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¡¡¡POR LA ORGANIZACIÓN INDEPENDIENTE!!!
¡¡¡BOICOT A LOS SINDICATOS TRAIDORES Y A LOS PARTIDUCHOS INSTITUCIONALES!!!
¡¡¡VIVA LA LUCHA OBRERA!!!
EL Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela, con profundo dolor ante la desaparición física de nuestro Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, líder indiscutible del proceso bolivariano en Venezuela, América latina y el mundo, desea expresar su firme convicción en continuar levantando las banderas de lucha de la revolución socialista y la unidad popular revolucionaria.
El presidente Hugo Rafael Chávez Frías durante toda su vida dedicó esfuerzos y contribuyó en la construcción y defensa de la Patria, en procura de la conquista de una sociedad de justicia y libertad para el pueblo trabajador venezolano, latinoamericano y del mundo, enfrentando al imperialismo mundial y sus lacayos.
Es indiscutible que nuestro camarada presidente asumió siempre con ejemplar disciplina y abnegación revolucionaria, la difícil y exigente tarea de conducir a nuestra Patria por los senderos de la construcción de una sociedad más justa, asumiéndola como un compromiso de vida.
Desde el Buró Político del Partido Comunista de Venezuela condenamos las políticas de guerra mediática y manipulación que emprenden los sectores reaccionarios de Venezuela, con la orientación del imperialismo estadounidense, principal enemigo de la clase obrera y todo el pueblo trabajador.
Llamamos al Pueblo Venezolano, a las fuerzas políticas y sociales revolucionarias a cerrar filas, a mantenernos alertas y vigilantes ante las pretensiones del imperialismo de crear caos y desestabilización en nuestro país. Por lo que debemos demostrar los altos niveles de organización y movilización disciplinada de nuestro pueblo, desde todas las instancias creadas durante estos últimos años.
Hacemos llegar a sus seres más allegados y que en vida le amaron entrañablemente, nuestras expresiones de solidaridad y condolencias, muy especialmente a sus hijos e hija y demás familiares.
El Buró Político rinde homenaje al camarada presidente HUGO RAFAEL CHAVEZ FRIAS, cuadro revolucionario que se eternizará en el imaginario colectivo de nuestra Patria como ejemplo de firmeza, entrega, valentía y grandeza revolucionaria.
Hacemos un llamado al pueblo venezolano a continuar esforzándonos para que el valor, la fortaleza, el desprendimiento e infinito amor por la humanidad consustanciales a la conducta y acción revolucionaria del camarada presidente HUGO RAFAEL CHAVEZ FRIAS, sean ahora y siempre ejemplo para nuestro pueblo y las nuevas generaciones de luchadores por la vida.
Caracas, 05 de marzo de 2013
Juan Manuel Olarieta
El materialismo histórico es una concepción científica acerca de la sociedad y de la historia que, como cualquier otra, tiene sus propios conceptos, uno de los cuales es el fascismo, que fue acuñado por la Internacional Comunista sobre la base de las tesis que Lenin dejó establecidas acerca del imperialismo, y que él mismo resumió de la siguiente manera:
"El viraje de la democracia a la reacción política constituye la superestructura política de la nueva economía, del capitalismo monopolista (el imperialismo es el capitalismo monopolista). La democracia corresponde a la libre competencia. La reacción política corresponde al monopolio [...]
"Tanto en la política exterior como en la interior, el imperialismo tiende por igual a conculcar la democracia, tiende a la reacción. En este sentido resulta indiscutible que el imperialismo es la 'negación' de la democracia en general, de toda la democracia" (1).
Naturalmente quienes están al margen del materialismo histórico no están de acuerdo con esa y otras tesis leninistas, ni utilizan los mismos conceptos científicos, ni son capaces tampoco de criticar a Lenin, Dimitrov y la Internacional Comunista, el núcleo de cuyas posiciones es que el imperialismo es la negación de la democracia.
Una burda falsificación del parlamentarismo
Además de legalidad, los Estados se rodean de legitimidad, tanto más en cuanto que la dominación de clase se impone sobre una base social muy estrecha, como es el caso de la burguesía monopolista, cuya legitimación reposa sobre la democracia. Por consiguiente, en la época imperialista la burguesía entra en contradicción con los propios fundamentos de su dominación y trata de esconderlos bajo diferentes disfraces que, en última instancia, como decía Dimitrov, son otras tantas falsificaciones burdas del parlamentarismo (2), es decir, del binomio pluripartidismo y elecciones, lo cual conduce a ese lema tan extendido de que "tenemos el gobierno que nos merecemos" (3). En definitiva, que la responsabilidad es nuestra, como siempre, porque no votamos a la opción correcta, que siempre suele ser reformista.
Esas concepciones son intolerables. Derivan de la confusión de la legitimidad con la legalidad, que corre paralela con la del Estado y el gobierno, olvidando que lo que habitualmente se conoce como "cuestiones de Estado" están por encima de los gobiernos, los partidos y las elecciones. Es más, no cambian (casi) nunca y, sin embargo, no suelen ser objeto de atención. En palabras de Dimitrov, el fascismo no concierne al gobierno sino al Estado; no es un simple cambio de gobierno sino de la "forma estatal de la dominación de clase de la burguesía" (4).
En 1935 Dimitrov tituló su informe a la Internacional Comunista como la "ofensiva del fascismo" porque en aquel momento ese era su rasgo más característico. Históricamente el fascismo nace por la manera brutal en que la burguesía enfrenta una situación de crisis provocada por el desafío del movimiento obrero tras la Revolución de Octubre. La ofensiva fascista de la burguesía supuso, correlativamente, la defensiva del movimiento obrero, por no decir su derrota y aplastamiento, con las conocidas secuelas represivas, campos de concentración, clandestinidad, exilio, etc.
Esa situación explica los motivos por los que el fascismo nace históricamente, así como sus consecuencias, pero no la esencia del fascismo mismo como superestructura política del Estado burgués característica de la época del imperialismo. Por lo tanto, el fascismo no se identifica ni con aquella etapa, ni tampoco con alguna de las formas concretas que ha revestido en alguno de los países, por ejemplo, con el corporativismo italiano.
Ahora bien, afirma Dimitrov, no se puede establecer un esquema general sobre el desarrollo del fascismo (5)y, en cualquier caso, el partido comunista debe prever el paso de las formas defensivas a las ofensivas (6). Con tanta más razón en aquellos países, como España y Portugal, en los que el fascismo ha tenido una historia larga, que no coincide con la experiencia política de otros países, como Alemania o Italia, donde fue derrotado en 1945, es decir, en donde la experiencia fue relativamente breve, lo que ha contribuido a su mixtificación al presentarlo como un régimen excepcional, un paréntesis político, tras el cual el Estado burgués vuelve siempre a su forma "normal", que es la democracia burguesa.
Sobre la base de la experiencia de esos países, los oportunistas consideran que el materialismo histórico está equivocado y que la historia es reversible, que la tendencia general del imperialismo es hacia la democracia burguesa. Cuando Lenin habla de una "ley histórica", como el viraje de la democracia hacia la reacción política en la época del imperialismo, se refiere a una "tendencia" sobre la cual actúan fuerzas que operan ese sentido y fuerzas que operan en el opuesto y, aunque se pueden poner ejemplos opuestos, la tendencia dominante es la que Lenin, Dimitrov y la Internacional Comunista establecieron correctamente.
El caso de España así lo demuestra y es inconcebible que el regreso a la democracia burguesa se traslade a nuestro país, en donde el fascismo ni ha sido derrotado, ni ha tenido una historia corta. Del mismo modo que Marx y Engels pudieron desentrañar la esencia del capitalismo en aquel país, Inglaterra, el que había tenido una trayectoria más larga, la naturaleza política del fascismo se debe analizar en países como España, que es su modelo más acabado y teniendo en cuenta, como exigía Dimitrov, su evolución a lo largo del tiempo, sus cambios históricos y, muy especialmente, la transición.
¿Obstaculiza el fascismo el desarrollo de las fuerzas productivas?
En España el análisis del fascismo empieza con una vieja batalla ideológica contra las concepciones eurocomunistas de Carrillo, según las cuales el fascismo no le interesa a la burguesía, o al capital financiero, porque impide el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero la evidencia histórica al respecto no puede ser más contundente: el fascismo es la más poderosa palanca de acumulación de capital porque somete al movimiento obrero a un régimen brutal de terror y a unas condiciones laborales leoninas. Así sucedió en España en la posguerra, donde miles de trabajadores fueron explotados en un régimen de semi-esclavitud y en donde tras el Plan de Estabilización de 1959 millones de campesinos tuvieron que emigrar, bien al exterior o bien a las ciudades. Los planes de desarrollo posteriores que el fascismo implementó convirtieron a España de un país semi-feudal a otro de capitalismo monopolista.
A veces esa misma tesis revisionista presenta otro formato, según el cual el fascismo impedía el desarrollo de las fuerzas productivas porque en la Europa democrática no admitían el ingreso de un régimen fascista como España. Esto también es rotundamente falso. Para justificar su claudicación, Carrillo y los eurocomunistas invirtieron la relación causal. Según ellos la incorporación económica formal a la Unión Europea era la causa y no la consecuencia de la integración económica. Pero España ya formaba parte integrante del mercado europeo antes del ingreso de España en la Unión Europea. En 1959 el capitalismo español se incorporó plenamente al mercado mundial y, específicamente, al europeo. La transformación monopolista de los años sesenta fue acelerada precisamente por esa inserción de España en los mercados exteriores y, más exactamente, por tres palancas fundamentales: la emigración al exterior, las inversiones de capital extranjero y el turismo.
Para llegar a dicha conclusión no es necesaria ninguna argumentación alambicada, porque es más que evidente que el capitalismo no aparca un buen negocio con un país por la naturaleza de su régimen político. Es sabido que los capitalistas de las democracias más relucientes no tienen escrúpulos en firmar sabrosos contratos con los criminales más sanguinarios, y lo mismo hizo la Unión Europea con el franquismo. Por ejemplo, el 29 de junio de 1970 la Comunidad Económica Europea, como se llamaba entonces, firmó con el gobierno franquista lo que se llamaba "un acuerdo preferencial".
No se trata sólo del vínculo de España con Europa, sino con cada uno de los países europeos. Uno de los ejemplos más llamativos fue la construcción en 1969 de la central nuclear de Vandellós I, prevista para la fabricación de armas atómicas. El capital de la central no sólo era propiedad de una empresa mixta hispano-francesa, sino que su tecnología también era francesa. A un país capitalista como Francia, cuna de los derechos humanos, no sólo no le importaba la naturaleza fascista del régimen español sino que estaba dispuesto a dotarle de armamento nuclear.
El fascismo es consecuencia de la crisis general del capitalismo
Entre los rasgos con los que Lenin caracterizó al imperialismo destaca que en dicha fase el capitalismo entra en una etapa de crisis generalizada, que no sólo es económica sino también política. Le dedica un capítulo completo a analizar este fenómeno, que le parece "muy importante" (7). El parasitismo, la descomposición, el estancamiento, son otras tantas "tendencias" actuales del capitalismo a las que también se le pueden encontrar excepciones que confirman la regla. Las crisis económicas, como la actual, no son cíclicas, por lo que no van a encontrar salida dentro del propio capitalismo. El fascismo es la adaptación del Estado burgués a esa situación de descomposición y crisis general, es decir, tanto económica como política, que en España alcanza cotas de verdadera degeneración, como estamos comprobando a diario.
La transición española fue uno de esos ejemplos de crisis general, a la vez económica y política, del sistema de dominación burgués que el franquismo pretendió resolver no suicidándose sino sucediéndose a sí mismo. La naturaleza de un régimen político, como cualquier fenómeno social y político, no se puede estudiar recurriendo a los tópicos seudo-marxistas sobre "hegemonía", "bloques de clases", "alianzas entre fracciones de clase" y demás. Ese tipo de recursos vacíos lo que pretenden es encubrir los hechos que hay que poner encima de la mesa: si España fue en un tiempo un régimen fascista y actualmente es democrático burgués es porque hubo un momento en el cual se produjo una modificación en la naturaleza Estado, tan profunda que se puede caracterizar como una excepción a las leyes del materialismo histórico, e incluso más: se puede decir que el materialismo histórico ha vuelto a equivocarse de nuevo y que la historia marcha en la dirección contraria de la prevista por Lenin, Dimitrov y la Internacional Comunista.
Salvo los más recalcitrantes reformistas, hoy no hay ninguna organización antifascista -que yo sepa- que reivindique el Estado actual como una conquista propia, es decir, que afirme: "Desde 1939 nosotros estuvimos luchando por este Estado". Más bien lo que dicen es lo contrario: "Desde 1939 nosotros estuvimos luchando contra este Estado". Por lo tanto, el cambio producido durante la transición no fue una conquista de ninguna organización popular sino una maniobra interna del propio régimen. La historia no muestra el caso de un régimen político que se suicide, es decir, deje de ser lo que es para convertirse en otra cosa distinta. De ello se desprende que a partir de 1975 la reforma política la dirigieron los propios fascistas y que el objetivo que perseguían con ella no era el de debilitar su dominación sobre las masas populares, sino reforzarla. Por último, si los fascistas hicieron algún tipo de cambio no fue porque dejaran de ser lo que siempre habían sido, fascistas, sino porque se vieron obligados a ello por el movimiento popular que durante la transición les había puesto en una situación de crisis muy peligrosa.
Al exponer quién estaba detrás del cambio y para qué hizo el cambio, con qué propósitos actuó, hay que descartar lo obvio: efectivamente, es verdad, hubo un cambio. Ante una crisis, el régimen dominante tiene que hacer algo para salir de ella, tiene que introducir innovaciones. Lo que se trata de saber es si esos cambios tuvieron una entidad cualitativa suficiente como para alterar la naturaleza política del Estado y, además, invertir la "tendencia" política del imperialismo hacia la reacción, la destrucción de las organizaciones de clase y la liquidación de las libertades. Eso es lo que tienen que mostrar.
En ese sentido el posicionamiento de las organizaciones revolucionarias hacia la transición es significativo porque, si el materialismo histórico no se equivoca, deberíamos suponer que quienes consideran que la transición supuso una transformación cualitativa del Estado a la democracia burguesa es porque han analizado al detalle aquella época y pueden mostrar muchos ejemplos de que en España la historia se volvió del revés. Pero no es eso lo que está ocurriendo, sino más bien al contrario, la transición está fuera de la agenda de los grupos comunistas y antifascistas en España; incluso lo consideran algo superado y exótico y, por decirlo más claramente, para ellos la transición es un tabú. No han explicado lo que deberían.
El materialismo histórico no admite vacíos ideológicos, y menos en la historia más reciente, porque favorecen la penetración de la ideología burguesa entre las filas del proletariado, que es lo que viene sucediendo actualmente en España. Al no replantear la transición, el movimiento antifascista en España ha asumido como propia la argumentación de la burguesía, que habla a través de los periodistas, los historiadores y sus políticos profesionales. No es que las organizaciones revolucionarias no tengan una posición propia sobre la transición, sino algo peor: han asumido y aceptado la de la burguesía. El discurso de unos (fascistas) y otros (antifascistas) coincide plenamente: durante la transición se produjo un cambio sustancial en la naturaleza del Estado.
Esa coincidencia con la ideología dominante conduce al abandono de las armas antes de empezar el combate y le está sirviendo en bandeja a la burguesía española lo que para ella es lo más importante, su gran coartada. Los fascistas escuchan de los labios de sus enemigos de clase lo que querían oír: que son demócratas. Incluso algunos comunistas legitiman a un Estado como el español que carecía de legitimidad hasta la transición. Sin embargo, no son capaces de responder a la pregunta: ¿qué ocurrió durante la transición que fuera capaz de legitimar a un Estado que hasta entonces carecía de ella? ¿dónde está esa legitimidad? ¿en qué se fundamenta?
Esas preguntas se multiplican con las recientes propuestas reformistas acerca de la necesidad de una "segunda transición", que seguramente pretenden que sea igual (de fraudulenta) que la primera. ¿No será que reivindican la segunda precisamente porque no ha habido una primera, es decir, porque nada cambió entonces y quieren que nada cambie tampoco ahora? El hecho es que la transición, que creían olvidada o que querían olvidar, retorna de nuevo. Está otra vez en las calles, donde se oyen cosas como "Lo llaman democracia y no lo es". Pues si España no es una democracia, ¿qué es entonces?
La naturaleza de la represión fascista
La asimilación del fascismo a la represión es otro estereotipo erróneo: un régimen no es democrático cuando reprime poco, ni es fascista cuando reprime mucho. En España este argumento tan absurdo es reiterativo en los momentos de represión intensa, como los actuales, o cuando saltan los casos de torturas. Parece que los días que no hay detenidos se puede hablar de democracia y cuando los hay lo que corresponde es tildar al régimen de "franquista" o protestar por el "regreso a la dictadura". Naturalmente es una frase retórica y oportunista cien por cien que demuestra que para ellos el fascismo es un arma arrojadiza, no un concepto fundamental del materialismo histórico. Como explicó Dimitrov, es un error calificar como fascismo cualquier medida reaccionaria de la burguesía (8).
La identificación del fascismo por el volumen de represión nace del propio origen del fascismo como fuerza de choque de la burguesía en la época del imperialismo para frenar el auge del movimiento obrero y revolucionario. Dado que en algunos países esa primera ofensiva del fascismo fue derrotada en la Segunda Guerra Mundial, el fascismo se identifica con sus formas coyunturales originarias, especialmente con Hitler y Mussolini, los campos de concentración, las torturas brutales o la liquidación de los derechos fundamentales.
Pero el fascismo no es consecuencia de la represión, sino al revés. Las formas de represión cambian con las formas de dominación. Hay tribunales, cárceles y policías en todos los Estados, de donde los oportunistas deducen que los tribunales, las cárceles y los policías funcionan de la misma manera. Es una opinión muy extendida que se apoya sobre comodines selectos, el principal de los cuales es la manoseada "naturaleza de clase del Estado burgués", que acude al empleo de una represión que, en ocasiones, es incluso brutal, a pesar del carácter democrático del Estado, como ocurrió tras la Comuna de París.
Aquí hay un profundo error metodológico. El marxismo-leninismo es, como repitió Lenin, un análisis de lo concreto, de lo diferencial y, por lo tanto, de lo histórico. En todos los países capitalistas el capitalismo no es el mismo. El análisis empieza a partir del momento en el que se identifica a un país como capitalista y, sin embargo, se diferencia de otros países que también son capitalistas, es decir, cuando es capaz de establecer tanto la unidad como la diferencia de cada país.
El materialismo histórico no conoce argumentaciones que estén por encima de la historia, es decir, que se refieran a cualquier país en cualquier época. Es lo que sucede con la represión, que en este país padece el mismo vacío ideológico que la transición: también está fuera de la agenda de las organizaciones comunistas, seguramente porque la represión pasa a su lado pero no va contra ellas. Consideran preferible discutir los planes quinquenales, la coexistencia pacífica o los koljoses en la URSS que la ley de seguridad ciudadana, la ley de partidos, la de videovigilancia, la doctrina Parot, el régimen FIES, Interpol, Schengen, Echelon o las órdenes europeas de detención.
Cuando no se analiza la represión, no se analiza la historia. Donde hay una manifestación, al lado hay un policía antidisturbios. No se puede hablar de una cosa sin mencionar la otra. Una organización que no es capaz de analizar la represión, sus formas y su historia, no conoce al Estado contra el que pretende enfrentarse. Pero a esa organización no sólo le debería interesar conocer a fondo el contenido de la represión sino la naturaleza de la misma, las formas concretas que adopta porque, a veces, la represión es un acto extraordinariamente formalizado, mientras que otras los aparatos del Estado se sumergen en el funcionamiento paralelo, la tortura, las desapariciones y, en fin, los demás crímenes de Estado.
Pondré un ejemplo: en 1956 se prohibió en la República Federal de Alemania al Partido Comunista, algo que parece idéntico a la prohibición en España del PCE(r) en 2003. Sin embargo, no hay paralelismo posible, ambos fenómenos tienen poco que ver entre sí; ni Alemania es España, ni 1956 es 2003. Como corresponde a dos acontecimientos distintos, las formas no son las mismas. El KPD se prohibió tras un largo juicio ante el Tribunal Constitucional, con la parafernalia propia del caso; el PCE(r) lo prohibió un auto, es decir, una decisión de ínfimo rango de un único juez, en el que no hubo ni juicio, ni defensa, ni recurso de ninguna clase. El KPD había sido legal y luego cambió sus siglas por las de DKP y recuperó su legalidad; el PCE(r) nunca ha sido legal. El KPD nunca tuvo detenidos ni presos; el PCE(r) ha tenido unos 3.000 aproximadamente. Al KPD no le han asesinado militantes; al PCE(r) le han asesinado unos 30 aproximadamente. En fin, la prohibición del KPD responde a una situación coyuntural; la del PCE(r) es definitiva.
No creo necesario abundar en que para un comunista estudiar la represión es una práctica que consiste en luchar contra ella, y no sólo en denunciar su existencia. Tampoco me parece necesario repetir que para luchar contra un Estado hay que luchar también contra la represión de ese Estado.
Notas:
(1)Lenin, Sobre la caricatura del marxismo, Obras Completas, tomo 30, pg.98.
(2)Dimitrov, Obras Escogidas, tomo I, pg.581.
(3)"Los dirigentes que tenemos reflejan cómo somos", dice en una entrevista el grupo musical Deff con Dos, que titula un reciente disco "España es idiota": http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/49241-entrevista-a-def-con-dos-%E2%80%9Clos-dirigentes-que-tenemos-reflejan-c%C3%B3mo-somos.html
(4)Dimitrov, Obras Escogidas, tomo I, pg.581.
(5)Dimitrov, Obras Escogidas, tomo I, pg.664.
(6)Dimitrov, Obras Escogidas, tomo I, pg.604.
(7)Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Obras Escogidas, tomo I, pgs.762 y stes.
(8)Dimitrov, Obras Escogidas, tomo I, pg.666.
Una cuestión previa
»Con más de un millar de presos políticos, con más de una veintena de organizaciones ilegalizadas o disueltas a base de persecuciones, con reiterados informes de los diferentes relatores de Naciones Unidas, constatando la práctica reiterada de la tortura durante las custodias de detenidos o presos, así como las escasas o nulas consecuencias penales para sus autores, merece la pena analizar la represión con especial hincapié.(...)»Tras las leyes de amnistía dictadas por las Cortes franquistas en 1976 y 1977, izquierdas y derechas parlamentarias han proclamado al mundo la plena consecución de las libertades públicas en España, así como la absoluta inexistencia de presos políticos en su territorio.
(...)»En la medida en que la estructura política, económica y militar del Estado español quedó apenas intacta tras la promulgación dela Constitución de 1978, era evidente que volvería a haber presos políticos, y la realidad que hoy vivimos deja muy clara esta afirmación.»En el año 2002, los dos grandes partidos de la burguesía, PSOE y PP, lanzaban la promulgación de la conocida como Ley de Partidos, instrumento legal que ha sido indispensable en la conculcación de los derechos civiles de miles de personas en todo el Estado. En virtud de este texto, más de una veintena de organizaciones políticas, sociales, de defensa de los derechos humanos o culturales han sido ilegalizadas, y decenas de dirigentes y militantes encarcelados, así como de mucha gente que ha sido relacionada con organizaciones o movimientos sin ser parte de ellos, para poder condenarles sin ningún tipo de prueba real, bajo la argumentación de ser un instrumento legal con fines terroristas. Este tipo de condenas se han dado en procesos judiciales con múltiples irregularidades, mediante tribunales de excepción y sin las debidas garantías procesales. (...)»De una manera o de otra, los procesos penales que se han dado en los últimos 30 años contra la disidencia en todo el Estado, han sido denunciados por diferentes organismos internacionales por la total ausencia de garantías de los mismos: autoinculpaciones y confesiones obtenidas bajo tortura durante los días quela Ley Antiterrorista habilita para que el detenido no tenga medios de defensa, condenas formuladas en base a diligencias policiales y sin pruebas, o la existencia de tribunales de excepción comola Audiencia Nacional , son la base para una represión que afecta a militantes comunistas, anarquistas, independentistas, antimonárquicos y jóvenes inconformistas con este sistema en general (...).»Este marco represivo que, con unos medios de comunicación totalmente domesticados y el silencio general en la izquierda reformista, abre el camino para que se reabran viejas fórmulas represivas y el terrorismo de Estado, fórmulas que de hecho nunca fueron cesadas. Actualmente, existe un pacto de Estado sobre malos tratos y tortura, que involucra a jueces, que ni investigan ni condenan a fuerzas policiales; políticos, que dirigen en la sombra; policías y guardias civiles, que ejecutan; y medios de comunicación, que silencian o desacreditan las denuncias. (...)»Es igualmente ilustrativo el sistema carcelario español que, reconocido por sus propios mentores como uno de los más crueles de Europa, se configura no solamente como aparato de represión, sino que supone el medio esencial para la anulación física de las personas reclusas, donde la represión abarca todas sus formas. Torturas y aislamiento son los métodos habituales de trabajo del personal de prisiones.»
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Juan Manuel Olarieta
La naturaleza y la sociedad no conocen el reposo. Todo cambia, evoluciona y se desarrolla. Pero el materialismo dialéctico no sólo afirma la existencia del movimiento en todos los fenómenos de la naturaleza y la sociedad sino que describe la forma en que ese movimiento se produce.
La ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos explica que el movimiento de la materia, de la historia, de las sociedades y del pensamiento, su evolución y su desarrollo, se produce por cambios que son tanto cuantitativos como cualitativos, y que la acumulación de cambios cuantitativos conduce necesariamente a cambios cualitativos.
Esta ley es dialéctica o, como decía Engels, recíproca (1), es decir, que los cambios cualitativos también conducen a cambios cuantitativos. A veces este último aspecto no se tiene en cuenta suficientemente. La distinción entre lo cuantitativo de lo cualitativo es relativa. Los cambios cualitativos lo son en comparación con otros, que son meramente cuantitativos. Frente a los otros, los cambios cuantitativos se caracterizan por ser graduales, e incluso imperceptibles, mientras que los otros son esenciales, cardinales, hasta el punto de que se califican de saltos, que son las explosiones rápidas y revoluciones que cambian una situación en muy poco tiempo.
Los cambios cuantitativos no se pueden menospreciar porque son tan importantes como los cualitativos. La ley afirma que sin pequeños cambios no hay grandes cambios y sin pequeñas luchas cotidianas no hay grandes combates históricos. No obstante, hay personas que no acuden a las manifestaciones porque creen que "no sirven para nada". Tampoco acuden a las reuniones por el mismo motivo. Para ellos ninguna movilización tiene utilidad alguna. Las pequeñas escaramuzas les fatigan y arrojan la toalla. Quizá suponen que al día siguiente de una manifestación contra el desempleo, el desempleo debe desaparecer. La ley de la trasformación de los cambios cuantitativos en cualitativos afirma, por el contrario, que para que se produzca cualquier cambio social importante las masas deben acumular multitud de pequeñas e insignificantes experiencias por medio de las cuales se templan y organizan de forma cada vez más consistente.
El movimiento, decía Engels, es una contradicción (2); es a la vez continuo y discontinuo, producción y reproducción. Uno se divide en dos (cambio cuantitativo) y dos forman uno (cambio cualitativo). No es sólo crecimiento o aumento cuantitativo sino, además, la aparición de lo nuevo y la desaparición de lo viejo, en donde lo nuevo surge de su opuesto: lo viejo. El desarrollo reproduce lo ya existente y produce lo que antes no existía. Es a la vez conservador y revolucionario. La evolución de la materia y de las sociedades produce novedades, crea o genera nuevas cualidades y propiedades, al mismo tiempo que crece cuantitativamente, multiplica lo ya existente, reproduce lo anterior, surgiendo varios ejemplares distintos partiendo un mismo original.
En el movimiento aparece tanto la continuidad como la discontinuidad. Por ejemplo, la reproducción biológica de una especie no es un puro mecanismo cuantitativo, de multiplicación de varios seres iguales partiendo de un mismo ancestro, sino cuantitativo y cualitativo a la vez. Los descendientes no son iguales a sus ascendientes sino que los imitan, es decir, se parecen y no se parecen al mismo tiempo, se parecen en algunos rasgos y difieren en otros.
Lo mismo sucede con la evolución humana, a lo largo de la cual el cerebro creció cuantitativamente, aumentó de tamaño, dando lugar a un salto cualitativo: su lateralización. El cerebro humano, a diferencia del de los simios, está dividido en dos hemisferios, cada uno de los cuales está especializado en el cumplimiento de determinadas funciones. Así, el hemisferio derecho controla la parte de la izquierda del organismo, mientras que el hemisferio izquierdo controla la parte derecha del organismo. Los seres humanos son diestros o zurdos, mientras que no ocurre lo mismo con los simios porque su cerebro no está lateralizado.
Un principio básico del materialismo afirma que lo nuevo no surge de la nada: "ex nihilo nihil fit". En palabras de Lucrecio, "nada puede a la nada reducirse, ni cosa alguna hacerse de la nada" (3). Lo nuevo surge de su contrario: de lo viejo. Algo tiene que morir para que nazca vida.
Los movimientos materiales más importantes se pueden clasificar en cuatro tipos: físicos, biológicos, sociales e intelectuales. Cada uno de ellos tiene características que son propias, es decir, que no se pueden reducir los unos a los otros. Cuando los fenómenos biológicos se tratan de explicar recurriendo a las leyes propias de la física, o cuando los movimientos sociales se intentan reducir a leyes biológicas, se incurre en el mecanicismo, que es una variante errónea del materialismo.
La vida también es una forma de movimiento de la materia y, por lo tanto, una contradicción cuya contrapartida es la muerte: "La vida, por tanto, es también una contradicción presente en las cosas y los hechos mismos, una contradicción que se pone y resuelve constantemente; y en cuanto cesa la contradicción, cesa también la vida y se produce la muerte" (4). A lo largo de la evolución el surgimiento de unas especies ha supuesto la extinción de otras, como los dinosaurios.
En otra obra Engels reiteró la misma idea: "Ya no se considera científica ninguna fisiología si no entiende la muerte como un elemento esencial de la vida, la negación de la vida como contenida en esencia en la vida misma, de modo que la vida se considera siempre en relación con su resultado necesario, la muerte, contenida siempre en ella, en germen. La concepción dialéctica de la vida no es más que esto. Pero para quien lo haya entendido, se terminan todas las charlas sobre la inmortalidad del alma. La muerte es, o bien la disolución del cuerpo orgánico, que nada deja tras de sí, salvo los constituyentes químicos que formaban su sustancia, o deja detrás un principio vital, más o menos el alma, que entonces sobrevive a todos los organismos vivos, y no sólo a los seres humanos. Por lo tanto aquí, por medio de la dialéctica, el solo hecho de hablar con claridad sobre la naturaleza de la vida y la muerte basta para terminar con las antiguas supersticiones. Vivir significa morir" (5).
Los dos aspectos contradictorios del movimiento son, pues, indisociables. No existen cambios cualitativos que no hayan sido preparados por otros de tipo cuantitativo, del mismo modo que no hay cambios cuantitativos que no conduzcan, tarde o temprano, a cambios cualitativos.
Los movimientos no son lineales; no crecen indefinidamente ni en una única dirección. Son esencialmente discontinuos porque en ellos aparecen rupturas. Por ejemplo, según el principio de Paracelso, la ingesta de una misma sustancia tiene consecuencias distintas en el organismo según la dosis cuantitativa. Incluso provoca efectos opuestos: a pequeñas dosis una medicina es saludable mientras que una pequeña cantidad adicional resulta letal para quien la ingiere.
Esta ley comprende el concepto decisivo de transición, que es el punto a partir del cual uno se transforma en su contrario. Las transiciones son las conexiones de una cualidad con otra. Los cambios cualitativos o saltos no se producen en el vacío sino en forma de transiciones más o menos dilatadas en el tiempo. A estas transiciones Engels y Lenin las llamaron, a veces, "puntos de inflexión". Son los momentos de ruptura en los que un fenómeno se transforma en su contrario. Es relativamente fácil observar la diferencia entre un fenómeno y su contrario, decía Lenin, pero no la transición entre ambos, "y eso es lo más importante" (6). La transición es la esencia del cambio:
"El cambio es, a la vez, en esencia, la transición de una calidad a otra o, en forma más abstracta, del ser a la no existencia; y ello contiene otra definición diferente de la gradualidad que es sólo una disminución o un aumento, y un aferramiento unilateral a la magnitud" (7).
En este punto los errores posibles son dos. Por un lado, los materialistas vulgares sólo tienen cuenta los cambios cuantitativos, algo muy corriente entre algunos científicos que consideran que su tarea consiste sólo en medir, que sólo hay ciencia sobre los cambios cuantitativos: "se aferran unilateralmente a la magnitud", como dice Lenin.
Pero hay también quienes sólo tienen en cuenta lo cambios cualitativos. Por ejemplo, cuando los comunistas indican las formas de transición del capitalismo al socialismo los trotskistas les acusan de "etapismo" porque consideran que el nuevo modo de producción es un salto súbito que es posible recorrer de la noche a la mañana. En realidad el socialismo es también una etapa en el recorrido hacia el comunismo que, a su vez, se compone de varias fases. Cada una de ellas se puede recorrer más o menos velozmente, e incluso en determinados países alguna de ellas no será necesaria o en una misma etapa se podrá realizar simultáneamente el programa que corresponde a otra. Pero no todo el programa se puede llevar a cabo al mismo tiempo porque ninguna revolución es un acto sino un proceso.
Engels expuso numerosos ejemplos extraídos de la realidad para ilustrar el funcionamiento de la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos. El más socorrido de ellos es la transformación del agua del estado sólido al líquido con el descenso de la temperatura, o al vapor con su aumento. Pero en las ciencias existen muchos otros fenómenos que ilustran la universalidad de esta ley, como los siguientes:
El punto de Curie
Las propiedades magnéticas de los metales no son inherentes a ellos sino que cambian en razón inversa a la temperatura. Los metales ferromagnéticos van perdiendo su cualidad a medida que la temperatura aumenta. Para cada metal magnético existe una determinada temperatura, llamada punto de Curie, a partir de la cual se transforma en su contrario, en paramagnéticos (no magnéticos).
Por ejemplo, para el hierro el punto de Curie es de 770 grados centígrados. Por debajo de dicha temperatura el hierro funciona como un imán porque comportamiento magnético predomina frente al comportamiento térmico. Por encima de esa temperatura, el hierro pierde su capacidad magnética porque las propiedades térmicas prevalecen.
La velocidad Mach
Con el aumento de la velocidad un avión encuentra una resistencia aerodinámica que crece más que proporcionalmente, hasta que llega un punto, llamado velocidad Mach, que coincide con la velocidad del sonido (1.029 metros por segundo, 3.705 kilómetros por hora), a partir del cual la resistencia aerodinámica se transforma en su contrario: no aumenta sino que se reduce.
El cambio de la atmósfera terrestre
La química conoce dos procesos opuestos, la reducción y la oxidación, según el átomo gane o pierda electrones. Durante millones de años de evolución del planeta, la primitiva atmósfera terrestre pasó de ser reductora, es decir, carente de oxígeno, a su contrario, a ser oxidante.
La cuadratura del círculo
Para ilustrar la ley de la transformación de lo cuantitativo en lo cualitativo, entre otros ejemplo, Engels toma de Nicolás de Cusa (8) la contradicción entre lo recto y lo curvo, que procede de la milenaria polémica matemática sobre la "cuadratura del círculo" que ha subyugado a numerosos pensadores a lo largo de la historia. La relación entre la circunferencia (una curva) y su diámetro (una recta) da lugar a un número de distinta naturaleza ("número sordo" o número real) que se describe con la letra griega п (pi) y que aparece por los rincones más insospechados de la matemática para demostrar que no se puede "cuadrar" un círculo, es decir, que dada la longitud del diámetro no es posible calcular exactamente el área del círculo. Los números reales representaban la continuidad; los enteros la discontinuidad.
La expresión "cuadratura del círculo" ha pasado luego al lenguaje corriente para expresar la esencia de la contradicción, algo imposible de realizar.
El postulado de continuidad de Arquímedes
Arquímedes (287-212 a.n.e.) fue uno de los primeros científicos que explicó matemáticamente la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos al introducir el postulado de continuidad. Según Arquímedes una magnitud que evoluciona de un valor a otro, a lo largo de su recorrido toma todos los valores intermedios entre ambos. Arquímedes aludía a dos valores extremos, siempre con el sobreentendido tácito de que tales extremos son comparables, es decir, que sólo se diferencian cuantitativamente y, por tanto, se puede recorrer el trayecto entre uno y otro. Una magnitud es comparable a otra si es proporcional, si está construida a escala suya, como los planos o las maquetas respecto del original.
El postulado de continuidad es, además, un postulado también de la discontinuidad. A partir de entonces la matemática habla de magnitudes arquimedeanas (o no arquimedeanas) en referencia a si se pueden comparar o no. Entre unas magnitudes y otras no sólo hay diferencias cuantitativas sino también cualitativas de manera que, precisamente a causa de ello, no se pueden poner en relación ni comparar. Las arquimedeanas se pueden comparar porque son homogéneas, pero hay otras incomparables, como el punto y la recta porque un punto no añade nada a una recta. Del mismo modo, hay magnitudes que nada añaden a aquellas otras a las que se unen y se las puede despreciar. En las magnitudes no arquimedeanas no se pueden introducir las medias (aritmética, geométrica, armónica).
La teoría del límite de Cauchy
En el siglo XIX Cauchy afinó el concepto de límite, que es una aplicación del postulado de Arquímedes al análisis matemático que define el concepto de salto, de cambio cualitativo.
La morfogénesis de los embriones
En el desarrollo de cualquier embrión, la multiplicación cuantitativa de las células da lugar a su especialización cualitativa. Al dividirse una misma célula produce tejidos completamente distintos, como el riñón o la oreja. Las células se desarrollan, pues, de manera divergente. No sólo se crean más células sino células distintas pertenecientes a órganos también distintos. Lo diferente surge de lo idéntico, lo genérico se diversifica, la cantidad se transforma en cualidad, lo uniforme se convierte en multiforme. En los embriones de determinadas especies, como las estrellas de mar, las células que se multiplican no se amontonan de una manera abigarrada sino en torno a ejes de simetría (arriba y abajo, izquierda y derecha, delante y detrás). El proceso sigue fases contrapuestas: unas, predominantemente multiplicativas (cuantitativas), son imprescindibles para aquellas otras predominantemente diferenciales (cualitativas).
La teoría del equilibrio puntuado
En la teoría de la evolución hay otra larga polémica entre los partidarios de una explicación fundamentada exclusivamente sobre los cambios cuantitativos, como Lamarck y Darwin, frente a otros que, como Cuvier y los actuales defensores del "equilibrio puntuado", como Stephen Jay Gould, ponen el énfasis en los cambios cualitativos, las catástrofes y explosiones repentinas. Ambas tesis son unilaterales. En la evolución de las especies hay tanto continuidad como discontinuidad.
La crítica leninista de las paradojas de Zenón
Las cuatro paradojas de Zenón de Elea (495-435 a.n.e.) dieron lugar a otra de las polémicas más importantes de la historia del pensamiento humano. El objeto del ataque de Zenón era el movimiento, ya que defendía una concepción metafísica del universo, inmutable y estático.
Para defender su teoría Zenón consideraba el movimiento de una manera discontinua, por etapas, como una suma de estados de reposo o, como decía Lenin, describiendo el resultado del movimiento pero no el movimiento mismo: "No podemos imaginar, expresar, medir, describir el movimiento sin interrumpir la continuidad, sin simplificar, hacer más tosco, desmembrar, estrangular lo que está vivo. La representación del movimiento por medio del pensamiento siempre hace más grosera, mata –y no sólo por medio del pensamiento, sino también por la percepción sensorial, y no sólo del movimiento sino de todos los conceptos" (9).
Las paradojas de Zenón ponían de manifiesto que no se puede concebir lo discreto sin lo continuo ni lo finito sin lo infinito, que el movimiento es una unidad de contrarios: "El movimiento es la esencia del espacio y el tiempo. Dos conceptos fundamentales expresan dicha esencia: la continuidad infinita y la 'puntualidad' (=negación de la continuidad, discontinuidad). El movimiento es la unidad de la continuidad (del tiempo y el espacio) y de la discontinuidad (del tiempo y el espacio). El movimiento es una contradicción, una unidad de contradicciones" (10).
Notas:
(1)Engels, Dialéctica de la naturaleza, Madrid, 1978, pg.203.
(2)Engels, Anti-Dühring, México, 1968, pg.111.
(3)Lucrecio: De rerum natura, §855.
(4)Engels, Anti-Dühring, cit., pg.112.
(5)Engels, Dialéctica de la naturaleza, cit., pg.235.
(6)Lenin, Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29, pgs.124-125.
(7)Lenin, Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29, pg.108.
(8)Nicolás de Cusa, La docta ignorancia, Barcelona, 1981, pgs.52 y stes.
(9)Lenin, Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29, pgs.245-246.
(10)Lenin, Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29, pg.244.
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(Traducción a la ligera)
Fuente: http://www.secoursrouge.org/Suisse-Notre-Secretaire
Juan Manuel Olarieta
Maquetado por el blog y extraído de las Obras Escogidas que en su día publicó digitalmente Bolchetvo. Un magnífico escrito que Lenin dedicó a la lucha contra el oportunismo, el reformismo y el revisionismo y que, creemos, está muy a la orden del día, especialmente atendiendo a las actitudes, tanto prácticas como teóricas, de algunos partidos autodenominados comunistas. No dejará indiferente a nadie.
Óscar Miguélez
Son 78 en total. Creo que están todos los que hay publicados por internet. Si alguien cree que ya dispone de todos habiéndose descargado un paquete de ellos de otro sitio web, se equivoca, puesto que dicha recopilación la llevé a cabo yo. Por lo tanto, esta es la más completa y aquí la dejo a vuestra disposición.
Para descargar en formato pdf:
Nació en Barakaldo (Bizkaia) en 1955. Estudió Derecho y Ciencias Económicas, incorporándose al ejercicio activo de la abogacía desde entonces hasta ahora mismo de forma ininterrumpida. Siempre, en la defensa de las y los presos políticos de diferentes organizaciones revolucionarias.Sufre su primera detención y encarcelamiento en 1977, y desde entonces ha sido detenido en al menos 10 ocasiones, la última en enero de 2008 y por la que estuvo en prisión hasta abril de ese año. Se encuentra ahora en libertad provisional a espera de juicio.En 1992 obtuvo el Premio de la revista del Colegio de Abogados de Madrid por un artículo científico sobre conflictos jurisdiccionales.Ha publicado un libro “Los jueces en el banquillo. Antejuicio e impunidad judicial: El caso de las sentencias bondadosas”, de Kaydeda ediciones, 128 pág., 1991.Firma numerosos artículos jurídicos, políticos y científicos, en varias web y prensa, estatal e internacional.
“Entrevista realizada a Manuel Pérez Martínez, secretario general del PCE(r), por Vitorino Diéguez, director de la revista “Área Crítica”, en Octubre de 1992. La detención del mencionado periodista cuando regresaba de París de realizar la entrevista, y el secuestro por parte de la Policía de la misma así como del número de la revista en la que iba a ser incluida hicieron imposible su publicación hasta estos momentos casi un año después de ser realizada. A pesar del tiempo transcurrido y de los diversos acontecimientos políticos que han ocurrido en nuestro país entre las dos fechas, incluida la celebración de nuevas elecciones al Parlamento español, nos ha parecido que las declaraciones de Manuel Pérez Martínez mantienen un relevante interés. Se trata de una entrevista a tumba abierta en La que ninguno de los dos interlocutores se corta; ni el uno preguntando, ni el otro respondiendo. En cerca de dos horas se da un repaso a todos aquellos acontecimientos políticos de importancia, tanto en aquel momento como en el actual. Desde la situación política internacional, hasta la más particular de España, incluyendo un extenso repaso a las peculiaridades políticas de Euskadi.La entrevista no ha sido editada, y por lo tanto se ofrece tal cual fue realizada. Sin quitar ni poner nada. Si por una parte esto significa una mayor duración, por otra las intervenciones de Manuel Pérez Martínez tienen la frescura de las conversaciones coloquiales en directo donde nada esta preparado previamente. Estamos seguros de que quienes la escuchéis no os sentiréis defraudados. Encontrareis una exposición política clara y amena desde la perspectiva de este partido revolucionario del que tanto se ha hablado en los medios de comunicación durante los últimos 18 años, aunque solo haya sido para vilipendiarlo y desvirtuar su ideario político. Esperamos que la divulgación de este documento sirva para dar a conocer de una forma objetiva tanto sus posiciones como la personalidad de sus militantes.”