familia, la de Foley, no parecía molesta por la noticia de su espeluznante muerte en sus entrevistas en televisión.

Foley fue capturado y puesto en libertad por Gadaffi. Luego "se perdió" en Siria y el Gobierno de los EE.UU. lo reclamó al presidente sirio al-Assad que, lejos e hacerles caso, lo entregó al EI (antes EIIL e ISIS, en inglés). La túnica de color naranja en una zona de guerra es algo rarísimo. Se ven más en las cárceles estadounidenses.

Y, por último, at last but not least, ni se ven, ya lo dijimos, banderas nigras ni el tronitronante grito de Allahu akbar.

En fin, que al igual que la versión que circuló mucho asegurando que el alunizaje se hizo en un plató londinense dirigido por Stanley Kubrick (dos años antes, en 1967, dirigió la magnífica "2001. Odisea en el espacio" y, poco a poco, todo el equipo que intervino en el "rodaje" se fue muriendo de forma sospechosa, incluido Kubrick, aunque este más tarde), pues esto de los vídeos sádicos, hummmm...

Israel sometió a los palestinos a trabajos forzados

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Yazan al-Saadi


Con el paso del tiempo,  poco a poco, se ha ido exponiendo una gran parte de las circunstancias siniestras y oscuras de la limpieza étnica sionista de Palestina a finales de la década de 1940. Un aspecto -poco estudiado ni tratado en profundidad- es el internamiento de miles de civiles palestinos en al menos 22 de los campos de concentración y trabajo, dirigidos por los sionistas, que existieron de 1948 a 1955. Ahora podemos conocer un poco más sobre los contornos de este crimen histórico gracias a la extensa investigación llevada a cabo por el gran historiador palestino Salman Abu Sitta y el miembro del Centro Palestino de recursos Badil, Terry Rempel.

El estudio -que será publicado en el próximo número de la revista Journal of Palestine Studies- se basa en las casi 500 páginas de los informes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), escritos durante la guerra de 1948, que han sido desclasificados, puestos a disposición pública en 1996 y descubiertos por casualidad por uno de los autores en 1999.

Además, los autores han reunido los testimonios de 22 antiguos presos palestinos de esos campos civiles, a través de entrevistas que han llevado a cabo ellos mismos en 2002, o documentados por otros en otros momentos.

Con estas fuentes de información, los autores, como ellos dicen, han reconstruido una historia más clara de la forma en que Israel capturó y encarceló a "miles de civiles palestinos como trabajadores forzados" y los explotó "para sostener su economía en tiempo de guerra".

A la búsqueda del crimen


"Me topé con este pedazo de la historia en la década de 1990 cuando estaba reuniendo material y documentos de los palestinos", dijo Abu Sitta Al-Akhbar. "Cuanto más profundizas, más descubres que los crímenes han ocurrido, que no se han registrado y que no son conocidos".

En aquella época Abu Sitta fue a pasar una semana a Ginebra para visitar los archivos del CICR, que se acababan de inaugurar. Según él los archivos se habían puesto a disposición del público tras las acusaciones de que el CICR había tomado partido por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Era una oportunidad que no podía dejar pasar, mostrar que el CICR había registrado los acontecimientos que tuvieron lugar en Palestina en 1948. Fue allí donde cayó sobre el archivo que trataba la cuestión de los cinco campos de concentración dirigidos por los israelíes.

Entonces decidió buscar testigos o antiguos presos y entrevistar a los palestinos en los territorios de la Palestina ocupada, Siria y Jordania. "Todos ellos han descrito la misma historia y su experiencia real en esos campos", dice.

Inmediatamente le asaltó una pregunta: por qué en la historia había tan pocas referencias sobre estos campos, sobre todo cuando se ha aclarado, gracias a sus investigaciones, que estos campos habían existido y que hubo más de cinco.

"Muchos antiguos presos palestinos vieron el concepto de Israel como un enemigo peligroso, por lo que pensaron que su experiencia de trabajo en estos campos de concentración no era nada en comparación con otra tragedia más grande: la Nakba. La Nakba lo eclipsó todo", explicó Abu Sitta.

"Sin embargo, cuando profundicé en el período de 1948-1955, encontré más referencias como Muhammad Nimr al-Jatib, que fue el imán de Haifa, que transcribió entrevistas con alguien de la familia al-Yahya que estuvo en uno de los campos. Pude localizar el rastro de ese hombre en California y pude discutir con él en 2002", añadió.

Lenta pero firmemente Abu Sitta fue encontrando otras referencias, como la información de un judío llamado Janud, que escribió una tesis de doctorado en la Universidad Hebrea sobre el asunto, y los relatos personales del economista Yusif Sayigh, que contribuyeron confeccionar mejor el alcance y la naturaleza de aquellos campos.

Después de más de una década, Abu Sitta y su coautor, Rempel, pudieron finalmente presentar sus hallazgos al público.

De la carga a la oportunidad: los campos de concentración y de trabajo


El establecimiento de campos de concentración y de trabajo tuvo lugar después de la proclamación unilateral del Estado de Israel en mayo de 1948.

Antes de aquel suceso, el número de palestinos cautivos en manos de los sionistas era bastante reducido, ya que, como se afirma en el estudio, "los dirigentes sionistas concluyeron rápidamente que la expulsión forzada de la población civil era la única manera de crear un Estado judío en Palestina con una mayoría judía lo suficientemente grande como para que fuese 'viable'". En otras palabras, para los estrategas sionistas, en las fases iniciales de la limpieza étnica, los presos fueron una carga.

Aquellos cálculos cambiaron con la proclamación del Estado de Israel y la participación de las fuerzas armadas de Egipto, Siria, Irak y Transjordania, después de que tuviera lugar el grueso de la limpieza étnica. A partir de aquel momento, "las fuerzas israelíes comenzaron a capturar prisioneros, tanto soldados árabes regulares (para un eventual intercambio), y -de manera selectiva- civiles palestinos no combatientes en buen estado de salud".

El primer campamento fue el de Ijlil, en torno a 13 kilómetros al noreste de Jaffa, en la aldea palestina destruida Ijlil al-Qibiliyya, vacía de población, a comienzos de abril. En su mayoría Ijlil se componía de tiendas de campaña, con cientos y cientos de presos, clasificados como prisioneros de guerra por los israelíes, rodeados de alambre de espino, torres de vigilancia y una puerta con los guardias.

Con las sucesivas conquistas de Israel y el consiguiente aumento del número de presos, se crearon otros tres campos. Son los cuatro campos "oficiales" que los israelíes han reconocido y que el CICR visitó activamente.

En el estudio se señala: "Los cuatro campamentos estaban sobre o eran anexos a instalaciones militares puestas en marcha por los británicos durante el Mandato. Se utilizaron durante la Segunda Guerra Mundial para que el internamiento de los prisioneros de guerra, alemanes, italianos u otros. Dos campos -Atlit, creado en julio a unos 20 kilómetros al sur de Haifa, y Sarafand al-Amar, en el centro de Palestina- ya habían sido utilizados en la década de 1930 y 1940 para la detención de inmigrantes ilegales".

Atlit fue el segundo campo más grande después de Ijlil; podía albergar hasta 2.900 presos, mientras que Sarafand tenía una capacidad máxima de 1.800 presos y Tal Letwinksy, cerca de Tel Aviv, a más de 1.000.

Los cuatro campos estaban administrados por "antiguos oficiales británicos que habían desertado de sus filas, cuando las fuerzas británicas se retiraron de Palestina a mediados de mayo de 1948", y los guardias y el personal administrativo de los campos eran antiguos miembros del Irgún y del grupo Stern, dos grupos calificados como organizaciones terroristas por los británicos antes de su marcha. En total, los cuatro campos "oficiales" empleaban 973 soldados.

Un quinto campamento, llamado Umm Jalid, fue instalado en el sitio de otra aldea vaciada de población, cerca de la colonia sionista de Netanya; incluso se le asignó un número oficial en los registros, pero nunca tuvo estatuto "oficial". Podía albergar a unos 1.500 presos. En contraste con los otros cuatro campamentos, Umm Jalid fue "el primer campamento creado exclusivamente como campo de trabajo" y "el primero de los campos 'reconocido' para ser cerrado [...] a finales de 1948".

Además de estos cinco campos "reconocidos", había al menos otros 17 "campos no reconocidos" que no fueron mencionados en las fuentes oficiales, pero que los autores han descubierto a través de muchos testimonios de prisioneros.

"Al parecer, muchos" [campos], dicen los autores, [fueron] "improvisados o ad hoc, a menudo se coponían de una comisaría, una escuela o la casa del notable de la aldea", que podía contener de unas decenas a 200 presos.

La mayoría de los campos, oficiales o no, se situaban dentro de las fronteras del Estado judío propuesto por las Naciones Unidas, "a pesar de que al menos en cuatro [campos no oficiales] -Beersheba, Julis, Bayt Daras y Bayt Nabala- estaban en el Estado árabe asignado por las Naciones Unidas", y otro estaba dentro del "corpus separatum" de Jerusalén.

El número de presos palestinos no combatientes "superó ampliamente" al de soldados árabes las fuerzas armadas regulares o verdaderos prisioneros de guerra. Citando un informe mensual de julio de 1948, escrito por el jefe de la misión del CICR Jacques de Reynier, el estudio indica que de Reynier señaló que "la situación de los internos civiles se había 'confundido totalmente" con los prisioneros de guerra, y que las autoridades judías 'trataban a todos los árabes entre los 16 y los 55 años de edad como combatientes y los encerraban como prisioneros de guerra'". Además, el CICR descubrió que entre los presos de los campos oficiales 90 prisioneros eran hombres mayores y 77 eran jóvenes varones de 15 años de edad o menos.

El estudio destaca las declaraciones del delegado del CICR Emile Moeri en enero de 1949 sobre los prisioneros de los campos: "Es doloroso ver a esas pobres gentes, en particular a los ancianos, que han sido arrancados de sus aldeas y enviados sin motivo a estos campos, obligados a pasar el invierno en tiendas de campaña húmedas, lejos de sus familias; los que no son capaces de sobrevivir en estas condiciones mueren. Niños (de 10-12 años) también están en esa situación. Del mismo modo, algunos enfermos que padecen tuberculosis languidecen en los campos en condiciones que, aunque correctas para personas con buena salud, les conducirán sin duda a la muerte si no encontramos una solución a este problema. Desde hace mucho tiempo hemos exigido a las autoridades judías la liberación de estos civiles enfermos que necesitan tratamiento y que se les ponga al cuidado de sus familias o en un hospital árabe, pero no hemos recibido respuesta".

El informe señalaba que "no existen cifras precisas sobre el número total de civiles palestinos detenidos por Israel durante la guerra de 1948-49" y parece que las estimaciones no tienen en cuenta los campamentos de "no oficiales", ni el traslado frecuente de presos entre los campos en funcionamiento. En los cuatro campos "oficiales", el número de presos palestinos nunca superó los 5.000, según los datos de los archivos israelíes.

Basándonos en la capacidad de Umm Jalid y en las estimaciones de los "campamentos no oficiales", el número total de presos palestinos se podría situar en torno a los 7.000, y tal vez mucho más, indica el estudio, si tenemos en cuenta una nota escrita en su diario el 17 de noviembre de 1948 por David Ben-Gurion, uno de los principales dirigentes sionistas y primer ministro de Israel, que habló de "la existencia de 9.000 prisioneros de guerra en campamentos administrados por Israel".

En general, las condiciones de vida en los campamentos "oficiales" estaban muy por debajo de lo que se consideraba adecuado en el derecho internacional de aquella época. Moeri, que visitado constantemente los campos, informó de que en noviembre de 1948 en Ijlil "la mayoría de las tiendas estaban destrozadas", de que el campo "no estaba listo para el invierno", las letrinas no están cubiertas y la cantina no ha funcionado durante dos semanas. Aparentemente, refiriéndose a la situación que existía, declaró que "las fruta siempre es defectuosa, la carne es de mala calidad [y] las legumbres son escasas".

Además, Moeri informó de que él mismo vio "las heridas de la violencia" de la semana anterior, cuando los guardias dispararon a los presos, hiriendo a uno de ellos y moliendo a golpes a otro.

Como muestra el estudio, el estatuto civil de la mayor parte de los presos era claro para los delegados de la CICR en el país, que informaron de que, con toda certeza, los hombres capturados "no habían estado nunca en el ejército regular". Los presos que habían combatido, dice el estudio, fueron "sistemáticamente asesinados por una bala con el pretexto de que habían tratado de escapar".

Cuando no los masacraban, las fuerzas israelíes se centraban siempre en los hombres aptos, dejando atrás a las mujeres, los niños y los ancianos, continuado esa política incluso después de que los niveles de enfrentamiento militar disminuyeran. En su conjunto, como lo muestran los archivos israelíes y cita el estudio, "los civiles palestinos constituían la gran mayoría (el 82 por ciento) de las 5.950 personas clasificadas como internos en los campos de prisioneros de guerra, mientras que los palestinos (civiles y militares) sólo constituían el 85 por ciento".

El secuestro y encarcelamiento a gran escala de civiles palestinos parecen corresponder a campañas militares israelíes. Por ejemplo, una de las primeras redadas importantes tuvo lugar durante la Operación Danj, cuando 60-70.000 palestinos fueron expulsados de las ciudades centrales de Lydda y Ramleh. Al mismo tiempo, entre una cuarta y una quinta parte de la población masculina de esas dos ciudades que tenía más de 15 años de edad, fue enviada a los campos.

La mayor redada de civiles tuvo lugar en las aldeas del centro de Galilea, capturados durante la Operación Hiram, en el otoño de 1948.

Un superviviente palestino, Moussa, describió a los autores lo que vió entonces: "Nos capturaron en todas las aldeas de los alrededores: al-Bina, Deir al-Asad, Nahaf, al-Rama, y Eilabun. Se llevaron a cuatro hombres jóvenes y dispararon contra ellos [...] Nos llevaron a pie. Hacía calor. No podíamos beber. Nos llevaron a al-Maghar [aldea drusa palestina], después a Naalal [colonia judía] y a continuación a Atlit".

Un informe de las Naciones Unidas de 16 de noviembre de 1948 corrobora el testimonio de Moussa; indica que 500 palestinos "fueron llevados a marchas forzadas y en vehículos al campo de concentración judío de Nahlal".

La política de atacar a civiles, especialmente los hombres "aptos", no fue una coincidencia, según el estudio, el cual establece que "con decenas de miles de judíos, hombres y mujeres, llamados al servicio militar, los internos civiles palestinos eran un complemento importante de la mano de obra judía civil empleada en virtud de la legislación de emergencia en apoyo de la economía de Israel", que incluso los delegados del CICR señalaron en sus informes.

Los presos fueron obligados a realizar obras públicas y militares, tales como el drenaje de los humedales, a trabajar como empleados, recolectar y transportar los bienes saqueados a los refugiados, remover las piedras de las casas palestinas demolidas, pavimentar las carreteras, cavar trincheras militares, enterrar a los muertos y muchos más.

Como lo describe en el estudio un antiguo preso palestino llamado Habib Mohamed Alí Jarada: "Nos obligaban a trabajar todo el día a punta de pistola. Por la noche, dormíamos en tiendas de campaña. En el invierno, el agua se filtraba por debajo de nuestras camas, hechas de hojas secas, cartones y pedazos de madera".

Otro preso de Umm Khaled, Marwan Iqab al-Yehiya, declaró en una entrevista con los autores: "Tuvimos que romper y transportar piedras todo el día [en una cantera]. Como alimento cotidiano teníamos una patata por la mañana y la mitad de un pescado seco por la noche. Molían a golpes a quien desobedeciera las órdenes". Ese trabajo se entremezclaba con humillaciones de los guardias israelíes; Yehiya habla de presos "alineados y obligados a desnudarse, como castigo por la fuga de dos presos durante la noche".

"Los adultos y los niños [judíos] del kibbutz vecino venían a observarnos, alineados y desnudos, y se reían de nosotros. Para nosotros era terriblemente degradante", agregó.

En los campos los abusos de los guardias israelíes eran sistemáticos y generalizados. El objetivo principal eran los aldeanos, campesinos así como los palestinos de las clases bajas. Lo hicieron así, dice el estudio, porque los presos instruidos "conocían sus derechos, tenían el suficiente coraje para hablar con sus secuestradores y se resistían a ellos".

Lo que también es un apunte interesante del estudio es la manera en que la filiación ideológica entre los presos y sus guardias afectó a sus relaciones mutuas.

Consigna el testimonio de Kamal Ghattas, que fue capturado durante el ataque israelí a Galilea: "Hemos tenido un altercado con nuestros carceleros. 400 de nosotros nos hemos sublevado contra 100 soldados. Trajeron refuerzos. A tres de mis amigos y a mí nos metieron en una celda. Nos amenazaron con disparar contra nosotros. Durante toda la noche cantamos el himno comunista. Nos trasladaron a los cuatro al campo de Umm Khaled. Los israelíes temían por su imagen en Europa. Nuestro contacto con nuestro Comité central y el Mapam [Partido Socialista de Israel] nos salvó... Conocí a un oficial ruso y le dije que nos habían secuestrado de nuesotras casas, aunque no éramos combatientes, lo que constituía una violación de los Convenios de Ginebra. Cuando él supo que yo era comunista, me tomó en sus brazos y me dijo: 'Camarada, tengo dos hermanos en el Ejército Rojo. ¡Viva Stalin!, ¡Viva la Madre Rusia'".

Los palestinos menos afortunados fueron sometidos a actos de violencia, incluidas las ejecuciones arbitrarias y la tortura, sin recurso. Las ejecuciones siempre se perpetraron con el pretexto de "intento de fuga" real o supuesta por los guardias.

Las ejecuciones se hicieron tan corrientes que un antiguo preso palestino de Tel Litwinsky, Tewfik Ahmed Juma Ghanim, dijo: "Los que se negaban a trabajar eran asesinados a tiros. Dijeron que habían intentado escapar. Los que pensamos que íbamos a ser asesinados, reculamos ante de los guardias".

Tras la fuerte presión del CICR y otras organizaciones, a finales de 1949, los presos palestinos fueron liberados progresivamente, pero las liberaciones tuvieron un alcance limitado y se concentraron en casos específicos. Los prisioneros de los ejércitos árabes fueron liberados en un intercambio de prisioneros, pero los presos palestinos fueron expulsados unilateralmente al otro lado de la línea del armisticio sin comida, ni provisiones, ni refugio, y se les obligó a caminar y no volver jamás.

Hasta 1955 la mayoría de los civiles palestinos encarcelados no fueron finalmente liberados.

Un crimen permanente


La importancia de este estudio tiene multiples facetas. No sólo revela las numerosas violaciones de la ley y los convenios internacionales de la época, tales como el Reglamento de La Haya de 1907 o los Convenios de Ginebra de 1929, sino que también muestra cómo los acontecimientos modelaron al CICR a largo plazo.

Debido a que el CICR se enfrentó con un protagonista israelí agresivo que no quería atender ni respetar el derecho internacional y los convenios, el propio CICR tuvo que adaptarse a lo que consideró como los medios más prácticos para asegurar que se respetaran los más elementales derechos de los presos civiles palestinos.

En el informe final, el estudio cita a Reynier: El CICR "ha protestado muchas veces afirmando el derecho de esos civiles a disfrutar de su libertad, a menos que sean culpables y juzgados por un tribunal. Pero tácitamente tenemos que aceptar su estatuto de prisioneros de guerra porque de esa manera se benefician de los derechos que la Convención les otorga. De lo contrario, si no estuvieran en los campos, serían expulsados [a un país árabe] en el que, de una u otra manera, sin recursos, llevarían una vida miserable de refugiados".

A final de cuentas, simplemente el CICR y otras organizaciones fueron ineficaces, mientras que impunemente Israel ignoró las condenas, con la cobertura diplomática de las principales potencias occidentales.

Y lo que es más importante aún, el estudio arroja luz sobre la magnitud de los crímenes de Israel tras su nacimiento brutal y sangriento. Y "todavía tenemos mucho que decir", como dice la última línea del estudio.

"Es increíble para mí y para muchos europeos que han visto mis pruebas", dijo Abu Sitta, "que en Palestina se abrieran campos de trabajos forzosos, tres años después de haber sido cerrados en Alemania, y que fueran gestionados por guardias judíos que habían sido prisioneros de los alemanes".

"Que mala imagen para el espíritu humano, cuando el oprimido copia al opresor contra la vida de los inocentes", agregó.

Esencialmente el estudio muestra los fundamentos y principios de la política israelí hacia los civiles palestinos, que se presenta en forma de secuestros, capturas y detenciones. Ese crimen continúa a día de hoy. Basta leer los informes de centenares de palestinos detenidos antes, durante y después de la última guerra de Israel en la franja de Gaza este verano.

"Gaza es hoy un campo de concentración, en nada diferente de los del pasado", concluye Abu Sitta.



Fuente: Al-Akhbar, http://english.al-akhbar.com/content/israels-little-known-concentration-and-labor-camps-1948-1955

Maniobras de distracción

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Juan Manuel Olarieta

Los votos son como los goles en el fútbol. Cuando en referencia a la política burguesa hoy alguien habla de éxito, se refiere siempre al éxito electoral. En el fútbol a algunos nos gusta el "jogo bonito" mientras que en la política burguesa todos son resultadistas: más votos es un éxito y menos votos es un fracaso. Todo se reduce a cosechar más votos que en las elecciones de hace cuatro años.

Para lograr el éxito hay expertos en marketing que tan pronto te venden un político como un postre para reducir el colesterol. Son periodistas, creadores de imagen, publicistas, relaciones públicas, merchandising, diseño... La política burguesa funciona de esa manera porque, en realidad, no conocemos a ningún político: sólo los vemos por la tele. Entre ellos y nosotros hay una tele por medio. No vemos al político, lo que vemos es la tele. Cuando votamos a un político, lo que votamos es a la tele.

Más minutos de tele se traducen en más votos. Lo de menos es lo que el político diga. Es más: lo mejor es que hable pero no diga nada. Cada vez que un político dice algo, pierde votos. Por ejemplo, los ministros del Interior (Ibáñez Freire, Rosón, Barrionuevo, Corcuera) siempre fueron torpes, es decir, a veces se les escapaba lo que pensaban, lo cual les conducía a meter la pata, como el inepto Martín Villa con aquello de "Nosotros cometemos errores, mientras que ETA comete crímenes".

Con Belloch, actual alcalde de Zaragoza, las cosas cambiaron radicalmente. Fue el primero que supo hablar sin decir nada y cuando los periodistas le pedían explicaciones sobre algo decía que era "razonable". No decía la razón, sólo que era razonable. A ver si te enteras: no hace falta explicar las cosas porque las cosas se explican por sí mismas. Si tú no ves la explicación de las cosas es porque no eres muy inteligente. Es tu problema.

Jamás votaremos a un político que no salga por la tele del mismo modo que jamás compraremos una sujeción para nuestra dentadura postiza en el puesto ambulante que tiene ese negro senagalés en la esquina. Lo que haremos es ir a la farmacia y comprar Corega porque lo anuncian por la tele. Desconfiamos de todo aquello que no se anuncia por la tele. Desconfiamos de la gitana que vende pilas en el mercadillo, pero jamás de Mercadona, Carrefour, Caprabo o Dya.

En la lógica formal el principio de identidad dice que A=A. Siempre somos nosotros mismos; tenemos nuestros defectos y nuestras virtudes. Pero los políticos no son como los demás, no son ellos mismos sino lo que los expertos les dicen que tienen que ser: perfectos, impecables, sonrientes, cercanos, guapos, amables... Las 24 horas del día, 365 días al año. Nunca verás a un político metiéndose el dedo en la nariz porque no son seres humanos como los demás sino "comunicadores", como los presentadores de las noticias, de los concursos o de las retransmisiones deportivas.

Nadie aceptaría en su vida lo que un político acepta. Se deja hacer: dice lo que le dicen que diga, le escriben los discursos, tiene las respuestas preparadas, viste como le dicen, va a donde le dicen que vaya, les peina un estilista... Si lo pensamos un poco nos damos cuenta de que no votamos al político, a la marioneta, sino al que mueve los hilos... o quizá sea mucho más simple aún: no sabemos a quién estamos votando (por supuesto que tampoco sabemos qué estamos votando).

Hace poco El País desvelaba a la experta que asesora a Pedro Sánchez en asuntos de imagen. Pedro Sánchez empezó su nueva carrera como secretario general del PSOE con la siguiente consigna: "Desterremos palabras como crisis, violencia de género o independentismo". Si Sánchez ha dicho eso es por tres motivos. Primero, porque su asesora le ha dicho que lo diga. Segundo, porque la asesora sabe que esas palabras dan votos mientras que otras los restan. Tercero, porque al cambiar las palabras está cambiando el mundo real.

Cuando ni quieres ni puedes cambiar nada, lo mejor es que cambies las palabras. Por ejemplo, los capitalistas cambian de coche cada año. Pero si no tienes un euro, lo que puedes hacer es tunearlo y te parecerá otro, no sólo a tí sino -sobre todo- a tus vecinos y tus amigos. Eso te reportará unas cuantas semanas de ilusión y alegría cuanto te pregunten: ¿has cambiado de coche?

Otro ejemplo: antiguamente había vacaciones, mientras que hoy la gente -los que pueden- se van de vacaciones, lo cual es bastante distinto. Si en verano uno se queda en casa es que no ha tenido vacaciones, que no son para descansar sino para cambiar el paisaje, los hábitos, los horarios o los vecinos. Las vacaciones no son para no hacer nada sino para hacer otras cosas diferentes de las habituales. De hecho la gente en vacaciones se fatiga mucho más que de costumbre. Las vacaciones son para que nos cansemos haciendo otras cosas, aquellas que no hacemos cotidianamente pero que nos gusta hacer, es decir, que disfrutamos haciendo cosas distintas.

La política burguesa nos gusta porque es exactamente así, como las vacaciones, un entretenimiento. Nos hace pasar el rato, e incluso a veces nos divierte porque cada vez aparecen más palabras nuevas cuanto más se parece a sí misma. A veces incluso cambian hasta los políticos, es decir, unos políticos sustituyen a otros iguales entre sí y parece que los partidos han dado un vuelco. El PSOE de Pedro Sánchez no tiene nada que ver con el de Rubalcaba. La edición de este año de Gran Hermano tampoco tiene nada que ver con la del año pasado: los concursantes han cambiado, son diferentes.

Si un aficionado a las hemerotecas lee un periódico de hace unos años comprobará que las cosas no sólo han cambiado mucho, sino que han cambiado muy rápidamente. España ya no es lo que era. Por ejemplo, hasta 1987 la prensa se refería a ETA de muchas maneras diferentes, había diversidad de insultos, eufemismos y denominaciones. A partir de entonces se acabó el pluralismo. Un equipo de expertos en comunicación que trabajaba para el Ministerio del Interior impuso un único término que todos los periódicos y cadenas de radio aceptaron sin rechistar: ETA era una banda terrorista.

Las cosas volvieron a cambiar en 2001 y los terroristas ahora ya no son tales, sino yihadistas. El diario ABC justificaba la detención de un magrebí diciendo que en el registro la policía le había encontrado 300 vídeos sobre la yihad y entre paréntesis añadía como sinónimo de yihad: Guerra Santa, con mayúsculas. ¿Os dáis cuenta del peligro que tienen esos vídeos? Es para echarse a temblar. El diario ABC es como los políticos: carece de personalidad propia, es un mero portavoz de la policía. Tampoco traduce del árabe, ni le interesa, porque yihad no significa Guerra Santa.

Con la yihad ocurre como con Catalunya: entre los muchos peligros que nos acechan, España también está amenazada por un "desafío soberanista". No es España la que desafía a Catalunya, sino al revés. Pero, ¿qué más quieren los catalanes?

La manipulación del significado de determinadas palabras y la introducción de otras nuevas tiene una explicación cuyo origen está en los militares más que en la Academia de la Lengua: es la guerra sicológica, que es una parte de la guerra. Decir hoy en un periódico burgués que rebanar el pescuezo de un secuestrado ante las cámaras es yihadismo y no el viejo terrorismo de toda la vida, es una manipulación que va acompañada de todo un nuevo diccionario que poco a poco los medios están imponiendo (células durmientes, lobos solitarios) con titulares como el siguiente:"Fiestas, ropa cara y chicas: el yihadismo ‘cool’ de la 'generación Gran Hermano'" (El Confidencial, 29 de setiembre).

En muy pocos años se ha creado un nuevo diccionario político con palabras tales como sostenibilidad, globalización, altermundialista, multitud, activista, casta, transversalidad, decrecimiento, género, antipatriarcado, choque de civilizaciones, daños colaterales, contrainformación...

En la lucha de clases, o sea, en la política de verdad, que es la guerra por otros medios, unas palabras no se añaden a otras sino que las sustituyen. Por ejemplo, "referente" sustituye a "vanguardia" y nadie se pregunta por las razones: eso es lo "razonable". Lo otro ha quedado obsoleto como el Seat 600 o los yogures de Mercadona.

Si no hubiera obsolescencia política, nos aburriríamos solemnemente. Hasta 1985 -hace tres décadas- estuvimos luchando contra la Otan y las bases militares. Lo denunciábamos en las radios libres, publicábamos fanzines y hacíamos interminables marchas los domingos por la mañana a Rota y Torrejón, agotadoras reuniones entre semana... Pero nos cansamos de aquello y no volvimos a hablar del asunto porque se había quedado anticuado. Pasemos a otro asunto, y luego a otro, y luego a un tercero... Si logramos inventar un nuevo problema, un nuevo riesgo, un desafío diferente, lograremos olvidar el viejo. Por ejemplo, no recordaremos que pertenecemos a la Otan, un bloque militar imperialista, criminal, bla, bla, bla...

Los seres humanos, animales políticos, decía Aristóteles, tenemos la fortuna de podernos crear nuestros propios problemas, lo cual es una enorme ventaja sobre los animales apolíticos: si logramos crearnos un problema falso, como los videojuegos, nos olvidaremos del problema verdadero.

Los nuevos lenguajes nos regalan un país a la medida de nuestra necesidad de entretenernos y, los más exaltados tienen, además, la posibilidad de lamentarse de él, quejarse y patalear. Pero nunca más allá de unos 30 años años, que es la fecha de caducidad política. Por eso tiene razón Pedro Sánchez: si no utilizamos la palabra crisis, la crisis desaparece. Utilicemos otra palabra para hablar de ella. O mejor aún: hablemos de otra cosa.


150 años de la fundación de la Primera Internacional (1)

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El 28 de septiembre de 1864, hace 150 años, se fundó en Londres la Primera Internacional. Mientras a duras penas el capitalismo se restablecía de la crisis de 1857-1858, otra crisis sin precedentes acechaba, especialmente en la industria algodonera. Se produjeron varios acontecimientos muy importantes.

El primero fue la guerra civil en Estados Unidos por la cuestión de la abolición de la esclavitud, que tuvo consecuencias inesperadas en todo el mundo capitalista. Los Estados sudistas tenían casi monopolizada la producción del algodón, y abastecían a la industria algodonera de todo el mundo. Europa se vio pronto privada de esta materia prima y ocasionó un considerable encarecimiento en la industria textil. Ciertamente, los grandes capitalistas sufrieron menos que los restantes, pero los pequeños y medianos se apresuraron a cerrar sus empresas. Centenares de miles de obreros europeos se encontraron de este modo reducidos a la miseria.

Los gobiernos se limitaron a dar miserables limosnas. Los obreros ingleses organizaron el socorro. La iniciativa la tomó el consejo londinense de los sindicatos. Se constituyó un comité especial. Lo mismo ocurrió en Francia, donde este comité fue dirigido por los representantes del grupo que había organizado la elección de la delegación obrera a la exposición de Londres. Se establecieron relaciones entre ambos comités. De este modo, los obreros ingleses y franceses tuvieron una nueva prueba de los estrechos lazos de interés que existían entre los obreros de diferentes países. La guerra civil en Estados Unidos provocó de este modo una violenta revolución en la vida económica de Europa y golpeó por igual a los obreros ingleses, franceses, alemanes e incluso a los obreros rusos. Este es el motivo de que, en el prólogo al primer tomo de "El capital", Marx escribiera que la guerra de Secesión en el siglo XIX hizo sonar el clarín para la clase obrera, exactamente igual que la guerra de la Independencia de Estados Unidos había sido el clarín para la burguesía francesa de antes de la revolución.

Se produjo entonces otro acontecimiento que interesaba también a los obreros de los diferentes países: la servidumbre acababa de ser abolida en Rusia. Fue necesario realizar una serie de reformas en las restantes ramas de la administración y de la vida económica. Al mismo tiempo, el movimiento revolucionario se reforzaba y planteaba reivindicaciones más radicales. Las regiones fronterizas, comprendida Polonia, entraban en un período de agitación. El gobierno zarista aprovechó la ocasión para acabar de un solo golpe con la sedición exterior e interior. Provocó la insurrección de Polonia y, al mismo tiempo fomentó el patriotismo panruso y reprimió con saña la insurrección polaca.

En Europa occidental, donde el zarismo ruso era odiado por todos, la insurrección polaca provocó muchas simpatías. Diferentes gobiernos, entre otros los gobiernos francés e inglés, dejaron en entera libertad de acción a los defensores de los polacos insurrectos, intentando de este modo dar salida al descontento acumulado entre los obreros. En Francia se organizan una serie de asambleas, así como un comité en cuya dirección estaban Tolain y a Perrachon. En Inglaterra, Cremer y Odger, por los obreros, y el profesor Beesly, por los intelectuales radicales, tomaron la dirección del movimiento en favor de los polacos.

En abril de 1863 convocan en Londres un inmenso mitin presidido por el doctor Beesly y en el cual Cremer pronuncia un discurso en defensa de los polacos. La asamblea adopta una resolución en la cual decide que los obreros franceses e ingleses presionarán sobre sus respectivos gobiernos para conseguir su intervención en favor de Polonia. También deciden organizar un mitin internacional el 22 de julio de 1863 que tuvo lugar en Londres bajo la presidencia de Beesly. Odger y Bremer, en nombre de los obreros ingleses, y Tolain, en nombre de los franceses, tomaron la palabra. Todos demostraron la necesidad de restaurar la independencia de Polonia. Fue el único tema de sus discursos.

Pero al día siguiente se convocó una reunión organizada por el Consejo londinense de los sindicatos, esta vez sin la participación de burgueses. Odger defendió la necesidad de una unión más estrecha entre los obreros ingleses y los del continente. La cuestión estaba planteada en la práctica. Los obreros ingleses sufrían la competencia de los obreros franceses, belgas, y, en particular, de los alemanes. En esta época, la panadería, que ya se encontraba en manos de las grandes empresas, estaba servida prácticamente por obreros alemanes. Numerosos franceses trabajaban en la construcción, en la industria del mueble y en las industrias artísticas. Por este motivo, los sindicalistas ingleses intentaban influir sobre los obreros extranjeros que llegaban a Inglaterra. El modo más fácil de conseguirlo era a través de organizaciones que unieran a los obreros de las distintas nacionalidades.

Se decidió que los obreros ingleses enviarían un mensaje a los franceses. Pero pasaron casi tres meses antes de que este mensaje, escrito principalmente por Odger, se sometiera a la ratificación de los sindicalistas de Londres. La rebelión polaca había sido reprimida con inusitada ferocidad por el gobierno zarista, pero el mensaje casi no se refiere a ello:

"La fraternidad de los pueblos es extremadamente necesaria para los obreros. Dado que cada vez que intentamos mejorar nuestra situación por medio de la reducción de la jornada de trabajo o el aumento de salarios, los capitalistas nos amenazan con contratar a obreros franceses, belgas o alemanes que realizarán nuestro trabajo por un salario inferior. Por desgracia, esta amenaza a veces se lleva a cabo. Ciertamente, la falta no es de nuestros camaradas del continente, sino exclusivamente de la falta de unión regular entre los asalariados de los diferentes países. Sin embargo, es de esperar que pronto finalice esta situación, pues nuestros esfuerzos para conseguir situar a los obreros mal pagados al mismo nivel de los que reciben sueldos más elevados pronto impedirán a los empresarios que se sirvan de una parte de nosotros contra otra parte con el fin de rebajar nuestro nivel de vida, conforme a su espíritu mercantil".

El mensaje fue traducido al francés por el profesor Beesly y no fue enviado a París hasta noviembre de 1863. En París sirvió como base de agitación en los talleres. Pero la respuesta de los obreros franceses se demoró mucho tiempo. En aquel momento se preparaban en París elecciones legislativas que debían tener lugar en marzo de 1864. Con este motivo, un grupo de obreros, entre los que se encontraban Tolain y Perrachon, se habían planteado si debían los obreros presentar sus propios candidatos o limitarse a apoyar a los candidatos burgueses radicales. En otras palabras, si había que separarse de la oposición burguesa e intervenir con una plataforma especial, o ir a remolque de los partidos burgueses. Esta cuestión fue ampliamente discutida a finales de 1863 y comienzos de 1864.

Resolvieron intervenir separadamente y presentar la candidatura de Tolain, un proudhonista de derecha, obrero grabador que en 1871 fue diputado durante la II República y con la Comuna de París se pasó a la reacción y fue expulsado de la Internacional. Al mismo tiempo decidieron exponer los motivos de esta escisión con la burguesía a través de una plataforma especial que, dado el número de los firmantes, recibió el nombre de Manifiesto de los Sesenta.

En su crítica del régimen burgués, este Manifiesto está en la línea del proudhonismo pero, al mismo tiempo, se separa claramente de él en su programa político, preconizando la formación de una organización política independiente de los obreros, y solicita que se proponga la candidatura de los obreros al Parlamento con el fin de poder defender allí los intereses del proletariado.

Proudhon aprobó entusiásticamente este Manifiesto de los Sesenta, escribiendo sobre él un libro titulado "Capacidades políticas de la clase obrera", que se encuentra entre sus mejores obras. Trabajó en él los últimos meses de su vida, pero murió antes de que fuera publicado. Ahí Proudhon reconocía la necesidad para los obreros a disponer de una organización de clase independiente. Aprueba el nuevo programa de los obreros de París, en el cual ve la mejor prueba de la capacidad política de la clase obrera. Aunque mantiene su antigua opinión sobre las huelgas y sobre las asociaciones de ayuda mutua, su libro recuerda su primera obra sobre la propiedad, por su crítica de la sociedad burguesa. Se convirtió en uno de los libros preferidos de los obreros franceses, de modo que, cuando se habla de la influencia del proudhonismo en la época de la I Internacional, no hay que olvidar que se trataba del proudhonismo tal como se había presentado tras la publicación del Manifiesto de los Sesenta.

Fuente: censurada web Antorcha.org

Encuentro en Londres

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150 años de la fundación de la Primera Internacional (2)


Transcurrió casi un año antes de que los obreros de París llevaran a cabo una respuesta al mensaje londinense. Se eligió una delegación especial para llevarlo a Londres y, para recibir a esta delegación, se organizó una asamblea el 28 de septiembre de 1864 en la sala Saint-Martin, en el centro de la ciudad. Presidía Beesly. La sala estaba llena. Primeramente, Odger leyó el mensaje de los obreros ingleses. El mensaje de los franceses fue leído por Tolain. Entre otras cosas, declaraba:

"Progreso universal, división del trabajo, libertad de comercio, he aquí los tres factores que deben fijar nuestra atención, dado que son capaces de transformar radicalmente la vida económica de la sociedad. Obligados por la fuerza de las cosas y por las necesidades de este tiempo, los capitalistas han formado poderosas uniones financieras e industriales. Si no adoptamos medidas de defensa seremos aplastados despiadadamente. Nosotros, obreros de todos los países, debernos unirnos y oponer una barrera infranqueable al orden de cosas existente, que amenaza con dividir a la humanidad en una masa de hombres hambrientos y furiosos, por una parte, y, por la otra, en una oligarquía de reyes de las finanzas y magnates satisfechos. Ayudémonos los unos a los otros para lograr nuestro objetivo".

Los obreros franceses habían llevado incluso un proyecto de asociación. En Londres debía formarse una comisión central compuesta por representantes de todos los países, y, en las principales ciudades de Europa, subcomisiones relacionadas con esta comisión central, que sometería a su examen todas las cuestiones. El organismo central debía establecer el resultado de la discusión. Para la determinación definitiva de la forma de la organización, se convocaría un congreso internacional en Bélgica.

Marx no intervino en la preparación de esta reunión. La jornada del 28 de septiembre de 1864 se debió a los propios obreros. Sin embargo, en ese día memorable, asistió a la asamblea porque Cremer le invitó a participar con la siguiente nota: "Al señor Marx: Señor, el Comité de organización del mitin os ruega respetuosamente que asistáis a él. Presentando esta nota podréis entrar en la sala en que, a las siete y media, se reunirá el Comité. Vuestro servidor, Cremer".

Es significativo que Cremer invitara a Marx y no a otros muchos emigrados residentes en Londres, que mantenían relaciones más estrechas con los franceses e ingleses. Marx fue elegido para el Comité de la futura organización internacional por el papel que desempeñaba la sociedad obrera alemana, cuyos locales se encontraban en Londres como lugar de reunión de obreros de distintas nacionalidades. Esta sociedad adquirió mayor importancia cuando los propios obreros ingleses comprendieron que era necesario unirse con los alemanes para paliar las consecuencias de la concurrencia con los inmigrantes. De ahí las estrechas relaciones personales con los miembros de la antigua Liga de los Comunistas: Eccarius, Lessner y Pfender. Los dos primeros eran sastres; el tercero, pintor-yesero, trabajaba en la construcción. Todos ellos participaban activamente en el movimiento obrero londinense y conocían a los organizadores del Consejo de Londres de los sindicatos. A través suyo, Cremer y Odger conocieron a Marx, quien, en los momentos de su polémica con Vogt, había renovado sus relaciones con la sociedad obrera alemana.

Marx, por tanto, fue uno de los fundadores de la I Internacional y pronto se convirtió en su principal dirigente ideológico. El Comité elegido en la asamblea del 26 de septiembre no había recibido ninguna directriz. No poseía ni programa, ni estatutos, ni siquiera nombre. En Londres existía ya una sociedad internacional, la "Liga general", que acogió al Comité. En las actas de la primera asamblea de este Comité figuran los nombres de los representantes de esta Liga, que no eran más que respetables burgueses. No propusieron en ningún momento al nuevo Comité el fundar una nueva organización. Algunos de ellos hablaban de fundar una nueva asociación internacional en la cual podrían entrar no solamente los obreros, sino todos cuantos desearan una unión internacional o la mejora de la situación política y económica de la clase trabajadora. Pero a instancias de dos obreros, Eccarius y Vitlock, antiguo cartista este último, se decidió llamar a la nueva organización Asociación Internacional de Trabajadores. Esta propuesta fue apoyada por los ingleses, entre los que se encontraban numerosos cartistas, miembros de la antigua "Sociedad obrera", cuna del partido cartista.

El nombre dado a la nueva sociedad internacional determinó inmediatamente su carácter. Apartó de ella inmediatamente a los burgueses que presidían la "Liga General". El Comité fue invitado a buscar otro local. Consiguió encontrar una pequeña habitación no lejos de la sociedad obrera alemana, en el barrio donde vivían los obreros emigrantes.

El Llamamiento internacional

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150 años de la fundación de la Primera Internacional (3)

A partir del momento en que la sociedad recibió su nombre, se comenzó la redacción del Programa y los Estatutos. Se presentaron diferentes proyectos porque el Comité se encontraba formado por elementos muy dispares.

En primer lugar estaban los ingleses, quienes, a su vez, se encontraban divididos en numerosos grupos: sindicalistas, antiguos cartistas y antiguos owenistas. Estaban los franceses, muy poco avezados en las cuestiones económicas, pero especialistas en el arte revolucionario. Había también italianos, muy influyentes entonces porque estaban dirigidos por un hombre muy popular entre los ingleses, el viejo revolucionario Mazzini, republicano ardiente y, al mismo tiempo, hombre religioso. Había emigrados polacos, para los cuales la cuestión polaca ocupaba el primer plano. Los emigrados alemanes eran antiguos miembros de la Liga de los Comunistas: Eccarius Lessner, Lochner, Pfender y, finalmente, Marx. Finalmente, los italianos expusieron un proyecto levantado casi sobre el mismo modelo que el francés.

En la subcomisión en la que participaba, Marx defendió sus tesis y, al final, le encargaron presentar su proyecto al Comité. En la cuarta sesión -era el 1 de noviembre de 1864-, fue adoptado por aplastante mayoría el proyecto de Marx con algunas modificaciones insignificantes.

Fue redactado sin caer en compromisos como él mismo dice en una carta dirigida a Engels, "tuve que introducir en los Estatutos y en el programa algunas palabras como 'derecho', 'moralidad' o 'justicia', pero insertándolas de modo que no pudieran ser perjudiciales". Pero no radica aquí el secreto del éxito de Marx en una asamblea tan heterogénea, logrando aprobar casi por unanimidad su tesis. El secreto de su éxito reside en el extraordinario talento (como lo reconoce incluso Bakunin) que desplegó en la redacción del Llamamiento fundacional de la Internacional. En la misma carta a Engels, Marx afirma que era extremadamente difícil exponer las opiniones comunistas de manera que fueran aceptables al movimiento obrero de entonces. Era imposible emplear el lenguaje revolucionario del Manifiesto Comunista. Había que esforzarse por ser agresivo en el fondo pero moderado en la forma. Marx llevó a cabo con brillantez este trabajo.

El Llamamiento fue escrito 17 años después del Manifiesto Comunista. Eran del mismo autor, pero las épocas en las cuales habían sido escritos y las organizaciones para las cuales habían sido redactados diferían profundamente. El Manifiesto Comunista había sido redactado en nombre de un pequeño grupo de revolucionarios para un movimiento obrero todavía muy joven. Pero ya entonces los comunistas subrayaban que no planteaban ningún principio revolucionario con la intención de imponerlo al movimiento obrero, que únicamente se esforzaban en sacar a la luz, en el interior de este movimiento, los intereses generales del proletariado de todos los países, independientemente de la nacionalidad.

En 1864 el movimiento obrero había crecido considerablemente, había adquirido un carácter de masas, pero desde el punto de vista del desarrollo de la conciencia de clase, estaba atrasado con respecto a la pequeña vanguardia revolucionaria de 1848. El nuevo estado mayor de este movimiento, en cuyo nombre escribía entonces Marx, estaba igualmente retrasado con respecto a aquella vanguardia. Había que escribir el nuevo manifiesto teniendo en cuenta el nivel de desarrollo del movimiento obrero y de sus dirigentes, sin renunciar, al mismo tiempo, a ninguna de las tesis fundamentales del Manifiesto Comunista.

Marx, en su nuevo manifiesto, formuló las reivindicaciones alrededor de las cuales debían unirse las masas obreras, y sobre cuya base podía seguir desarrollándose la conciencia de clase. Las reivindicaciones de clase directas del proletariado formuladas por Marx llevaban de un modo lógico a las reivindicaciones más avanzadas del Manifiesto Comunista.

Desde todos estos aspectos, Marx poseía una inmensa superioridad sobre Mazzini, sobre los revolucionarios franceses o sobre los sindicalistas ingleses que presidían el Comité de la Internacional. Durante estos 17 años había realizado un ímprobo trabajo teórico, verdaderamente descomunal. En esta época ya había terminado el borrador de su gigantesca obra, El Capital, y se ocupaba de corregir el primer tomo. Era la única persona en todo el mundo que había estudiado con tanta profundidad la situación de la clase obrera, y que había comprendido los mecanismos internos de la explotación capitalista.

En toda Inglaterra no había una sola persona que se hubiera tomado la molestia de estudiar como él todos los informes de los inspectores de fábricas, así como los trabajos de las comisiones parlamentarias que describían la situación de las distintas ramas de la industria, y las diferentes categorías del proletariado. Marx estaba mucho más enterado de estas cuestiones que los propios obreros del Comité. Los panaderos que lo integraban conocían perfectamente la situación de su oficio, los zapateros conocían la industria del calzado, los carpinteros y yeseros estaban al corriente de la situación de los obreros de la construcción, pero únicamente Marx conocía a fondo la cuestión de las categorías más diversas de la clase obrera y sabía ligarla a las leyes generales de la producción capitalista.

El talento de Marx como agitador se manifiesta en la propia composición de aquel manifiesto. Al igual que en el Manifiesto Comunista, había partido del hecho fundamental de todo el desarrollo histórico, la lucha de clases; del mismo modo, en el nuevo manifiesto no comienza con frases generales, ni con temas elevados, sino por los hechos que caracterizan la situación de la clase obrera: "Un hecho de extraordinaria importancia: desde 1848 a 1864 no ha disminuido la miseria de la clase obrera y, sin embargo, si tenemos en cuenta el desarrollo de la industria y del comercio, este período carece de precedentes en la historia".

Marx demuestra que, aunque en Gran Bretaña el comercio se hubiera triplicado desde 1843, nueve de cada diez hombres se ven obligados a luchar desesperadamente con el solo fin de asegurar su subsistencia. Demuestra también que la inmensa mayoría de la clase obrera se alimenta insuficientemente, degenera, es pasto de enfermedades, mientras que las clases poseedoras incrementan monstruosamente sus riquezas. deduce de todo ello que, a pesar de las aseveraciones de los economistas burgueses, ni el perfeccionamiento de la maquinaria, ni la aplicación de la ciencia a la industria, ni el descubrimiento de nuevas colonias, ni la emigración, ni la creación de nuevos mercados, ni la libertad del comercio pueden suprimir los males de la clase obrera. Por tanto, en tanto el régimen social permanezca sobre sus antiguas bases, cualquier nuevo desarrollo de las fuerzas productivas no hará más que agrandar el abismo que divide actualmente a las distintas clases, y hará aún más patente todavía el antagonismo que existe entre ellas.

Tras indicar los motivos que contribuyeron a la derrota de la clase obrera en 1848, y que provocaron la apatía que caracteriza al período de 1849 a 1889, Marx expone las conquistas realizadas por los obreros durante este período. En primer lugar, la ley sobre la jornada laboral de diez horas. A pesar de todas las aseveraciones de los satélites del capital, la reducción de la jornada de trabajo obrero, lejos de hacer menor el rendimiento del trabajo, lo aumentó. Esta ley, además, supuso el triunfo del principio de la intervención del Estado en el campo de las relaciones económicas frente al antiguo principio de la libertad de competencia. Y concluye, como en el Manifiesto Comunista, que la clase obrera necesita someter la producción al control y dirección de toda la sociedad, dado que una producción social concebida de este modo es el principio fundamental de la economía política de la clase obrera. Así pues, la ley de la jornada de diez horas no sólo fue un éxito práctico sino que marcó la victoria de la economía política de la clase obrera sobre la economía política de la burguesía.

Otra conquista está representada por las cooperativas fundadas por iniciativa de los obreros. Pero, difiriendo de Lassalle, que consideraba las asociaciones de producción como punto de partida para la transformación de toda la sociedad, Marx no sobrevalora su importancia práctica. Por el contrario, solamente las promueve para demostrar a las masas obreras que la gran producción dirigida con métodos científicos puede desarrollarse sin los capitalistas; que los medios de producción no deben ser propiedad de ningún individuo, ni transformarse en instrumento de violencia y esclavitud; que el asalariado, como el esclavo, no es algo eterno, sino un estado transitorio, una forma inferior de la producción, que debe dejar su puesto a la producción social. Una vez extraídas estas conclusiones, Marx indica que, en tanto estas asociaciones de producción estén limitadas a un pequeño círculo de obreros, no serán capaces de mejorar ni siquiera un poco la situación de la clase obrera.

La producción cooperativa debe extenderse a todo el país. Planteando de este modo la tarea de la transformación de la producción capitalista en producción socialista, Marx señala inmediatamente que esta transformación será combatida por todos los medios por las clases dominantes, que los capitalistas aprovecharán su poder político para defender sus privilegios económicos. Por esta razón, el primer deber de la clase obrera consiste en conquistar el poder político; para ello es necesario organizar en todas partes partidos obreros. Los obreros poseen un factor de éxito: su masa, su número. Pero esta masa no es fuerte mientras no sea compacta, mientras no se oriente en una misma dirección. Sin una profunda cohesión, sin solidaridad, sin ayuda mutua en la lucha por su emancipación, sin una organización nacional e internacional, los obreros están condenados a la derrota. Guiándose por estas consideraciones, añade Marx, los obreros de los distintos países han resuelto fundar la Asociación Internacional de Trabajadores.

Con asombroso arte, bajo una forma moderada, Marx extrajo de la situación efectiva de la clase obrera todas las deducciones fundamentales del Manifiesto Comunista: organización de clase del proletariado, derrocamiento del dominio de la burguesía, conquista del poder político por el proletariado, supresión del trabajo asalariado, nacionalización de todos los medios de producción.

Pero Marx -y de este modo finaliza el Llamamiento fundacional- sitúa en primer plano otra tarea política de primordial importancia. La clase obrera no debe limitarse a la estrecha esfera de la política nacional. Debe seguir atentamente todas las cuestiones de política internacional. Si el éxito de la liberación de la clase obrera depende de la solidaridad de los obreros de todos los países, la clase obrera no puede cumplir su misión si las clases que dirigen la política exterior aprovechan los prejuicios nacionales para enfrentar unos contra otros a los obreros de los diferentes países, derramar en guerras de rapiña la sangre del pueblo. Por ello, es hora de que los obreros aprendan a conocer todos los secretos de la política internacional. Deben vigilar la diplomacia de sus respectivos gobiernos y, en caso de que fuera necesario, resistir por todos los medios y unirse en unánime protesta contra los criminales manejos de los gobiernos. Ha llegado el momento de acabar con este estado de cosas donde el engaño, la expoliación, el robo son autorizados como método normal en las relaciones entre los pueblos; es decir, donde son violadas todas las reglas consideradas como obligatorias en las relaciones entre las personas privadas.

Fuente: censurada web Antorcha.org

La elaboración de los Estatutos de la Primera Internacional

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150 años de la fundación de la Primera Internacional (4)

El Llamamiento fundacional sólo pretendía explicar cuáles eran los motivos que habían incitado a los obreros reunidos en asamblea el 28 de septiembre de 1864 a fundar la Internacional. Pero todavía no era más que un programa, una introducción, una proclama solemne anunciando al mundo entero -como lo indica su título- que se había fundado una nueva unión internacional, la Asociación Internacional de los Trabajadores. Era todavía más importante, y mucho más difícil, redactar los Estatutos de la Internacional. Fueron escritos igualmente por Marx, componiéndose de dos partes: la de los principios y la de carácter organizativo. Marx consiguió con no menor éxito superar esta segunda tarea: formular las tareas generales del movimiento obrero en los diferentes países:

"Considerando: Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores, que los esfuerzos de los trabajadores por su emancipación no deben tender a constituir nuevos privilegios, sino a establecer para todos los mismos derechos y los mismos deberes;

Que el sometimiento del trabajador al capital es la fuente de toda servidumbre: política, moral y material;

Que, por este motivo, la emancipación económica de los trabajadores es la gran meta, a la cual debe estar subordinado, en cuanto medio, todo movimiento político;

Que todos los esfuerzos realizados hasta el presente han fracasado, por la falta de solidaridad entre los obreros de las distintas profesiones en cada país, y por la falta de una unión fraternal entre los trabajadores de los diversos países;

Que la emancipación de los trabajadores no es un problema simplemente local o nacional, sino que, por el contrario, este problema interesa a todas las naciones civilizadas, estando su solución subordinada necesariamente a su concurso teórico y práctico;

Que el movimiento, que tiene lugar entre los obreros de los países más industriales de Europa, al tiempo que hace nacer nuevas esperanzas, origina una solemne advertencia para no caer en los viejos errores, y aconseja combinar todos los esfuerzos todavía encerrados"
.

Luego a lo largo de la historia muchos partidos obreros repitieron textualmente las tesis formuladas por Marx en los Estatutos de la I Internacional.

Pero los miembros del Comité provisional de la Internacional no interpretaban del mismo modo algunas de estas tesis. Los ingleses, alemanes y franceses reconocían todos que la emancipación de la clase obrera debía ser obra de los propios trabajadores, pero cada uno de ellos lo comprendía a su manera. Los sindicalistas y los miembros de las antiguas organizaciones inglesas veían en esta tesis una protesta contra la tutela permanente de la burguesía y una afirmación de la necesidad de la organización obrera independiente. Los franceses, que en aquel momento se encontraban en malas relaciones con los intelectuales, estimaban que esta tesis les alertaba contra los intelectuales traidores, que los obreros no necesitaban su ayuda. Probablemente, sólo los alemanes, miembros de la antigua Liga de los Comunistas, comprendían las consecuencias que se deducían de esta tesis: si sólo la clase obrera se encuentra en condiciones de llevar a cabo su liberación, toda coalición con la burguesía está en evidente contradicción con este principio. Y se subrayaba que no se trataba de la liberación de tal o cual grupo de obreros, sino de la clase obrera, que, por consiguiente, era necesaria una organización de clase del proletariado. De la tesis que muestra que la causa esencial de la explotación es la propiedad privada de los medios de producción en manos de los capitalistas, se deduce que es necesario suprimir la propiedad privada. Y esta deducción se encontraba subrayada, además, por la exposición de la necesidad de suprimir todo dominio de clase, lo que es imposible sin la supresión de la división de la sociedad en clases.

Los Estatutos no dicen expresamente, como el Llamamiento fundacional, que el proletariado, para conseguir esta meta, debe adueñarse del poder político, pero formulan esta tesis con otras palabras. Afirman que la emancipación económica de la clase obrera "es la gran meta a cuya consecución todo movimiento político debe estar subordinado en tanto que medio".

Como esta tesis provocó inmediatamente después la violenta reacción de los anarquistas en el seno de la Internacional, será necesario detenerse en ella.

La gran meta del movimiento obrero es la emancipación económica de la clase obrera, que únicamente se puede alcanzar con la expropiación de los medios de producción y la supresión de todo dominio de clase. Pero, ¿de qué modo se puede alcanzar esta meta? ¿Es necesario evitar la lucha política, como proponían los anarquistas? No, responde la tesis, tal como fue formulada por Marx. La lucha política de la clase obrera es tan necesaria como la lucha económica. Es necesaria una organización política, el movimiento político de la clase obrera debe desarrollarse necesariamente. Ahora bien, esta lucha no es un fin en sí misma, como en el caso de la democracia burguesa, o en el caso de los intelectuales radicales, que ponen en primer término la modificación de las formas políticas, la instauración de la república, pero que no quieren ni oir hablar de la tarea fundamental. Por esta razón, Marx subraya que, para la clase obrera, el movimiento político no es más que un medio para alcanzar su meta, que se trata de un movimiento subordinado. Ciertamente, esta fórmula no era tan neta como la del Manifiesto comunista, o incluso la del Llamamiento fundacional, donde se decía que la conquista del poder político se había convertido en la principal obligación de la clase obrera.

Para los miembros ingleses de la Internacional, la fórmula de Marx era ciertamente inequívoca. Los Estatutos estaban escritos en inglés, y Marx había empleado una terminología familiar a los antiguos cartistas y owenistas miembros del Comité. Los cartistas luchaban contra los owenistas, que se limitaban a reconocer la "gran meta", y no querían ni oir hablar de la lucha política. Cuando los cartistas redactaron su carta con los seis célebres puntos, los owenistas les habían reprochado olvidarse completamente del socialismo. Los cartistas, por su parte, subrayaban que tampoco para ellos la lucha política era la meta principal. Y empleaban exactamente la misma fórmula que Marx veinte años más tarde. Para los owenistas la lucha política no es más que un medio y no un fin en sí misma. Por consiguiente, la fórmula de Marx no suscitaba ninguna duda en el seno del Comité. Sólo algunos años más tarde, cuando comenzaron las discusiones con los bakuninistas sobre la cuestión de la lucha política, este punto se convirtió en la manzana de la discordia. Los bakuninistas sostenían que, originalmente, las palabras "en cuanto medio" no se encontraban en los Estatutos, que Marx las había introducido más tarde, con el fin de pasar así de contrabando sus tesis. Y, en efecto, si se rechazaban las palabras "en cuanto medio", este punto adquiere un sentido completamente diferente.

Ahora bien, en el texto francés, estas palabras precisamente se habían omitido produciéndose un malentendido que hubiera sido fácilmente disipable, pero que, en medio de la lucha ideológica, condujo a los anarquistas a acusar a Marx de falsificar los Estatutos. El texto francés decía: "La emancipación económica de los trabajadores es la gran meta a la cual debe quedar subordinado todo movimiento político".

Dice Riazanov que la supresión se hizo para no atraer la atención de la policía francesa, que vigilaba cuidadosamente todo movimiento político entre los obreros y consideraba a los internacionalistas franceses, no como "políticos", sino como "economicistas". Así eran también considerados por los blanquistas que, en cuanto "políticos", no se recataban en atacar a quienes para ellos no eran más que vulgares "economicistas". Pero puede que sobre la traducción también influyeran los proudhonistas franceses, a quienes tampoco gustaban las batallas políticas.

En cualquier caso, la traducción francesa, desnaturalizada de este modo, se imprimió en la Suiza de lengua francesa y, desde allí, repartida por los países en que se empleaba más el francés, es decir, en Italia, España y Bélgica. En el primer Congreso internacional que ratificó los Estatutos, cada nación aceptó los puntos de los Estatutos según la traducción porque la Internacional carecía de fondos para imprimir sus textos en tres idiomas. El texto inglés con el Llamamiento fundacional, no ocupaba más que una hoja de imprenta y sólo fue impreso en una edición de mil ejemplares, que, por otra parte, se agotó con gran rapidez. Guillaume, un anarquista de los más encarnecidos adversarios de Marx, al que le acusa de falsificación, asegura en su historia de la Internacional, que sólo en 1905 pudo ver, por vez primera, el texto inglés con las palabras "en cuanto medio". Si hubiera querido, hubiera podido convencerse fácilmente con anterioridad de que Marx no era un falsificador, pero su actitud no hubiera cambiado.

En los Estatutos existía un punto contra el que no protestaban los anarquistas, pero que, desde el punto de vista marxista, suscita dudas.

Para lograr el acuerdo entre los elementos heterogéneos que formaban el Comité, Marx se había visto obligado a realizar algunas concesiones. Estas concesiones no se presentaban en el Llamamiento fundacional, sino en los Estatutos. Los anarquistas afirman aún hoy que Marx manejaba los hilos del Consejo General de manera omnímoda, pero los hechos -y precisamente estas concesiones- demuestran todo lo contrario, que Marx trataba de aglutinar a un movimiento amplio, a las distintas corrientes y que para ello estaba dispuesto a ceder en aspectos importantes de sus tesis más avanzadas. Dijo Engels en una carta:

"En nuestra Asociación tenemos hombres de todo género: comunistas, proudhonistas, unionistas, tradeunionistas, cooperadores, bakuninistas, etc., e incluso en nuestro Consejo General hay hombres de opiniones bastante diferentes.

En el momento en que la Asociación se convirtiera en una secta, estaría perdida. Nuestra fuerza reside en la amplitud con que interpretamos el artículo primero de los Estatutos".

Tras haber expuesto los principios en base a los cuales los miembros del Comité elegidos por la asamblea del 28 de septiembre de 1864 habían resuelto fundar la Asociación Internacional de Trabajadores, Marx continúa:

"El Congreso declara [...] que esta asociación internacional, así como todas las sociedades e individuos que se adhieran a ella, reconocerán que la base de su conducta respecto a todos los hombres debe ser: la Verdad, la Justicia, la Moral, sin distinción de color, creencia o nacionalidad.

El Congreso considera como un deber reclamar no solamente para los miembros de la Asociación, sino para cualquiera que cumpla con sus obligaciones, los derechos del hombre y del ciudadano. No más deberes sin derechos, no más derechos sin deberes"
.

El propio Marx escribía sobre este tema a Engels: "Todas mis propuestas han sido aceptadas por la subcomisión. únicamente se me ha obligado a insertar en la introducción de los Estatutos dos o tres frases con las palabras 'obligación', 'derecho', 'verdad, moral y justicia', pero todo ello queda dispuesto de modo que no entorpece en nada al sentido general".

En efecto, no hay en ello nada particularmente equívoco. Se puede hablar de verdad, de justicia, de moral, a condición de tener en cuenta que ni la verdad, ni la justicia, ni la moral son algo eterno e inmutable, algo absoluto, independiente de las condiciones sociales. Marx no niega ni la verdad, ni la justicia, ni la moral; demuestra únicamente que el desarrollo de estos conceptos se encuentra determinado por el desarrollo histórico y que cada clase les atribuye un sentido diferente.

Lo que hubiera sido criticable es que Marx se hubiera visto obligado a repetir la declaración de los socialistas ingleses y franceses, a probar que es necesario realizar el socialismo porque la verdad, la justicia y la moral lo exigen, y no que, como lo ha expuesto en el Llamamiento fundacional, es inevitable y se desprende lógicamente de las propias condiciones creadas por el capitalismo, de la situación que ocupa la clase obrera. Tal como habían sido dispuestas por Marx, estas palabras no eran más que la constatación del hecho de que los miembros de la Asociación Internacional de Trabajadores se comprometen a guiarse en sus relaciones mutuas sobre la base de la verdad, de la justicia y de la moral, es decir, a no traicionarse unos a otros, a no traicionar a su clase, a no engañarse mutuamente, a actuar como camaradas. Estas ideas, que para los utopistas eran los principios, el fundamento de las reivindicaciones del socialismo, se convierten en Marx en reglas de conducta para una organización proletaria.

Pero, en el punto que examinamos, se dice que estos principios deben ser la base de las relaciones de los miembros de la Internacional entre ellos y con todos los hombres, independientemente de su raza, su religión o su nacionalidad. Esto no dejaba de ser racional. En aquella época la guerra civil hacía estragos en Estados Unidos; poco antes, la insurrección polaca había sido aplastada definitivamente; las tropas zaristas completaban la conquista del Cáucaso; en una serie de Estados, las persecuciones de carácter religioso estaban en su apogeo; incluso sólo hacia 1858 en Inglaterra los judíos habían obtenido sus derechos políticos y, en los restantes países europeos, no gozaban todavía del régimen ciudadano. La propia burguesía no había realizado aún sus "eternos" principios de moral y justicia respecto a los miembros de su propia clase en su propio país, y los violaba sin contemplaciones cuando se trataba de otro país o de otra nacionalidad.

El segundo punto sobre los derechos y deberes suscita muchas más objeciones. Impone, no se sabe por qué, a cada miembro de la Asociación la obligación de obtener los derechos del hombre y del ciudadano. No sólo para él mismo, ciertamente, sino también para los demás. Pero este añadido no le da un sentido más claro. A pesar de toda su diplomacia, Marx, en ese caso, se ve obligado a efectuar una gran concesión a los representantes de los emigrados revolucionarios franceses miembros del Comité.

La revolución francesa proclamó los derechos del hombre y del ciudadano en 1789. En su lucha contra la nobleza y el absolutismo, que se habían apropiado de todos los privilegios y no habían dejado a los demás más que las obligaciones, la burguesía revolucionaria había reclamado la igualdad, la fraternidad y la libertad, así como el reconocimiento para todo hombre y ciudadano de una serie de derechos intangibles, entre los cuales el derecho de propiedad era frecuentemente violado por la aristocracia y el poder real en detrimento del tercer estado.

A esta declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, los jacobinos no aportaron más que algunas enmiendas que dejaron intacto el punto referente a la propiedad individual, pero que radicalizaron en gran medida la declaración desde el punto de vista político, al consagrar en ella el derecho del pueblo a la insurrección y al subrayar en ella la fraternidad entre todos los pueblos. En esta forma es conocida bajo el nombre de Declaración de los derechos de 1973, convirtiéndose en programa de los revolucionarios franceses a partir de 1830.

Los seguidores de Mazzini insistían en que fuera adoptado su programa. En su célebre libro De las obligaciones del hombre, que traducido al inglés era muy popular entre los obreros ingleses, Mazzini, conforme a su lema "Dios y el pueblo", y al contrario que los materialistas franceses con su Declaración de los derechos del hombre, fundados en la razón y la naturaleza, ponía como fundamento de su ética idealista la concepción del deber, de las obligaciones del hombre, que le habían sido impuestas por Dios.

Así se comprende la fórmula de Marx: No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos. Obligado a introducir en su documento la reivindicación de la "Declaración de los derechos del hombre", aprovechó la diferencia entre los franceses y los italianos para subrayar en su fórmula la diferencia de esta reivindicación con la antigua reivindicación de la burguesía. El proletariado reclama también derechos para él mismo, pero, desde el comienzo, declara que no reconoce derechos al individuo sin deberes con respecto a la sociedad.

Cuando, años más tarde, fueron revisado los Estatutos, Marx propuso eliminar únicamente las palabras en las cuales se hablaba de la "Declaración de los derechos humanos". En cuanto a la tesis: No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos, subsistió y fue introducida posteriormente en el programa de Erfurt, modificada del siguiente modo: "Derechos iguales y deberes iguales".

Los Estatutos decían:

"Se ha creado una asociación para conseguir un punto central de comunicación y de cooperación entre los obreros de diferentes países que aspiran al mismo fin, a saber: el apoyo mutuo, el progreso y la completa liberación de la clase obrera.

El nombre de esta asociación será Asociación Internacional de Trabajadores.

En 1865 será convocado en Bélgica un congreso internacional obrero integrado por representantes de todas las sociedades obreras que se adhieran a la Internacional. El congreso deberá proclamar ante toda Europa las reivindicaciones generales de la clase obrera, aceptar bajo su forma definitiva los Estatutos de la Asociación, examinar los medios necesarios para el éxito de su acción y nombrar un Consejo central.

El congreso se reunirá anualmente.

El Consejo central reside en Londres y se compone de obreros de diferentes países representados en la Asociación Internacional. Elige en su seno los funcionarios necesarios para la gestión de los asuntos: un presidente, un tesorero, un secretario general, secretarios especiales para las relaciones con los diferentes países.

Cada año, el Consejo central rendirá al congreso un informe sobre su actuación durante el año. Nombrado por el congreso tiene el derecho de cooptación. En casos extraordinarios, podrá convocar al congreso antes de que haya transcurrido el plazo de un año.

El Consejo central establecerá relaciones con las diferentes asociaciones obreras, de tal modo que los obreros de cada país se encuentren constantemente al corriente de los movimientos de su clase en los demás países; que se realice simultáneamente y con un mismo espíritu una encuesta sobre la situación social; que las cuestiones propuestas por una sociedad y cuya discusión sea de interés general sean examinadas por todas, y que cuando una idea práctica o una dificultad internacional reclame la acción de la Asociación, ésta pueda actuar de un modo uniforme. Cuando le parezca necesario, el Consejo Central tomará la iniciativa de las propuestas a someter a las sociedades locales o nacionales.

Puesto que el éxito del movimiento obrero no puede asegurarse en cada país más que por la fuerza resultante de la unión y de la asociación; que, por otra parte, la utilidad del Consejo central depende de sus relaciones con las sociedades obreras, bien sean nacionales o locales, los miembros de la Asociación Internacional deberán realizar todos sus esfuerzos, cada uno en su país, para reunir en una asociación nacional a las diversas sociedades obreras existentes"
.

Los principios fundamentales de los Estatutos fueron inmediatamente ratificados por el Congreso. Una de las principales modificaciones que fueron introducidas fue la supresión, a propuesta de Marx, de la función de presidente del Consejo central, que posteriormente fue denominado "Consejo general". La experiencia de la Unión obrera general alemana, fundada por Lassalle, había mostrado los inconvenientes de este cargo totalmente inútil. El Consejo general elegía un presidente para dirigir la asamblea, mientras que, para la solución de los problemas cotidianos, los secretarios de los diferentes países se reunían con el secretario general.

Los Estatutos de la Internacional fueron posteriormente utilizados en numerosas ocasiones en el movimiento obrero internacional. Las modificaciones introducidas en los Estatutos durante ocho años no cambiaron sustancialmente sus rasgos fundamentales. Únicamente hacia el final de la Internacional los poderes del Consejo General se habían incrementado.

La Conferencia de Londres

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150 años de la fundación de la Primera Internacional (5)

La tarea esencial del Consejo provisional era la convocatoria del Congreso internacional. Este punto fue muy debatido. Marx insistía en que se realizaran previamente trabajos preparatorios con el fin de dar tiempo a los diferentes países para conocer las tareas de la Internacional y organizarse en alguna medida. Los ingleses, por el contrario, poniendo en primer plano los intereses de su movimiento sindical, insistían en que el congreso fuera convocado lo más rápidamente posible. Tenían como aliados a los emigrantes franceses que ocupaban cargos en el Consejo central.

La discusión terminó con un acuerdo de compromiso. En 1865 no se convocaría un congreso, sino una conferencia, que tuvo lugar en Londres. Se leyeron principalmente diversos informes, y se elaboró el orden del día del futuro Congreso. Suiza, Inglaterra, Bélgica y Francia estuvieron representadas en la conferencia. La situación no era brillante. Se decidió convocar el Congreso en mayo de 1866.

En Alemania, donde ya existía la Unión obrera general, los asuntos también marchaban mal. Lassalle había muerto en duelo el 30 de agosto de 1864, y, conforme a los Estatutos de la Unión, había sido reemplazado en la presidencia por Bernard Becker, persona muy poco capaz. Mucho mayor era la influencia de Schweitzer, redactor del órgano central de la Unión, "El Socialdemócrata". Entre este último y W. Liebknecht, que formaba parte de la redacción, surgieron profundas divergencias sobre cuestiones de política interior. Marx y Engels, que habían aceptado colaborar en el periódico, renunciaron públicamente a seguir colaborando. La táctica de Lassalle presentaba fallos considerables y se permitía procedimientos inadmisibles en sus relaciones con el gobierno reaccionario. Schweitzer fue todavía más lejos. Insertó en su periódico una serie de artículos condescendientes respecto a Bismark. Liebknecht, viejo revolucionario, no podía adaptarse a estas condiciones, y lanzó contra Schweitzer a sus amigos y maestros. De este modo, Schweitzer se vio obligado a separarse de Liebknecht, a cuyo lado se habían colocado Marx y Engels. El partido de Schweitzer fue denominado entonces por los antiguos militantes clandestinos, partido bismarckiano.

En el momento en que se reunía la Conferencia de Londres, los amigos de Marx en Alemania no poseían ya ningún órgano y estaban tratando de crear su propia organización. En cuanto a los seguidores de Lassalle, no querían, en esta época, ni oir hablar de la Internacional. El resultado de esta escisión fue que, durante los primeros años, los alemanes no participaron en la Internacional, salvo a través de los antiguos emigrados que residían en Inglaterra y en Suiza.

Los informes de la Conferencia de Londres mostraban que las finanzas de la Internacional se encontraban en un estado lamentable. A lo largo de todo el año, sólo habían recaudado unos 750 francos. Todas las operaciones de tesorería, todos los gastos durante este año sumaban alrededor de 33 libras esterlinas. Con tal cantidad era difícil plantearse realizar cosas de importancia. Apenas se tenía para pagar el local y responder a los gastos urgentes.

Las discusiones sobre el orden del día resucitaron las divergencias de puntos de vista que habían surgido ya entre los franceses establecidos en Londres y aquellos que representaban a la organización del interior. Estos últimos, en esta época, no querían plantear la cuestión de la independencia de Polonia porque se trataba de un asunto puramente político. En el lado opuesto, los emigrados franceses, apoyados por algunos ingleses, insistían en que se inscribiera en el orden del día un punto sobre la religión, y exigían una lucha implacable contra la superstición religiosa. Marx se pronunció en contra de esta propuesta. Consideraba que, dado el bajo nivel ideológico del movimiento obrero y la debilidad de la ligazón entre los obreros de los diferentes países, colocar este punto en el orden del día del primer congreso sólo podía conducir a conflictos inútiles. Pero quedó en minoría.

Fuente: censurada web Antorcha.org
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