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Finalista del concurso de Miss Canada llama al boicot contra Israel

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Hala Yassin
Ayer la canadiense Hala Yassin se presentó a la final para la elección de Miss Canadá con el propósito de promover la causa palestina y el boicot al Estado de Israel. Hala es ingeniero de profesión y dirigente de la organización PAJU (Palestinos y Judíos Unidos)

“Si gano voy a defender ardientemente mi corona en un barco hacia Gaza, tras las manifestaciones por la justicia social y contra la austeridad”, explicó Hala en la final del concurso.

Sobre sus posibilidades de resultar elegida, preguntó: “Acaso Miss Canadá quiere ese tipo de publicidad?, ¿Miss Canadá llamando al boicot a Israel? No lo creo. Pero utilizo la plataforma para difundir mi mensaje de solidaridad. No me importa ganar”.

“Varios países del mundo intentan impedir esta campaña diciendo que es racista y antisemita. Pero el boicot es como una huelga pacífica. No matamos a nadie, no hacemos mal a nadie, simplemente queremos atraer la atención sobre la justicia internacional. El boicot es un derecho democrático, es una forma de libertad de expresión y nuestro grupo [PAJU] no sólo reivindica el boicot a Israel sino también a Arabia saudí. ¿Hace eso de mí una antimusulmana y una antisemita? El presidente de PAJU es judío. Esas etiquetas no nos conciernen”.

Las palabras de Hala tenían relación con el intento de Canadá para criminalizar la solidaridad con el pueblo palestino y el movimiento BDS en particular, que promueve el boicot, la desinversión y las sanciones a Israel.

Hala se muestra plenamente consciente de la naturaleza mercantilista de los concursos de Miss, ya que el sistema de elección se fundamenta en la compra de votos por el público. Nada deseosa de ganar, ella invita a quienes estén de acuerdo con su mensaje, a realizar donaciones a las asociaciones caritativas, más que a pagar por elegir a una Miss.

El pacto con el diablo yihadista

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Mohamed Uld Abdel Aziz
El 1 de marzo el gobierno de Obama reveló que en 2010 los delegados de Ben Laden en el norte de África firmaron un acuerdo con el gobierno de Mauritania.

A cada paso el Presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdel Aziz, ha estado alardeando ante Estados Unidos y la Unión Europea de ser el bastión contra el terrorismo en el Sahel.

El documento firmado por Bin Laden que acaba de ser desclasificado en Washington es un pacto de no agresión entre Al-Qaeda en el Magreb Islámico y el gobierno mauritano. Al-Qaeda no cometería atentados en Mauritania a cambio de que el gobierno les dejara tranquilos.

Así se explica que Mauritania haya quedao exenta de atentados en los últimos años y que en 2013, durante la Operación Serval de los imperialistas franceses en Mali, Aziz rechazara enviar ayuda militar.

Al principio la postura mauritana se explicó por los lazos de solidaridad tribal entre algunas tribus mauritanas y los árabes y tuaregs de Mali, al tiempo que en las mezquitas mauritanas, acaparadas por los salafistas, los imanes lanzaron incendiarias proclamas contra la intervención militar francesa.

Al revelear los acuerdos, el propósito de Estados Unidos no ha sido el de poner de manifiesto la hipocresía del gobierno mauritano, sino sus estrechos vínculos con el imperialismo francés.

El presidente mauritano no sólo ha logrado convertirse en un remanso de paz en medio de una región cada vez más sacudida por atentados de todo tipo, sino en un intermediario eficaz en todo tipo de negociaciones internas, como en los secuestros, e internacionales, como con sus vecinos Mali o Sahara.

En el pacto con el diablo había dinero por medio. El gobierno mauritano ha estado pagando un canon de entre 10 y 20 millones de euros a los mercenarios de AQMI como si fuera una póliza de seguros para evitar los secuestros de empresarios y turistas extranjeros.

En otros términos: Al-Qaeda no ha necesitado secuestrar a nadie en Mauritania para financiarse con los rescates.

Más aún: en virtud del contrato, Mauritania se compromete a liberar a los presos de AQMI, lo que llevó a cabo en 2013, cuando Sanda Ould Boumama, uno de los principales dirigentes del levantamiento del norte de Mali y portavoz del grupo Ansar Dine (aliado de AQMI), obtuvo refugio en Mauritania.

Tras unos cuantos meses encarcelado, fue liberado el año pasado sin haber sido juzgado nunca. En cuanto al dirigente de AQMI en Mauritania y primo de Aziz, El Jadim Uld Semane, fue detenido en 2008, condenado a muerte en 2010 y... sigue vivo.

Protegido por el gobierno, el 29 de febrero el grupo yihadista Ansar Dine anunció la creación de un nuevo medio de comunicación para dar a conocer sus próximos ataques contra la ONU y el ejército francés.

El anunció se llevó a cabo por medio de la agencia de prensa mauritana ANI, protegida por un alto oficial del ejército muy cercano a Aziz y que publica regularmente los comunicados de los grupos yihadistas del Sahel.

Fuente: http://www.mondafrique.com/pacte-signe-president-mauritanien-aziz-diable-djihadiste/

En huelga 3.000 obreros mexicanos del metal

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Ayer unos 3.000 obreros han iniciado una huelga en la multinacional acerera Arcelor Mittal siguiendo el llamamiento del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de México.

Los obreros denuncian despidos injustificados y violaciones al contrato colectivo de trabajo en la empresa ubicada en la ciudad de Lázaro Cárdenas, en el estado de Michoacán.

Una manifestación de los huelguistas partió del Monumento al Minero en esa urbe portuaria hasta la zona industrial donde se encuentra Arcelor Mittal, en cuyas portones colocaron banderas rojinegras.

Antes, en asamblea general, los trabajadores acordaron parar el trabajo para demandar la readmisión de 300 obreros despedidos a finales del pasado año, así como la reactivación del área productora de planchón, donde más de 1.000 puestos de trabajo fueron suprimdos hace un año.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=4670151&Itemid=1

Una multinacional china compra la Bolsa de Chicago

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Un grupo financiero chino, Chongqing Casino, ha comprado la Bolsa de Chicago, el Chicago Stock Exchange, lo que ha desatado las alarmas de un grupo de congresistas de Estados Unidos.

Es un símbolo de los tiempos que corren, que se suma a otro que se anunció a comienzos de año: en 2015 las exportaciones netas de capital de China superaron a las de Alemania.

Si la autoridad reguladora lo aprueba, la de Chicago será la primera bolsa de Estados Unidos que pasa a manos de China.

En Estados Unidos mientras algunos alzan la voz, otros minimizan la compra: Chicago no es el Nasdaq, ni Wall Street.

Fundada en 1882, la Bolsa de Chicago emplea a 75 trabajadores y sólo gestiona el 0,46 por ciento de las compraventas de acciones en Estados Unidos, un mercado del orden de los 2.000 millones de dólares.

45 congresistas republicanos están entre los que se oponen a la adquisición. Han firmado una carta dirigido al Departamento del Tesoro sobre las inversiones extranjeras en Estados Unidos pidiendo una investigación previa a la venta.

Hablan de que el gobierno chino tiene “voluntad de dominación” y muy poca transparencia, lo mismo que a Chongqing Casino, la empresa adquirente.

La financiera Chongqing Casino se fundó en 1997 para absorber los activos financieros en poder del gobierno chino, por lo que sus relaciones con el Estado son muy estrechas.

Recientemente, las autoridades reguladores impidieron la venta de la multinacional Philips a un grupo inversor asiático aduciendo motivos de seguridad.

Pero la decadencia del poderío industrial de Estados Unidos es imparable. A mediados de enero la multinacional General Electric vendió 5.400 millones de dólares su filial de electrodomésticos al gigante chino Haier.

La semana pasada le tocó el turno al mayorista de electrodomésticos Ingram Micro, que ha acabado en poder del holding chino HNA Group por 6.000 millones de dólares.

Europa es otro terreno de caza para las empresas chinas, cuya voracidad no conoce límites. Empresas chinas han comprado la empresa alemana de máquina-herramienta KraussMaffei y la italiana de fabricación de neumáticos Pirelli.

La guinda del pastel será la inminente compra de Syngenta, el monopolio agroquímico, por el holding químico ChemChina por 48.000 millones de dólares. Es la mayor compra que haya realizado ninguna empresa china en el exterior.

Para este año se anuncian 102 adquisiciones de empresas chinas en el extranjero por un valor de 81.600 millones de dólares. Sectores claves de la economía de Estados Unidos están bajo el control de empresas chinas: alimentación, petroquímica, banca, inmobiliaria, tecnología, entretenimiento...

También Hollywood está en el punto de mira de las multinacionales chinas. En 2012 Dalian Wanda compró AMV Theater, la segunda cadena de exhibición de cine. Al año siguiente la multinacional china regaló 20 millones de dólares a la Academia de Cine de Los Ángeles, compró el estudio de cine Legendary Entertainment y con 500 millones de dólares ha formado una sociedad estratégica con el gigante de Hollywood Universal Pictures.

El proyecto chino, que costará 6.600 millones de dólares, es crear en Qingdao una ciudad oriental del cine, con estudios y hoteles capaz de rivalizar con Holliwood y toda la farándula de películas y estrellas.

Un yihadista en la Corte del Rey Arturo

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Abu Turab
En los países anglosajones a los tribunales les llaman “cortes” y la del Rey Arturo es lo más parecido al esperpéntico Tribunal Penal Internacional, que vuelve a hacer de las suyas al sentar en el banquillo de los acusados al primer yihadista, Ahmed Al-Faqi Al-Mahdi, alias Abu Turab.

Durante la ocupación yihadista de 2012, Turab dirigió la “policía islámica” en Tomboctú, al norte de Mali. Era una especie de brigada que vigilaba para que los habitantes de la ciudad guardaran las “buenas costumbres”.

De unos 40 años de edad, Turab formaba parte de la organización yihadista Ansar Eddine, afiliada a Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) que en 2012 se apoderó el norte de Mali, hasta que llegó la invasión francesa.

El Tribunal Penal Internacional asegura que el crimen de Turab consistió en tratar de “borrar la memoria y el pasado de un pueblo”. Más en concreto, la acusación dice que destruyó nueve mausoleos y una mezquita, es decir, que no causó ninguna muerte, a pesar de lo cual el delito es de “crímenes de guerra”.

A Turab le detuvieron en 2012 en Níger y ahora le envían al Tribunal Penal Internacional por presiones descaradas de la Unesco, que ha puesto el listón muy bajo: si la destrucción de edificios se considera como un “crimen de guerra”, el Tribunal de La Haya se llenará de trabajo cuando empiece con la destrucción de personas, en mayor o menor cantidad.

Como viven en La Haya, por no decir en La Higuera, los leguleyos del Tribunal Penal Internacional no han tenido en cuenta un detalle: el 8 de enero fue secuestrada en Tomboctú la ciudadana suiza Beatrice Stockly y a cambio de su vida los secuestradores exigen la liberación de Turab.

La decisión del Tribunal Penal Internacional parece, pues, una provocación abierta dirigida hacia los secuestradores.

La agencia mauritana de noticias Al-Akhbar recibió un vídeo grabado por la organización llamada “Califato del Sáhara”, una rama de AQMI, en la que reivindica el secuestro y pide la liberación de varios de sus presos, entre ellos Turab.

La suiza Stockly ya estuvo secuestrada anteriormente en 2012 por la misma organización, siendo liberada poco después. Ahora parece que el Tribunal Penal Internacional quiere que la maten. Así se justificaría “ex post facto” el absurdo juicio contra Turab.

Los documentos originales de la Internacional Comunista en internet

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El año pasado los archivos de la Internacional Comunista, fundada en 1919 y disuelta 1943, fueron abiertos al público en versión electrónica por el Archivo Público de Historia Social y Política de Rusia (AEHSPR) de Moscú.

Se pueden consultar en este enlace:

http://sovdoc.rusarchives.ru/

Los materiales escaneados y divulgados en la web equivalen a cerca del 10 por ciento del conjunto de documentos de la Internacional Comunista. El material digitalizado supone cerca de 89 colecciones (de un total de 500) y más de 1,5 millones de documentos.

La versión digital del archivo culmina cerca de una década de trabajo realizado bajo los auspicios del Consejo de Europa y el Consejo Internacional de Archivos. En el proyecto participaban también otros archivos internacionales, entre ellos de España, Italia, Francia, Suiza, Alemania y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

La digitalización de nuevos materiales depende de la obtención de recursos financieros para ello, afirmó Svetlana Rosenthal, subdirectora de departamento de trabajo científico en el AEHSPR y responsable de temas de movimiento obrero. El equivalente a 10 colecciones de documentos de la Internacional Comunista tienen todavía carácter secreto, aunque se trabaja en su desclasificación, afirmó la investigadora.

Con motivo del lanzamiento del archivo digital se celebró en el AEHSPR una exposición en la que hay correspondencia de los dirigentes políticos, incluido Stalin, carteles, fotografías (también de la guerra de España y las Brigadas Internacionales), todo ello en versión original.

David Leitch, el director del Consejo Internacional de Archivos, consideró que la digitalización de los archivos de la Internacional Comunista es una muestra de lo que puede conseguir la cooperación internacional y un éxito habido cuenta el enorme volumen y diversidad lingüística de los materiales. La digitalización realizada hasta ahora ha costado un millón de dólares y el acceso a los fondos es libre y gratuito. Antes, los investigadores podían consultarlos en la sala de lectura del AEHSPR.

El AEHSPR, que dirige el historiador Andrei Sorokin, ha divulgado también en la web los documentos personales de Stalin así como la documentación del Politburó del Partido Comunista de la URSS. Asimismo, están accesibles los documentos de las Brigadas Internacionales que lucharon en la Guerra Civil.

El imperio de la ley

La guerra clandestina contra Libia

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Por tierra, mar y aire... También la Marina de Guerra francesa está participando en la segunda agresión contra Libia, que tiene por objeto destrozar lo poco que la primera dejó en pie.

Naturalmente que dicha intervención es “discreta” porque el gobierno francés quiere eludir tanto a la prensa como a los diputados. Lo mismo ocurre con los británicos y los italianos que también mantienen tropas en Libia de manera clandestina.

Todos los parlamentarios miran para otro lado. Incluso algunos piden a gritos la masacre, como en Siria, con la excusa de acabar con los yihadistas... esos mismos yihadistas que ellos han puesto ahí.

Hace unas semanas la fragata francesa Surcouf transportó tropas especiales, que desembarcó a un kilómetro en la costa. La fragata Surcouf no es cualquier cosa. Es un buque de 3.200 toneladas y 125 metros de largo, construida con materiales especiales que la hacen indetectable para los radares.

Se ha unido a la “Fuerza Operativa Combinada 150” que coordina Estados Unidos en el mar de Arabia y en el Océano Índico.

Los comandos franceses trabajan el servicio del general Haftar en tareas de inteligencia y apoyo puntual. Hasta la fecha se trata, sobre todo, de bombardeos, como el de la fuerza aérea de Estados Unidos, que el 19 de febrero atacó Sabrata, matando a unas 50 personas, todas ellas tunecinas, excepto dos, de nacionalidad serbia, que estaban secuestradas por los yihadistas. (De estos dos últimos muertos los altavoces del imperialismo no dijeron nada).

Uno de los fallecidos era Nureddine Chuchan, de 36 años, a quien Túnez implica en los atentados del pasado año contra el Museo Bardo (22 muertos) y el de Susse (38 muertos).

La mayor parte de las facciones que se enfrentan en Libia se oponen por completo a cualquier clase de intervención de las grandes potencias. Lo mismo cabe decir de los países vecinos, especialmente Argelia, Túnez y Egipto.

Obama quiere subcontratar la segunda invasión del país a los países europeos y estos, a su vez, le trasladan el encargo a los vecinos árabes. Según un eufemismo del antiguo ministro y embajador argelino Abdelaziz Rahabi, es el “principio de solidaridad subsidiaria”.

Un informe de la ONU publicado el mes pasado describió a Libia como el reino del crimen y la impunidad: atentados, asesinatos, secuestros, torturas... Más que en una intervención militar, los vecinos de Libia piensan lo mismo que los europeos: hay que blindar las fronteras frente a la próxima ola de refugiados.

Sin embargo, un político tunecino no oculta que quizá una intervención militar de los imperialistas seguida de la ola correspondiente de refugiados no sea tan contraproducente. Después llegarían las ONG, con su ayuda humanitaria, sus campamentos y sus grandes paquetes. En fin un derroche de dinero que no habría que despreciar. Las tragedias con pan son menos...

La población de Raqqa saluda al ejército regular sirio

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La población de Raqqa, ciudad del noreste de Siria ocupada desde 2013 por el Califato Islámico, se ha manifestado contra la presencia de los terroristas y en apoyo del ejército regular.

Cinco barrios de Raqqa, donde los yihadistas habían instalado su centro de operaciones, han sido escenario de combates entre residentes de Raqqa: los de Dariya, Ramliya, Firdus, Al Uyaili y Al Bakri. Los manifestantes han izado en ellos la bandera de la República Árabe Siria.

Las banderas aparecieron en los cinco barrios de Raqqa, lo que incitó a los habitantes de los mismos a descender a las calles para expresar su apoyo al ejército regular.

Poco después, se produjeron violentos enfrentamientos entre residentes y terroristas takfiríes.

El sábado los milicianos del Califato Islámico bloquearon las salidas de la ciudad para impedir cualquier abandono del feudo por parte de sus habitantes.

Sin embargo, unos 200 combatientes decidieron pasarse al lado del ejército regular y luchar contra sus antiguos compañeros.

Según fuentes militares, los combates entre los ciudadanos de Raqqa y los terroristas del Califato Islámico se intensificaron en los cinco barrios mencionados.

Los habitantes tienen sus esperanzas puestas en los avances del ejército regular y sus aliados populares en el este de la provincia de Alepo y el noreste de la de Hama, que están amenazando a la autoproclamada capital del Califato Islámico.

Desde octubre de 2015, el ejército regular ha capturado unas 50 localidades en el este de Alepo durante una ofensiva que levantó el sitio impuesto por el Califato Islámico a la base aérea de Kuweires.

Además, las fuerzas del gobierno han avanzado a lo largo de la Autopista M45 de Hama a Raqqa y han alcanzado el lado occidental de la provincia de Raqqa. Por su parte, los combatientes kurdos del las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) han tomado el control sobre la zona norte de la provincia.

Fuente:http://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?eid=121724&cid=23&fromval=1
 

El efecto Goebbels en la era digital

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La era digital no sólo refuerza la ideología dominante, que para ejercer su papel dominante, debe ser pueril, simple e incluso cutre, sino que además es una fábrica de debilidad intelectual.

Está ligado a la facilidad de uso. Todo es tan sencillo que no hay que complicarse la vida y, sobre todo, no hay que pensar. Basta echar un vistazo a la Wikipedia o buscar en Google.

En su inmensa mayoría, internet no produce ideas; lo que prevalece en el mundo virtual son reproducciones, el corta y pega de textos que eleva a la categoría de ley ideológica la política de Goebbels: una falsedad que se repite miles de veces se convierte en un tipo especial de verdad.

No es exactamente una verdad, pero se le parece mucho. Se caracteriza porque no necesita demostración, que es la esencia de una verdad de verdad. Si alguien asegura que Stalin fue un tipo sanguinario, jamás le van pedir explicaciones. No es necesario demostrar la ideología dominante por un evidencia sencilla: millones de personas que piensan lo mismo no pueden equivocarse. Es imposible.

En la era digital el efecto Goebbels se llama de otra manera: viralidad, trend topic... Los mensajes rebotan de un sitio a otro, llenando el correo electrónico de basura y, sobre todo en ciertos temas, la inmensa mayoría de páginas web no son otra cosa que eso: basura.

En esencia, internet no es creativo sino reproductivo. Los autores de contenidos son la voz de su amo; carecen de criterio propio; son meros altavoces de lo que otros han dicho, de rumores imprecisos y de cotilleos con pretensiones.

Es el caso de Distrito Seis, que repite el programa de La Sexta de Jordi Évole sobre el trabajo esclavo del franquismo y pretende ser tan sumamente original que lo equipara al “gulag” soviético (*). Su autor no da para más.

Dice que el “gulag” es “uno de los símbolos más representativos” de la Unión Soviética. Ya ven. Lo más representativo de la Unión Soviética no fue acabar con el hambre o el analfabetismo, sino el “gulag” precisamente.

¿Por qué? Porque el pobrecillo que ha escrito eso no sabe que lo extraño es encontrar un país en el mundo en el que no hubiera “gulags”. Tampoco se ha preocupado de informarse. ¿Para qué?

Alguien debería anunciarle de que al acabar la guerra civil española, a los combatientes republicanos que se exiliaron en Francia los recluyeron en campos de concentración. ¿No se ha enterado de que en países tan democráticos como Francia, gobernada entonces por el Frente Popular, había campos de concentración?

Otro ejemplo: en Estado Unidos es conocido el caso de Guantánamo, algo que ocurrió hace medio siglo y sigue ocurriendo ahora mismo.

¿Por qué nadie asocia los campos de concentración a un país como Estados Unidos? Por pura pereza mental, por apatía y por una incapacidad crítica alarmante.

Entre ambos casos hay, además, una pequeña diferencia: en la Unión Soviética en los campos de trabajo recluían a personas condenadas después de un juicio; en Estados Unidos en los campos como Guantánamo (y otros) encierran a personas que no han sido juzgadas jamás.

Al redactor de Distrito Seis le sorprendió que en el franquismo los presos políticos trabajaran como esclavos. Se enteró gracias a la tele y eso le inspiró una asociación de “ideas” propia de su ínfima condición intelectual: el franquismo es como el comunismo.

En cuatro líneas ese tipo de clichés se repiten machaconamente: en la Unión Soviética hubo “millones” de prisioneros que, además, estaban “hacinados” y trabajaban en condiciones “extremas”. ¿Verdad que les suena todo ese tipo de frases manoseadas?

Internet hubiera hecho las delicias de Goebbels y el III Reich. La facilidad de edición llena internet de textos vacíos, tópicos y monótonos, que retratan exactamente a quienes los escriben, con el agravante de que muchas veces creen que han descubierto el mundo con sus tonterías.

Este fenómeno es más que evidente ante asuntos claves de la historia, como la Unión Soviética, en donde la ideología dominante tiene que echar el resto a la búsqueda de intelectos serviles, dóciles, disciplinados que reproduzcan las consignas sin hacerse preguntas.

A quien quiera informarse, de verdad, hay que decirle que el crecimiento intelectual no es un problema de inteligencia, como creen muchos, sino de voluntad. ¿Realmente se quiere informar Usted?, ¿el saber le interesa? Pues sepa desde ahora que eso exige un esfuerzo, obliga a investigar. Se podría decir incluso que obliga a buscar, de no ser porque ahora eso no requiere esfuerzo: se busca en Google y en la Wikipedia, que es como buscar en el cubo de la basura.

Desconfíe siempre de quien se lo da todo hecho, de quien no le llena de dudas, de quien no le obliga a la fatigosa tarea de pensar.

(*) http://distritoseis.es/gulags-franquismo

El IRA continúa la lucha armada en Irlanda del norte

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La organización independentista irlandesa IRA continúa la lucha armada, ahora con el nombre de “Nuevo IRA”.

En un comunicado remitido a la BBC ha reinvindicado el atentado con bomba perpetrado en Belfast el 4 de marzo, en el que resultó herido un carcelero de 52 años de edad.

La bomba fue colocada bajo la furgoneta que conducía en la mañana del viernes y explotó al pasar el vehículo sobre un badén. El carcelero tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Hasta cuatro personas, incluida una mujer, han sido detenidas por su relación con este atentado.

El comunicado explica que el hombre trabajaba en la formación de carceleros en la prisión de Maghaberry, en Lisburn, donde están recluidos miembros de grupos republicanos.

El grupo ya reivindicó la ejecución de otro carcelero abatido a tiros en noviembre de 2012 cuando se dirigía a a la prisión de Maghaberry.

La policía de Irlanda del norte ha alertado de un posible incremento de las actividades de organizaciones republicanas armadas ante el centenario del Alzamiento de Pascua de abril de 1916, uno de los hitos en el proceso hacia la independencia de Irlanda de Reino Unido.

El Nuevo IRA se formó en el verano de 2012 a partir de militantes pertenecientes a varios grupos disidentes contrarios al proceso de paz. Actualmente está considerado el grupo disidente republicano más importante.

Odio a la Guardia Civil

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La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil acaba de comunicar a un vecino de Silleda, Pontevedra, su imputación como autor de un delito de odio.

No conforme con eso, estudia presentar, además, una denuncia por la vía de la Ley de Seguridad Ciudadana por los mismos hechos. No quieren dejar cabos sueltos.

El acusado hizo un comentario en el perfil de Facebook de un medio de comunicación, en el que manifestaba su opinión sobre la muerte de un guardia civil de Tráfico, José Antonio Pérez, el pasado viernes en Barbastro (Huesca).

El guardia civil estaba en un control de alcoholemia cuando fue arrastrado casi medio kilómetro por un coche en el que viajaban al menos cuatro menores de edad. El guardia civil murió en el lugar del siniestro, detuvieron a los cuatro ocupantes y uno de ellos ha entrado en la cárcel.

La Asociación Unificada de Guardias Civiles, que se atribuye la vigilancia del mundo real y del virtual también, consideró que el comentario en Facebook restaba importancia a la muerte de su colega fallecido, porque decía no sentirse afectado por su muerte.

El comentarista debió decir lo contrario: que dicha muerte sí le afectó, es más debió escribir que le afectó mucho y que estuvo a punto de llorar al conocer el atropello.

La Guardia Civil no hace más que cumplir con su mandato constitucional. Se encarga de vigilar lo que piensas y lo que dices, lo que debes sentir y lo que te debe resultar indiferente.


30 años de la estafa del referéndum de la OTAN

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Hace 30 años, el 12 de marzo de 1986, la población española fue convocada a mostrar su opinión en un referéndum, nunca más se nos ha vuelto a consultar nada bajo esta fórmula. El famoso referéndum planteaba permanecer en la OTAN, con tres condiciones que supuestamente el Gobierno se comprometía a cumplir.

“¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”

“El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:

1º. La participación de España en la Alianza no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
2º. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armamento nuclear en territorio español.
3º. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”
.

El resultado del referéndum fue de un 52,50% de votos favorables a continuar permaneciendo en la OTAN, pero hubo comunidades en donde gano el No a permanecer en la OTAN Canarias (51%), Cataluña (51%), Navarra (53%) y País Vasco (67%).

El Gobierno del PSOE y el Posterior Gobierno del PP no han cumplido con los compromisos de dicho referéndum. El primer compromiso, no incorporarse a la estructura militar integrada, fue vulnerado en 1997, cuando el Gobierno de Aznar, acordó la incorporación de España a la estructura de mando integrada de la OTAN.

La segunda condición es difícil de saber si se ha cumplido o no. Los acuerdos bilaterales entre España y EEUU de 1988 supeditan la instalación, almacenamiento o introducción de armamento nuclear en territorio español a un acuerdo con el Gobierno, además dichos acuerdos prohibían sobrevolar el espacio aéreo español con material nuclear a bordo. Lo más relevante de este acuerdo es que eximía tanto a buques como a aeronaves ser inspeccionados, lo que equivale en la práctica a permitir la introducción o tránsito de armamento nuclear en territorio español.

Un acuerdo que en principio prohíbe introducir armamento nuclear en territorio español, pero que permite al Gobierno de EEUU no informar si lo lleva y permite a España no comprobar el cumplimiento del acuerdo. En definitiva el Gobierno del PSOE se auto incapacita para garantizar el cumplimiento de este segundo compromiso.

¿Se ha cumplido el tercer compromiso? ¿El de reducir las tropas norteamericanas en territorio Español? Lo que se ha llevado a cabo es una reordenación o actualización de la presencia militar norteamericana según ha ido cambiando el escenario mundial.

La base área de Zaragoza fue utilizada por la Fuerza Aérea norteamericana (USAF) desde 1958 hasta 1994; la base área de Torrejón, muy importante para la USAF durante la guerra fría, fue incluida en los acuerdos bilaterales de 1988 y se acordó que en 3 años los norteamericanos la abandorarían, pero la Guerra del Golfo aplazo su abandono hasta 1992.

La base área de Morón, en un 80% está bajo mando estadounidense, concretamente bajo control de la USAF, en aplicación de los Pactos de Madrid de 1953 firmados bajo la dictadura franquista y sus consiguientes actualizaciones.

La USAF es la mayor fuerza aérea del mundo y tecnológicamente la más sofisticada, alberga funciones de operaciones de disuasión nuclear, operaciones especiales, superioridad aérea, inteligencia, vigilancia y reconocimiento global, superioridad en el espacio, mando y control, superioridad en el ciberespacio, rescate de personal, ataque de precisión
global, asesoría y colaboración militar, movilidad aérea global y apoyo al combate .

Estratégicamente esta base se la considera importante en tanto que permite un rápido despliegue. Desde la crisis de Cuba ha sido utilizada en casi todas las crisis mundiales Vietnam, Kosovo, Iraq, Libia o Siria.

En junio de 2015 el gobierno español firmó un acuerdo con Estados Unidos mediante el cual Morón se convierte en la base permanente y base principal de las fuerzas de reacción rápida norteamericanas para Oriente Medio y África, para el denominado comando USAFRICOM, el objetivo principal de Morón será la protección de instalaciones y personal norteamericano en África y Oriente Medio y la lucha contra el yihadismo o la lucha contra el terrorismo en el Magreb y el Sahel, y en las operaciones de apoyo contra el Dhaes en Siria e Irak.

Base naval de Rota consta de un puerto naval militar y un aeropuerto militar de uso compartido. Esta base ofrece servicios de carga, combustible y apoyo logístico a militares norteamericanos y a otros buques de la OTAN. Esta base naval alberga los cuatro destructores que conforman el componente marítimo del escudo antimisiles de la OTAN, estos cuatro destructores están dotados del sistema de combate AEGIS y misiles SM-3 que pueden interceptar misiles procedentes de estados enemigos o grupos terroristas.

Los países más preocupados por este escudo son Rusia y países de Oriente Medio como Irán. El objetivo de este sistema de destructores es el de repeler cualquier ataque con misiles mediante su escudo antimisiles, pero también se puede utilizar para reabastecer de combustible en alta mar a helicópteros de combate o servir como plataformas avanzadas de drones.

El gobierno español ofreció el puerto de Rota para ocultar, repostar o reparar barcos y submarinos de propulsión nuclear. Base militar de Bétera acoge el cuartel general de Cuerpo de Despliegue Rápido de la OTAN, este cuerpo puede desplegarse en cualquier lugar del mundo en menos de una semana y dirigir y coordinar fuerzas de miles de militares.

La base de Bétera en el 2005 recibió el visto bueno del mando militar de la OTAN para formar parte de la serie de cuarteles que asumen el mando rotatorio semestral las fuerzas terrestres de la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF).

Definitivamente se puede afirmar que no se ha respetado y cumplido la tercera condición.

Fuente: http://blogs.publico.es/cronicas-insumisas/2016/03/08/30-anos-del-referendum-otan-una-estafa/

La podredumbre sindical de UGT vuelve a salir a la luz

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José Ángel Fernández Villa
En 2012 el dirigente de la UGT asturiana José Ángel Fernández Villa regularizó ante Hacienda un patrimonio de 1,2 millones de euros, según informó el diario El Comercio de Avilés (1).

El dirigente de UGT, que al mismo tiempo era confidente de la policía desde los tiempos franquistas, utilizó al sindicato como pantalla para lucrarse, valiéndose de la opacidad fiscal para desviar fondos.

Un juzgado acusa al sindicalista de blanqueo de capitales, malversación de fondos públicos y apropiación indebida.

La empresa minera Hunosa pagó 541.057 euros a Fernández Villa de manera encubierta, bien mediante el cobro de cheques (243.462 euros, durante el periodo 1989 y 2001) o a través de transferencias a las cuentas del SOMA-UGT (297.594 euros, desde 2001 hasta 2012).

Hasta 2011 Fernández Villa encargaba a sus dos secretarias personales que cobrasen los cheques emitidos a su nombre por parte de Hunosa para el pago de dietas a los miembros del comité intercentros, alegando que esos talones formaban parte de sus salarios y sugiriéndolas “discreción” durante el cobro.

Sobre el sindicalista pesan graves acusaciones. Su mano derecha era el constructor José Antonio Postigo, a quien colocó al frente del Montepío de la Minería. Otro constructor, Juan Antonio Fernández, construía entonces una obra faraónica: el geriátrico de UGT en Felechosa a costa del dinero (31 millones de euros) de los trabajadores de las minas.

El geriátrico fue una obra ruinosa, otra más. Nunca tuvo una ocupación que lo rentabilizara, a pesar de la campaña de promoción que llegó a apoyar con su presencia en una visita oficial el actual rey Felipe VI. La bancarrota del geriátrico acabó vaciando los fondos del Montepío minero (2).

Durante el franquismo, para ejercer su labor de chivato, Fernández Villa se relacionó con la CNT y las Comunas Revolucionarias de Acción Sindicalista, un colectivo presente en Langreo y Gijón.

Fue senador por el PSOE entre 1999 y 2003. El 13 de octubre de 2009 fue condecorado por el Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, con la Medalla del Mérito en el Trabajo.

(1) http://www.elcomercio.es/politica/201603/03/guardia-civil-concluye-villa-20160303092121.html
(2) http://www.atlanticaxxii.com/2977/se-buscan-colaboradores-necesarios-de-villa

Podemos defiende a la banca en el ayuntamiento de Madrid

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A primeros de mes la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid protestó contra los nuevos concejales del ayuntamiento, afirmando que trabajan para los intereses de los banqueros y no de los desahuciados.

El colectivo popular pidió a la alcaldesa Manuela Carmena el cierre de la recién creada Oficina de Intermediación Hipotecaria.

Luis Chamarra, coordinador de la PAH Madrid, aseguró que la Oficina de Intermediación Hipotecaria presta servicios en favor de los bancos. “Esperábamos más de Carmena. Decían que eran un Gobierno amigo, pero se reunieron antes con los bancos que con nosotros”, dijo.

El sábado presentaron un escrito al ayuntamiento que no ha recibido respuesta, aunque los portavoces municipales declaran que son “conscientes” de que la Oficina de Intermediación Hipotecaria “no soluciona todos los problemas de vivienda”.

“El Ayuntamiento consigue paralizar cerca de tres desahucios al día”, señalan dichas fuentes, que no indican el número de los que no logran paralizar.

Para aparentar alguna actividad, los nuevos concejales de Podemos (Ahora Madrid) tejen y destejen organismos, comisiones y tinglados para mantener entretenido al personal. El último es un Grupo de Trabajo Mixto con la presencia de la PAH, el Ayuntamiento y los bancos para afrontar de manera “más efectiva” el problema de la vivienda y de los desahucios en Madrid.

En resumen: no han hecho nada, pero tienen el firme propósito de hacer algo algún día de estos.

Un cura católico aficionado a la cocaína y los símbolos nazis

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El Padre Cocaína
En un vídeo que está dando la vuelta al mundo, un sacerdote católico de Irlanda del norte, Stephen Crossan, aparece esnifando cocaína con un billete de 10 libras y rodeado de parafernalia nazi durante una juerga celebrada en la parroquia.

El vídeo, que ha sido difundido por el diario The Sun y ha sido reconocido como real por el propio sacerdote, ha escandalizado a la parroquia de Banbridge, un pueblo de 15.000 habitantes a 40 kilómetros de Belfast. “No debería”, se le escucha decir al cura, de 37 años de edad, ya conocido como el Padre Cocaína.

La juerga, que se prolongó durante dos días, se celebró en julio de 2015 en los bajos de la Iglesia de San Patricio de Banbridge.

Uno de los compañeros de juerga del sacerdote aseguró a The Sun que conocieron al cura en un bar y que se hizo pasar por un trabajador social y que no descubrieron la verdad hasta que los invitó a su casa, en los bajos de la parroquia.

Los testigos de la fiesta dijeron al periódico: “Nos sorprendió ver las cosas nazis. Estaban por toda la casa”. Los objetos incluían banderas, sombreros y un águila con una esvástica en un pedestal.

“Estuvo tomando Jack Daniels y cerveza con nosotros, y también metiéndose cocaína. Luego, cuando nos llevó al apartamento en la iglesia, lo que más nos sorprendió fue la parafernalia nazi: banderas, chapitas, gorras... En un momento se puso incluso una gorra e hizo el saludo nazi, aunque era de broma”.

Tras el escándalo, el Padre Cocaína se ha visto obligado a pedir una licencia del sacerdocio. El arzobispado local ha anunciado que investigará y tomará medidas en el asunto.

El papel de Estados Unidos en el asesinato de Gadafi (1)

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A partir de mañana iniciaremos la publicación de un largo artículo que hemos traducido del diario New York Times (*) sobre el papel de Estados Unidos en el asesinato que se llevó a cabo en 2011 de Gadafi y la agresión contra el pueblo de Libia.

Pero queríamos hacer algunas precisiones a nuestros lectores sobre el mismo.

El reportaje del New York Times es una mezcla de muchas cosas. Se basa en entrevistas con más de 50 funcionarios, en activo y retirados, del gobierno de Obama y con otras personas. Aunque no dice nada nuevo, detalla algunas piezas del montaje de la Primavera Árabe, fraguada por los imperialistas para desestabilizar el Magreb y Oriente Medio.

También expresa la profunda división en los círculos imperialistas de Washington y personaliza en Hillary Clinton, por encima de cualquier otro miembro del gobierno de Obama, la iniciativa del golpe contra Gadafi y la posterior destrucción del país africano.

No obstante, es posible que esa división sea consecuencia sólo de las próximas elecciones presidenciales y que después todo vuelva a su cauce. De cualquier manera, lo que para el New York Times es una buena prueba del valor de Hillary Clinton, para otros es detestable. En cualquier caso, la personalización del periódico es lo que permite que los políticos como Clinton tan pronto sean ensalzados como vituperados y, por ello mismo, piezas intercambiables de un engranaje, que es el que nunca puede fallar.

Para ensalzar a Clinton el periódico destaca el carácter “humanitario” de la intervención imperialista. Una vez más queda clara la preocupación de las grandes potencias por la vida y el bienestar de las masas en los países del Tercer Mundo.

En gracias a la humanidad de los imperialistas, Gadafi no pudo bombardear a los insurrectos, lo cual habría ocasionado una masacre. Según el New York Times, para evitar una masacre posible se organizó una masacre cierta.

Las masacres reales son preferibles a las virtuales porque éstas, aunque nunca han existido, hubieran sido mucho peores. Por eso las han impedido. Lo que Clinton hizo fue organizar una masacre para impedir otra aún peor, o dicho de otro modo, antes de que Gadafi mate a su pueblo, vamos a matarles nosotros.

Luego hay que tener en cuenta que bajo la verborrea del New York Times, lo que llaman “pueblo” son las fuerzas de Al-Qaeda en Libia, capitaneadas por Abdelhakim Belhadj, a quien los imperialistas conocían muy bien porque fue uno de sus presos.

En Libia se vuelve a demostrar que la Primera Árabe tuvo muy poco de espontánea y muy poco de interna. En febrero de 2011 las acciones de los manifestantes en Begasi estaban coordinadas por comandos franceses y los imperialistas jamás improvisan ese tipo de operativos.

(*) http://www.nytimes.com/2016/02/28/us/politics/hillary-clinton-libya.html

El papel de Estados Unidos en el asesinato de Gadafi (2)

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Para cuando Mahmoud Jibril pasó la aduana en el aeropuerto de Le Bourget y tomó la carretera de París, la Secretaria de Estado norteamericana llevaba ya esperando horas. Pero era una cita que Hillary Clinton no podía cancelar. Su entrevista decidiría si los EE.UU. iban de nuevo a la guerra.

En los últimos momentos de la Primavera Árabe, el coronel Muammar el-Gadaffi se enfrentaba a una furiosa revuelta de los libios decididos a poner fin a su quijotesco período de poder de cuarenta y dos años. Las fuerzas del dictador se acercaban a Bengazi, centro neurálgico de la rebelión, amenazando con un baño de sangre. Francia e Inglaterra estaban apremiando a los Estados Unidos a unirse a su campaña militar para detener a las tropas de Gadaffi, y ahora también la Liga Árabe estaba llamando a la acción.

El presidente Obama era profundamente cauteloso respecto a otra aventura militar en un país musulmán. La mayoría de sus consejeros veteranos le estaban diciendo que se quedara al margen. A pesar de ello, envió a la señora Clinton a sondear a Jibril, líder de la oposición libia. Su encuentro, a últimas horas de la noche del día 14 de marzo de 2011, sería la primera oportunidad para un funcionario norteamericano de alto nivel de tener una impresión de para quien exactamente se pedía el apoyo de los Estados Unidos.

En su suite del hotel Westin, Clinton y Jibril, un político y científico doctorado por la Universidad de Pittsburgh, hablaron largamente sobre la dinámica situación militar en Libia. Pero Clinton también estaba pensando en Irak, y las duras lecciones que supuso para la intervención norteamericana.

¿Representaba el opositor Consejo Nacional de Transición la totalidad de un país profundamente dividido, o solamente una región del mismo? Si el coronel Gadaffi, dimitía, huía o era asesinado ¿disponían de un plan para lo que viniera?

“Ella preguntó todo lo imaginable”, recuerda Jibril, y conquistó a la Secretaria de Estado. Los líderes de la oposición “dijeron todas las cosas convenientes sobre apoyar a la democracia y a la no discriminación, sobre construir instituciones libias, y compartiendo alguna esperanza de que nosotros pudiéramos dar un empujón”, dijo Philip H. Gordon, uno de sus secretarios asistentes. “Nos dieron lo que queríamos escuchar. Y lo que queríamos creer”.

El convencimiento de Clinton sería esencial para persuadir a Obama de unirse a los aliados en los bombardeos de las fuerzas del coronel Gadaffi. De hecho, el Secretario de Defensa de Obama, Robert M. Gates, diría posteriormente que fue el apoyo de Clinton el que marcó la decisión de Obama.

Las consecuencias irían mucho mas allá de lo que nadie hubiera imaginado, convirtiendo a Libia en un Estado fracasado, y en un refugio de terroristas. Un lugar en donde las más desastrosas respuestas a las preguntas que hizo Clinton se han hecho realidad.

Es la historia de cómo una mujer, a la que su voto en el Senado a favor de la guerra en Irak condenó su primera campaña presidencial, repite sin embargo la jugada, e impulsa otra acción bélica en otro país musulmán. Ya que ahora persigue de nuevo ocupar la Casa Blanca, haciendo campaña en parte basándose en su experiencia como la jefa de la diplomacia del país, un examen de las intervenciones que patrocinó la exhibe en lo que tal vez fuera su momento de máxima influencia como Secretaria de Estado. Es un útil retrato, que prueba qué clase de presidenta pudiera llegar a ser, especialmente en lo que se refiere a la principal adivinanza de la política exterior de hoy: cuándo, cómo y si los Estados Unidos aplicarán su poder militar en Siria o en otro lugar del Medio Oriente.

Desde el inicio del debate sobre Libia, Clinton era una estudiante diligente, una implacable inquisidora, absorbiendo gruesos libros de informes, provocando puntos de vista diferentes de sus subordinados, estudiando a sus colegas extranjeros para aprender como vencerlos. Era pragmática, con voluntad de improvisación, de probar soluciones por carambola. Pero sobre todo, en opinión de aquellos más cercanos, su actuación en Libia ilustra cómo, ante disyuntivas sobre seguridad nacional o política exterior, estaba inclinada a la acción, en marcado contraste con los enfoques más reticentes de Obama.

Anne-Marie Slaughter, su directora de planificación política en el Departamento de Estado, destaca que en sus recuerdos y conversaciones Clinton siempre hablaba de querer ser cogida “con las manos en la masa”. En otras palabras, prefería ser criticada por lo que hiciera que por no haber hecho nada. “Es muy cuidadosa y reflexiva”, declaraba Slaughter. “Pero cuando la elección es entre la acción y la pasividad, con riesgos en los dos casos, lo que sucede a menudo, ella prefiere estar con las manos en la masa”.

El examen del New York Times sobre la intervención nos ofrece un detallado relato de como la profunda confianza de Clinton sobre el poder de los EE.UU. para beneficiar al mundo se aplicó en un país tribal, sin un gobierno efectivo, con facciones rivales y una cantidad de armas abrumadora. El Times entrevistó a mas de 50 funcionarios norteamericanos, libios y europeos, incluyendo a muchos de los principales actores. Prácticamente todos aceptaron comentar la cuestión, manifestando su pesar, frustración y en algunos casos su confusión sobre lo que falló y lo que se hubiera podido hacer de diferente manera.

¿Fue un error la decisión de intervenir en primera fila, o bien fue demasiado lenta la misión de proteger a los civiles en el desalojo de un dictador, o el fracaso en el envío de una fuerza de paz tras el desastre?

Hillary Clinton declinó la entrevista. Pero en público, afirma que “es pronto para hablar” sobre como las cosas resultaron en Libia, llamando así a un enfoque más intervencionista en Siria.

La caída de Libia en el caos comenzó con una precipitada decisión de ir a la guerra, realizada en lo que un alto funcionario denominó “sombra de incertidumbre” respecto a las intenciones del coronel Gadaffi. La misión se fue desarrollando inexorablemente incluso cuando Clinton pudo prever algunos de los riesgos de derribar otro dirigente. Presionó a favor de un programa secreto de suministro de armas a las milicias rebeldes, un esfuerzo que nunca antes se había confirmado.

Solo después de la caída de Gadaffi y de que se desaparecieran lo que un diplomático estadounidense denominó “las endorfinas de la revolución”, se hizo claro que los nuevos líderes libios no estaban de acuerdo en la tarea de unificar el país, y de que las elecciones que tanto Clinton como Obama señalaban como una prueba del éxito únicamente profundizaban las divisiones en Libia.

Ahora Libia, con una población menor que la de Tennessee, plantea una enorme amenaza en la zona y mas allá de ella, planteando la cuestión de si la intervención evitó una catástrofe humanitaria o simplemente contribuyó a crear una de otro tipo. El saqueo de los grandes arsenales del coronel Gadaffi durante la intervención alimentó la guerra en Siria, fortaleciendo a los grupos terroristas y criminales desde Nigeria hasta el Sinaí, desestabilizando Mali, en donde los islamistas atacaron un hotel de la cadena Radisson en noviembre pasado, matando a veinte personas.

Un creciente tráfico de personas ha enviado aun cuarto de millón de refugiados hacia el norte, a través del Mediterráneo, con cientos de ahogados en el camino. La guerra civil en Libia ha dejado dos gobiernos rivales en el país, ciudades en ruinas y más de 4.000 muertos.

Entre toda esta lucha, el Estado Islámico ha construido su más importante puesto avanzado en Libia, un reducto en el que refugiarse cuando está siendo bombardeado en Siria y en Irak. Mientras el Pentágono afirma que la fuerza del Estado Islámico, en rápido aumento, ahora cuenta entre 5.000 y 6.500 efectivos, algunos de los más altos consejeros de Obama en seguridad presionan para una segunda intervención militar en Libia. El 19 de febrero, aviones militares persiguiendo a un militante tunecino bombardearon un campo de entrenamiento del Estado Islámico en el oeste de Libia, matando al menos a 41 personas.

“Tuvimos un sueño”, afirmaba Jibril, quien ejerció de primer ministro de Libia. “Y para ser sincero, tuvimos una oportunidad de oro para volver a la vida este país. Desgraciadamente, este sueño quedó hecho añicos”.

En el marco de la campaña, y en incesantes investigaciones congresuales, los críticos republicanos han utilizado un especial episodio trágico. El 11 de septiembre de 2012, unos terroristas atacaron un complejo diplomático estadounidense en Bengazi, matando al embajador J. Christopher Stevens y a otros tres norteamericanos, un golpe para el anterior Secretario de Estado. Y en tanto que los intentos de culpabilizar a Clinton han quedado frustrados, su rival a la nominación presidencial demócrata, el senador Bernie Sanders de Vermont, se ha centrado en el papel desempeñado por aquella en el contexto de la intervención en Libia; durante un reciente debate afirmo que la “Secretaria Clinton está muy implicada en el cambio de régimen”.

El presidente Obama ha denominado al fracaso en no poder hacer más en Libia su “mayor lección de política exterior”. Y Gerard Araud, el embajador francés de Naciones Unidas durante la revolución, está profundamente consternado por los resultados de la intervención en 2011: el Estado Islámico a sólo “300 millas de Europa”, una crisis de refugiados que es “una tragedia humana y política”, y la desestabilización de gran parte del oeste africano. “Hay que hacer una elección moral: o un baño de sangre en Bengazi y mantener a Gadaffi en el poder, o lo que ahora está sucediendo”, ha declarado Araud. “Es una cuestión difícil, porque ahora los intereses de las naciones occidentales se ven mucho mas afectados por lo que está sucediendo en Libia”.

Eran las últimas horas del 15 de marzo de 2011, y Araud abandonaba su oficina cuando sonó el teléfono. Era su colega norteamericana, Susan E. Rice, con un serio mensaje. Francia y Gran Bretaña estaban presionando para un voto en el Consejo de Seguridad sobre una resolución declarando una zona de exclusión aérea que impidiera al coronel Gadaffi masacrar a sus oponentes. Rice llamaba para rechazarlo, con un característico lenguaje.

“Dijo, y cito literalmente ‘No nos vais a meter en vuestra guerra de mierda’”, dijo Araud, en la actualidad embajador de Francia en Washington. “Nos dijo ‘Estaremos obligados a seguiros y apoyaros, y no queremos hacerlo’. La conversación se hizo tensa. Le respondí ‘Francia no es un instrumento de los EE.UU.’ La política de Obama en aquella época se basaba en evitar una nueva guerra en el mundo árabe”.

En las semanas precedentes, una serie de encuentros de alto nivel se habían mezclado con una rebelión en aumento, y algunos jóvenes consejeros de la Casa Blanca consideraban que el presidente debiera unirse al esfuerzo internacional.

Pero una fuerza mucho mayor se había declarado contra un compromiso de los EE.UU., incluyendo al vicepresidente Joseph R. Biden Jr., Tom Donilon, consejero de seguridad nacional, y Gates, el Secretario de defensa, que no querían desviar el potencial aéreo norteamericano ni la atención de Afganistán y de Irak. Si a los europeos les preocupaba tanto Libia, argumentaban, que se hagan responsables de su futuro.

“Yo creo que un cierto momento dije ‘¿Puedo acabar las dos guerras en las que estoy antes de que busquéis una tercera?’”, recuerda Gates. El coronel Gadaffi, dijo, “no suponía ninguna amenaza para nosotros. Era una amenaza para los suyos, y nada mas”.

Algunos funcionarios de inteligencia veteranos tenían profundos recelos lo que pudiera suceder si Gadaffi perdía el control. En los últimos años, el dictador libio había comenzado a ayudar a los Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda en África del Norte. “Era un matón en un entorno peligroso”, dice Michael T. Flynn, un teniente general retirado que dirigió la Defense Intelligence Agency en aquel tiempo. “Pero mantenía el orden”.

El papel de Estados Unidos en el asesinato de Gadafi (3)

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Y luego estaba la Secretaria Clinton. A principios de la presidencia de Obama, trabajó duramente para ganarse la confianza del hombre que la había superado en las difíciles primarias de 2008, y a veces mostraba ansiedad por verse separada de su círculo cercano. (En un correo de 2009, preguntaba a los consejeros: “He oído en la radio que esta mañana hay una reunión del gabinete. ¿Está ahí? ¿Puedo asistir?”)

Clinton había cultivado una relación estrecha con Gates. Ambos tendían a ser más halcones que el presidente. Ambos demostraron preocupación respecto a lo rápido que Obama quería retirar las tropas de Afganistán. Más recientemente, argumentaron que Obama no debiera precipitarse en retirar el apoyo a Hosni Mubarak, el líder egipcio metido en dificultades, a quien Clinton conocía desde los tiempos en que era primera dama.

Pero perdieron ante los consejeros mas jóvenes (los “bankbenchers”, “los del banquillo”, les llamaba Gates), quien según Gates, en los choques de la primavera árabe, decían “Presidente, tiene que estar en el lado correcto de la historia”.

En Libia, Clinton tuvo una nueva oportunidad de apoyar el cambio histórico que acababa de barrer a los líderes de los vecinos Egipto y Túnez. Y Libia parecía una fácil tentación, con sólo seis millones de habitantes, sin divisiones sectarias y lleno de petróleo. Pero el debate estaba viciado por unos informes de inteligencia superficiales. Altos funcionarios del departamento de Estado se las vieron intentado evacuar la Embajada norteamericana, temiendo que el líder libio usara a los diplomáticos como rehenes. No existía ninguna información respecto a si Gadaffi podía llevar a cabo sus amenazas, o en qué grado. “Nosotros, los Estados Unidos, no teníamos un especialmente bueno manejo de lo que estaba pasando en Libia”, declaraba Derek Chollet, un consejero del Departamento de Estado que pasó al Consejo de Seguridad Nacional cuando comenzó el debate sobre Libia, apuntando que los funcionarios americanos se basaban principalmente en las noticias de los medios.

Human Right Watch contabilizaría 350 manifestantes muertos antes de la intervención, y no los millares descritos en algunos medios. Pero, dentro de la administración Obama, pocos dudaban de que Gadaffi efectuaría lo necesario para mantenerse en el poder. “Desde luego, habría alineado los tanques y los hubiera enviado contra la gente”, dijo David H. Petraeus, el general retirado y antiguo director de la CIA. El principal consejero de política exterior de Clinton, Jake Sullivan, actualmente en su campaña, dijo que la opinión de ella era que “tenemos que vivir en un mundo de riesgos”. Evaluando la situación en Libia, declaro que “ella no sabía entonces de manera cierta, y nosotros tampoco, qué sucedería; únicamente que se daba un nivel de riesgo que exigía que contempláramos una respuesta muy fuerte”.

De esta forma, y tras algunas dudas iniciales, Clinton discrepaba de los demás miembros veteranos de la administración. La comparación con Biden era reveladora. Para el vicepresidente (según Antony J. Blinken, entonces su consejero de seguridad nacional y ahora Secretario de Estado) la lección de Irak fue crucial: “Biden lo denominaba no ‘el día después’, sino la década después”. “¿Cuál es el plan?” continuaba Blinken. “Se va a dar alguna clase de vacío, y cómo se va a llenar y qué vamos a hacer para llenarlo”. El refrán del antiguo Secretario de Estado Colin Powell sobre Irak (“Si lo rompes, ya es tuyo”) estaba muy presente.

Más decisorios para Clinton fueron dos episodios sucedidos durante la presidencia de su marido: el fracaso norteamericano en evitar el genocidio ruandés en 1994, y el éxito aunque tardío en unir una coalición militar internacional para evitar un baño de sangre después que de 8.000 musulmanes fueran masacrados en Sbrenica durante la guerra de Bosnia.

“Lo importante de Ruanda es que demostró el coste de la pasividad”, declaraba James B. Steinberg, quien fue representante de Clinton en julio de 2011. “Pero yo pienso que la razón de que Bosnia y Kosovo sean tan importantes es que demostraron que había maneras de ser efectivos y dieron lecciones de lo que funcionaba y lo que no”.

La misma tarde marzo en que el embajador Rice estaba diciendo a su colega francés en las Naciones Unidas que se apartara, el presidente Obama y su gabinete de seguridad están sentados en la Casa Blanca. Hablando desde la pantalla de vídeo desde El Cairo estaba la Secretaria Clinton, recién llegada de París. El día anterior en un almuerzo con el presidente Sarkozy, se mostró “decidida, agresiva” respecto a la intervención en Libia, el “perfecto aliado” recordaban el consejero diplomático de Sarkozy, Jean-David Levitte.

Pero ahora Clinton ya no animaba directamente a Obama a intervenir en Libia; y tampoco realizó ningún apasionado alegato moral, según muchos presentes en la reunión. Por el contrario, describió a Jibril, el líder de la oposición como “razonable y notable”. Transmitió su sorpresa por el hecho de que los líderes árabes no solo apoyaban la acción militar, sino que en algunos casos, estaban decididos a participar. Pero, principalmente, avisó de que franceses y británico llevarían a cabo sus propios ataques aéreos, solicitando potencialmente participar a los Estados Unidos si las cosas fueran mal.

Dennis B. Ross, entonces experto sobre Medio Oriente en el Consejo Nacional de Seguridad, recordaba cómo pensaba mientras la escuchaba: “Si está abogando por algo, lo hace de una forma que describiría como muy inteligente”. Recuerda cómo ella decía que “no veis que lo importante está ahí, y como eso tiene siempre un momento clave. Y nos quedaremos al margen, y no seremos capaces de darlo forma”. La visión de Clinton sobre un frente unificado árabe-europeo tuvo su influencia sobre Obama. “Porque el presidente nunca hubiera hecho eso por si mismo” dice Benjamin J. Rhodes, consejero nacional de seguridad.

Gates, entre otros, pensaba que el apoyo de Clinton era decisivo. Obama le comentaría privadamente en el despacho oval que la decisión sobre Libia fue de “51 contra 49”. “Siempre consideré que el apoyo de Hillary a la misión en Libia colocó al presidente del lado de los 51, en un enfoque mas agresivo”. Dado que los secretarios de Estado y de Defensa se oponían a la guerra, la decisión presidencial hubiera sido políticamente imposible.

Habiendo decidido actuar, Obama preguntó a los dirigentes militares sobre la efectividad de una zona de exclusión aérea, la respuesta militar a la que se inclinaba Europa. Cuando le dijeron que no impediría una masacre, Obama orientó su equipo al diseño de una nueva resolución de las Naciones Unidas más dura.

Aquella noche, Araud se sorprendió de recibir una segunda llamada de Rice: los Estados Unidos no solo apoyarían la intervención, sino que querían el apoyo de las Naciones Unidas para algo más que una zona de exclusión aérea. Araud comentó que el giro le había sorprendido tanto a él como a su colega británico que al principio sospecharon que era un truco.

Aún quedaba un auténtico obstáculo. Rusia bloquearía una resolución del Consejo de Seguridad mediante el veto. Clinton se había esforzado en desarrollar una buena relación con el líder ruso, Vladimir Putin, escuchando sus historias de clasificación de osos polares y seguimiento de tigres siberianos. “Su teoría sobre Putin es que es un hombre con algunas pasiones. Si compartes esas pasiones, tu capacidad para tratar y acordar con el se ve mejorada”, dijo un consejero de Clinton.

Pero la relación siguió siendo difícil, y la Secretaria de Estado discutía constantemente con su contrario ruso, Sergey V. Lavrov, quien, según escribió Clinton en sus memorias “Hard Choices” estaba inicialmente “radicalmente en contra de una zona de exclusión aérea”. “No queremos otra guerra”, dijo a Lavrov, destacando que la misión se limitaba a proteger civiles. “Creo que ustedes no quieren otra guerra”, recuerda Hillary Clinton que respondió; “Pero eso no significaba que no vayan a encontrarse con una”. Finalmente, Clinton reconocería que el propio coronel Gadaffi le ayudó a vencer a los rusos, dando un orgulloso discurso precisamente antes de la votación del Consejo de Seguridad, denominando a sus oponentes “ratas” y manifestando su voluntad de buscarles “casa por casa, calle por calle”.

El 17 de marzo, diez miembros del Consejo de Seguridad votaron una resolución autorizando “todos los medios necesarios” para proteger a los civiles libios. Cinco países, incluyendo Rusia, se abstuvieron. Dos días más tarde, Sarkozy se entrevistó con Clinton y David Cameron, el primer ministro británico, en el palacio del Elíseo de Paris, a fin de discutir el próximo paso. El presidente francés destacó que en un día más o menos las tropas del coronel Gadaffi estarían dentro de Bengazi, mezclados con civiles, y dificultando e imposibilitando usar fuerza aérea contra ellos. Fue entonces cuando jugó sus cartas. Los aviones franceses estaban ya en el aire, dijo. Pero, añadió “esto es una decisión colectiva, y los diré que vuelvan si así lo quieren ustedes”, según declaró Levitte. La maniobra de Sarkozy había adelantado bruscamente el ritmo de la operación, y, para irritación de Clinton, ella no estaba preparada para objetar nada. “No voy a ser la que hizo volver a los aviones y produjo una masacre en Bengazi”, refunfuñó a un consejero. Y el bombardeo empezó.

Cuando dio inicio la campaña aérea, Charles R. Kubic, un contraalmirante retirado, recibió un mensaje de un alto militar libio, proponiendo unas negociaciones entre militares para un alto el fuego de 72 horas, que pudiera llevar a una salida pactada del coronel Gadaffi y su familia. Pero según dijo el contraalmirante, tras dirigirse al mando militar norteamericano para África se le indicó poner fin a las conversaciones. Las órdenes, le dijeron, “venían de fuera del Pentágono”, a pesar de los consejeros tanto de Obama como de Clinton manifestaron que la oferta nunca les había llegado. Quedó un tanto confuso por la falta de interés en explorar una opción que él consideraba que pudiera llevar a una transición menos sangrienta. “La pregunta que sigue en mi es por qué no se dio una oportunidad de paz durante 72 horas”.

La respuesta, al menos parcial, era que las dos partes habían partido de posiciones de mutua desconfianza. En las semanas previas a la intervención, los consejeros de Gadaffi habían contactado con potenciales intermediarios, incluyendo al general Wesley Clark, quien ejerció como mando de la OTAN durante el mandato del marido de Clinton y Tony Blair, antiguo primer ministro y antiguo amigo de Clinton. Diplomáticos representando a las Naciones Unidad, a la Unión Africana y una media docena de países discutieron las posibilidades, aún remotas, de un acuerdo político. Incluso el multimillonario ruso que dirigía la Federación Mundial de Ajedrez intervino. Hubo una “proliferación de diplomáticos”, declaraba Chollet, quien supervisaba las negociaciones desde el Consejo Nacional de Seguridad. Los norteamericanos no creían que los libios que representaban al líder pudieran proporcionar una transferencia de poder pacífica. Gadaffi, pensaban los norteamericanos, solamente usaría el alto el fuego como una oportunidad de reorganización.

“Mi opinión es que nunca hubo una oferta seria de Gadaffi de abandonar el poder”, dice Gene A. Cretz, quien precedió a Stevens como embajador norteamericano en Libia. “Creo firmemente que ninguna de las personas alrededor de él tenían el coraje para plantearle la cuestión personalmente”.

Para el líder libio y su círculo cercano, episodios como el que describe el almirante Kubic eran la prueba de que los norteamericanos no tenían intención de negociar, según indicaba Mohamed Ismail, alto consejero del hijo de Gadaffi, Seif, y frecuentemente diplomático en el exterior. “Simplemente querían librarse de Gadaffi”.

Los libios contemplaban la amenazadora intervención no como un acto salvador de vidas, tal y como Clinton lo presentaba, sino en términos mucho más negros. Al fin y al cabo, Gadaffi, temiendo el destino de Saddam Hussein, había abandonado su programa nuclear y estaba compartiendo información con la CIA en la lucha contra Al Qaeda. La misma Clinton había recibido a uno de los hijos del líder en el departamento de Estado, en 2009.

Ahora el coronel Gadaffi veía una profunda traición, ingratitud y venganza económica. Arengaba a todo el que quería oírle que Libia era el único baluarte contra el extremismo, y que sin él, el país se convertiria en un refugio de terroristas. Para mayor complicación, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había acordado recientemente transferir los ataques contra las protestas a la Corte Penal Internacional, por lo que tanto el líder como su círculo cercano podrían enfrentarse a una acusación si dejaba el poder. “Estábamos abiertos a compartir el poder, pero en el momento en que sucedió era difícil ir mas allá”, decía Ismail. Un alto diplomático norteamericano estaba de acuerdo, indicando que la amenaza de una persecución “arrinconaba a Seif contra las cuerdas”.

A lo largo de los años, destacaba Ismail, Gadaffi había encontrado la forma de ofender prácticamente a todos los países que ahora se aliaban contra él. Había financiado a los opositores políticos y había sido acusado de conspirar para el asesinato del rey saudí. Y recientemente, había incumplido acuerdos sobre petróleo y armas con británicos y franceses.

Estaba también el Líbano, y el asunto del clérigo chiíta desaparecido. En 1978, un respetado imán libanés, Moussa al-Sadr, desapareció mientras visitaba Libia. Líbano sospechaba que se trataba de juego sucio, en el que probablemente intervenía el gobierno. Pero el misterio nunca quedó definitivamente resuelto. En una entrevista el Times, Ismail confirmaba las sospechas libanesas. “Dijimos que había ido hacia Italia”, Pero esto era mentira. “Fue asesinado”, declaraba Ismail, proporcionando una escalofriante y sucinta explicación “Tuvo una discusión con el líder”. Ismail dijo que se enteró de la suerte del clérigo mucho después de los hechos, y destacó que la familia de Gadaffi, incluyendo a su hijo ahora prisionero en Líbano, no tuvo ninguna relación ni conocimiento. Según manifestó, el cuerpo del clérigo fue arrojado al mar.

Fuente: http://www.nytimes.com/2016/02/28/us/politics/hillary-clinton-libya.html

El papel de Estados Unidos en el asesinato de Gadafi (4)

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Robert M. Gates, ministro de la Guerra
Con anterioridad, el presidente Obama había declarado que el coronel Gadaffi había perdido su legitimidad y se tenía que ir. Pero el presidente era cuidadoso al señalar que esa era la posición política de su administración, no su objetivo militar. “No vamos a usar la violencia para ir más allá de una meta bien marcada, como es la protección de los civiles en Libia”, había dicho Obama. Clinton añadió cinco días después de ser adoptada la resolución del Consejo de Seguridad que “no hay nada en ella sobre librarnos de nadie”, en declaraciones a ABC News.

La cuestión es si Libia sería hoy mejor si la OTAN no hubiera liquidado a Gadaffi antes de que él hubiera masacrado a los ciudadanos que apoyaban la democracia. El error no estuvo en deponer a Gadaffi, sino en la ausencia de un plan para el día después. Las tropas norteamericanas debieran haber sido mantenidas en Libia para ayudar…

¿Por qué publicar estos artículos dos días antes del Super Tuesday? El “poder inteligente” no siempre funciona, y Hillary ha cometido errores estratégicos. El presidente llevó al Pentágono a usar sus especiales capacidades militares para detener la temida masacre y, en el plazo de 10 días, ceder la operación a los aliados europeos y árabes. Un anónimo consejero describió este enfoque como “dirigir desde atrás”, manteniendo con los oponentes republicanos del presidente un contacto duradero. Pero Obama estaba decidido a que Libia no se convirtiese en otra prolongada guerra norteamericana. De hecho, su limitado objetivo se alcanzó mucho más rápido de lo planeado. “Básicamente, destruimos las defensas aéreas de Gadaffi y detuvimos el avance de sus fuerzas en tres días”, recuerda Rhodes, el consejero nacional de seguridad.

Pero la misión rápidamente evolucionó desde la defensa de civiles en Bengazi hacia la defensa de civiles allá en donde estuvieran. A medida que la rebelión se incrementaba y los ajenos a ella se hacían combatientes, el fin del juego se hizo aún más nebuloso. Los Estados Unidos y sus aliados se ajustaban cada vez más a uno de los bandos en lucha, sin un debate respecto a lo que este desplazamiento presagiaba. “Yo no recuerdo ninguna decisión específica que dijera ‘bueno, vamos a quitarle’”, dice Gates. Públicamente, decía “se mantenía la ficción” de que el objetivo se limitaba a desactivar el mando y control de Gadaffi. De hecho, el anterior secretario de Defensa dijo que “Yo no creo que pasara día en que la gente esperara no verle al mando en alguno de los centros de control”.

Dos de los principales consejeros de Clinton dijeron en entrevistas que albergaban dudas sobre la intervención, precisamente debido a los temores de que la coalición no seria capaz de detener algún cambio de régimen, sin ninguna posibilidad de manejar los resultados. Uno era Gordon, secretario asistente. El otro era Jeremy Shapiro, que se encargaba de Libia en el equipo de planificación de Clinton. Shapiro expresó sus preocupaciones al principal consejero de Clinton, Sullivan. “Una vez que te metes en una pelea en donde esencialmente decimos que ‘tenemos que detener a un loco para que no mate a decenas de millares de personas en su país’ ¿Cuándo paras?”. “Al final, la lógica se convierte en algo así como, Díos mío, el régimen de Gadaffi es una amenaza para los civiles”, añade. “No se requiere mucho para ir contra esto. Lo difícil hubiera sido lo contrario”.

Consideraciones militares de tipo práctico complicaron también la estrategia de Obama. Aunque sus orientaciones fueron que los Estados Unidos proporcionaran solamente aquellas capacidades que los aliados no poseían, no fue exactamente así: un continuo suministro de municiones de precisión, de combate y de búsqueda, rescate y vigilancia, según Petraeus.

En abril, el presidente autorizó el uso de drones y según un jefe rebelde, agentes de la CIA visitaron los campamentos rebeldes, “proporcionándonos interceptores de los movimientos de tropa de Gadaffi”. La escalada iba en contra de los deseos de Obama, y lo admitió contra sus convicciones, según Ross, antiguo funcionario del Consejo Nacional de Seguridad. Según él, Clinton estaba menos preocupada por el hecho de que “cada paso nos llevaba más hacia una pendiente resbaladiza”. “Su opinión era que no podíamos fallar en esto. Una vez decidido no podemos fallar”.

Cuando Jibril y sus acompañantes libios aparecieron en Roma en mayo para entrevistarse con Clinton, esperaban un encuentro de 10 minutos. Por el contrario, hablaron durante una hora. Los líderes de la oposición la habían proporcionado un informe estableciendo un futuro espectacular. Los partidos políticos competirían en elecciones abiertas, unos medios informativos libres apoyarían a líderes presentables y se respetarían los derechos de la mujer.

Retrospectivamente, Jibril reconocería que en una entrevista que era una “idea utópica”, bastante alejada de la realidad libia. Pero Clinton se había mostrado entusiasta, según los presentes, y ahora quería hablar con mayor profundidad sobre como hacer realidad aquellas visiones. “Ella dijo, y lo recuerdo muy bien, ‘Hagamos una tormenta de ideas sobre Libia’”, decía Mahmud Shammam, el portavoz del consejo rebelde. Los líderes de la oposición querían algo más inmediato. Querían armas. Pese a centenares de ataques aéreos, la lucha estaba estancada. Siempre que los rebeldes ganaban algo de terreno, las fuerzas gubernamentales lo recuperaban. Los rebeldes parecían incapaces de superar Brega, un puerto petrolífero en el camino a Trípoli, y esperaban que armas más sofisticadas de los norteamericanos inclinarían el balance. La Secretaria de Estado les estuvo escuchando. “Fue “muy paciente, muy agradable”, dice Shammam. “Siempre tenía una sonrisa”. Al final, sin embargo, lo rechazó.

Pero de regreso a Washington, en donde se estaba creando un cierto pánico sobre la parálisis de la guerra, Clinton defendió la causa de los rebeldes, según tres funcionarios de la Casa Blanca y del departamento de Estado que intervinieron en el debate secreto. La implicación militar norteamericana que Clinton había esperado finalizar en diez días se extendía durante meses, y el apoyo político estaba desapareciendo. Algunos miembros del Congreso estaban indignados por no someterse a la aprobación después de 60 días, tal y como la War Powers Act parecía exigir. Algunos antiguos partidarios de la intervención, incluyendo a Laughter, antiguo director de planificación de la Secretaria, se habían ido desilusionando respecto a los abusos contra los derechos humanos de los rebeldes. “No intentamos proteger a los civiles partidarios de Gadaffi”, había dicho Slaughter, quien había propuesto un acuerdo en el cual el coronel Gadaffi hubiera cedido el poder a uno de sus hijos.

La coalición internacional que Hillary Clinton había reunido estaba también fragmentándose. Rusia acusó a los Estados Unidos y a sus aliados de timadores, y la Liga Árabe hizo un llamamiento a un alto el fuego y a un acuerdo. “El cambio de régimen no era asunto nuestro en absoluto”, dijo en una entrevista Amr Moussa, que encabezaba la organización en aquel tiempo.

“Hubo un momento, sobre junio o julio”, recuerda Shapiro, el consejero del Departamento de Estado, “en que la situación sobre el terreno parecía paralizarse, y no estábamos seguros de que fuéramos a ganar, o a ganar lo suficientemente rápido”. Además, la estrategia norteamericana de dejar a otros países armar a la oposición era contraproducente, creando un desequilibrio regional que dañaría a Libia si los rebeldes ganaban.

Durante la primavera, la Administración Obama había mirado para otro lado cuando Qatar y los Emiratos Árabes Unidos proporcionaron a los rebeldes material de guerra, según Gates y otros. Pero Clinton había ido aumentando su preocupación, porque especialmente Qatar enviaban armas solamente a algunas facciones rebeldes: las milicias del sur de Misurata y algunas brigadas Islamistas.

Difícilmente podía Clinton pedir a Qatar la suspensión del envío si los Estados Unidos no iban a proporcionar ayuda, dijo un consejero del Departamento de Estado, “porque su respuesta sería ‘bien, pues estos chicos necesitan ayuda, y ustedes no se la dan’ “El punto de vista de Hillary Clinton, frecuentemente comunicada a su equipo, era que para tener influencia entre las fracciones de la oposición y los aliados árabes, había que tener ‘la piel en el juego’”, decía Ross.

El antiguo presidente Bill Clinton había declarado públicamente en abril de 2011 que los Estados Unidos no debieran abandonar el armamento de la oposición, y en correos a Sullivan, su consejero, su esposa mencionaba a contratistas privados que pudieran hacer el trabajo. Ross, hablando en términos generales, comentaba que ella frecuentemente consultaba a su marido.

Ahora, Clinton adoptó lo que un alto consejero denominó “el lado activista” del debate, respecto a la oposición a que Qatar armase a los rebeldes. Recuerda Ross que sus argumentos eran que “si no lo hacemos, suceda lo que suceda, nuestras opciones se hundirían, nuestra influencia se hundiría, y por consiguiente nuestra capacidad de cambiar cosas se hundiría también”.

Pero otros funcionarios eran cautelosos. El mando supremo de la OTAN, almirante James G. Stavridis habló al Congreso de “indicios” de Al Qaeda en el interior de las fuerzas opositoras. Donilon, consejero nacional de seguridad de Obama, alegó que la administración no podía asegurar que armas destinadas a los “denominados buenos chicos”, como los llamó un funcionario del Departamento de Estado, no cayesen en manos de los islamistas extremistas.

De hecho, había razones para preocuparse. El mismo Jibril describió en una entrevista cómo un cargamento francés de misiles y cañones se habría desviado, y como en un encuentro en junio el presidente Sarkozy estuvo de acuerdo en “pedir a nuestros amigos árabes” proveer con armas al Consejo Nacional de Transición. Pero, como dijo, el que entonces fungía como ministro de defensa, los desvió a una milicia dirigida porAbdel Hakim Belhaj, militante islamista que en su tiempo estuvo prisionero en una cárcel secreta de la CIA.

Clinton conocía los riesgos, pero también sopesó los costes de no actuar, según dijeron los consejeros. Le describieron como “cómoda” actuando a su manera sin tener seguridad de los resultados.

Al final, Obama adoptó su posición favorable, según los funcionarios de la administración que describieron los debates. Tras firmar un documento secreto convocando un gabinete presidencial, se aprobó una operación encubierta, incluyendo una lista de armamento. Los envíos y barcos fletados por los Estados Unidos y otros países occidentales llegaron generalmente a través del puerto de Bengazi y de los aeropuertos en el este de Libia, declaró un comandante de los rebeldes.

“Llegamos a hablar de Humvees, radares antiartilleros y misiles antitanques” recuerda un funcionario del Departamento de estado. “Por fin les estábamos proporcionando armas. Cruzamos la línea”. En parte impulsado por la decisión de armar a los rebeldes, el departamento de Estado reconoció al Consejo Nacional de Transición “como la autoridad gubernativa legítima en Libia”. Clinton anunció esta decisión el 15 de julio en Estambul.

“Aquel mismo día, nuestras tropas comenzaron a entrar en Brega”, recuerda Shammam. “Se lo dijimos a Clinton, y dijo, sonriendo ‘¡Bien!, es el único lenguaje que entiende Gadaffi’”.

Un mes más tarde, la Secretaria Clinton aparecía en la Universidad de Defensa Nacional con Leon Panetta, que había reemplazado recientemente a Gates como Secretario de Defensa. Ella alabó la intervención como un ejemplo de “poder inteligente”. “Por primera vez, ha entrado en acción una alianza OTAN-árabe, llevando a cabo acciones de ataque”. “Esta es exactamente la clase de mundo que queremos ver, en donde los demás no están al margen, mientras los Estados Unidos cargan con los costes, mientras cargamos con los sacrificios”. Panetta habló de que “se notaba que los días de Gadaffi estaban contados”.

Seis días después, el 22 de agosto, los esfuerzos acumulativos de la coalición internacional dieron sus frutos cuando unos rebeldes entusiasmados irrumpieron en los dominios de Gadaffi en Trípoli. El dictador aún estaba libre, pero su reino había terminado.

El viejo amigo de Clinton y consejero político, Sidney Blumenthal, que regularmente le enviaba orientación política e informes de la inteligencia sobre Libia, la urgió a capitalizar la caída del dictador. “Brava”, exclamó Blumenthal. Como siempre, pensaba en las ambiciones presidenciales de Clinton. “Tienes que ponerte delante de la cámara. Tienes que figurar en el registro histórico de este momento”. Debía de sentirse segura al emplear la frase “estrategia exitosa”, escribió. “Estás vengada”.

Fuente: http://www.nytimes.com/2016/02/28/us/politics/hillary-clinton-libya.html
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