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Ruth First, una comunista en la vanguardia de la lucha contra el racismo

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Juan Manuel Olarieta

La comunista Ruth First fue mucho más que un ejemplo de abnegación en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. No es fácil resumir su trayectoria. Cuando algunos acaban de descubrir el racismo hace unos minutos, sobre las espaldas de los comunistas sudafricanos pesaban décadas de cárcel, tortura y brutalidad cuyo recuerdo amarga la memoria, porque se escribió con sangre.

Desde la década de los cuarenta, cuando Sudáfrica era el baluarte del imperialismo en África, Heloise Ruth First ya militaba en las filas del Partido Comunista desde que era una joven estudiante. "Me considero africana y para mí no hay ninguna causa más apreciada", escribió unos años antes de morir.

Había nacido en 1925, en Johannesburgo, descendiente de inmigrantes que llegaron procedentes de Lituania en 1906. Sus padres, Julius y Mathilda, fundaron en 1921 el Partido Comunista Sudafricano con los más explotados y humillados del criminal régimen del apartheid.

Aunque siempre le apasionó la antropología, estudió ciencias sociales en la Universidad de Witwatersrand, donde trabajó junto con Nelson Mandela, con Eduardo Mondlane, el futuro dirigente del Frelimo (Frente de Liberación de Mozambique), con hindúes como J.N.Singh e Ismail Meer y con el futuro secretario general del Partido Comunista de Sudáfrica, el abogado Joe Slovo, otro comunista originario del Báltico.

Ambos fundaron la Federación de Estudiantes Progresistas y luego First se convirtió en dirigente de la Liga de la Juventud Comunista. Al acabar en la Universidad trabajó durante un tiempo en los servicios sociales del ayuntamiento de Johannesburgo, que pronto abandonó por desacuerdos políticos.

Entonces se lanzó en cuerpo y alma a la tarea militante, convirtiéndose en uno de los pilares del Partido Comunista. Uno de los primeros frutos de su trabajo fue la organización de un poderoso movimiento de solidaridad con los mineros en huelga. Pero en 1946 cambió de rumbo para seguir los pasos de John Reed, haciendo del periodismo militante un arma de combate. Se convirtió en editora de The Guardian, un semanario progresista.

Aún hoy su escritura es inigualable y, a pesar del tiempo transcurrido, nadie ha sido capaz de superar sus análisis del apartheid. A ella le corresponden las páginas más crudas del periodismo social sudáfricano. Cada historia vivida y narrada destila sufrimiento, explotación, marginación. First nunca necesitó recurrir a grandes frases sino que siempre buscó transmitir a sus lectores las terribles vidas de los negros, los indios, los trabajadores... En una época de confusión, ambigüedad y medias tintas, First sacude la conciencia con la peor de las ternuras, la que lleva nombre y apellidos, gentes de los barrios más pobres. "Les golpean, les encierran con llave por la noche, confiscan sus ropas y les ponen bajo la custodia de feroces perros para que se les quiten las ganas de huir. Se levantan a las 3 de la madrugada y se van a la cama por la noche", escribió en un artículo sobre las condiciones laborales de los trabajadores agrícolas de Bethal. Era la esclavitud en pleno siglo XX.

Ruth First informa de las primeras acciones de boicot a los transportes públicos, de las protestas de la comunidad indígena, de las luchas de los trabajadores sin techo que arrastran sus pies por los poblados barrios de Johannesburgo o El Cabo.

Tras la Segunda Guerra Mundial denuncia implacablemente el asilo que Sudáfrica presta a los nazis huídos de Europa. En 1947 protesta por la censura de una representación de Otelo en la Universidad de Witwatersrand, porque el personaje principal era interpretado por un negro.

El internacionalismo está muy presente en sus artículos. Defiende el derecho a la independencia de los pueblos coloniales: "El derecho a la libertad de los pueblos coloniales debe ser plenamente reconocido por las Naciones Unidas", escribe el 19 de junio de 1947, en The Passive Resister. Uno tras otro, el régimen racista cierra los periódicos en los que trabaja.

En 1949 se casó con Joe Slovo. El año anterior el Partido Nacional había ganado las elecciones y el país se sumió en la peor pesadilla del apartheid. El Partido Comunista tiene que pasar a la clandestinidad y la casa de los Slovo alberga reuniones políticas con negros, blancos, mestizos o hindúes.

El acoso de la policía llega hasta sus hijas Shawn, Gillian y Robyn: persecución, detenciones, registros... El testimonio de Shawn en la película "A World Apart" (Un mundo aparte), dirigida en 1988 por Chris Menges, es desgarrador. La clandestinidad no le impide a First dejar de escribir ni de organizar campañas. En 1956 la detuvieron junto a su marido Slovo, a quienes acusaron, junto a otros ​​156 militantes comunistas, de traición a la patria. Tras un juicio que se prolongó durante cuatro largos años, fue finalmente absuelta. Cuando en 1960, tras la masacre de Sharpeville, la losa del estado de excepción cayó sobre el país, First tuvo que huir a Suazilandia con sus hijas.

Pero seis meses más tarde regresó a Johannesburgo para incorporarse a la redacción del Johannesburg New Age, heredero del The Guardian. Además, puso en marcha Radio Liberty con una emisora móvil. Fue el momento en el que bajo la dirección del Partido Comunista el Congreso Nacional Africano desencadenó la lucha armada.

En 1963 la detienen de nuevo junto a otros dirigentes del Partido Comunista y el Congreso Nacional Africano. En el juicio condenaron a cadena perpetua a Nelson Mandela, Walter Sisulu y Govan Mbeki. First permaneció detenida en aislamiento durante 117 días, una experiencia estremecedora que relató en su libro "Hundred Seventeen Days".

Huyó al exilio, primero a Inglaterra, donde se unió a su familia. En 1972 escribió una obra fundamental sobre sobre el poder militar en África, "The barrel of a Gun". Nostálgica por África, se trasladó después a Libia, Tanzania y Maputo (Mozambique), donde murió en 1982, asesinada tras la explosión de una carta bomba que le enviaron los servicios secretos de Pretoria. Desde 1977 First dirigía una investigación sobre los niños emigrantes en Sudáfrica.

Los stalinistas que sacaban petróleo de las piedras

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 Juan Manuel Olarieta
Casi cada párrafo de la última bufonada de Luis Felip López-Espinosa, publicado recientemente por Rebelión (1), me ha divertido, sobre todo cuando enuncia su pretensión de no redactar "el típico manual de marxismo". Que no se preocupe: su manual no tiene nada que ver con el marxismo. Es una colección de tópicos revisionistas entre los que no podía faltar una alusión al "periodo stalinista" y al caso Lysenko "que entorpecieron el trabajo científico de numerosos intelectuales comunistas" (pg.55). Si en la URSS los intelectuales "comunistas" hubieran sido de la catadura de López-Espinosa no hubieran necesitado ni a Stalin ni a Lysenko: son tan torpes que se entorpecen ellos mismos.

No quiero ni imaginar lo que López-Espinosa entiende por "trabajo científico", pero es posible que sea ese alpiste indigesto que nos sirven procedente de las universidades anglosajonas, lo mismo que si fuera comida rápida aderezada con tragos Pepsi-Cola light. Según él la ciencia se mantiene "como referente de toda la comunidad científica durante un periodo largo de tiempo" (pg.14). Por eso me siento aliviado cuando López-Espinosa asegura que "el marxismo no es una ciencia, afortunadamente". Es más, si a eso le llaman ciencia, el marxismo no sólo no es una ciencia sino que está en contra de esa "ciencia" y de "toda la comunidad científica" que López-Espinosa utiliza como "referente".

También es normal que afirmen que en la URSS no hubo tal chapuza de "ciencia" y que se lancen a largar, como López-Espinosa, lo primero que les viene a la cabeza sobre Lysenko, sin tener ni la más remota idea del asunto. Ni falta que les hace; parece ser que ellos llaman "ciencia" a ese estilo insustancial de escribir. Por eso no puede extrañar que en los países capitalistas la "ciencia" siga degenerando a pasos agigantados y a un desvarío le siga otro, como si se tratara de un concurso de alucinados.

Como cualquier otro movimiento, la ciencia avanza en forma de contradicciones, de polémicas y de debates. Por eso algunas de las obras científicas de Galileo llevan el título de "diálogo" precisamente. Se trata de discusiones que teatralizan un debate, preguntas que exigen respuestas y respuestas que suscitan nuevas preguntas. A lo largo de la historia del pensamiento humano nunca ha existido nada parecido a esa "comunidad científica" que López-Espinosa convierte en "referente" de no se sabe qué. Quizá de que a Giordano Bruno le quemaran en la hoguera, una buena muestra de que junto a esa "comunidad científica" que ejerce de tribunal de la inquisición, están los herejes y las brujas.

Donde no hay una pugna abierta de tesis contrapuestas no hay ciencia. A lo largo del siglo XX donde más progresó (y más rápidamente) la ciencia fue en la URSS, gracias -entre otras cosas- a los debates que se entablaron entre los científicos, algo a lo que no estamos acostumbrados en los países capitalistas, donde la ciencia es un trágala perro cuyo altavoz son esas revistas especializadas tan "prestigiosas" que se editan en Estados Unidos y Gran Bretaña y que sólo en raras ocasiones publicaron los artículos de los científicos soviéticos. En realidad, antes y ahora, no publican más que lo suyo.

Los debates científicos que se entablaron en la URSS fueron censurados porque el mensaje que tienen que inculcar acerca de aquella época es que nadie se atrevía a debatir porque era una dictadura en la que Stalin lo daba ya todo prefabricado. Pero hay algo aún peor que el silencio, la manipulación, y donde los imperialistas no pueden imponer el silencio, sus secuaces revisionistas imponen la manipulación. El ejemplo más evidente es lo que López-Espinosa califica como "caso Lysenko", que él a su vez tergiversa sin pudor para ocultar lo más básico del "caso": que el imperialismo orquestó toda una campaña mundial de descrédito en torno a un debate en el que participaron más de 700 científicos (2).

Lo mismo sucedió con la geología. Tres años después del congreso sobre biología se convocó otro sobre geología del petróleo en el que a Nikolai A. Kudriavtsev le tocó el papel de Lysenko para enunciar otra tesis a contrapelo del alpiste anglosajón: el origen abiótico y profundo del petróleo, que choca con las tesis dominantes acerca de su origen fósil. Buscar un artículo de Kudriavtsev que haya sido traducido y publicado por alguna de esas revistas "científicas" es como buscar una aguja en un pajar. No merece la pena esforzarse.

Las tesis de Kudriavtsev no eran tan novedosas. Ya fueron anticipadas a mediados del siglo XIX por el francés Berthelot y el ruso Mendeleiev. Resurgen en la URSS tras la II Guerra Mundial, como cualquier otro avance del pensamiento humano, por una necesidad acuciante: porque el petróleo es una materia prima que, como ya explicó Lenin, tiene un carácter estratégico. Los yacimientos de Bakú presentaban síntomas de agotamiento y los imperialistas pretendieron seguir asfixiando a la URSS, impidiéndole el acceso al petróleo de Oriente Medio.

Como era característico, la URSS movilizó a miles de científicos, no sólo para buscar nuevos pozos sino para replantear todas y cada una de las tesis admitidas en la ciencia acerca de la geología del petróleo. Todo se puso patas arriba: universidades, laboratorios, centros de investigación, expediciones científicas... Fue el proyecto científico más ambicioso de la URSS desde los tiempos del Goelro, el plan leninista de electrificación aprobado en 1920. En poco tiempo se publicaron unos 4.000 artículos, además de libros científicos sobre el petróleo, una campaña de expansión científica que no conoce ninguna clase de precedentes, la mayor y más rapida concentración bibliográfica sobre ciencia... a la que las caciquiles universidades occidentales siguen abolutamente ajenas. Naturalmente. Les basta el trágala perro.

Como en el caso Lysenko, si se examina -aunque sea superficialmente- toda esa gigantesca producción científica, por encima de la cantidad lo que destaca es la diversidad de tesis enfrentadas, las críticas y autocríticas y, en definitiva, la libertad de creación científica. A lo largo de un debate que se prolongó durante 20 años, algunos geólogos admitieron que nunca había habido ninguna revisión crítica similar de la hipótesis dominante sobre el origen fósil del petróleo.

El geólogo comunista I.M.Gubkin, precursor de la minería del petróleo en la URSS, había demostrado que la teoría lleva a la práctica y la práctica a la teoría (3). La tesis de Kudriavtsev no sólo eran científicamente correctas sino que además dieron los frutos esperados. Hoy en Rusia las prospecciones aciertan en un 60 por ciento de los pozos que perforan, mientras que en Estados Unidos el porcentaje baja a sólo un 10 por ciento. La URSS puso a Rusia a la cabeza de la geología del petróleo. Aún sigue viviendo de los réditos científicos de la época soviética, que la han convertido en la mayor productora mundial de hidrocarburos.

Siguiendo las teorías de Kudriavtsev, en 1981 los soviéticos encontraron petróleo en los sitios más insospechados, a grandes profundidades, como el pozo del Tigre Blanco (Bach Ho), en las costas de Vietnam, a 5 kilómetros de profundidad, donde la Exxon se había quedado con las manos vacías. Aún hoy la empresa que explota el yacimiento utiliza una marca comercial, Vietsovpetro, que con la hoz y el martillo no deja lugar a dudas sobre su origen histórico. Como dice su página web, excavado en roca basal, el Tigre Blanco se ha convertido en un foco de atención para los científicos de todo el mundo (4).

Los mandarines actuales que manejan la "ciencia" y sus circuitos intelectuales van a tener que cambiar a marchas forzadas sus viejos y ridículos prejuicios. Les ha costado medio siglo mantener a la geología con la boca cerrada y ya se empiezan a tirar de los pelos. Por fin en 2003 la Asociación Americana de Geólogos del Petróleo convocó una Conferencia en Londres para discutir la teoría de Kudriavtsev. Lograron aplazar el debate para el año siguiente en Viena y luego lo trasladaron a Calgary (Australia)... En este asunto la "comunidad científica" de López-Espinosa sólo lleva 60 años de retraso respecto a la soviética. El investigador estadounidense F. William Engdahl los ha calificado como "intelectuales fósiles", y se ha quedado muy corto.

Las tesis de Kudriavtsev no sólo cambiaron la fisonomía de la URSS sino que, teniendo en cuenta el peso del petróleo en las estrategias del imperialismo, pueden cambiar muchas otras cosas en el futuro. Si se mantienen en el silencio quizá sea porque no interesa que esas cosas cambien, que todo siga igual.

Mientras tanto la CNN califica de "disidentes" a los científicos que siguen las tesis de Kudriavtsev, al más puro estilo de la guerra fría en un artículo cuya lectura no tiene desperdicio (5). En fin, seguimos como en los más tenebrosos momentos de la Edad Media. A un lado está "toda la comunidad científica" y en el opuesto los herejes, los disidentes y todos los demás que -como Stalin, Lysenko y Kudriavtsev- dedican sus esfuerzos a entorpecer a los anteriores. Pero gracias a esta brujería petroquímica en Vietnam extraen 280.000 barriles diarios de petróleo, literalmente de las piedras. Un verdadero akelarre.

Notas:

(1) Ser social y conciencia política, Rebelión, 25 de marzo de 2014, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182448
(2) Lysenko. La teoría materialista de la evolución, http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/trip/lysenko.html
(3) S.I.Mironov: I.M.Gubkin. An example of the close association of the scientific creative with the practical, en Petroleum Geology: A digest of russian literature on Petroleum Geology, 1959, vol. 3, núm. 4A. pgs. 209 y stes.
(4) Vietsovpetro, http://www.vietsov.com.vn/Pages/introduction_en.aspx
(5) Oil Without End? Revisionists say oil isn't a fossil fuel. That could mean there's lots more of it, 17 de febrero de 2003, http://money.cnn.com/magazines/fortune/fortune_archive/2003/02/17/337289/

Ni chicha ni limoná

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Nicolás Bianchi

El llamado -mal llamado- "problema vasco" se está cociendo en su propia salsa. Y sin visos de una solución mínimamente "democrática" en un Estado fascista que entiende el "conflicto vasco" en clave de vencedores y vencidos como proclaman descarnada y desembozadamente sus voceros más fascistas como son las interesadas "víctimas del terrorismo".

Mientras que la Izquierda Abertzale pierde el culo por pasar página y olvidarse de cualquier cosa que huela a "terrorismo" y entrar -por la vía falsa de aceptar la fascista Ley de Partidos- a eso que llaman, o le dicen, "hacer política" -como quien amasa y moldea una pasta para hacer una pizza-, el Gobierno le recuerda constantemente y a machamartillo que no hay ninguna página que pasar hasta que no se arrepientan, reconozcan el daño causado y, hecho esto, cooperen con la "justicia" en casos irresueltos. En otras palabras: que se rindan, aunque ya se verá en qué forma se teatraliza la escena.

Un amago o conato de rendición ya hizo la organización armada ETA a través de un video donde se veía la entrega de un pequeño parque en presencia de miembros de lo que se ha dado en llamar (no tenemos más remedio que usar este criptolenguaje: "se ha dado en llamar", "le dicen", "da en llamarse"...) Comisión de Verificadores. Algo que al Gobierno, era previsible, le pareció insuficiente y la caverna mediática, o sea, casi toda, le pareció poco menos que una burla para lo que se esperaba, esto es, la escenificación de Vercingetóriz entregando armas y bagajes, escudos y diademas, a los pies de Julio César Imperator. No va a ocurrir esto, creemos, al menos mientras no se solucione o "negocie" el tema de los presos políticos vascos (también los hay que no son vascos), pero no por falta de ganas, aunque sea inconscientemente, concedemos, de la actual cúpula de la Izquierda Abertzale. Es tal su deriva reformista y liquidacionista que sería feliz y respiraría aliviada si tal cosa ocurriera (ETA estorba, decía Otegi en el juicio de "Bateragune", y antes que él, un líder del sindicato ELA). Y ello porque se quitarían de encima un pesado "problema" -porque los presos ya no son una "causa" sino un "problema" para esta gente, una "consecuencia" del "conflicto"- que entienden como un lastre.  Pero ocurre que el Gobierno no "colabora", son torpes e ineptos y no "entienden" la buena predisposición de la Izquierda Abertzale a abandonar sus viejos tics y olvidarse del pasado. Y, como decimos, "pasar página". Pero el Gobierno no le deja. Quizá porque eche de menos los tiempos de ETA, tiempos de tensión, pero más cómodos para ocultar otros problemas. Y, sí, ETA era un problema para el Gobierno -no importa el pelaje-, pero ahora es un problema para la Izquierda Abertzale. Para resolverlo nada mejor que promocionar, a la chita callando, la "vía Nanclares", las salidas personales, etc. Y nada de "ongi etorris" (bienvenidas a los presos en sus pueblos ).

Realmente, es increíble cómo en tan poco tiempo se ha hecho dejación de principios y de la lucha por ellos. Pero esto no se va a admitir por mucho que la verdad sea revolucionaria, tal vez porque no estamos en manos de quien nunca fue revolucionario. Cuando se murió Franco, se decía ¿y después de Franco, qué? Y se respondía: "después de Franco las instituciones", o sea, "hacer política".

¿Sugerimos una vuelta al monte? No. ¿Destilan estas líneas pesimismo? Tampoco. Pero no participaremos en esta broma, en esta enésima estafa al pueblo vasco, tenga ocho apellidos o cuatro.

El Universo no tiene origen

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Nicolás Bianchi
Ni puede tenerlo. Es nuestra percepción de las cosas la que requiere situar un origen y un final para todo, ya que nosotros mismos estamos inscritos en ese esquema y nuestra existencia se desarrolla en el tiempo. Se da por hecho que hubo un Big Bang en el origen del Universo como si de modas se tratara cuando hablamos de ciencia. Esta es la penúltima;mañana el Big Crounch. Se parte de algo que se da por indiscutible y luego, sí, especulemos en simposios y certámenes "científicos". Puede resultar hasta divertido y servir de entretenimiento. Pues nada, oiga, y ese canapé ¿de qué dice que es?

La idea de que -el Universo- tiene un origen es antigua y puesto que todo lo que conocemos lo tiene se especulaba con la posibilidad de un acto divino, o una fuente primordial. Incluso ahora las galaxias en expansión nos llevan a pensar en el momento en que estuvieron más juntas y esto, a su vez, en el momento en que surgió todo. Todo parece apuntar a un inicio, un origen, la expansión del Universo (siempre ponemos "Universo" con mayúsculas, panteísticamente hablando, spinozianamente parlando, al igual que la religión cristiana pone "Dios" con mayúscula y así hay que escribirlo pues, ponerlo en minúscula, es falta de ortografía, según la RAE) tuvo que comenzar en algún instante, pero la clave de esto no está, que también, en el principio de la materia o la energía, que no son cosas distintas, como se quiere hacer ver, a veces, sino en el tiempo.

Podemos, de forma imaginaria, retrotraernos al primer instante y comprobaremos que no existe instante anterior, que no hay causa para ese efecto de aparición temporal, dicho de otra forma: no hay tiempo antes del tiempo. Yo puedo señalar mi fecha de nacimiento, el jurásico o el big bang, pero no puedo ubicar algo fuera del tiempo. Ni siquiera antes de inventarse los relojes mecánicos que tanto asombraran -e inquietaran- a Góngora (prefería algo más poético como una clépsidra). Por lo tanto, entonces, hablaremos del origen de la materia o de determinadas realidades pero no del Universo en su conjunto como tal.  Podemos plantearnos que materia y tiempo y todo cuanto conocemos "aparece" en el mismo momento, algo que, en ese caso, lo hace en una situación de "no-tiempo" y, por tanto, no hay origen puesto que no hay punto temporal en el que situarlo. Lo atemporal simplemente no existe -salvo en el "realismo mágico" novelístico- para nosotros. No existe un origen para todo lo que conocemos ya que el tiempo es sólo una parte de la totalidad de la realidad, eso sí: una parte que nos determina absolutamente. Y relativamente, según Einstein.

El Universo no tiene origen, no puede tenerlo, decíamos. El Sol, las estrellas, sí;el Cosmos, no.  Asimismo, se puede afirmar que no tiene final, no puede tenerlo. Esto puede llevarnos a pensar en algo que sea eterno, pero lo eterno supone la existencia constante e infinita de algo, lo eterno -no confundir con lo "eviterno": algo que tuvo un origen, no importa cuándo, pero que no tendrá jamás un final- es un atributo aplicable a algo que ya está inscrito en el tiempo, no al propio tiempo en sí. Es decir, la cualidad de eterno requiere una situación de "sí-tiempo".  Y no un espacio-tiempo a priori kantiano.

Podemos estudiar nuestro mundo, investigar hasta el origen de la  materia, hasta el momento mismo del Big Bang o el "bosón de Higgs" y tratar de reproducirlo en un laboratorio, algo imposible, imaginable pero imposible, haremos modelos y descubrimientos, pero lo que no podremos hacer es llegar, ni aún dándose de cabezadas en la pared, al momento "antes" del Big Bang, teoría Estándar, y la aparición del tiempo. Y no podremos porque no existe ese "antes".

Preguntar qué había antes del Big Bang (la Gran Explosión, vamos a traducirlo ya) es equivalente a preguntar qué hay más allá del borde del Universo.  No hay tal "borde". Si, llegado a ese "borde" o límite, y sacas la mano a ver qué pasa, no pasará nada ni será sajada como si estuvieras en la "Boca de la Verdad"en Roma. No existe un "espacio" que contenga el espacio en expansión.  Entonces, ¿qué? La materia y nosotros para pensarla de manera idealista o materialista.

Un proverbio judío decía así: Dios dijo a Abraham: "si no fuera por mí, tú no estarías aquí". "Lo sé, Señor -contestó Abraham-, pero si yo no estuviera aquí, no habría nadie para pensarte".

El autor de estas líneas es consciente de lo discutible que pueda ser lo aquí dicho y, por lo tanto, admite y asume lo que se le pueda criticar siempre y cuando sea dentro del materialismo dialéctico e histórico, esto es, de la ciencia.

San Canuto y tiro porque me toca

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Nicolás Bianchi

Luego hablan del marxismo como si de una "religión" se tratara, pero, desde luego, los marxistas no ponemos cirios a "San Marx" ni practicamos el "culto a la personalidad" a quienes lo dan todo por el pueblo, pero les rendimos honor eterno.

Bergoglio, el papa Francisco, acaba de santificar a dos papas no del siglo XIV o XV, que sería lo "normal", sino de ayer como quien dice. No esperan el paso de los siglos, cuando se sentían más seguros y poderosos, y se emplean a fondo -en tiempos de crisis- en hacer de un tonto dos tontos, que decía Alberti, y de la grey un rebaño de borregos. Si a esto se le añade una cobertura televisiva -y televisada- servil y genuflexa, miel sobre hojuelas.

A Bergoglio, papa gestero, con mohínes, que "rompe el protocolo" como quien rompe el velo del templo, y lo mismo acaricia -para pasmo atónito del cencerrismo que bala- a un niño -siempre utilizando a los niños indecentemente estos parásitos cuando se mueren a miles en África y callan como putas de Babilonia- que lava los pies a los menesterosos, un revolucionario, pues, oiga. Además, y esto es importante, se le está quedando cara de papa y andares de papa: inclinación ficticia y porque lo exige el guión de la testa unos pocos grados a proa y latitud sur (hacia adelante y hacia abajo mirándose los mocasines y/o sandalias del pescador) sacando leve chepa, que da veteranía y oficio, y andares lentos y pesados, como quien carga con una cruz camino del Gólgota. Un artista. Y la voz, no nos olvidemos de la voz que ha de ser cansina pero no asmática, queda -si se habla en italiano- y, aunque no es condición sine qua non, atiplada como pífano (como acaban hablando todos los curas desde el púlpito -si todavía existe, que no lo sé- tipo Blázquez, "un tal Blázquez", que decía el ayatolá Arzallus). Tengo para mí que hacen cursillos acelerados en algún sótano del Vaticano, que diría André Gide, para aprender los registros y el "know how" de un papa que se precie a la Stanislavski manera en el Actor`s Studio vaticano. Son artistas, repito. Y para más show, canonizan a dos colegas mientras viven dos papas. Y no hay un tercero porque no estamos en los tiempos de Aviñón y los cismas y cómo se liaban a ostias -nunca mejor dicho- entre ellos.

Es cierto que las causas de canonización estaban en marcha cuando Francisco -el Papa Paco- fue elegido (ya estuvo a punto de serlo cuando salió más votado Ratzinger en 2005). El proceso de canonización de Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II, fue iniciado el 3 de mayo de 2005, apenas un mes después de su muerte, cuando las normas vaticanas indican que ello no debería hacerse sino tras haber transcurrido al menos cinco años del fallecimiento. Nada, ni caso, porque nomenos cierto es que, según el derecho eclesiástico, toda norma cesa ante la autoridad del Papa. Hitler siempre envidió la jerarquía católica. Y Goebbels cuando recordaba, embelesado, cómo una institución como la Iglesia Católica se puede mantener durante dos mil años en base a una trola.

Bergoglio, cuyo posicionamiento durante la dictadura en Argentina cuando era arzobispo y general (sic) de los jesuitas allí, no está nada clara (y si lo está, se tapa), es hombre ladino: nombra dos santos que son, dentro del gremio, contradictorios. Por una parte, Juan XXIII (Angelo Roncalli), el "Papa bueno" de pontificado breve (1958-1963) y promotor, en plena guerra fría, del Concilio Vaticano II y la política que se llamó "aggiornamiento" o modernización de las estructuras eclesiásticas en una especie de equidistancia entre las dos superpotencias que venía a se lo de siempre: una vela a dios y otra al diablo. La cosa estar en el machito.

Y, de otra parte, Juan Pablo II, polaco rabiosamente anticomunista, sin inyección contra esa rabia, actor de teatro de joven -dato sintomático-, papa viajero que acabó sus días protegiendo al sacerdote mejicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pedófilo y contribuyente generoso a las arcas vaticanas. Si Roncalli fue el artífice, digamos, de la renovación conciliar, Wojtyla fue todo lo contrario y llamarle "conservador" es piropearle.

El destino de Maciel lo selló, curiosamente, Benedicto XVI. En 2004, un año antes de la muerte de Karol Wojtyla, Maciel fue honrado en el Vaticano con esa cara beatífica que ponen los "profesionales" de la cosa cuando saben que son protagonistas que les sacan por la tele. Ese mismo año, Ratzinger reabrió las investigaciones contra los Legionarios. En 2004, Josef Ratzinger, sin ser papa todavía, obligó a Marcial Maciel a dimitir y retirarse de la vida pública. Dos años después, ya como Benedicto XVI, lo suspendió 'a divinis' (pena canónica por la cual un sacerdote queda suspendido en el ejercicio de los oficios divinos, por ejemplo, decir misa). Las investigaciones reabiertas por Ratzinger demostraron que Maciel era un pederasta, tenía dos mujeres, tres hijos, se movía con varias identidades diferentes y manejaba fondos millonarios. ¿Y cómo es que un ultraconservador como Ratzinger, excapo del Santo Oficio, le tiene paquete a un correligionario como Maciel (que anduvo en la Universidad de Comillas en los principios del franquismo)? Sucede que el "dossier" Maciel había sido bloqueado en 1999 por Juan Pablo II (Wojtyla; uno acaba medio loco entre tanto nombre real y sus apodos) y mantenido invisible por otra de las figuras más turbias de la curia romana, Angelo Sodano, exsecretario de Estado (Vaticano), porque el Vaticano es un Estado signado, por cierto, por Mussolini en 1929 en el Tratado de Letrán (en una antiquísima iglesia lateranense romana donde hay más iglesias que conventos en Orihuela o palmeras en Elche). Sodano y Ratzinger se llevaban a matar (a veces en sentido literal) y este, ya papa, le dio una patada en el tafanario de Maciel: intrigas vaticanescas de las que esto que se cuenta no es más que una anécdota o punta del iceberg.

Acabaremos lo que ya va siendo largo diciendo que en 2011, cincuenta destacados teólogos de Alemania -se supone que católicos- firmaron una carta contra la beatificación de Juan Pablo II por no haber respaldado al arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980 por un comando paramilitar de extrema derecha mientras decía misa. Juan Pablo II fue electo -en cónclave, no por sus fieles, en lo que es una oligarquía perfecta- en 1978. Al año siguiente, monseñor Romero le entregó un informe sobre la espantosa violación de los derechos humanos en El Salvador. El papa lo ignoró. Y, más tarde, apostrofó a la Teología de la Liberación latinoamericana. Y es que ya lo decía el arzobispo brasileño Hélder Cámara: "cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista".

Por cierto, para milagros, los que hacen los parados para comer diariamente. Y es que no entienden nada de lo que es la economía.

¡Camarero: hay un futbolista comunista en la sopa!

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Nicolás Bianchi

No es costumbre que los futbolistas, los deportistas en general, se pronuncien políticamente o muestren sus preferencias. Más bien todo lo contrario. Lo suyo es ser ídolos y héroes de la patria simbolizada en los encuentros que juega la selección nacional o combinado estatal. No hay más que ver a la denominada por el difunto y díscolo e irascible de temperamento San Luis Aragonés -ahora que está de moda canonizar a todo lo que se menea y muere- "La Roja" (mote usurpado a su propietario original que es Chile donde su selección es "La Roja" de siempre) cuando suena el himno nacional español (sin letra, lo que acompleja más). Al son del chunda-chunda, Raúl (antes) y el políglota Sergio Ramos, experto en destrozar Copas, amén de fiascos en Leman & Brother's, elevan la vista al cielo poniendo los ojos en blanco y casi levitando mientras los jugadores del F. C. Barcelona como Puyol, Piqué o Xavi (este menos) no saben qué careto poner para que no se les note mucho que están allí porque no queda otra y que no sienten en absoluto los colores de España. O porque no tienen redaños para renunciar a ella, como hizo el futbolista catalán Oleguer Presas.

Si lo "políticamente correcto" es no decantarse, y no es paradoja, políticamente, oír a un futbolista declararse comunista es ya poco menos que hablar de un extraterrestre o rara avis en el circo futbolero. Pero haberlos, haylos. Es el caso -fue ya que se retiró en 2012 en el Nápoles- de Cristiano Lucarelli, futbolista italiano de élite muchas temporadas y gran "cañonero", como llaman en el Calcio a los goleadores.

Puede decirse que Lucarelli ya vino al mundo marcado. Nació en Livorno en 1975, ciudad industrial portuaria y cuna del Partido Comunista Italiano en 1921 (como escisión del PSI en un proceso muy parecido al PC español). Su padre, estibador, era militante comunista.

El Livorno -el año que viene se cumplirán cien años de su fundación como club- es una de las instituciones deportivas más politizadas del campeonato italiano (como la Lazio donde su jugador Paolo Di Canio, fascista confeso -por lo menos lo dice-, celebra sus goles saludando, nunca mejor dicho, a la romana, o sea, brazo en alto). Es un equipo -el Livorno, ciudad que da al Mediterráneo, no al Adriático, cerca de Pisa- que ha estado tantas veces en la Primera División (allí Serie A) como en la Segunda y hasta en la Tercera (2ª B nuestra). Si tuviéramos que buscar un equivalente suyo en la Liga española, tal vez podría ser el Celta de Vigo, con su puerto y sus luchas obreras incluidas, suben, bajan, descienden, ascienden... Más remoto quedaría el libertario St. Pauli de Hamburgo (bajó el año pasado). También, pero sin puerto pero con Valle del Kas, el Rayo Vallecano con un gran Paco Jémez y su barra brava antifascista "Los Bukaneros". El apodo del Livorno (que este año bajará, lamentablemente, como el Betis) es "Amaranta", o sea, los rojos rojísimos, como esa flor.

Lucarelli, ya consagrado (y que estuvo una temporada -la 1998-99- en el Valencia de Claudio Ranieri), se fue de motu propio a jugar al equipo de su pueblo, el Livorno, estando este ¡en la Serie B (la 2ª División nuestra)! Al año siguiente, 2004, subieron. Máximo goleador, Lucarelli festejaba sus "chicharros" con el puño izquierdo en alto. O exhibiendo camisetas del Che debajo de la oficial como cuando fue internacional Sub-21. Sabía que le traería problemas, pero le dabe igual. De hecho, denunció que equipos que descendieron en su día como el Módena, Empoli, Perugia o Ancona, también identificados con la izquierda, no bajaron por casualidad.

El Livorno no podía pagarle más que un modesto salario que Lucarelli aceptó rechazando ofertas millonarias -como la del Torino, por ejemplo, para que siguiera y donde jugó dos temporadas antes de irse al Livorno por voluntad propia- como quedó reflejado en el libro (que publicó su representante Carlo Pallavicino) "Quédense con sus millones". Y no sólo eso. En junio de 2007 Lucarelli terminó su ciclo en el equipo de sus amores y fichó por el Shajtar Donetsk ucraniano (estuvo un año) no sin antes hacer una promesa: invertir la mitad de su sueldo anual de cuatro millones de euros -¡¡hay que ser idiota para decirse comunista con este sueldazo, pues ya ven!!- en un diario local de su ciudad para la creación de nuevos empleos. Lo cumplió, sobra decirlo.

Lucarelli, ejemplo de lo que bajo el capitalismo se conoce como "triunfador", "ganador", jugando a dar patadas a un balón, ejemplo, digo, que no se desclasa y no olvida su gente ni sus orígenes proletarios. O sea, exactamente igual que los de aquí que pagan religiosamente a Hacienda y no defraudan al Fisco. Ni se chutan.

La unilateralidad o cómo vestir al muñeco

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Nicolás Bianchi

El Tribunal Constitucional español ha denegado la libertad del dirigente abertzale Arnaldo Otegi aún habiendo superado las tres cuartas partes de la condena. A Otegi y cuatro más -no sólo él- presos por el "caso Bateragune" donde Otegi declaró, no precisamente un "Gora ETA" como en "El Proceso de Burgos" de 1970, sino que "ETA sobra y estorba" y, sí, probablemente, son otros tiempos, que se dice, otros ciclos. Es decir, se deniega la libertad de quien lideró el "giro estratégico" de la izquierda abertzale que posibilitó la pista de aterrizaje -desde Anoeta en 2004- a la organización armada ETA.

¿Cómo se entiende esto? Podríamos decir que el Gobierno español actúa con la lógica del escorpión, es decir, es consustancial a su naturaleza fascista perseguir y encarcelar -y, si hace falta, asesinar- cualquier disidencia, por decirlo finamente, que cuestione su sistema, por decirlo también finamente y no hablar del capitalismo que muere matando.

¿Lo estaba haciendo Batasuna o Sortu o Bildu? Por cierto que no, justamente lo contrario: lo estaba apuntalando, en plena crisis del régimen, logrando convencer a ETA, o a parte de ella, de que su tiempo ya había pasado porque llegó la hora de "hacer política", o sea, de tocar moqueta y demostrar que también los abertzales saben "gestionar" la administración desde las instituciones. Se ponen manos a la obra, y el Gobierno -esta vez del PSOE, tanto monta- encarcela a toda la dirección reunida en Segura (Gipuzkoa) donde estaban discutiendo el modo de que lo que es una rendición -y hasta una traición desde dentro- parezca otra cosa. O cómo vestir al muñeco.

¿Cuál es la respuesta a la cerrazón obtusa del Gobierno español que no sabe apreciar ese sensible detalle que es el "giro estratégico" de la izquierda abertzale? ¿Acaso decir a sus bases que lo hemos intentado pero con estos fascistas no se puede a no ser que te rindas y te humilles? ¿Diremos esto a nuestra parroquia? No, claro que no, pero ¿Por qué lo poensamos así? No, tampoco. Volver a vestir al muñeco. Y vivir, algunos, de esto. ¿Y qué diremos a nuestra gente, qué moto vender? Una entelequia: la UNILATERALIDAD. Por supuesto, incondicional y sin contraprestaciones. Otros, gente vulgar, le llaman "bajada de pantalones". Jamás se vio cosa parecida en el Derecho Internacional, claro que los de Bilbao somos la ostia.

Decía Oliver Tambo, dirigente del Congreso Nacional Africano (el partido de N. Mandela), en 1968 que no conocemos precedente alguno de cese unilateral (subrayado nuestro) de hostilidades ANTES DE QUE LAS NEGOCIACIONES HAYAN EMPEZADO (mayúsculas también nuestras).

Sucede que, incluso, filosófica y/o dialécticamente, la unilateralidad es una impostura que roza el infantilismo:mamá, Pepito no quiere jugar conmigo a las canicas. O una relación de lo que ya es una sesión de sadomaso: como no te mueves, latígame más, que me encanta.

La unilateralidad no existe. Ni siquiera el suicidio, acto individual donde los haya, es unilateral en cierto modo, siempre hay algo, algún motivo, que te empuja a hacer lo que haces. Hasta Dios se creyó en la necesidad de crear un mundo en una semana -otro Dios, más poderoso, lo hubiera hecho en un fin de semana- para que su vanidad fuera satisfecha con el reconocimiento de lo por Él (respetaremos la mayúscula porque lo contrario es falta de ortografía) creado, o sea, los mortales. Todo es bilateral o multilateral, pura dialéctica de unidad y lucha de los contrarios.

Quien sabe bien de esto es el Gobierno español, el que sea, que ante la "unilateralidad" de uno, él demuestra que hay "otro". Y así como el gesto unilateral del (antiguamente llamado, incluso por el expresidente Aznar) MLNV sí cuenta y vale para el facherío español, aunque siempre insaciable, y siempre que no se pidan contrapartidas y no digamos ya "negociaciones", ocurre que la decisión soberanista unilateral del Parlament catalán ¡ni cuenta ni vale ni cristo que lo fundó! Lo que viene bien en un caso no viene bien en otro: no se hizo la ley para el hombre, sino el hombre para la ley. Y la ley dice que la soberanía reside en el pueblo español (como si les importara algo a estos cínicos), según la Constitución. ¡¡Y a tomar por culo!!

Acabaremos con una perla que es un primor de lo que da de sí la costura de la burguesía enredada en su propia madeja mientras funge de "coherencia democrática". Un editorial del diario El País (13-1-2013) titulado "No al unilateralismo" (referido al catalán; el vasco pues sí, va a ser que sí) decía que "parece increíble que en Europa, y en pleno siglo XXI, haya partidos políticos responsables que se propongan iniciativas unilaterales". Y finaliza el editorial, en un alarde de lógica formal kantiana, diciendo que "las sociedades civilizadas (subrayado nuestro) se distinguen de las que no lo son por privilegiar la negociación, frente a los actos de fuerza".

En otras palabras: la izquierda abertzale es "civilizada" porque, lejos de negociar nada, ni intentarlo siquiera, se entregan "unilateralmente", mientras que la burguesía catalana, con su "unilateralidad", demuestra hacer un "acto de fuerza". Fantástico, asombroso, prodigioso. Este es el nivel de esta gente.

Sin novedad en Odessa

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 Félix González

Los 46 abrasados en el edificio de Odessa a manos de los fascistas no supone ningún salto cualitativo, ni abre nuevas perspectivas en los acontecimientos, salvo para esa izquierda imbécil y cobarde que aún sueña con revoluciones de colores, a rayas o con indumentaria árabe, según la moda y la época del año. Nada hay nuevo en la matanza sobre todo de mujeres y adolescentes, siempre los mas vulnerables en esas situaciones, mediante el fuego. Ucrania conoció bien estas actuaciones durante la última Guerra Mundial, durante la cual poblaciones y villorrios enteros, visitados por los nacionalistas ucranianos, enrolados o no en las fuerzas invasoras nazis, fueron pasados a cuchillo y luego incendiados. Su culpa era ser polacos, o judíos, o rusos. Daba igual. Ancianos, mujeres y niños eran colgados con alambre de espino de los árboles.

Hoy gobiernan en Ucrania sus sucesores, mediante el golpe financiado por los EEUU y la participación de otros países europeos (como Polonia) que ha entrenado a los grupos armados.

¿Ignora la progresista, ignorante y miserable izquierda española quien fue Stepan Bandera? ¿O es que eso no lo quieren saber? Izquierda engangrenada que, puesta a olvidar, olvida hasta como sus abuelos pedían desesperadamente al mundo ayuda, socorro contra el genocida Ejército español rebelde, recibiendo como respuesta el desprecio y la indiferencia de los denominados países democráticos, que ya colaboraban discreta y eficazmente para la victoria de las fuerzas llamadas nacionales. A esa angustiosa llamada de socorro solamente respondieron algunos miles de hombres y también mujeres, que sintieron el deber de la solidaridad con sus hermanos, y acudieron a nuestro país. Esos miles de hombres y mujeres, y otros que no pudieron acudir a combatir, pero que ayudaron y colaboraron con una pasión que sólo la hermandad de clase puede producir, son los únicos que merecen nuestro recuerdo, junto con los gobiernos de México y la Unión Soviética.

Nada nuevo en Odessa, por tanto. Es lo de siempre. Es el poder del capital, el fascismo en acción, alimentado por esa potencia terrorista denominada EE.UU. y por los intereses ambiguos de la Unión Europea, ambos creadores del monstruo nazi. Ellos han incubado el huevo de la serpiente. Odessa es lo que la putrefacta progresía española quiere ignorar, porque es el espejo ante el que ven su cualidad miserable, su vileza. Hasta puede ser que adivinen el destino que les espera, cuando, andando el tiempo y los acontecimientos, el proletariado español se apropie del poder, y vuelva después de tantos años a tomar el destino del pueblo en sus manos. No es extraño que tengan miedo a la auténtica revolución social. Por eso, hacen como si el asesinato premeditado de 46 antifascistas no fuera con ellos, y prefieren ignorarlo, porque ser conscientes les obligaría a reflexionar y actuar…contra sus propios intereses.

Pero la matanza de Odessa si que ha tenido repercusiones en España, y muchas. ¿Acaso se han producido protestas, denuncias, pésames, solidaridades? ¿Se han expresado deseos de justicia o de venganza? Por desgracia, muy escasamente. La auténtica repercusión está en el tratamiento, en la forma con que los diversos medios han alimentado el conocimiento colectivo de un grave crimen. Esa es la novedad.

Porque ni siquiera durante los gobiernos franquistas se dio tal uniformidad y censura en la transmisión de información. Siempre quedaba esa forma de decir las cosas, esa sugerencia, esa metáfora que para el lector avezado indicaba que la realidad era mas grave o radicalmente diferente de lo narrado en el papel. La similitud en la descripción del asesinato de 46 personas en los principales medios de comunicación sin excepciones es un triunfo de coordinación, que demuestra la cohesión que la clase dirigente española ha impuesto en esos citados medios, y el alto nivel de organización de nuestros enemigos en la guerra social que se lleva a cabo en el Estado español. La descripción de la incineración de 46 personas cerradas en un edificio (rematando a palos a los que salían) como el “resultado de choques” y de “enfrentamientos” con los “rebeldes prorrusos” abre nuevas vías al surrealismo informativo, e incluso a la reescritura de acontecimientos históricos. Sin ir mas lejos, un par de ejemplos. Como ustedes saben, el resultado de los choques entre las fuerzas gubernamentales alemanas y los rebeldes judíos (y comunistas, y socialistas, y disidentes en general) se saldaron con 8 millones de muertos. Y también, acercando el foco informativo a España, ustedes también sabrán que el resultado de los choques entre las cabezas de los guardias civiles y las balas procedentes de algunos nacionalistas vascos produjeron en años pasados una abundante cifra de bajas. En esos choques, por lo general, suelen llevar la peor parte las cabezas de los guardias civiles. Y así. Dejo a la imaginación de los lectores la reescritura de otros conocidos acontecimientos y sucesos: la llegada de Colón al Nuevo Continente, la violación, los malos tratos, la invención de la aviación, los accidentes mortales de tráfico...

La prensa y las televisiones españolas han hecho y están haciendo con motivo de los sucesos en Ucrania un ejercicio gigantesco de falsificación informativa e histórica. Cierto es que a ello están acostumbrados, porque es su labor cotidiana y su deber mercenario. Pero, al contrario que el suceso en sí (que, repetimos, es el nazismo en acción), la información sobre la masacre odesita si que supone un salto cualitativo en los medios informativos de la burguesía española. Han declarado abiertamente su apoyo al gobierno golpista de Kiev, pero también, despojándose de inútiles melindres, su satisfacción con los métodos terroristas. Y no les guardamos rencor por ello, sino que expresamos nuestra satisfacción, (aún venciendo nuestra vergüenza, asco y odio, como dice un compañero), porque han tomado partido por la barbarie y el terror. Y siempre es de agradecer que las cosas estén claras. Y vuelvo a poner un ejemplo, sin ánimo de señalar. Cuando el día de mañana, un tal Mañueco, corresponsal de ABC en Kiev, niegue su colaboracionismo con la canalla nazi, alegando su profundo amor a la libertad y su democratitis de toda la vida, el fiscal (popular, por supuesto) verá facilitada su labor mostrando al jurado (si, también popular) los accesos de alegría desatada con la que el citado corresponsal informaba de los avances de los mercenarios de la Plaza Maidan y el triunfo del gobierno golpista ultranacionalista implantado por la CIA. El fiscal mostrará la cobertura y la manipulación de la información, la propaganda que tanto ABC, como EL PAIS, como LA VANGUARDIA; como EL MUNDO, tutti uniti, expandían, a la manera que Goebbels aprendió de los publicistas norteamericanos y que Hitler aplicó con tanto éxito que la propia prensa norteamericana los puso en funcionamiento tras la II Guerra Mundial. Esos futuros fiscales populares no tendrán dificultades en demostrar como los periodistas del régimen español se alinearon de forma militante en las escuadras del nazismo resucitado que aparece en Europa. Como los curas genocidas en la Croacia de los años 40, lo han dejado por escrito. Ellos sabrán lo que hacen.

Y trabajar es nuestra labor. Poco podemos hacer por los muertos de Odessa. Las derrotas de las clases populares se cuentan por miles, y los muertos por millones. Nada podemos hacer, ni siquiera lamentarnos. Nuestros hermanos encerrados en el edificio incendiado de los Sindicatos de Odessa han pasado a formar parte de las masas anónimas que tuvieron la grandeza de luchar por lo que creian. Poco mas podemos hacer que inclinarnos levemente en señal de respeto y recuerdo; y, después, reflexionar, pensar, planificar, conspirar, organizar, actuar, prever, planear el aplastamiento de nuestros enemigos de clase y el triunfo definitivo sobre el terror del capital. Aplastar, otra vez y para siempre, el huevo de la serpiente.

No me gusta que a los toros vayas sin vacunarte

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Nicolás Bianchi
 
 El título engaña, no va de toros -tal vez en otra ocasión-, sino de vacunas. En los años sesenta del siglo pasado, en plena guerra fría, acojonaban al personal con el empleo de la "bomba atómica" -una parodia genial fue la película de Stanley Kubrick "Teléfono rojo: volamos hacia Moscú" (Dr. Strangelove, 1964)- que podía ser usada por cualquiera de las dos superpotencias (EE. UU. y la URSS) al más mínimo roce o mosqueo geoestratégico entre ellos y/o sus aliados. No era, ciertamente, cosa de tomárselo a broma (el cinematográfico general norteamericano MacCarthur quería arreglar el "peligro rojo" a base de bombas atómicas), igual que, en la época medieval, la gente creía en el infierno y estaba, como Lutero, por ejemplo, aterrorizada. Hoy te ríes, pero entonces...

No hace mucho era el SIDA y no podías ni follar, ahora dan la vara con el cambio climático y recién las epidemias cual plaga bíblica egipcia que, por supuesto, se curan echando mano de la industria farmacéutica o "Farmafia" y de las vacunas. Resultado: todo dios asustado. No hay año que no sea declarado evento anual contra algo que se supone es una enfermedad, igual que el Año de la Madre, el Padre y Cristo que lo fundó (cosas del Cortinglé).

Todos los años, al acercarse las fiestas navideñas, indefectiblemente se "convoca" -esta es la palabra exacta- a la población ya carrocilla que padecen enfermedades crónicas a vacunarse. Y, si no lo haces, parece que vas a morirte pasado mañana (y, si te mueres, dirán que es porque no te has vacunado, o sea, por bobo y la culpa es tuya, que el Estado, la Administración ya te avisó y veló por tu salud). Y como ves que tu círculo se vacuna, pues tú también, por si acaso y no vaya a ser que... Además, no pierdo nada. Es posible, pero hay quien gana siempre.

Tenemos, pues, las vacunas con efectos taumatúrgicos y de efecto placebo: vacunarse tranquiliza. Y no lo negamos. Lo que afirmamos y declaramos es nuestro escepticismo ante la asunción acrítica de las vacunas como remedio y panacea esencial y metafísica -tarro de las esencias- de la salud pública e individual. Al igual que la propiedad privada que parece que ha existido siempre y no tiene origen ni historia ni desaparecerá jamás, lo que ni Adam Smith decía.

No es que se vacune a la gente a la fuerza, pero casi. Para obligar a vacunarse a alguien, primero habría que demostrar que la vacuna se dirige contra una enfermedad infecciosa, y no causada -como así entiende el stablishment- por una bacteria o un virus, sino que se puede propagar de unas personas a otras, por ejemplo, la sífilis, una enfermedad venérea. El cólera, verbigracia, no es una enfermedad infecciosa. Ni la polio. Esto no se combate con vacunas. Las mejoras en las condiciones socioeconómicas y ambientales de las poblaciones fue y es el elemento clave para disminuir la morbilidad y mortalidad infecciosa. Igual que la mortandad del tráfico se aminora incrementando la seguridad vial y no a base de multas. Al menos, eso.

Las vacunas ya nacieron en el siglo XIX con profesionales en contra de esta práctica médica, que no eran precisamente hechiceros (que tampoco eran, por otra parte, o no siempre, los farsantes carapintadas de las pelis de Jolivú). Ocurre que hacen poco ruido. La conclusión principal es que nos prefieren "clientes" permanentes que no "pacientes" eventuales. Y ello porque las vacunas, las pastillas, la yatrogenización, son la columna vertebral del sistema médico y farmacéutico donde las compañías farmacéuticas ganan lo que no está escrito en vacunas.

Un equívoco histórico acerca de la práctica

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Juan Manuel Olarieta

Hasta que Marx y Engels aparecieron en la historia, nada hubo más despreciado entre todos los pensadores anteriores que el trabajo, lo cual no era más que un desprecio clasista hacia los trabajadores, los esclavos y los siervos. Quienes viven de la explotación del trabajo ajeno, es decir, las clases dominantes y los intelectuales a su servicio lo que siempre han apreciado es el ocio y la vagancia. A través de sus intelectuales las clases dominantes siempre han rendido culto a las distintas formas de entretenimiento, de pasar el rato (la caza, el deporte, el arte), entre las que destaca una, la del pensamiento o, expresado en las generosas palabras de Marx y Engels, el "trabajo" intelectual que, dicho sea de paso, no sólo lo conciben como separado sino como enfrentado al manual.

La Biblia maldijo el trabajo como una consecuencia del pecado original ("Os ganaréis el pan con el sudor de la frente") que es típica del mundo terrenal, mientras en el celestial nadie da un palo al agua. La Biblia condujo a Adam Smith a definir el trabajo como un sacrificio de la libertad, del descanso y la felicidad. Los trabajadores son despreciados por incultos, es decir, por tratarse de personas no cultivadas, en donde el "cultivo" es el cultivo del intelecto, considerado como la facultad distintiva y suprema del ser humano (animal racional, "Homo sapiens"), a lo que van aprejadas toda una serie de vicios que derivan de la falta de refinamiento, como la grosería y la mala educación.

El pensamiento siempre había girado sobre sí mismo, se trataba de teorías acerca de otras teorías, hasta que Marx y Engels lo sacaron de su ensimismamiento, poniendo a la práctica en el centro y al trabajo como el núcleo de la misma, un replanteamiento del asunto que ha sido la mayor conquista del pensamiento humano desde su mismo origen, una osadía de un alcance inimaginable aún hoy, todo un desafío a la historia que hasta entonces se había conocido y a quienes la habían escrito.

Una obra como "La situación de clase obrera en Inglaterra", escrita por Engels en 1845, es en sí misma revolucionaria no sólo por el asunto que trata, claramente expresado en el título, sino por lo que hoy calificaríamos como "posicionamiento". Marx y Engels toman partido, es decir, adoptan una perspectiva subjetiva y, por lo tanto, distinta que empieza y termina en la práctica, en el trabajo, en las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores. Al mismo tiempo, este punto de vista es el único que acerca a la comprensión de la realidad en sí misma, objetivamente. Sólo a través del punto de vista del trabajo y del trabajador, es posible adquirir una comprensión realmente científica de la historia y de la realidad.

Sólo por este tipo de escritos se puede afirmar que con Marx y Engels acaba una etapa de la humanidad y empieza otra en todas y cada de las múltiples disciplinas del conocimiento humano, empezando por la física y siguiendo por la filosofía, la medicina o la historia porque, como dice Marx en la Tesis número 8 sobre Feuerbach, "la vida social es, en esencia, práctica". No fue un nueva formulación o una formulación distinta de las relaciones entre la teoría y la práctica sino de todo; todo había que ponerlo patas arriba.

El desprecio hacia la práctica condujo a un equívoco histórico acerca de la misma que es necesario aclarar porque llega hasta nuestros días. Los seudomarxistas son quienes mejor han sabido aprovechar a la perfección esa confusión. De ahí el intento de reconvertir a la dialéctica materialista en una filosofía de la praxis y la proliferación actual de una palabra que si antes era desconocida, ahora ha llegado a incorporarse al idioma castellano.

La palabra praxis es griega y sólo se utilizaba en alemán por influencia del idealismo clásico. En los escritos marxistas siempre se tradujo al castellano como práctica, por lo que nunca apareció como tal hasta épocas muy recientes. Parece, pues, que la práctica es lo mismo que la praxis y al revés, que la praxis es lo mismo que la práctica. Pero si nos remontamos a los orígenes de la antigua filosofía griega comprobamos que no es exactamente así y empezamos a entender el significado exacto que la práctica tiene en la dialéctica materialista.

Desde el mismo inicio de su "Ética a Nicómaco" Aristóteles sostiene que el ser humano siempre actúa con el propósito de conseguir alguna finalidad, pero apunta que había "grandes diferencias" entre esas finalidades, separándolas entonces en dos grupos fundamentales. Por un lado están las que forman parte del acto mismo, es decir, que éste es una finalidad en sí mismo. A este tipo de actos Aristóteles los llama praxis. Por el otro están aquellas otras en las que, además del acto, se persiguen los resultados que nacen de él, que son más importantes que el acto mismo. A estas actividades Aristóteles las llama poiesis.

En Aristóteles, pues, la praxis es un fin en sí misma y se puede traducir como comportamiento, especialmente como el trato mutuo entre las personas. De ella forman parte la ética y la política.

La poiesis es algo bien diferente, ya que la actividad es un medio para obtener un resultado. Se puede traducir como creación o producción. De ella forma parte la economía y también la técnica. La mayor parte del uso actual de la palabra "práctica" tiene este sentido, como cuando decimos que algo es muy práctico o que una convocatoria ha sido un éxito: ha logrado cumplir los objetivos previstos.

El desprecio de las clases dominantes hacia la práctica no se ha manifestado históricamente de la misma manera en ambos casos, sino sólo hacia la poiesis hasta el punto de que mientras de la poiesis ha desaparecido hasta la palabra, no ha ocurrido lo mismo con la praxis. La palabra práctica procede de praxis, no de poiesis, por el secular desprecio clasista hacia el trabajo y las actividades manuales productivas.

El idealismo alemán, especialmente Fichte, amalgama los dos términos aristotélicos pero sólo utiliza uno de ellos, el de praxis porque, como buen exponente de la intelectualidad burguesa, sigue despreciando el trabajo manual, del que únicamente aprueba el arte, las profesiones que antes se llamaban "liberales", como la arquitectura o la escultura. Fichte construye la práctica en torno a la praxis, es decir, en torno a una concepción burguesa de la ética, la política y el arte, es decir, del arte por el arte, del arte como un fin en sí mismo.

El planteamiento de Marx y Engels está absolutamente enfrentado a ese tipo de concepciones. Ellos no construyen el concepto de práctica en torno a la praxis sino en torno a la poiesis, es decir, al trabajo. Refundiendo la praxis y la poiesis, en la práctica de Marx los fines adoptan un carácter central aún más trascendente que en Aristóteles: toda la actividad humana es teleológica, a diferencia de la actividad animal. En varias obras, entre ellas "El Capital", Marx diferencia el trabajo de un arquitecto del de una abeja porque el primero previamente diseña los planos. Se trata de un rechazo de la práctica por la práctica, del practicismo ciego. De esta manera es como Marx y Engels abren a la reflexión, entre otros, un universo concreto, terrenal, presidido por las necesidades y los intereses, a los que a veces se califica justamente como "materiales".

También aquí Marx y Engels introdujeron otra diferencia fundamental con el pensamiento de las clases dominantes, presidido por lo que Adam Smith calificó como "riqueza de las naciones" y Galbraith como "sociedad opulenta", es decir, por la abundancia y el derroche. Para el marxismo, el motor de la evolución y de la historia son las necesidades y los necesitados. La práctica no es ciega porque se encamina a satisfacer las necesidades de las personas.

La burguesía califica de reduccionista o economicista el planteamiento de Marx y Engels porque su posición de clase le impide comprenderlo. El intelectual burgués se refiere al trabajo ajeno desde fuera y por eso separa el trabajo de cualquier otra actividad humana. Cree que no todo es trabajo ni que todos sean trabajadores. El trabajador tiene la perspectiva opuesta porque todo lo ve desde dentro, todo lo observa desde el punto de vista del trabajo; toda actividad es trabajo o ausencia del mismo. Por ejemplo, para la burguesía el deporte es ocio porque adopta el punto de vista del espectador, no el del deportista. Entonces, en tanto que espectador, la burguesía se considera a sí misma como neutral y objetiva, mientras que el punto de vista del trabajador -que es el del marxismo- es el del deportista, o sea, el de quien juega el partido. Es un punto de vista a la vez activo, subjetivo y partidista. Por consiguiente el marxismo no lo reduce todo a trabajo sino que todo lo analiza desde el punto de vista del trabajo, incluido el desempleo y el ejercicio de labores intelectuales, que también califica como una forma de trabajo, como trabajo intelectual exactamente.

Toda práctica es trabajo y, por lo tanto, poiesis. La praxis también es poiesis. En el sentido marxista la política, es decir, la lucha de clases, es poiesis en todos los sentidos posibles del término. El "trabajo político" de los marxistas se dirige al logro de un fin determinado, que es la revolución socialista. De ahí que, a diferencia del activismo político burgués, la actividad revolucionaria de los comunistas se oriente con un programa, una estrategia y una línea política. De ahí también que Lenin concibiera al partido comunista como una vanguardia cuya tarea consiste exactamente en dirigir. De ahí que una organización de esas características sea un destacamento de cuadros profesionales, directamente enfrentado a quienes hacen de su activismo un pasatiempos, a los aficionados que se divierten con sus juegos políticos.

El arquitecto no improvisa. Antes de construir tiene el edificio en la cabeza, dice Marx, lo cual es un rasgo específico de la actividad humana, que está mediatizada por la teoría. Lo que une la teoría a la práctica son los planos y los planes. El materialismo de Marx y Engels no es, pues, una teoría, ni tampoco una filosofía de la praxis sino -en todo caso- de la unidad entre la teoría y la praxis. Pero eso no es todo. Además, el marxismo se diferencia por la manera precisa en que la unión entre la teoría y la práctica se articulan dialécticamente en torno a las necesidades y a los intereses. Aunque el marxismo pone a la práctica en un primer plano, no se trata de cualquier clase de práctica, ni de una práctica ciega, sino de la unión entre la teoría y la práctica que se articula justamente en torno a las necesidades y a los intereses.

No es una declaración intenciones; no se trata de que haya que unir la teoría y la práctica, sino de reconocerlo así, porque históricamente la teoría y la práctica han estado unidas y siguen estándolo. Donde no hay una práctica no hay una teoría en el sentido marxista, es decir, de ciencia. Donde no hay una teoría tampoco hay una práctica en el sentido marxista, es decir, revolucionaria. Donde no hay programa no hay teoría ni tampoco práctica. Y así sucesivamente.

Es lo que sucede en España con esos grupos que han huido de la práctica para inventar la teoría, y con esas otras que están en la práctica pero carecen de teoría, o que quieren algo pero no tienen un programa para llevarlo a cabo, o no saben lo que quieren... Todas ellas son ajenas por completo al marxismo.

Es la conocida expresión de Lenin: "Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario posible", que también expuso a la inversa: "Una acertada teoría revolucionaria [...] sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario".

Dos años y medio de cárcel por una pintada a favor de los GRAPO

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La Fiscalía solicita una pena de dos años y medio de prisión para los dos jóvenes de Calpe (Alicante) que fueron detenidos como autores de las pintadas a favor de los GRAPO que aparecieron en la nueva sede del Partido Popular de la localidad, organización a la que también calificaban de nazi.

Los dos jóvenes en proceso de ser criminalizados por las pintadas en la sede del PP son Dani y Laura, ambos de 25 años de edad.

El 12 de mayo los dos detenidos prestaron declaración en el Juzgado de Instrucción 2 de Denia. Serán juzgados el día 22 en el Juzgado de lo Penal número 3 de Benidorm, y podrían enfrentarse a una condena de hasta hasta a dos años y medio de prisión, según la petición formulada por la Fiscalía tras su declaración, que acusa a ambos de la comisión de dos delitos. Por un lado, uno de daños, por el que pueden ser condenados a la multa de 20 meses; y, por otro, un delito de amenazas según lo que tipifica el artículo 170 del Código Penal, que alude a los casos en los que las amenazas van dirigidas “a atemorizar a los habitantes de una población, grupo étnico, cultural o religioso, o colectivo social o profesional, o a cualquier otro grupo de personas, y tuvieran la gravedad necesaria para conseguirlo”.

La declaración de los dos detenidos respondía a la denuncia que contra ellos han interpuesto, como representantes del Partido Popular de Calpe, el alcalde, César Sánchez, y el primer teniente de alcalde, Paco Cabrera. Ambos han acudieron al Palacio de Justicia de Dénia a ratificar su denuncia. El PP cifra en 489 euros los desperfectos ocasionados a su sede, lo que hace que se acuse a los detenidos de un delito de daños, y no de una falta, al superar el importe los 400 euros.

Inicialmente, la Fiscalía chantajeó a los detenidos: si se declaraban culpables se les impondría -al margen de la multa- una pena de dos años por el delito de amenazas, por lo que al no tener antecedentes penales no tendrían que ingresar en prisión. Si no lo hacían, solicitaría para ellos tres años de cárcel. Finalmente, la fiscal dejó en dos años y medio, más la multa, su petición de pena.

Los hechos por los que se acusa a estos dos jóvenes acontecieron cuando de madrugada fueron sorprendidos por la Policía Local cuando realizaban fotografías a las pintadas que emborronaban la nueva sede del PP. Él llevaba un martillo en un bolsillo, con el que la acusación considera que pudo ocasionar los daños que, junto a las pintadas, se produjeron en los ventanales de la sede. También portaba una braga militar, según su versión; un pasamontañas, según la acusación. La versión de la Policía de Calpe añade que la chica llevaba además en el bolso varios botes de spray.

Era la segunda vez en tres días que la sede del PP sufría un ataque de este tipo. Y la novena ocasión en los últimos meses que se producen actos de este tipo en diferentes inmuebles de la población, tanto públicos como privados.

La sede del PP de Calpe queda apenas a 20 metros de la vivienda de los jóvenes. Ellos reconocen que acostumbran a tomar imágenes de las pintadas que aparecen en diferentes puntos del municipio y que las han difundido a través de redes sociales y blogs críticos con el gobierno local del PP.

Espías y tropas de choque alemanas: de Afganistán al este de Ucrania

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El 25 de abril 13 observadores de la OSCE fueron capturados en Slaviansk (Ucrania) por los denominados separatistas pro-rusos. Así lo repitieron infatigablemente todos los medios de propaganda del imperialismo... con excepción de Rusia Today y algunos pequeños medios de información alternativos.

Sin embargo, al dia siguiente de la captura a la presentadora de un programa de la primera cadena de televisión austriaca ORF se le quedó la cara pálida cuando entrevistaba a Claus Neukirch, director adjunto del Centro de Prevención de Conflictos de la OSCE y éste le confesaba que los capurados no eran en realidad ni observdores ni de la OSCE, hasta el punto de que no iban negociar siquiera su liberación. Se lavaban las manos:

“Nosotros no hemos tenido ningún contacto con ellos. Para ser precisos, no son consejeros militares de la OSCE sino observadores militares que fueron allí alegando un mandato de la OSCE. Las negociaciones con Slaviansk no fueron conducidas por la OSCE sino por los ministerios de Defensa y Exteriores de Alemania. Ellos tienen allí tres militares y un intérprete. Es el gobierno de Ucrania el que ha invitado a los expertos”, dijo Neukirch.

Los pro-rusos siempre los calificaron de "espías de la OTAN" pero nadie les hizo caso, ni a ellos ni a la OSCE, a pesar del desmentido casi instantáneo. Se mantuvo la farsa incluso después de que fueran liberados el 3 de mayo.

Dos días después el diario alemán "Süddeutsche Zeitung" reconoció que uno de los cuatro alemanes secuestrados podría tener "ciertas conexiones" con los servicios secretos. Se refería al coronel Axel Schneider. Sin embargo, la noticia apuntaba que no pertenecía al personal del espionaje BND sino al del Centro de Verificación del Ejército Alemán en Geilenkirchen, localidad en la que también hay un centro del BND y del que recibe apoyo.

El embajador de Rusia ante Naciones Unidas, Vitali Churkin, calificó la presencia del espionaje alemán en el este de Ucrania como una provocación. Pero los capturados no eran sólo observadores, es decir, espías, sino una unidad operativa, es decir, que se formaban una tripe mezcolanza de espías alemanes del BND, fuerzas especiales (también alemanas) del KSK (Kommando Spezialkräfte) acompañados de los nazis ucranianos. Como dijo la agencia libanesa de noticias Almanar, se infiltraron "para preparar el próximo ataque contra Slaviansk".

Con 1.100 mercenarios el KSK es la mayor unidad militar especializada en Alemania. Se encuentra en estado de alerta para entrar en acción en cualquier momento y ya ha participado tanto en la ocupación de Afganistán como en los secuestros y torturas de Guantánamo.

Desde 2007 el KSK está siendo investigado por las torturas que padeció en Afganistán el germano-turco Murat Kurnaz, que permenció recluido allá durante 5 años. En una foto Kurnaz identificó a los responsables de sus torturas, que resultaron ser mercenarios del KSK. La fiscalía de Tubinga ha abierto una investigación y se han constituido, además, dos comisiones parlamentarias a causa de la implicación del espionaje. Los acusados podrían ser condenados a penas máximas de cinco años de cárcel.

Murat Kurnaz, turco criado en Alemania, acusó a los miembros del KSK de haberle torturado, amenazado de muerte y humillado en la ciudad afgana de Kandahar. Fue golpeado con la cabeza contra el suelo, le patearon, le aplicaron electroschocks y durante días no recibió comida.

Kurnaz viajó a Pakistán en octubre de 2001, poco después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos en viaje de peregrinación, según afirmó en declaraciones ante una comisión del Parlamento Europeo. Pocas semanas más tarde fue detenido por mercenarios, que, según sus palabras, lo vendieron a los americanos "por precio entre 3.000 y 5.000 dólares".

De Pakistán fue llevado a Kandahar, Afganistán, y entregado a las tropas estadounidenses. En ese período fue interrogado y torturado por los mercenarios alemanes del KSK. En enero de 2002 fue internado en Guantánamo por las sospechas de que pertenecía a Al Qaeda. La sospecha nunca se confirmó por lo que fue liberado en agosto de 2006.

Al Capone: un aficionado

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 Nicolás Bianchi

Cuando se habla del célebre Al(phonse) Capone siempre se dice que fue a la cárcel por un delito de evasión de impuestos, un delito "menor" en comparación con su "carrera" criminal como gangster de Chicago, ciudad que, "gracias" a Hollywood, jamás podrá desprenderse de ese halo "gang". Ni el delito era tan "menor" ni Capone era precisamente un pardillo. Ni Eliott Ness -el "intocable", en inglés "untouchable": insobornable, como la serie de televisión de los años sesenta- fue quien lo "cazó".

Capone, viendo por donde le querían coger (por los sobornos y extorsiones, imposible), quiso "arreglar" sus "deudas" con el Fisco norteamericano pagando cierta cantidad de dinero incluso forzando entrar y purgar en la cárcel dos o tres años para evitar males mayores. O sea, como hoy el padre del futbolista Messi pone en "orden" sus cuentas con Hacienda... cuando es pillado en fraude al Fisco. O Iker Casillas y otros héroes de la patria, es decir, defraudo hasta que me pilles -si me pillas- y, en ese caso, díme lo que debo y lo pago hasta el próximo chiste. Exactamente igual que hacía el "popular" Capone, que no conoció a Montoro para que le ofreciera una amnistía fiscal.

Capone -una "madre" comparado con la casta de los González, Aznar matando gente y arrepintiéndose de no haber matado más, como el primero- apareció en un libro de contabilidad de un estanco que era una tapadera de otros turbios "negocios". Allí -investigado por delitos federales- aparecía una pingüe suma de dólares que Capone -su nombre no aparecía completo, igual que, en la contabilidad de Bárcenas, donde aparece A.C., pues no es Álvarez Cascos, militante del Partido Comunista, como se sabe, sino Arturo Cantalapiedra, escultor y alpinista en sus ratos libres)- no declaró a Hacienda (no digamos ya a la Seguridad Social, que allí ni existe, como quien dice), o sea, fraude fiscal, delito muy condenable social y penalmente por aquellos pagos.

Capone fue juzgado y condenado por un jurado popular (cambiado a última hora y sin que lo supieran los abogados de Capone que contaban con el veredicto comprado del jurado anterior). Es decir: a Capone se le condenó por figurar en una "contabilidad B" donde cobraba unos fondos que no declaraba ¡exactamente igual que los "papeles de Bárcenas", el contable de los capitostes del PP! ¿Es igual, es lo mismo?

Si no es lo mismo, parecido. Si Capone extorsionaba para "cobrar", estos se dejan "presionar" para lo mismo. No hay diferencia -lo dicen ellos mismos- entre corruptor y corrompido. Acaso, la diferencia, de haberla, es que Capone acabó en la cárcel (la famosa y cinematográfica Alcatraz) y los que aparecen -con siglas o expresamente y algunos admitiéndolo- en los "papeles de Bárcenas" (que parece que es cosa de hace siglos), o sea, un contable, con cantidades no declaradas, es decir, defraudadas al erario público, donde en Roma te mandaban a galeras, dizque al conjunto de los españoles -ellos que van de "españolazos"- ¡¡hacen exactamente igual que lo que hacía un gangster como Capone!!

Capone, un aficionado al lado de estos "profesionales".

Esos perros que ni comen ni dejan comer

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Juan Manuel Olarieta

Insurgente enlaza un artículo de François Vercammen titulado “Lenin y la cuestión del partido” que remite a la publicación digital trotskista “Sin Permiso” la cual, a su vez, lo ha traducido de la LCR belga (1), un grupo trotskista. Por su parte, Vercammen fue un dirigente de la IV Internacional trotskista.

El artículo no es ninguna novedad, ya que se publicó hace 9 años y se puede complementar con otro aún más antiguo sobre el mismo asunto (2) que tiene el mismo origen trotskista en el dúo de publicaciones que forman Inprecor y Sin Permiso. Como bien reconoce Vercammen, el partido fue el “punto débil” de Trotski, que jamás fue capaz de crear ninguno, a lo que hubiera debido añadir que un siglo después sus seguidores padecen esa misma ineptitud, por lo que es conveniente analizar los motivos de ello, que se encuentran en los propios artículos de Vercammen, es decir, en que la concepción trotskista de eso que ellos llaman “el partido” es antipartido, como la experiencia ha demostrado siempre en todas partes.

Pero la cuestión no es esa; no se tata de que los trotskistas no sepan lo que es una vanguardia comunista y, por consiguiente no sean capaces de construir ninguna, sino que se oponen a aquellos que sí las han construido, por lo que en este punto el trotskismo no es otra cosa que antileninismo. Son como esos perros que ni comen ni dejan comer.

Al más puro estilo trotskista, Vercammen manipula el pensamiento y la obra de Lenin, del cual asegura que “nunca formuló una teoría del partido”. Esa es la mejor manera de introducir sus propias tesis de soslayo: se trata de colmar un vacío que Lenin dejó pendiente... para que los trotskistas la completaran.

Lo cierto es que, a diferencia del inútil de Trotski, Lenin sí fue capaz de crear un partido comunista, lo cual no es más que la primera parte del asunto, porque la segunda es aún más interesante: el partido que Lenin creó fue diferente del que había y que todas las demás organizaciones obreras del mundo, agrupadas en la II Internacional, ya conocían de antemano. Por fin, hay una tercera cuestión: nada de eso hubiera sido posible si Lenin no hubiera tenido en su cabeza una noción muy clara de lo que un partido comunista debía ser. Su obra “¿Qué hacer?” así lo demuestra.

Como Vercammen no acepta lo más evidente, tiene que enredar el texto y el contexto de la manera farragosa que acostumbran los trotskistas porque, a fin de cuentas, ellos son mencheviques, es decir, no admiten el partido leninista de nuevo tipo, que tratan de sustituir por el partido de viejo tipo de la socialdemocracia, el partido de masas, que es lo que Lenin critica en el “¿Qué hacer?”

A partir de ahí llegan los ataques -cubiertos y descubiertos- al partido leninista que tantas veces escuchamos en boca tanto del reformismo, como del trotkismo y del anarquismo: si un partido comunista no es de masas lo que hace es sustituir o suplantar a la clase obrera. La concepción leninista del partido de nuevo tipo es un “sistema de sustitución política” de la clase obrera, escribió Trotski hace más de un siglo (3), lo cual está en contradicción con lo que propugnaron Marx y Engels: que la liberación de clase obrera sería obra de la propia clase obrera.

Las consecuencias del leninismo son que la revolución de 1917 no fue tal revolución sino un golpe de Estado que llevaron a cabo los bolcheviques, una ínfima minoría. A eso Vercammen le llama como su maestro Trotski, “sustitucionismo” y sugiere que es una reminiscencia del populismo ruso. Conclusión: Lenin era otro populista ruso del montón. Por lo tanto, Lenin no desarrolla la obra de Marx y Engels sino que es un autor que sigue doctrinas genuinamente rusas, blanquistas dirían algunos.

A su vez, las taras del leninismo nos conducen a la otra genialidad de ciertas corrientes pequeño burguesas: la degeneración burocrática de la URSS tiene su origen en el partido de nuevo tipo, algo que también expresó Trotski muy gráficamente: el partido suplanta a la clase, la dirección suplanta al partido y al final Stalin suplanta al mundo entero. Algunos escriben la historia con este tipo de frases sonoras, tanto más sonoras en cuanto que están vacías de contenido real.

Esas concepciones absurdas aún se pueden enredar y empeorar todo lo que sea necesario: desde 1902 Trotski insultó a Lenin a causa de sus tesis sobre el partido de nuevo tipo: “Lenin quiere ser la traducción en lengua marxista” del jacobinismo, escribió Trotski (3). Eso significaba dos cosas al mismo tiempo: que Lenin era un burgués y que, además, era un burócrata. Sin solución de continuidad, esa imputación la heredó Stalin de Lenin y el Estado soviético la heredó del partido bolchevique, que es la tesis que Vercammen repite un siglo después en su artículo: la raíz de la degeneración burocrática de la URSS estuvo en la creación de un partido leninista jacobino y burocrático, “una organización centralizada y conspirativa, armada con dinamita”, escribió Trotski.

Siguiendo las tesis de Trotski, las corrientes izquierdistas de los años veinte del pasado siglo (consejistas, asamblearios, autogestionarios) concluyeron que, en realidad, la Revolución de 1917 no fue una revolución proletaria sino burguesa, ya que estaba dirigida por burgueses a la manera burguesa, es decir, jacobina, blanquista y populista. La Revolución de 1917 fue lo mismo que la revolución francesa un siglo antes: una minoría burguesa dirigiendo a la gran masa del proletariado, en nombre del proletariado y sustituyendo al proletariado. Si, como escribió Trotski, Lenin era “el dirigente del ala reaccionaria de nuestro partido”, ¿qué otra cosa se podía esperar de un reaccionario como Lenin?

Según la pequeña burguesía, hay otro aspecto del “¿Qué hacer?” que así lo demuestra: la tesis de que la conciencia de clase es exterior al proletariado, que le llega “desde fuera” procedente de intelectuales, o lo que es peor, de burgueses, o de ambas cosas a la vez. ¿No eran burgueses Marx y Engels? ¿No era Lenin otro burgués? No sólo la conciencia es externa al proletariado sino que el partido también lo es. Ahora bien, matiza Vercammen, tras la revolución de 1905 Lenin rectifica el “¿Qué hacer?” y “rehabilita el espontaneísmo”. Así es como los trotskistas se fabrican una historia a su medida, la que necesitan en cada momento.

Cuando en el “¿Qué hacer?” Lenin utiliza esa expresión (“desde fuera”) no hace más que transformar en consciente, en conciencia, es decir, en ciencia, lo que la historia del movimiento obrero de cualquier país del mundo muestra: la conciencia de clase ha penetrado “desde fuera” del propio movimiento obrero. Es más: ha penetrado desde fuera del propio país, desde el extranjero, porque siempre ha existido (existe y existirá en el futuro) una dirección del movimiento obrero que procede de las partes más avanzadas del mismo y se dirige hacia las más atrasadas, y no al revés. Por eso el partido de nuevo tipo ejerce el papel de vanguardia o avanzadilla: porque transmite una experiencia de vanguardia y sus formas de organización a las partes más rezagadas y a los países más rezagados.

Aunque los anarquistas -lo mismo que los trotkistas- rechazan las concepciones leninistas, lo cierto es que en España el movimiento obrero, como tal movimiento de clase, lo inician dos extranjeros como el italiano Giuseppe Fanelli, por los libertarios, y el franco-cubano Pablo Lafargue, por los marxistas. Así ha ocurrido siempre en todo el mundo y sigue ocurriendo en la actualidad: la conciencia de clase, las formas de organización, la ideología y todas las herramientas que el movimiento obrero necesita para alcanzar sus objetivos han procedido (siguen procediendo y seguirán en el futuro) de fuera. Por eso un partido leninista de nuevo tipo no sólo es necesario sino imprescindible para la revolución: porque le aporta al movimiento obrero algo que por sí mismo, por sus propias fuerzas, no puede alcanzar, algo tan importante como esa conciencia de clase que Marx llamó conciencia para sí.

Para aportar al movimiento algo que el movimiento por sí mismo no ofrece hay que ser exactamente una vanguardia, es decr, formar parte del movimiento sin confundirse con el propio movimiento, sin disolverse en él. Una vanguardia no es sólo una organización diferenciada, sino un trabajo diferenciado, una ideología diferenciada y un programa diferenciado. Eso es lo que Marx, Engels y Lenin explicaron de mil maneras diferentes, entre ellas lo que significa hacer algo “por sí mismo” y hacer algo “para sí mismo”. ¿Verdad que cuando hacemos algo para nosotros mismos, lo hacemos también nosotros mismos?

Traducido al lenguaje leninista: la conciencia de clase no procede “desde fuera” de la clase obrera, no procede de intelectuales, ni tampoco de burgueses, sino que se transmite (o se comunica) de los sectores más avanzados del movimiento obrero a los más atrasados. Obviamente para entender eso hay que tener en cuenta aspectos importantes del movimiento obrero: la clase obrera (y sus luchas, y sus experiencias) no tiene carácter local sino internacional. También hay que tener en cuenta que Marx, Engels y Lenin jamás fueron burgueses, sino los primeros espadas del proletariado, quienes crearon y desarrollaron la teoría para que la práctica fuese realmente científica. Para acabar: la vanguardia comunista no sólo no es nada distinto de la clase obrera sino que forma parte de la misma. ¿Qué parte? Exactamente esa: su conciencia.


(1) Lénine et la question du parti. Remarques autour de “Que faire?, marzo de 2005, http://www.lcr-lagauche.be/cm/index.php?option=com_sectionnav&view=article&Itemid=53&id=244

(2) La cuestión del partido o el punto débil de Trotsky, Inprecor, setiembre de 2000, www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/4vercammen.pdf

(3) Trotski, Nuestra tareas políticas, http://www.marxists.org/espanol/trotsky/eis/1904-nuestras-tareas.pdf, pg.54.

El primer ciudadano del Tercer Mundo

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Juan Manuel Olarieta

Henri Curiel nació en El Cairo en 1914, cuando las primeras balas de la Guerra Mundial empezaban a silbar. Su cuna fue la de una familia de usureros y banqueros judíos de origen español (sefardí) que llegaron al país en 1800 formando parte de la retaguardia del ejército napoleónico que invadió Egipto, en aquella época una colonia británica.

Cuando los egipcios no iban al colegio, los hijos de los colonialistas, como Curiel, aprendían que Egipto se había acabado con los faraones dos mil años antes. Luego llegó el vacío y el silencio, como si las dunas se hubieran tragado al país entero. Si Egipto era un país, en él la familia Curiel eran extrajeros. ¿Egipcios? ¿Árabes? ¿Palestinos? ¿Nubios? ¿Judíos? ¿Que era todo eso? Fuera lo que fuera, era algo que no se aprendía ni en la familia, ni en la escuela, sino en otros lugares, hablando con otras personas, como las que forman parte del servicio doméstico: cocineros, nodrizas, jardineros, amas de llaves, mayordomos, guardeses... El proletariado es para la burguesía una fuente de información, de conocimientos, la que le pone en contacto con el mundo real.

Así le ocurrió al joven Curiel con Rosette Aladjem, la enfermera de la casa, una mujer árabe que le muestra las condiciones de vida de los campesinos del delta del Nilo, incluidos los que trabajan en condiciones miserables en las tierras de su padre. Fue el principio del matrimonio entre un judío y una árabe que se prolongó hasta la muerte de Curiel.

Desde muy joven Curiel supo el origen de su fortuna familiar y de un nivel de vida de lujo que le situaba fuera del mundo real, pero, ¿cómo sublevarse contra un padre ciego, por explotador que fuera? No era un problema personal sino de clase. En Egipto una mula era más costosa que un obrero de las fábricas de algodón que su familia poseía, apenas niños entre 7 y 13 años de edad cuyos pulmones se llenaban cada día con el polvo sofocante de los telares. Como máximo un niño obrero sólo duraba un año en su puesto de trabajo antes de contraer la tuberculosis, o la malaria, o cualquier otra enfermedad que le llevaría a la tumba fulminantemente.

Henri fue de esos comunistas que no pudo escoger su origen de clase, pero sí el destino que quiso para sí mismo y para los suyos, el de aquellos cuya causa había abrazado para siempre. Esa es la única libertad, la de verdad, la que se puede elegir. Por eso desde muy joven Curiel se incorporó a las filas del comunismo, convirtiéndose en uno de los más importantes faros del movimiento anticolonialista de Oriente Medio.

Cuando en setiembre de 1939 estalló la II Guerra Mundial, fundó la Unión Democrática para promover la lucha contra el fascismo. Junto con su hermano Raoul trató de incorporarse al ejército francés de De Gaulle. Entonces Rommel asediaba Egipto y mientras la comunidad judía huyó hacia Jerusalén, Curiel se quedó dentro del país para hacer frente a los tanques del Afrikakorps. Sin embargo, la policía le detuvo e ingresó en prisión por primera vez.

Frente al colonialismo británico muchos egipcios se habían arrojado en los brazos del III Reich, como otros tantos en los países de Oriente Medio. Los independentistas se alían hasta con el diablo. Es pura dialéctica, la negación de la negación. "El enemigo de mi enemigo se convierte en mi amigo". Pero el contraespionaje británico detuvo a la quinta columna egipcia y la envió a prisión, donde coincidieron con Curiel. Tras la previsible victoria nazi, los fascistas y los antifascistas, los judíos y los nazis, iban a servir de moneda de trueque del imperialismo británico. Como siempre.

En la cárcel Curiel se apercibe de la fuerza de la causa anticolonial y, una vez en libertad, al año siguiente funda el Movimiento Egipcio de Liberación Nacional, una organización comunista pionera en la descolonización de Oriente Medio y más allá, hacia las fuentes del Nilo, está las primeras semillas del Partido Comunista de Sudán, un país que entonces formaba parte de Egipto. El Movimiento desempeñó un papel capital en la posguera. Tradujo los textos de Marx, Engels, Lenin y Stalin, publicó folletos, creó escuelas de cuadros políticos y guerrilleros pero sobre todo, convocó las primeras huelgas y manifestaciones masivas que obligaron al colonialismo británico a evacuar las ciudades de Egipto en febrero de 1946.

La situación se complicó hasta el paroxismo con la proclamación del Estado de Israel y las primeras guerras con los palestinos, que dividieron profundamente a las masas según su origen religioso y nacional, a las que habría que sumar las propias querellas intestinas entre los comunistas egipcios. El imperialismo hizo el resto. Divide et impera. No había egipcios sino musulmanes, judíos, sudaneses, nubios, coptos... ¿No se habían convertido los judíos ahora en la nueva quinta columna del país? ¿Quién entendía eso de que el proletariado no tiene patria? ¿Qué es el internacionalismo? No había posibilidad de crear un partido de clase por encima de otras consideraciones (nacionales, religiosas) allá donde algunos sólo podían ser considerados como extranjeros, aunque permanecieran donde siempre habían estado.

En la posguerra a Curiel le encarcelaron varias veces en campos de concentración y finalmente en 1950 el rey Faruk demostró que Marx y Engels tenían razón: el proletariado no tiene patria y a Curiel le privaron de la suya, de su nacionalidad. Se convirtió en uno de esos parias de la Tierra, a los que se puede expulsar de cualquier sitio porque en cualquier sitio el apátrida siempre será un extranjero. No tener nacionalidad es como tenerlas todas. Los verdaderos internacionales son los sin papeles, los que no tienen un pasaporte que mostrar en la aduana, los que no pueden presentarse en ningún sitio. Como tituló el periódico "Le Monde Diplomatique", Curiel fue el primer ciudadano el Tercer Mundo.

De Egipto se tuvo que trasladar a Francia, donde dos años después le sorprendió la llegada de Nasser al poder. Algunos de los "oficiales libres" que encabezaron la revuelta eran el colmo de las paradojas políticas de Oriente Medio. Habían estado muy próximos a Curiel; formaban parte de aquella quinta columna nazi que había conocido en la cárcel en 1942, lo que provocó una nueva confusión, no sólo interna sino internacional. El movimiento comunista denunció el golpe de Estado de Nasser como "fascista".

Ese "fascismo" era un término viejo para una situación nueva, un comodín que servía para no decir nada y no tener que rectificar luego nada tampoco. Ya había sucedido antes con acontecimientos históricos indigestos, como los de Ataturk o Perón, que no venían en el manual de instrucciones que los comunistas siguen arrastrando de mala manera. Tan pronto son lacayos del imperalismo como antimperialistas, o nacionalistas, o populistas, en fin, un amplio surtido de adjetivos para todos los gustos y situaciones que requieran una etiqueta y no comprometan a nada.

Curiel lo tuvo claro, no sólo porque conocía bien a los "oficiales libres" que, como Annuar al Sadat, habían coincidido con él en la cárcel, sino porque otros habían formado parte de su organización. Una mezcla muy extraña, paradógica, llena de contrastes, signo de unos nuevos tiempos, característicos de unos movimientos también nuevos, como son los del Tercer Mundo. Curiel no sólo entendía esa ambigüedad sino que en Francia siempre formó parte integrante de ella porque el manual de instrucciones exige la clarificación de un proceso que está en plena fase de gestación. ¿Será un niño o una niña? Entonces no había ecografías...

En Francia Curiel ni lee un manual de instrucciones, ni habla de oídas sobre el Tercer Mundo: forma parte de él, de todos sus rasgos característicos. Es un precursor de un fenómeno nuevo que estaba a punto de estallar y que marcaría definitivamente la segunda mitad del sigo XX: el fin del colonialismo. Sólo los ambiguos entienden las situaciones ambiguas. Cuando en Francia los comunistas decían que los "oficiales libres" de Nasser eran fascistas, para Curiel se trataba de un movimiento progresista y antimperialista, cualquiera que fuera su pecado original. Acertó y fueron los demás los que tuvieron que rectificar, tarde y mal. Su posición política le costó enfrentarse a los comunistas franceses y a algunos egipcios. En París le tocó ser tan incómodo como en El Cairo. Él siempre supo, además, que el nasserismo suscitaría un amplio apoyo de las masas, no sólo en Egipto sino en el mundo entero. Es el tipo de situaciones que los comunistas nunca deberían descuidar.

A pesar de su nombre, los movimientos de liberación no eran nacionales sino internacionales, y también ese punto está presente en la biografía Curiel, que a partir de 1957 apoya al movimiento independentista argelino, mientras las posiciones de los revisionistas franceses degeneran a pasos agigantados, lo que le conduce a una ruptura abierta con ellos. Como vasos comunicantes, unos se hunden mientras los otros se desarrollan. Pero hay un matiz decisivo que diferencia a Egipto de Argelia y que empeora aún más las cosas para Curiel y para el Partido Comunista reconvertido en "francés": Argelia forma parte integrante de Francia, de su propio imperio. Tomar parte por la liberación nacional supone convertirse en un traidor a la propia patria... pero sólo para quienes tienen patria.

Como no es el caso de Curiel, se incorpora a la red Jeanson de apoyo al FLN argelino en París, las tripas de la metrópoli. Cuando en 1960 el contraespionaje francés detiene a Francis Jeanson, asume la dirección de la red, al tiempo que organiza el Movimiento anticolonialista francés. Aquel mismo año le detienen, encarcelándole en Fresnes (París) y ordenando su expulsión de Francia, lo que la policía nunca logró ejecutar.

A su salida de la cárcel organiza el grupo clandestino Solidaridad que aglutinó a los refugiados políticos de los países del Tercer Mundo que vivían escondidos en Francia, y otros represaliados, como los antifranquistas españoles, latinoamericanos, portugueses, griegos y sudafricanos. Otro campo de actividades de la organización fue el apoyo a los desertores estadounidenses que se negaban a colaborar en la guerra de Vietnam.

La solidaridad seguía -sigue- siendo el gran proyecto pendiente. El plan de Curiel era parecido a otros de aquella época como la OSPAL (Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina) surgida en 1957 de la mano del marroquí Mehdi Ben Barka o la Tricontinental del Che Guevara, que se debía inaugurar en 1966 en La Habana. El imperialismo aún no había empezado a tapar sus vergüenzas con las ONG.

De aquella red solidaria formaron parte muchos comunistas habituados al trabajo clandestino desde la época de la Resistencia contra la ocupación nazi de Francia. La red no sólo proporcionaba apoyo sino formación teórica y práctica en organización política, agitación, tácticas de lucha clandestina, tránsito de fronteras, falsificación de documentos de identidad, impresión y transporte de propagada, de fondos...

Algunos de ellos se fueron desligando de las posiciones del Partido Comunista "francés". Otros eran viejos combatientes que procedían de las colonias, como la comunista egipcia Didar Fawzy-Rossano, fallecida en 2011. En su autobiografía, titulada Memorias de una militante comunista (1942-1990), Fawzy-Rossano cuenta que fue Curiel quien la incorporó al comunismo en 1942, junto con su entonces marido Osman, que era oficial del ejército egipcio y participó en el golpe militar nasserista. En 1954 Osman fue nombrado agregado militar de la embajada de Egipto en Moscú. Dos años después Fawzy-Rossano se separó de él y se trasladó a París para fundar el grupo Solidaridad. Fue detenida por la policía francesa pero escapó de prisión y en 1960 logró llegar clandestinamente hasta Argel, ciudad en la que creó un ramal del grupo.

El levantamiento de mayo de 1968 fue como si el movimiento anticolonial rebotara en forma de huelgas en la fábricas y barricadas en el mismo centro de París. Causó un empeoramiento de la situación de una organización clandestina como Solidaridad. La reacción francesa necesitaba contener un movimiento de masas que, lo mismo que en los países vecinos (Irlanda, Italia, Alemania, España) se encaminaba hacia la lucha armada a pasos agigantados, una tendencia que requería poner en marcha todos los resortes sucios del Estado burgués.

Empezando por la prensa. Desde 1976 la prensa francesa fue preparando el asesinato de Curiel con una repugnante campaña orquestada por el periodista Georges Suffert desde la revista "Le Point" bajo un titular sonoro: "El jefe de las redes de ayuda a los terroristas". En la prensa intoxicadora de entonces Curiel fue una especie Bin Laden con el agravante del KGB, es decir, con las peores recomendaciones del momento. Naturalmente la red terrorista internacional (Brigadas Rojas, IRA, Fracción del Ejército Rojo) que Curiel dirigía estaba orquestada desde Moscú.

Las campañas de intoxicación siempre van dialecticamente unidas a la guerra sucia y a las actividades paralelas y parapoliciales del Estado burgués. El contraespionaje francés salió de sus cloacas. El 4 de mayo de 1978 unos pistoleros penetraron en la casa de Curiel en Paris y le asesinaron junto al ascensor de tres disparos percutidos a quemarropa.

No fue un caso aislado. Su asesinato forma parte de otros muchos cometidos en la capital francesa siguiendo el mismo estilo provocador, en el que el contraespionaje francés actúa al unísono con matones de países en los que imperan brutales gobiernos fascistas, como es el caso de la España de la transición. Un año después de Curiel asesinaron en el mismo sitio a Martín Eizaguirre y Fernández Cario, militantes del PCE(r) siguiendo el mismo formato: previa campaña de intoxicación de la prensa franquista, en este caso, de Alfredo Semprún y el diario ABC.

A finales de los setenta del pasado siglo París se había convertido en una ratonera para los revolucionarios que se habían instalado allá huyendo de sus países respectivos, creyendo que Francia seguía siendo la cuna de los derechos humanos, un país de asilo y refugio. En un reciente libro René Gallissot lista la cadena de asesinatos políticos cometidos allá entre 1965 y 1996, que suman un total de 60. No me salen las cuentas; creo que son algunos más...

La investigación del asesinato de Curiel sigue siendo secreto de Estado a fecha de hoy. El Estado se tapa a sí mismo, pero no hay nada que tapar. ¿Como asesinar a alguien tan estrechamente vigilado por la policía francesa? La pregunta desvela la respuesta: quien asesinó a Curiel fue la propia policía francesa.

Tras la mentira, el secreto crea una segunda cortina de humo. A partir de él lo que se convierte en una tarea de investigación periodística es la muerte, no la vida. ¿Quién fue Curiel? ¿Qué fue Curiel? Lo explica Fawzy-Rossano en un documental grabado poco antes de su muerte, cuando le define como un "revolucionario profesional".

Boko Haram es un submarino de la CIA

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Juan Manuel Olarieta
A quien los quiera leer, los documentos de Wikileaks le demuestran que la embajada de Estados Unidos en Lagos, la capital de Nigeria, es una fábrica de terrorismo, de grupos terroristas y seudoislamistas, del tipo de Boko Haram, la organización que ha secuestrado a decenas de niñas nigerianas con la excusa de canjearlas por presos de su organización que cumplen condena en las prisiones del país africano.

En torno al secuestro la intoxicación mediática ha orquestado la consabida campaña, en la que si los islamistas son malos, los africanos son peores. Unos salvajes. Sólo en los dos primeros meses de este año Boko Haram ha asesinado a más de 1.300 personas.

Nigeria es el corazón de África, el centro económico y político del continente. Desde su origen, es uno de los países estratégicos, no sólo por sus yacimientos petrolíferos y su poder financiero, sino porque desde los años setenta del pasado siglo siempre apoyó a las guerras de liberación y ha estado en todas las fuerzas de ocupación que han enviado la ONU y la OUA a los países en conflicto.

Desde hace años Estados Unidos está llevando a cabo un programa sistemático de desestabilización de Nigeria como potencia rival que obstaculiza su penetración en África. Los papeles de su embajada en Lagos no sólo refieren el espionaje a políticos, financieros y petroleros nigerianos, con los chantajes que se derivan de una información comprometedora, sino la creación, organización, sostenimiento y apoyo total a los grupos seudoislamistas cuyo objeto es contrarrestar la influencia del ECOMOG, creado en 1990 con ocasión de la primera guerra de Liberia y estrechamente sometido a la influencia de Nigeria. Aunque el ECOMOG significa Grupo Económico de Seguimiento de la Comunidad de Países de África Occidental, se trata de una fuerza militar africana de alcance estratégico.

Inicialmente a Estados Unidos le interéso ECOMOG porque marginaba a las potencias europeas, sobre todo a Francia, que tradicionalmente había dominado en la región. Pero, al mismo tiempo, la presencia de Nigeria crecía exponencialmente, hasta un punto que dejó de interesar a Estados Unidos, que pusieron en marcha el programa ACRI o Iniciativa de Respuesta a la Crisis Africana, que procede de las recomendaciones del Instituto de África-América y el Instituto Brookings, encargados por la CIA de proponer las líneas maestras del imperialismo estadounidense en África oriental, por lo demás bien conocidas. Se trata del divide y vencerás, en donde las divisiones son de naciones, de tribus, de religiones, de clanes, de sectas, en fin de todos los tipos de divisiones que se puedan imaginar; si no existen se inventan y si son pequeñas se agudizan.

Los informes elaborados para la CIA confirmaron el papel central que Nigeria estaba jugando en ECOMOG así como el éxito obtenido en la contención de la crisis de Liberia sin que las grandes potencias occidentales, incluyendo Estados Unidos, hubieran tenido tiempo siquiera de desempeñar ningún papel relevante. En fin, África se bastaba a sí misma y mientras las potencias imperialistas fomentaban la guerra, los países africanos buscaban la paz.

Un cable diplomático de fecha 29 de junio de 2009 muestra que a lo largo del país la CIA estaba reclutando jóvenes islámicos y entrenándolos en campamentos próximos a las fronteras de Níger, Chad y Camerún con instructores llevados desde Oriente Medio. Más en concreto: el cable decía que Arabia Saudita había formado a los "rebeldes" libios, que a su vez habían entrenado a los rebeldes malíes de los que deriva Boko Haram, y continuaba profetizando un atentado devastador de la secta que tuvo lugar dos meses después.

Con ocasión de una oleada de bombas, a finales de 2011 la prensa africana ya denunció que Boko Haram era el brazo de la CIA en Nigeria. La embajada volvió a profetizar que esperaba más explosiones en tres hoteles de Abuja, la capital económica de Nigeria.

Pero las predicciones de la embajada de Lagos van mucho más allá: los informes que manejan los imperialistas afirman que el año que viene -año de elecciones- Nigeria habrá dejado de ser un país, lo mismo que Yugoeslavia, lo mismo que Checoslovaquia, lo mismo que Libia, lo mismo que Ucrania... Pero si la profecía no se cumple, ya se encargarán ellos de que se cumpla. Seguramente se cumplirá siguiendo un guión previsto en tres fases sucesivas, tal y como tiene prevista la embajada de Lagos.

40 años del "Watergate"

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Nicolás Bianchi

(En realidad, cuarenta y dos). En agosto de este año, 2014, se cumplirán cuarenta de la dimisión del presidente Richard Nixon de los EE. UU. como consecuencia de lo que dio en llamarse "Caso Watergate", un hotel con oficinas y apartamentos donde se ubicaba el cuartel general del Partido Demócrata opositor a Nixon en 1972, año de elecciones que, por cierto, Nixon ganara barriendo a George McGovern, revalidando su mandato de 1969.

En la noche del 17 de junio de 1972, un guardia de seguridad del complejo de edificios Watergate, a orillas del Potomac en Washington, advirtió la presencia de alguien husmeando por allí saltándose los controles de seguridad. Llamó a la policía que detuvo a cinco hombres dentro de la oficina del Comité Nacional del Partido Demócrata. Los cinco -luego dos más, siete- fueron acusados de haber entrado en la oficina para robar (sic) documentos, pinchar teléfonos e instalar escuchas electrónicas, esto es, labor de "fontanería", como se dijo entonces. En 1973 fueron juzgados y sentenciados a penas irrisorias de cárcel no superiores a los cinco años. Comenzaron las dimisiones en cadena de los colaboradores más directos del presidente Nixon que amenazaba -comités y comisiones- con interponer un "impeachment" al presidente, es decir, un proceso para incapacitar a Nixon para ejercer la Presidencia.

Resumiendo, Nixon, acorralado, cociéndose en su sarta de mentiras, reconoció haber tratado de encubrir los hechos relacionados con la ilegal entrada en la oficina demócrata en el Watergate y entregar unas cintas grabadas en el Despacho Oval -donde se reúnen los "halcones" con el Presidente-, reclamadas por el Senado norteamericano y que recibió con alguna (cinta) borrada en parte (18 minutos) sin que se sepa qué contenía hasta hoy. Nixon, tramposo paranoico y mentiroso compulsivo. primero quiso entregar unas cintas a fiscales y procuradores previamente "cepilladas", que diría el trilero Alfonso Guerra, y, como no le salió esta jugada, las entrega al Senado, pero "a su manera", my way, que cantara Sinatra. Así y todo, viéndose perdido, presenta su dimisión en la tarde del 8 de agosto de 1974. Su vicepresidente, Gerald Ford -experto en caerse bajando las escalerillas de los aviones-, le sucedió inmediatamente al día siguiente. Lo primero que hizo Ford (quien, por cierto, formara parte de la "Comisión Warren" que dictaminó que a Kennedy lo mató una sola persona, Oswald, y punto pelota) fue indultar -perdonar- a Nixon evitando, así, su incapacitación y deteniendo cualquier procedimiento judicial contra él. Así se las ponían a Fernando VII, el rey felón.

Dice la leyenda que de no ser por dos periodistas del Washington Post -un periódico que presume de ser "local", es decir, del "Este" y no de tirada "estatal" como el New York Times o el Wall Street Journal-, Carl Bernstein y Bob Woodward, Nixon se hubiera ido de rositas. Es posible. Nixon lo creía así. Pero se supone que gracias a sus investigaciones (entonces existía el "periodismo de investigación" de raigambre puramente norteamericana como también el amarillista) y a la fuente secreta que les informaba -sobre todo a Woodward, el Robert Redford de la película "Todos los hombres del Presidente" (Alan J. Pakula, 1976), hombre relacionado con la inteligencia naval antes de ser periodista, algo de lo que jamás habla- , la "Garganta Profunda" que resultó ser -eso dijeron en 2005 en la revista "Vanity Fair"- un director adjunto del FBI, Mark Felt, bajo la presidencia de Nixon. Felt y Woodward se conocían ya antes de esta movida.

La moraleja que se quiso transmitir al mundo ("libre", por supuesto) fue que las democracias (occidentales, burguesas) se refuerzan a base de lavar sus trapos sucios. Y, si no los hubiera, no habría democracia. Y es que la corrupción, por ejemplo, es la piedra de toque de una democracia. A mayor corrupción, mayor democracia, siempre que, ojo, destapes algún chanchullo por ahí y de vez en cuando. Y si te cargas al Presidente del Imperio pues no veas: democracia de cojones.

A Nixon no le echaron por mentir ni por hacer cosas malas: ¡¡le echaron por hacerlas mal!! Por manazas, por soberbio, por abusón. De hecho, los "fontaneros" ya habían entrado en mayo de 1972, sin ser pillados, en Watergate. ¿Se sabía esto entonces y no se dijo nada? ¿O tuvo que ser el azar de un guarda de seguridad que los pilló y llamó a la policía y desbarató todo? No nos creemos nada. Y menos después de lo que han sido capaces de hacer con el autoatentado de las Torres Gemelas el 11-S.  O Kennedy. O tanta falsa bandera...

En Europa el fascismo está de moda

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Juan Manuel Olarieta

Las cumbres europeas son como las bodas; todos visten sus mejores galas para la ocasión, para salir en los telediarios. Lo que ocurre de puertas adentro ya es otra cosa, como la luna de miel en la habitación del hostal. Nadie lo cuenta, pero nos lo imaginamos.

En época de crisis un personaje estelar de esas cumbres es el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, el tipo mal encarado de la silla de ruedas. Schäuble es a Merkel lo que Montoro a Rajoy, pero con algunas diferencias importantes. Antes de las finanzas Schäuble fue ministro de Interior en dos tramos, el primero entre 1989 y 1991. Nueve días después de la unificación alemana, el 12 de octubre de 1990 fue víctima de un atentado. Desde entonces se desplaza en silla de ruedas.

Como entonces el "terrorismo individual" ya había desaparecido en Alemania, dijeron que el atentado lo había cometido un trastornado mental. Es la explicación idealista de siempre. Sólo cambian las atribuciones. Los perturbados de ahora son los terroristas de antes, o ambas cosas a la vez: los terroristas son unos perturbados y los perturbados son unos terroristas.

Tras la formación de la gran coalición entre democristianos y socialdemócratas, en 2005 Schäuble fue nombrado nuevamente ministro federal del Interior en el gobierno de Angela Merkel, hasta que en 2009 pasó al ministerio de Hacienda. Es un hombre de firmes convicciones cristianas (evangélicas). Si llevara turbante en la cabeza la prensa que le adula diría que es un talibán. Si además supieran que ha estado envuelto en tramas turbias de tráfico de armas, los insultos subirían de tono.

Schäuble defiende lo indefendible. Por ejemplo, ha defendido el uso de la información obtenida por espías extranjeros mediante la tortura de los detenidos y siempre se ha mostrado partidario de la liquidación de terroristas... pero de manera selectiva, es decir, eligiendo muy bien a quién eliminan. Estamos tan habituados a este descaro que ya ni siquiera nos escandaliza, de tal modo que cuando los asesinatos selectivos se conviertan en masivos no nos daremos ni cuenta.

En 2006 el ministro de Defensa Franz Josef Jung se mostró partidario de redefinir el estado de guerra a fin de incluir el terrorismo como un supuesto de hecho que permitiría declarar la ley marcial, es decir, que el ejército se hiciera con las riendas del Estado, que los consejos de guerra sustituyeran a los tribunales civiles, y así sucesivamente.

Un poco antes el gobierno alemán intentó aprobar una ley de seguridad aérea por la cual el ejército podía derribar un avión comercial si sospechaba que pudiera ser utilizado contra la seguridad de las personas en tierra. No hay nada que engendre más inseguridad (en las personas) que la paranoia de la seguridad (en los gobiernos) y por eso en España aprueban leyes tan seguras como las de seguridad ciudadana o de seguridad privada. Gracias a esa seguridad, lo que sólo es posible se transforma en absolutamente cierto; el riesgo de muerte causa muertes seguras.

Las excusas de la burguesía son así de tramposas. Unas veces dicen que lo importante son los derechos de las personas, los individuales, frente al totalitarismo de lo colectivo, de los derechos sociales. Pero otras lo vuelven del revés: lo importante son los derechos colectivos, la sociedad, frente a lo individual, a las personas.

Un Estado criminal como Alemania siempre encuentra un argumento, y el de Schäuble fue el siguiente: en casos de extrema urgencia la protección de la vida de las personas está limitada. Siempre queda en el aire de qué tipo de urgencia se trata, ya que a nosotros nos ponen en el lugar de quien está en el suelo, no del pasajero del avión al que asesinan con un misil junto a otros cientos que se sientan a su lado... pero no hay que preocuparse: eso sólo es posible en casos de urgencia.

Aunque Schäuble puso el argumento, la ley de seguridad aérea no procedía de la derecha sino de la socialdemocracia y Los Verdes, que saben muy bien de lo que están hablando. El antecesor de Schäuble en el Ministerio del Interior fue el verde Otto Schily, quien había sido abogado de la Fracción del Ejército Rojo en el proceso de Stammheim. Más en concreto: Schily fue el defensor de Gudrun Ensslin, una de las dirigentes de la organización armada que en 1977, dos años después del juicio, fue asesinada dentro de la cárcel "selectivamente", junto con otros dirigentes de la misma organización, un crimen colectivo cometido -no hay que olvidarlo- por la socialdemocracia, lo mismo que el de Rosa Luxemburgo 60 años antes.

El Libro Blanco sobre política de seguridad que aprobó el gobierno alemán en el otoño de 2006 dice que es necesario "ampliar el marco constitucional" para poder recurrir al empleo de medios militares con fines domésticos, es decir, en una guerra contra el enemigo interior. Schäuble lo llamó cuasi-defensa, o lo que es lo mismo, cuasi-guerra, y el portavoz del ministro socialdemócrata del Interior, Dieter Wiefelspütz, coincidió con él, exigiendo una nueva interpretación del concepto de "defensa" ya que no importa el origen (exterior o interior) del peligro sino el peligro en sí mismo. La defensa es la protección del territorio nacional cuando la actividad de la policía es insuficiente.

Hasta aquí lo expuesto no es más que un resumen muy apretado de los proyectos represivos en Alemania, que se deben complementar con otros en la misma línea, como el de reabrir los campos de concentración para internar a los sospechosos al estilo de Guantánamo, es decir, sin necesidad de ninguna clase de juicio. A diferencia de los asesinatos, Schäuble ya ni siquiera se tomó la molestia de precisar que se trataba de encarcelamientos "selectivos", por lo que es bastante evidente que se están planeando redadas masivas e indiscriminadas.

Estas medidas aparecen envueltas en una retórica presidida por términos tales como amenaza, peligro o riesgo, es decir, por el vacío. Se trata de medidas que no se pueden justificar con ningún hecho que haya ocurrido realmente sino por puras sospechas carentes de fundamento.

Esa es la Europa a la que llaman "democrática". A partir de aquí hay que imaginar lo que puede ocurrir cuando los fascistas que vienen por detrás se quiten la careta. ¿Qué otra cosa se les puede ocurrir a ellos que no hayan puesto en marcha los "demócratas"? Como en los tiempos del III Reich el papel de los "demócratas" (y socialdemócratas, y progres, y reformistas) es siempre el mismo: dejarlo todo bien preparado para que cuando lleguen los fascistas descarados no tengan ningún contratiempo, no haya nadie que levante la voz, ni escraches, ni pancartas, ni altavoces, ni nada de nada.

Se me ocurre que -como hicieron hace 100 años con Rosa Luxemburgo- los "demócratas" van a empezar asesinando a los revolucionarios para que nadie pueda oponer ninguna resistencia. No perderían votos porque ningún reformista va a levantar la voz. Pero eso no significa que no se esfuercen por hacer pasar a una cosa por su contraria, o que tiren balones fuera, como hacía Schäuble el mes pasado al comparar a Hitler con... Putin. En Europa el fascismo está de moda. En un país o en otro ya nadie deja de hablar de Hitler y de fascismo, es decir, de eso que algunos creían enterrado para siempre.

Es cierto que hay quien aún no sabe poner la trinchera, pero la burguesía sí lo sabe. En 2007 lo dejó bien claro el redactor jefe del diario Die Zeit, Theo Sommer: "Incluso en nuestra parte del mundo nadie puede asegurar de ninguna manera que en el futuro no vaya a haber una revolución". En efecto, en toda Europa no hay más que dos campos: la revolución y la contrarrevolución, los fascistas y los antifascistas. Pero hay algo aún más importante que eso: de aquí en adelante ningún antifascista puede esperar ni la más mínima concesión por parte del reformismo, del legalismo y del pacifismo, que están absolutamente agotados y desacreditados. Cualquier forma de oposición al fascismo está fuera de la legalidad y en contra de la legalidad, por algo que me parece evidente: porque la legislación ya es plenamente fascista.

Nacionalismo español

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Nicolás Bianchi

Vamos a partir de una conclusión que habría que demostrar y a la que llega el historiador Juan Sisinio Pérez Garzón en su libro “La gestión de la memoria”.

La tesis es que, por ejemplo, un concepto tan usado como el de “cultura española” se ve incuestionable por obvio. Juega con la ventaja de un nacionalismo que no se presenta como tal y que da por supuesto que “lo español” ya está definido de una vez por todas y acabáramos.

Vaya por delante que ninguna cultura nacional o idioma o religión se han formado en aislamiento, no son productos endógenos. El lerdismo actual ultranacionalista y chovinista, una vez conquistado el islote de Perejil, hazaña bélica sin par, encuentra uno de sus últimos refugios en el deporte profesional (trufado de dopajes). Pones la radio o enchufas la tele y un locutor nos informa de qué han hecho “los nuestros” en la NBA norteamericana, algo de rabiosa actualidad. Ya no es el español tan bajito. Recuerdo al ciclista ¿español? Luis Ocaña, hijo de emigrantes conquenses en la República francesa. Sus éxitos deportivos vinieron de perlas a la escuálida dieta patriótica española. Pero Ocaña (en francés “Ocana”) tenía un defecto glosopédico: su fortísimo acento francés cuando se expresaba en “español”. Y una tara: en el idioma de Molière se expresaba infinitamente mejor que en el de Cervantes. Luego se suicidó y ya nadie se acuerda de sus gestas en el Tour. Era un español “a medias”, sin el ADN de Bahamontes, que este sí que era español de cojones.

El ejemplo tal vez esté cogido por los pelos, pero las patentes de españolidad dicen que no es lo mismo un triunfo del pinteño Contador que del navarro Indurain, entre un cristiano viejo o un probable agote. Los Reyes Católicos “ya eran españoles”, según la historiografía liberal del siglo XIX, y no digamos el Cid (Viriato no, éste sería “portugués”, lusitano) o Isidoro de Sevilla (Hispalis). Los musulmanes derrotados en Granada no eran “españoles”, ni siquiera “otros españoles” como los sefardíes expulsados de su tierra. Y, sin embargo, en las relaciones internacionales, los “hispanos” eran los árabes peninsulares. El resto astures, leoneses, castellanos, navarros, aragoneses, en definitiva, ”cristianos”, pero jamás “españoles”. Abderramán sería más “español” que Pelayo. A alguien le va a dar un soponcio...

El nacionalismo español, pues tiene la dudosa virtud de presentarse como si no fuera nacionalista, como si sus pretensiones fueran lo natural y normal o incuestionable. En este sentido –dice el autor-, el nacionalismo español, confundido con la propia historia del Estado desde las Cortes de Cádiz, al no definirse como tal nacionalismo, resulta difícil discernirlo de la historia política general en la que el concepto de España se plantea desde el supuesto incuestionable de la existencia unitaria de un Estado que no deja de ser el reducido y menguado heredero territorial de una monarquía tan plural como dispersa en sus posesiones. Seguiremos.

Nacionalismo español (II)

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Nicolás Bianchi


No hay que engañarse: lo estricta y genuinamente “español” es lo castellano (como pudo haber sido lo astur-leonés). Pero no podía decirse lo “galaico-castellano” o lo “vascongado-castellano” y menos lo “castellano-castellano”, pero sí lo gallego-español, lo vasco-español y lo español por antonomasia: lo castellano. Todo es español, un término, por cierto, que si a Américo Castro hacemos caso, ni siquiera es “español”, sino de origen provenzal. En términos lingüísticos, no se hablaría el “vasco-castellano”, sino el español sin más, igual que en el Río de la Plata no se habla “argentino”, sino “español”. O en México (pronúnciese la x como jota).

Todavía se repite la mixtificación de que los Reyes Católicos unieron “España” cuando, en realidad, sólo casaron dos reinos, pero sobre todo conquistaron otros dos: el navarro y el granadino-nazarí. O que la expulsión de judíos y moriscos se justificaba en aras de esa “unidad religiosa tan necesaria–nos dice Pérez Garzón- para afianzar la unidad política”. Ni existía “España” ni mucho menos la “nación española”. Como tampoco existía la nación vasca o la catalana.

El concepto de España como sustancia con independencia ontológica se fraguó en el siglo XIX para dar soporte de soberanía política al proceso de organización de un Estado liberal homogeneizado y codificado de una nación de ciudadanos propietarios (o sea, la inmensa minoría) y de un mercado para el despliegue de las formas capitalistas. Fuesen republicanos, progresistas, doctrinarios o tradicionalistas, superpusieron la “nación cultural” a la política desde una perspectiva esencialista de España que, al devenir en sustancia, permitía retroproyectar el presente hacia remotos siglos del pasado. Por ejemplo, Isidoro de Hispalis es San Isidoro de Sevilla, de godo a español. Y para Menéndez Pidal, ”historiador nacional”.

A partir de la consolidación de la revolución liberal se hizo realidad un nuevo modo de escribir e interpretar el pasado. Los historiadores lograron reforzar la idea de continuidad histórica desde los primitivos pobladores, prehistóricos, de la península hasta el Estado liberal, y así extendieron la denominación de “españoles” a los pueblos de la antigüedad peninsular (el Jabato sería ibero a fuer de protoespañol, en fin...). Y todos los historiadores se reclamaban “objetivos”.

Al pueblo español se le dotaba de ingredientes perennes y se le definía con carácter inmutable desde la óptica del romanticismo historicista. Bajo este prisma, claro es, no puede extrañar que las dinastías musulmanas de ocho siglos de historia no dejaran de ser el paréntesis de esos “otros”–los árabes- que invadieron “lo español”. O sea, desde Viriato hasta Daoiz y Velarde pasando por el Cid, Fernando el Santo, Guzmán el Bueno o Hernán Cortés como encarnaciones y arquetipos del carácter español.

Hoy los proeles son San Raúl González y Sergio Ramos, mástiles y faros de “la Roja” esa.
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